La irrupción de las finanzas responsables y verdes han dejado una huella en todas las aristas de la industria a nivel global, y eso no excluye a las certificaciones. Señal de ello es que CFA Institute, la entidad encargada de la prestigiosa certificación CFA, abrió las puertas de su certificado ESG a nivel global.
El programa, llamado “Certificate in ESG Investing”, es el cuarto programa de CFA Institute y busca promover las mejores prácticasen la toma de decisiones de inversión incorporando factores de medio ambiente, sociales y de gobernanzas corporativa (ESG, por su sigla en inglés).
La certificación de ESG –que está reconocida por los Principios de Inversión Responsable (PRI, por su sigla en inglés), de las Naciones Unidas– fue creada por la CFA Society del Reino Unido en 2019, pero fue liberada a nivel global a partir del 1 de septiembre de este año, lo que le da acceso a los profesionales de la industria latinoamericana.
“ESG dejó de ser solo una tendencia novedosa para convertirse en el estándar mínimo requerido para que una inversión tenga perspectiva de futuro”, destaca la presidenta de CFS Society Chile, María Alicia Montes.
En un contexto en que Morningstar muestra más de 2.250 millones de dólares invertidos a nivel global en fondos de inversión centrados en el medio ambientes, al cierre del primer semestre de 2021, Montes destaca que “es necesario preparar a los profesionales que tienen acceso a instrumentos financieros para que sepan cómo manejar este tipo de inversiones de manera ética, rentable y viable en el largo plazo”.
En particular, la representante de CFA Society Chile resalta que el programa está orientado a “fortalecer la integridad el mercado” a través de conocimientos y herramientas para integrar factores ESG en el proceso de inversión. “Los candidatos profundizan en esta materia a través de un currículum robusto, donde se avanza por los lineamientos básicos de ESG, pasando por materias como Stewardship, construcción de portafolios, reportería, entre otros”, señala.
La modalidad
Los interesados pueden optar a realizar la certificación online desde cualquier lugar del mundo, pero también pueden hacerlo de forma presencial, en centros de prueba Prometric.
Después de inscribirse en este programa los interesados tienen un año de plazo para rendir el examen, que requiere un mínimo recomendado de 130 horas de estudio y una nota de entre 60% y 70% para aprobarlo.
En el caso de preferir la modalidad presencial, es necesario revisar la disponibilidad de centros Prometric habilitados en los respectivos países de residencia de los candidatos. Esto se puede hacer a través de la aplicación ProProctor, donde además los candidatos deberán agendar una cita.
Si bien la disponibilidad de los centros depende de la fecha en que se vaya a concertar la cita, una revisión de locales para la primera quincena de noviembre de este año muestra que la mayoría de las principales capitales financieras de la región cuentan con un centro habilitado. Este es el caso de Sao Paulo, Ciudad de México, Santiago, Bogotá y Lima.
Según explica Montes, después de la inscripción –que tiene un costo de 675 dólares–, las personas tendrán acceso a distintos materiales de estudio, incluyendo preguntas de autoevaluación, un examen simulado y la versión digital del plan de estudio.
El examen mismo tiene 100 preguntas estándar de selección múltiple y se debe completar en un total de dos horas y 20 minutos. “Éste será ejecutado en distintos centros de prueba previamente seleccionados. A su vez, estos serán supervisados en línea, según las regulaciones locales”, agrega Montes.
Desde su lanzamiento en 2019, más de 5.000 profesionales de la industria internacional se han registrado para certificarse, con 1.400 de ellos aprobando el programa.
El mercado de la inversión de impacto, con un valor de 715.000 millones de dólares, está preparado para una rápida expansión impulsada por el aumento de la demanda de los inversores, las iniciativas gubernamentales de crecimiento verde y la normativa que está dando un impulso a las finanzas sostenibles[1].
Aunque la inversión de impacto sigue siendo un nicho en comparación con el mercado más amplio de inversión sostenible, de 35,3 billones de dólares, el impulso está creciendo a medida que los inversores buscan soluciones a los problemas más acuciantes del mundo.[2]
El aumento de la demanda de productos de inversión en renta variable de impacto ha sido estimulada por inversores estratégicos a largo plazo, como los family offices y los fondos de pensiones, que están cada vez más dispuestos a aumentar sus asignaciones. El activismo de los accionistas también desempeña un papel, ya que los llamados a la acción en cuestiones como la crisis climática y la desigualdad social orientan el comportamiento de las empresas.
Las iniciativas internacionales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, y las políticas gubernamentales, como el Green Deal europeo y los planes de infraestructuras y clima del presidente estadounidense Joe Biden, están ayudando a canalizar la inversión hacia productos sostenibles. Y factores de mercado como los precios del sistema de comercio de emisiones de la UE, que se espera que aumenten significativamente[3] durante la próxima década, están mejorando los argumentos de inversión para las acciones que ofrecen soluciones a los problemas medioambientales.
