¿Consecuencias imprevistas?
| Por Meritxell Sedo | 0 Comentarios
El Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado una iniciativa de gran alcance para luchar contra el cambio climático. Desde MFS Investment Management argumentamos que la mejor manera de abordar este desafío es a través de mecanismos de asignación del capital basados en el mercado, y no a través de la política monetaria.
Todos los miembros de la comunidad inversora son conscientes del creciente protagonismo de los temas ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG). Los titulares de activos y los gestores de inversiones han incorporado rápidamente los factores de inversión sostenible en sus análisis y prácticas.
Las agencias de calificación y las fuentes de datos ASG se han infiltrado con fuerza en nuestro léxico, las listas restrictivas de activos de inversión son ahora de uso común y el mercado de bonos verdes sigue aumentando, tanto en tamaño como en popularidad. En algunas regiones, el mercado también comprende las autoridades reguladoras, que aclaran los estilos de inversión, adoptan directrices e imponen normas sobre transparencia de divulgación y mejores prácticas para los gestores.
Estas transformaciones auguran una positiva tendencia en la gestión de inversiones y en la sociedad en su conjunto. Gestionar las inversiones y asignar el capital de forma activa puede constituir una manera positiva de influir en los responsables de la toma de decisiones corporativas y las entidades emisoras de deuda. No obstante, este tipo de tendencias también comporta riesgos. La inversión ASG representa una evolución favorable, aunque los inversores deben ser conscientes de las estrategias de comercialización “extraviadas” de las actividades de captación de activos con un “envoltorio ASG”, así como de las medidas de supervisión regulatorias o políticas que podrían conllevar consecuencias imprevistas.
Una nueva pieza en el tablero
El Banco Central Europeo (BCE) se ha incorporado recientemente al tablero ASG. En mi opinión, los inversores deberían prestar suma atención a la voluntad y a la influencia del banco central.
El reciente comunicado de prensa y debate estratégico del BCE era claro y dejaba escaso margen de interpretación: las consideraciones climáticas se incorporarán en el marco y la estrategia de política monetaria del banco (1). No estoy interpretando nada: esa afirmación procede directamente del BCE.
En concreto, el BCE comentó: “El Consejo de Gobierno del BCE ha decidido un amplio plan de actuación con una ambiciosa hoja de ruta para seguir incorporando consideraciones climáticas en su marco de política monetaria. Con esta decisión, el Consejo de Gobierno subraya su compromiso de reflejar más sistemáticamente consideraciones de sostenibilidad ambiental en su política monetaria”.
En el epígrafe “Modelización macroeconómica y evaluación de las implicaciones para la transmisión de la política monetaria”, el BCE afirma que acelerará el desarrollo de nuevos modelos y realizará análisis teóricos y empíricos para el seguimiento de las implicaciones del cambio climático y de las políticas al respecto para la economía, el sistema financiero y la transmisión de la política monetaria a través de los mercados financieros y el sistema bancario a los hogares y las empresas.
La inversión ASG representa una evolución favorable, aunque los inversores deben ser conscientes de las estrategias de comercialización “extraviadas” o de las actividades de captación de activos con un “envoltorio ASG”, así como de las medidas de supervisión regulatorias o políticas que podrían conllevar consecuencias imprevistas.
A continuación, en el epígrafe “Datos estadísticos para análisis de riesgos relacionados con el cambio climático”, el BCE comenta que desarrollará nuevos indicadores experimentales para incluir instrumentos financieros verdes relevantes y la huella de carbono de las entidades financieras, así como su exposición a riesgos físicos relacionados con el clima.
Por último, y tal vez el comentario más interesante, en el epígrafe “Compras de activos del sector empresarial” se indica que el BCE ya ha comenzado a tener en cuenta riesgos climáticos relevantes en los procedimientos de diligencia debida de sus compras de activos en el sector empresarial para sus carteras de política monetaria. De cara al futuro, con arreglo a su mandato, el BCE adaptará el marco de asignación de compras de bonos corporativos incorporando criterios climáticos. Estos incluirán, como mínimo, el alineamiento de los emisores con la legislación de la UE que implemente el Acuerdo de París a través de métricas relacionadas con el cambio climático o su compromiso con tales objetivos.
Escepticismo de los inversores
Estas son declaraciones contundentes, que los titulares de activos, los inversores y los responsables de la toma de decisiones corporativas deben tener en cuenta. El hecho de que el BCE reconozca los riesgos inherentes al cambio climático y se esfuerce por utilizar su influencia para ejercer presión y promover cambios me parece una labor encomiable. Dicho esto, los inversores podrían, y con razón, contemplar esta iniciativa con recelo. ¿Constituyen los nuevos modelos, los análisis teóricos y los indicadores experimentales una manera apropiada de dirigir la política monetaria? ¿Debería acaso representar el cambio climático una consideración para la política monetaria?
Este es el mismo BCE que está adoptando una nueva estrategia que contempla un objetivo de inflación “simétrico”, el mismo BCE que está elaborando índices de precios de las viviendas ocupadas por sus propietarios para varios países (muchos de los cuales carecen de datos) y el mismo BCE que sigue aplicando una política de tipos de interés negativos de emergencia “a corto plazo”. El reciente comunicado de prensa sugiere un elevado grado de experimentación, lo que podría traducirse en una política monetaria ejecutada a través de una lente monetarista o en una presencia aún mayor del BCE en el mercado.
Compromiso con el cambio climático
Reitero: no es mi intención subestimar la importancia de la lucha contra el cambio climático. La ignorancia y la inacción son inaceptables. Los riesgos son reales y deben abordarse a través de análisis empíricos, medidas basadas en la ciencia y, más importante aún, a través del proceso de toma de decisiones sobre asignación del capital. El acceso al capital y las decisiones de asignación del capital a largo plazo pueden ayudar a que las empresas y las entidades soberanas emisoras de deuda logren resultados positivos en el ámbito del cambio climático. A más largo plazo, esto debería ofrecer a los inversores oportunidades de generación de alfa y reducir los riesgos climáticos negativos. Todo esto se me antoja un esfuerzo descomunal para la política monetaria, y uno que no recomendamos.
Más bien, creo que este es un momento en el que los gestores de inversión activos deben demostrar su valía. En nuestra opinión, interactuar con las compañías en cartera tiene un resultado significativamente mejor que una lista de exclusión; esta es una característica distintiva de la titularidad activa. Si el objetivo es mejorar el comportamiento corporativo, entonces debemos entablar relación con las entidades emisoras, y no solo vender a un mercado que podría ignorar simplemente los problemas.
Para problemas complejos se necesitan soluciones complejas, que exigen significativos análisis y opiniones de inversión. En román paladino, la interacción y las ideas que son indispensables para las decisiones de asignación del capital y la gestión prudente de los riesgos permiten la consideración de los riesgos del cambio climático, a diferencia de los vehículos de inversión pasiva. Y el mecanismo de asignación y fijación de precios puede utilizarse de manera productiva para abordar el cambio climático.
Nota:
(1) Nota de prensa del BCE, 8 de julio de 2021.
Tribuna de Wiliams J. Adams, responsable de inversiones de renta fija global en MFS Investment Management.
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