Las estrategias de impacto, el último paso en la inversión responsable, han ganado fuerza desde la adopción de los ODS de la ONU y la firma del Acuerdo Climático de París en 2015. La principal diferencia entre la inversión de impacto y otros tipos de inversión sostenible es que los inversores de impacto quieren tener un impacto neto positivo en el mundo, y miran más allá de las empresas que se contentan con realizar sus propias operaciones de manera sostenible.
En términos de desarrollo del mercado, la inversión de impacto está hoy donde la inversión sostenible estaba hace 10 o 15 años. Muchos inversores todavía están tratando de entender en qué consiste realmente el enfoque de impacto, pero la comprensión -y los flujos de inversión- se están poniendo al día rápidamente.
Así que, con la inversión en capital de impacto preparada para un rápido crecimiento, ¿dónde es probable que surjan oportunidades de inversión en los próximos cinco años?
Empecemos por el impulso, intensificado por la pandemia, de ampliar la asistencia sanitaria asequible. Por ejemplo, EE.UU. gasta alrededor del 18% del producto interior bruto – casi 4 billones de dólares[4] al año – en asistencia sanitaria, por lo que las empresas que pueden ayudar a reducir esa factura tienen una gran demanda. Los fabricantes de dispositivos médicos innovadores de alta tecnología, que pueden mejorar los resultados de los pacientes y reducir los costes de los tratamientos, son un buen sector que los inversores deben examinar.
El segmento de las ciencias de la vida -empresas que desarrollan y fabrican productos farmacéuticos, medicinas basadas en la biotecnología y una serie de otros productos- también está creciendo rápidamente debido a la creciente atención a la prevención de enfermedades. Aunque es difícil elegir a los ganadores en el ámbito del desarrollo de medicamentos, muchos proveedores de este mercado, como las organizaciones de investigación clínica y los fabricantes de equipos de ciencias de la vida, ofrecen interesantes oportunidades de inversión.
Otro sector impulsado por la pandemia es el de las tecnologías de la información. Para los inversores, la informática es una de las perspectivas más atractivas, ya que el ritmo de la digitalización se acelera en todo el mundo. Empresas como las productoras de software suelen tener un elevado apalancamiento operativo y un rápido crecimiento de los ingresos, una combinación que puede impulsar los beneficios. Suelen tener fuertes ventajas competitivas, como el poder de los precios y una base de clientes leales. Y suelen tener un alto porcentaje de ingresos recurrentes impulsados por el software como servicio, por el que se accede al software en línea a través de una suscripción.
Las empresas de conectividad, que desarrollan y mantienen las redes e infraestructuras físicas, digitales y financieras del mundo, también deberían ser una buena apuesta. Las empresas que prestan servicios a la infraestructura física presentan importantes oportunidades, ya que los gobiernos tienen previsto gastar hasta 10 billones de dólares[5] para actualizar o sustituir las instalaciones y los sistemas deteriorados y obsoletos, y los planes de desarrollo ecológico conllevan un gasto a largo plazo en nuevos tipos de infraestructuras.
El sector de la ciberseguridad se está expandiendo rápidamente, ya que las empresas se apresuran a protegerse contra el tipo de infracciones de alto perfil que se han acelerado en los últimos años. El cambio hacia el trabajo a distancia y la transición a la nube están cambiando la forma en que las empresas protegen sus activos digitales, con una transición en curso hacia un enfoque multilocal capaz de cubrir a los empleados que trabajan desde casa. Este reto requiere nuevas soluciones, como el modelo de seguridad de confianza cero o sin perímetro, que se basa en el concepto de que no se debe confiar en los dispositivos por defecto, ni siquiera dentro de una red corporativa.
La creciente popularidad de las aplicaciones de pago digitales y las finanzas descentralizadas también crearán muchas oportunidades de inversión. Los procesadores de pagos ágiles y disruptivos están en camino de crear las llamadas redes de pagos y préstamos de circuito cerrado, es decir, ecosistemas de pago que eluden el sistema bancario tradicional y permiten a los usuarios obtener préstamos que no serían posibles a través de los canales estándar.
Más allá del ámbito digital, la urgencia de los esfuerzos para abordar el cambio climático se intensifica en el período previo a 2030, la fecha límite para los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU sobre cuestiones críticas, desde la reducción de la pobreza y el hambre hasta el desarrollo de energías limpias y la promoción de la igualdad social. La ONU ha calculado que se deben invertir hasta 7 billones de dólares al año para alcanzar estos objetivos antes de la fecha límite; los inversores de impacto harán una importante contribución a este impulso financiero.
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Las crecientes presiones inflacionistas están difuminando la percepción de los mercados sobre la función de reacción de los principales bancos centrales y acorralando su relato. Según las valoraciones que hacen las gestoras, uno de los principales retos que tendrá el BCE en su reunión de mañana será reiterar su orientación hacia el futuro y proporcionar más información sobre las perspectivas de compra de bonos en Europa, antes de la crítica reunión de diciembre.
De cara a su reunión de mañana, los análisis de las firmas de inversión apuntan pocas novedades y coinciden en que la fecha clave será diciembre, ya que el BCE actualizará sus expectativas de crecimiento e inflación, además de incorporar las previsiones sobre 2024. “En la rueda de prensa posterior, sí que será relevante el posicionamiento que muestre Lagarde ante el repunte de bonos de gobierno visto en las últimas semanas. En este sentido, lo más probable será un mensaje con sesgo dovish, que incidiría en la temporalidad de los datos de inflación que se están publicando, reforzando con ello el forward guidance comunicado hasta ahora. De esta manera, se intentaría alejar la posibilidad de incremento en la facilidad de depósito, que el mercado ya descuenta para el último trimestre de 2022”, señala Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G.
Desde ING consideran que el BCE tendrá mañana sobre la mesa una serie de debates: la ampliación del Programa de Compras de Emergencia para la Pandemia (PEPP) más allá de marzo de 2022; cómo evitar un efecto de borde del precipicio y cuánto QE se necesita (si es que se necesita) en la era post-pandémica para devolver la inflación al 2% de forma sostenible.
“Por mucho que la reunión del BCE de esta semana marque el rumbo, dudamos que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, comparta detalles importantes de la misma. Necesitará toda su energía para moderar lo que, en nuestra opinión, parece una brecha cada vez mayor entre los halcones y las palomas; es decir, de aquellos miembros del BCE que están a favor de una salida de las herramientas de emergencia y de los que siguen teniendo más miedo de que la inflación a medio plazo sea demasiado baja en lugar de demasiado alta. Empujar el debate públicamente en una determinada dirección ampliaría la la brecha en lugar de cerrarla. Por eso, en la conferencia de prensa del jueves, menos comunicación debería ser más”, apunta el análisis previo a la reunión que hacen los expertos de ING.
En este sentido, no se esperan comentarios sobre que sea la primera reunión del BCE desde el anuncio de la dimisión de Jens Weidmann, uno de los miembros más hawkish de la entidad. “Con el cambio en la presidencia del Bundesbank, probablemente se allane el camino para una transición más suave tras la finalización del PEPP en marzo de 2022”, considera Mellado.
En opinión de Cristina Gavín, responsable de Inversión en Renta Fija de Ibercaja Gestión, habrá que estar atentos a las pistas que las deliberaciones del Consejo de Gobierno del BCE, centradas en las previsiones de crecimiento económico y evolución de precios, pueden darnos de cara a los próximos meses. «Se espera también con interés los comentarios de Lagarde en relación a las expectativas que el mercado maneja en relación a la evolución de precios, las cuales han experimentado un considerable repunte a lo largo de las últimas semanas», matiza.
Por su parte, David Kohl, economista jefe en Julius Baer, espera que el BCE emita un mensaje moderado en la reunión de mañana, adhiriéndose a su secuencia de normalización de la política monetaria, que pretende poner fin primero a las compras de activos y ver que la inflación se estabiliza por encima del 2% antes de comenzar a aumentar los tipos de interés. «Solo esperamos la garantía de que la transición del PEPP a las compras regulares de activos se gestionará con cuidado para minimizar cualquier consecuencia no deseada sobre las condiciones financieras. Esto significa una reducción gradual de las compras de activos el próximo año», matiza Kohl.
Sobre sus expectativas en torno a la reunión de mañana, Franck Dixmier, director de Inversiones Global de Renta Fija de Allianz Global Investors, cree que Lagarde confirmará que el final de las compras del PEPP será marzo, pero coincide con el resto de la gestoras en señalar que cita realmente importante será la de diciembre. «Durante la reunión de fin de año, también se espera que el BCE se concentre en las medidas diseñadas para permitirle alcanzar su objetivo de estabilidad de precios de manera sostenible a través de un nuevo programa de compras, cuyos detalles probablemente se definirán en el las próximas semanas. La reunión del 16 de diciembre será importante para los mercados, y el grado de flexibilidad incorporado en el nuevo plan será un fuerte indicador del equilibrio de poder dentro del Consejo de Gobierno y del grado en que la salida del presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidman, a finales de 2021 cambiará el enfoque hacia los partidarios de una política monetaria más o menos ortodoxa», explica.
Para Dixmier, un discurso moderado esta semana debería permitir limitar las expectativas de una subida de los tipos, que nos parecen incompatibles con la hoja de ruta del BCE. «Sin embargo, un tono tan moderado en un contexto de incertidumbre sobre la dirección de la inflación no está exento de riesgos: el BCE se centrará en monitorizar el anclaje de las expectativas de inflación, que han tendido a endurecerse rápidamente en las últimas semanas», matiza el experto de Allianz GI.
Por último, desde MFS Investment Management matizan que, como mucho, el mensaje de Lagarde de esta semana probablemente sea contrario a los precios del mercado, que recientemente ha contemplado una pequeña subida para finales del año pasado. «Los datos de crecimiento siguen apuntando a una recuperación en curso y varios miembros del Consejo General del BCE afirman que el aumento de la tasa de inflación anual es probablemente transitorio. Por lo tanto, esperamos que Lagarde mantenga la necesidad de ser persistente en la política monetaria para alcanzar el objetivo de inflación. Las decisiones clave sobre el programa de compras de emergencia para la pandemia (PEPP) se tomarán probablemente en la reunión de diciembre, cuando se publiquen las nuevas proyecciones. Pensamos que un énfasis en la firmeza de la política podría provocar cierta reevaluación de las expectativas de los tipos de interés del mercado», argumenta Peter Allen Goves, analista de renta fija de MFS Investment Management.
A vueltas con la inflación
Las actas de la reunión de septiembre ya mostraban que se hablaba cada vez más de los riesgos de inflación al alza. Jim Leaviss, CIO de renta fija pública de mercados públicos de M&G de Investments, recuerda que el BCE lleva años sin conseguir su objetivo de inflación e incluso sus previsiones apuntan a que seguirá sin lograrlo en los próximos años. Sin embargo, según Leaviss, “no debe cundir el pánico todavía entre los inversores”. Esta preocupación por la inflación irá en paralelo a la reducción de las compras semanales de PEPP durante el cuarto trimestre, tal y como ya anunció el BCE. Según la previsión de los analistas, el BCE procederá con mucha cautela a la hora de retirar el apoyo, con el objetivo de evitar un precipicio en la política monetaria que podría poner en peligro las condiciones de financiación y la recuperación. Se estima que pueda haber una nueva reducción el próximo año y que el programa de compras finalice en torno a marzo de 2022.
“El BCE procederá con mucha cautela a la hora de retirar el apoyo, con el objetivo de evitar un precipicio en la política monetaria que podría poner en peligro las condiciones de financiación y la recuperación. Según la nueva estrategia del BCE, el Consejo General quiere que la inflación alcance el objetivo del 2% mucho antes del final de su horizonte de previsión, y que la inflación subyacente lo refleje. Este punto está aún muy lejano, por lo que consideramos que el año 2025 es el más probable. El BCE buscará que el actual repunte de la inflación disminuya en 2022 para que la inflación anual vuelva a situarse en el 1,5%, aunque los precios de las materias primas y los cuellos de botella dejen riesgos al alza. Actualmente, el BCE ve la inflación simplemente en el 1,6% interanual a finales de 2023. Y como las compras de activos se han comprometido a continuar hasta poco antes de la primera subida de tipos, el impacto en el mercado de la finalización del PEPP debería ser moderado. Sólo en caso de que un repunte persistente de la inflación se extienda a la inflación subyacente, el BCE tendría que anticipar su primera subida de tipos”, explican Thomas Hempell, jefe de Análisis Macro y de Mercado; Florian Späte, estratega de bonos senior, y Elisa Belgacem, estratega de crédito, de Generali Investments Partners, en su último informe.
En este sentido, Konstantin Veit, gestor de carteras en PIMCO, cree que las nuevas orientaciones sobre los tipos de interés sirven principalmente para evitar los errores del pasado, atando al Consejo de Gobierno al mástil y evitando un endurecimiento prematuro de la política monetaria. «Creemos que las nuevas orientaciones sobre los tipos de interés implican que el BCE tendría que proyectar una inflación del 2% para los dos años siguientes al año en curso, es decir, hasta 2024, y probablemente una inflación subyacente superior al 1,6% y con una tendencia al alza, antes de considerar una subida de los tipos de interés. Si bien la política de APT del BCE pretende tranquilizar a los mercados de que el BCE seguirá siendo paciente y no repetirá los errores de halcón de 2008 y 2011, ese enfoque en la defensa también sugiere que no habrá ningún intento serio de cerrar de forma creíble la larga brecha entre el objetivo de inflación y la inflación proyectada», explica Veit.
Además, advierte de que el distanciamiento de las compras de activos y la vuelta a los tipos de interés oficiales como principal herramienta de política monetaria en el límite inferior efectivo de los tipos de interés introduce una asimetría hawkish en la función de reacción del BCE. «Al igual que el Banco de Japón, el BCE se centra ahora firmemente en la persistencia y la sostenibilidad de sus medidas de política monetaria y no tanto en la consecución del objetivo de inflación en un horizonte razonable», añade el gestor de PIMCO.
Qué nos dice el mercado de renta fija
En términos de activos, este contexto de inflación en alza y retirada de estímulos sigue siendo muy relevante para el mercado de renta fija. “En las últimas semanas, los rendimientos de los bonos soberanos en Europa y EE.UU. se han movido significativamente al alza, reflejando las expectativas del mercado de unos bancos centrales cada vez más halcones a ambos lados del Atlántico. En Europa, los mercados de renta fija indican el inicio del ciclo de subida de los tipos de interés ya a finales de 2022. Esto representa una clara contradicción con la nueva forward guidance del BCE, cuyas condiciones no se habrán cumplido a estas alturas. En otras palabras, en su próxima reunión, el BCE debe defender la credibilidad de sus propios compromisos”, explica Gergely Majoros, miembro del Comité de Inversión de Carmignac.
“Si el BCE se equivoca y la inflación regresa a Europa, será complicado saber qué inversiones irán bien, ya que los rendimientos negativos del bund siguen dominando los mercados de renta fija de la zona euro y hay poca deuda pública que ofrezca rentabilidades superiores a la inflación. Los bonos ligados a la inflación ofrecerán cierto grado de protección -descuentan solo una inflación del 1,8 % en los próximos cinco años, lo que sugiere que los inversores en renta fija no creen que vaya a producirse una espiral salarial en breve-, pero incluso en este segmento, los rendimientos reales son negativos”, añade Leaviss.
Majoros considera que la institución europea tratará de evitar un deterioro abrupto de las condiciones financieras en la región en los próximos meses, y prevé que tras finalizar el PEPP en marzo de 2022, se pondrá en marcha un programa más pequeño y temporal. “En este escenario, la transición de los mercados de tipos desde el PEPP al antiguo programa de compra de activos (APP) sería mucho más suave. Al mismo tiempo, un nuevo programa temporal daría al BCE más flexibilidad en comparación con el APP para alcanzar sus objetivos. El Banco Central Europeo también ha sugerido en muchas ocasiones que, en términos de secuencia, tiene la intención de detener primero sus programas de compra de bonos, antes de empezar a subir los tipos. Los precios del mercado también parecen dudar de esta secuencia”, afirma.
La previsión de los expertos de Generali Investments Partners también va por esta línea de no dañar las condiciones financieras del mercado: “Nuestro caso central sigue siendo el apoyo continuado a los mercados de crédito hasta finales de 2023 como mínimo. Hasta ahora, las compras de crédito en el PEPP han seguido siendo limitadas, mientras que el grueso de ellas se realiza en el APP. Por consiguiente, la próxima reducción del PEPP no debería perjudicar a la deuda de las empresas. En el caso de que el PEPP se incrementara para evitar el efecto acantilado en marzo de 2022, esto sería incluso marginalmente positivo para el crédito al indicar que el BCE mantendrá un importante poder tranquilizador para los mercados en general, y en particular para los mercados de crédito”.
“Los inversores en renta fija se enfrentan a un dilema a corto plazo. No cabe duda de que se justifica una mayor prudencia en los mercados de tipos, ya que el ciclo de la inflación podría seguir subestimándose, especialmente en EE.UU., lo que a su vez conduciría a una postura más dura de la política monetaria. Al mismo tiempo, la próxima reunión del Banco Central Europeo podría decidir una postura más dovish. Podría sugerir que está en línea con la actual senda de subida de tipos, pero podría decidir retrasar el inicio de las subidas de tipos al menos hasta principios de 2023. Esto probablemente haría que los rendimientos de los bonos europeos volvieran a bajar, al menos temporalmente”, concluye Majoros.
Las autoridades europeas de supervisión (ESA, por sus siglas en inglés) han publicado el informe final sobre el borrador de normas técnicas de regulación (RTS), que desarrolla el reglamento de divulgación, sobre la información precontractual y periódica de los productos sostenibles que contribuyan a objetivos medioambientales.
Según explican los expertos de finReg360, “la emisión de esas normas técnicas supone un paso importante para que las entidades financieras puedan seguir implantando la normativa de finanzas sostenibles”. Las normas técnicas entrarán en vigor el 1-7-2022 para los productos que tengan inversiones con objetivos climáticos, y el 1-1-2023, para los restantes objetivos medioambientales.
El informe se ha emitido después de haberse realizado una consulta a la propuesta de RTS para coordinar su contenido con el reglamento de taxonomía. “El proyecto de RTS pretende contribuir a la toma de decisiones de los inversores con información fiable y comparable sobre las inversiones en productos sostenibles con objetivo medioambiental, y recoger en un único acto delegado los requerimientos informativos de los reglamentos de divulgación y de taxonomía”, añaden desde firma. En este sentido, las modificaciones del borrador tendrán efecto sobre los “productos sostenibles” (regulados en los artículos 8 y 9 del reglamento de divulgación) que inviertan con objetivos medioambientales.
Novedades respecto a la consulta
Entre las novedades realizadas en esta publicación final destaca las modificaciones para los productos sostenibles con objetivo medioambiental. En concreto, en su definición, para aportar mayor claridad sobre los “productos sostenibles” ajustados a la taxonomía, se dejará de utilizar la referencia de “actividades económicas medioambientalmente sostenibles” para aplicar la expresión “actividades económicas alineadas con la taxonomía”. Según indican desde finReg360, además, se introducen definiciones adicionales, como la “exposición soberana” o “posición en titulizaciones”.
Respecto a los modelos normalizados de información, el nuevo texto incorpora una versión final precontractual y periódica para los productos sostenibles. “Como principal novedad, se suprime la sección sobre el principio de no causar un daño significativo (DNSH, en siglas inglesas). Tras una segunda revisión, las ESA han concluido que el principio DNSH se aplicará a todas las inversiones sostenibles, incluyendo las adecuadas con la taxonomía. Por ello, han optado por distribuir su contenido en el resto de secciones del modelo normalizado”, añaden desde finReg360.
Además, explican que se han introducido otras modificaciones como: la identificación del porcentaje de inversiones sostenibles, con o sin objetivo medioambiental; la explicación cuando se consideren las principales incidencias adversas de sostenibilidad (PIAS); la reducción del contenido relativo a la estrategia de inversión; la expresión del porcentaje mínimo de inversiones socialmente sostenibles, si fuera aplicable; y la inclusión de cambios en el orden de determinados preceptos legales y secciones, y a distribución de alguna de sus preguntas en otros apartados.
Por último, las ESA han decidido que los modelos normalizados incorporen en el encabezado la identificación de si las inversiones sostenibles son ambientales o sociales y, en el primer caso, si están adecuadas a la taxonomía.
Desde finReg360 explican que también se ha pasado a un nuevo enfoque para el cálculo de las inversiones ajustadas a la taxonomía. “En cuanto a la asignación de activos o asset allocation del producto, habrá que tener en cuenta alguna de las dos modalidades de cálculo que se proponen para conocer el grado de adecuación de las inversiones con la taxonomía. En primer lugar, incluyendo la exposición a la deuda soberana. En este caso, habrá que aportar una explicación adicional cuando la deuda soberana no corresponda a bonos verdes o no se puede analizar su adecuación con la taxonomía. Y, en segundo lugar, excluyendo la exposición a la deuda soberana”, añaden. En su opinión, ante la ausencia de una metodología armonizada para el cálculo de las exposiciones soberanas, “el objetivo es aportar a los inversores información completa y no engañosa”.
Ha habido pocos años en los que las oscilaciones a corto plazo de los mercados hayan estado (al menos a mis ojos) más reñidas con las tendencias a largo plazo: venta de los sectores tecnológicos y de la salud, aumento de las empresas cíclicas frente al crecimiento secular y repuntes dramáticos que favorecen a un país en detrimento de otro.
A más corto plazo, en 2021 se ha producido la tan esperada rotación del value. En un entorno desinflacionista, las acciones de megacap growth tienden a ir bien; cuando las economías se reactivan y los rendimientos aumentan, las acciones growth ven cuestionadas sus valoraciones. Las empresas cíclicas como los bancos y los materiales se recuperan. Las empresas de menor tamaño disfrutan de un entorno más líquido: todos estos efectos se han producido este año y nos hemos esforzado por aprovecharlos cuando hemos podido.
El año ha sido bueno para la India, ya que el diferencial de rendimiento a un año con China ha alcanzado los 60 puntos porcentuales (a 30 de septiembre de 2021). ¿Por qué la India ha sido tan fuerte? Bueno, en parte se trata de una recuperación del crecimiento desde el punto más bajo de la pandemia. Sin embargo, esta no es una explicación suficiente, ya que los beneficios por acción se han recuperado hasta un punto que me parece superior a la tendencia. India ha experimentado un fuerte crecimiento de las exportaciones de productos manufacturados, sobre todo en el sector del automóvil, ya que la demanda se ha recuperado en el Sudeste Asiático y América Latina. ¿Es esto cíclico? ¿O es el comienzo de una creciente destreza manufacturera? Si es esto último, la reciente subida de las valoraciones es bien merecida. Sin embargo, es imposible saberlo con certeza.
Japón ha tenido un comienzo de año difícil, pero a medida que las presiones reflacionarias han ido creciendo, el mercado se ha ido animando un poco más. Se ha visto favorecido por la reconstitución global de inventarios, ya que el sesgo manufacturero de Japón ha apoyado el repunte de la producción fabril.
En el resto de Asia y en los mercados emergentes, han sido las empresas y economías más cíclicas las que han tendido a hacerlo bien. Pero es China la que domina los titulares. En las últimas semanas y meses, el mercado bursátil chino se ha visto sometido a una presión creciente. Las relaciones entre Estados Unidos y China siguen siendo tensas. Los propios reguladores chinos han impuesto costes de regulación a algunas empresas, en algunos casos hasta el punto de que la gran mayoría de los beneficios de una empresa pueden desaparecer. Políticos estadounidenses de todas las tendencias políticas han denunciado las inversiones financieras en China y a estas polémicas se ha añadido el grito de ¡China no es invertible! En efecto, ésta no es la China que conocí cuando era un joven estudiante en Pekín a finales de los años ochenta.
¿Pero es eso algo malo? ¿Para China o para los inversores? En absoluto. Porque la China que yo conocí seguía estando controlada centralmente. A los estudiantes que se graduaban se les asignaban puestos de trabajo. A mi compañero de cuarto, uno de los más brillantes de su clase, se le asignó un trabajo en la editorial estatal, sin duda produciendo tediosos tomos de torturados retoques del pensamiento marxista-leninista.
Sin embargo, él escapó de todo eso, y China también. Su generación está empleada en su inmensa mayoría en la industria privada (más de tres cuartas partes del empleo urbano corresponde a la pequeña y mediana empresa privada). Los ingresos se han disparado, junto con la propiedad de la vivienda, la capacidad de poseer un coche, de tener acceso a los medios de comunicación extranjeros, de viajar. De ser clase media. Las medias bursátiles, lastradas durante tanto tiempo por los vestigios cotizados de la vieja China, no reflejan esta increíble historia de crecimiento y descubrimiento. Pero un inversor sensible y activo podría formar parte de esta creación de riqueza seleccionando empresas en las áreas de demanda interna de la economía: el consumo, la tecnología, la sanidad, los servicios financieros y otros sectores.
Todo este esfuerzo y determinación no ha sido recibido con aplausos por el alivio de la pobreza masiva, sino con miedo y recelo. Occidente, que durante mucho tiempo fue un modelo para las reformas chinas, ahora trata de contener a China. Y China ha reaccionado tendiendo la mano a sus vecinos y vecinos de una y dos veces para ofrecer el mismo tipo de plan de crecimiento: infraestructuras, fabricación, comercio, desarrollo de la clase media.
Y ahí es donde se encuentra China ahora. Después de que se le dijera durante tanto tiempo que su crecimiento era un espejismo («son sólo exportaciones con bajos salarios»), China se encuentra ante las exigencias de unos ciudadanos que han desmentido tan erróneo análisis y que ahora trabajan en el sector de los servicios, las finanzas, la sanidad y la tecnología, y que llevan una vida que, a la vista está, no es muy diferente de la nuestra.
Así que las actuales medidas reguladoras son un intento de responder a las críticas de que el crecimiento de China ha sido ajeno a los daños medioambientales, a la salud, o que carece del tipo de educación adecuado (¡demasiado centrado en el aprendizaje memorístico!) para desarrollar mentes verdaderamente creativas. El gobierno chino ha reaccionado abordando cuestiones relacionadas con el acceso a la sanidad, la equidad en las transacciones de mercado y la igualdad en la oferta educativa. No cabe duda de que continuará atacando estas áreas, así como la especulación financiera: ya ha tomado medidas contra las criptomonedas.
Al hacerlo, los chinos no actúan a lo loco o sin previo aviso. No tienen el mismo proceso de consulta pública e implicación que tiene Occidente antes de actuar, y actúan. Es innegable, como hemos señalado antes, que la política pro-laboral ha sido un viento en contra para los beneficios y que las iniciativas reguladoras también pueden causar cargas adicionales a las empresas. Pero el grito de que China está en contra del capitalismo y no es invertible ignora el hecho de que China sabe que su gran creación de riqueza se debe a la empresa privada.
Entonces, ¿cómo se invierte en este entorno? Pues bien, hay que estar atento a los beneficios monopolísticos y a su precio. Tenga cuidado con los modelos de negocio especulativos. Invierta en aquellas empresas que crean bienes y servicios en China para que los chinos los disfruten. Invierta en aquellas empresas que aumenten el acceso a la atención sanitaria, produzcan bienes de capital que mejoren la productividad, proporcionen a un coste razonable los servicios minoristas que demanda la clase media china y desarrollen la arquitectura financiera que apoye el crecimiento a largo plazo y la protección de la riqueza.
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Las ineficiencias de lo que era una economía por excelencia planificada por el Estado -la antigua Unión Soviética- eran especialmente cómicas. A pesar de emplear ejércitos de planificadores centrales muy bien formados, dichas economías fracasaron en su capacidad de suministrar lo que los consumidores necesitaban. La escasez era generalizada y endémica. Todo esto es comprensible: a los planificadores se les pedía que resolvieran lo imposible.
El trabajo de la oficina de planificación era fijar los precios y los objetivos de producción. Pero, como todo estudiante de economía sabe, no se puede fijar simultáneamente el precio y la cantidad de nada y precisamente el intento de hacerlo condujo a un sistema irremediablemente enmarañado y confuso. Por el contrario, las economías de libre mercado buscan la eficiencia respetando las preferencias individuales. Cuando todo funciona como debería, los precios «correctos» salen a flote y se corrige rápidamente la escasez (o los excedentes).
La cuestión es, entonces, ¿por qué nuestra economía de «libre mercado» experimenta escasez en una amplia variedad de bienes y servicios? Las empresas luchan por contratar trabajadores mientras millones de personas siguen en las filas del paro, los tiempos de espera para adquirir cientos de productos se han alargado «inexplicablemente». ¿Por qué?
Las «explicaciones» convencionales son tan plausibles como superficiales. Sí, hay restricciones del COVID-19, problemas en las cadenas de suministro, también una creciente presión social sobre la descarbonización mediante la reducción de los combustibles fósiles, y, evidentemente, esto limita la oferta. La pregunta más acertada es: ¿por qué el mecanismo de precios no ha corregido esto? Históricamente, las restricciones de la oferta se han producido debido a malas cosechas, huelgas laborales, interrupciones políticas o bloqueos comerciales. Pero las reducciones de la oferta deberían haber subido los precios, frenando así la demanda y, eventualmente, convocando nuevas fuentes de producción. Pero aquí estamos, acercándonos al segundo «aniversario» de pandemia, y la escasez continúa.
Las dificultades para equilibrar la oferta con la demanda sugieren que puede haber razones más profundas para este desequilibrio. ¿Cómo cuáles? Probemos esto: tal vez la economía estadounidense ha adoptado algunas características incipientes de una economía de planificación centralizada porque ha aplicado políticas que se ajustan más a una economía dirigida por el Estado que a un mercado «libre». De hecho, la constelación de políticas fiscales y monetarias aplicadas bajo la COVID-19 han aumentado drásticamente el papel económico del Estado. El gasto federal se ha disparado, incluso cuando la Reserva Federal llevó las compras de activos a nuevos niveles. Aunque todo esto se hizo al servicio de la estabilización de la macroeconomía, también puede traer consecuencias.
La demanda ha estado bien alimentada por estas políticas, tanto que el lado de la oferta no está -y no puede- siguiendo el ritmo. Las mediciones de la inflación convencional de un año a otro se sitúan por encima del 5%, incluso cuando la escasez sugiere que pueden ser necesarios más ajustes de precios al alza para equilibrar la oferta y la demanda. Lo más importante no es que la oferta no se esté expandiendo: el petróleo puede estar a 80 dólares/barril, sino que se espera que la producción mundial aumente a un ritmo respetable del 4% en 2021.
Si esta teoría es correcta, la cuestión de si el repunte inflacionista de hoy es «transitorio» puede muy bien depender de lo «transitoria» que resulte la expansión de la huella del Estado motivada por la pandemia. El índice Citi U.S. Inflation Surprise indica que las condiciones inflacionistas están empeorando a un ritmo superior al esperado por los inversores y los expertos:
Para comprobar si las disfunciones actuales de los mercados son de hecho un producto directo del exceso de estímulo, obsérvese el aumento casi asintótico del tamaño del balance de la Reserva Federal yuxtapuesto a que casi la mitad de toda la deuda «sin riesgo» que se emite (principalmente bonos del Tesoro y MBS de agencia) ha sido engullida por el banco central:
Por supuesto, toda esta compra de deuda por parte de la Fed ha permitido un aumento masivo del gasto por parte del gobierno nacional. Normalmente, tanto endeudamiento presionaría los tipos al alza, haciendo que la demanda del sector privado se moderara y con un poco de ayuda de sus amigos de la Fed, todo este endeudamiento se lograría sin encarecer el crédito.
En efecto, aunque Estados Unidos no está inmerso en nada parecido a la planificación central microeconómica del estilo soviético, el régimen político actual es un tipo de planificación central macroeconómica que ha disociado la demanda de la oferta en algunos aspectos fundamentales. La Fed no es un comprador de valores en el mercado -es un comprador de cantidades y, como tal, sus transacciones están «fuera del mercado»-. Su continua supresión de los tipos añade una dimensión más a una economía cada vez más descoordinada, elevando los precios de los activos. Esencialmente, el papel tradicional de los tipos de interés como mecanismo de coordinación entre, por ejemplo, los bienes de capital y el consumo, ha sido desactivado. Mientras tanto, los precios inflados de los activos proporcionan la garantía contra la que el crédito puede expandirse de forma no natural, creando un nuevo poder adquisitivo hoy a riesgo de aumentar las vulnerabilidades mañana.
Entonces, ¿dónde nos deja esto a los inversores? Puede darse el caso de que la política estadounidense se mueva en una dirección más favorable al mercado en 2022. Una cierta reducción de la política fiscal, complementada con una reducción de la política monetaria, podría representar un retroceso parcial de esta mayor presencia gubernamental. Si esto ocurre, y reconociendo que una de las consecuencias de la inflación es también la disminución del poder adquisitivo, podríamos ver un periodo en el que la demanda se modere y la escasez se rehabilite. Otra posibilidad es que la desaceleración de la economía sea defendida por los políticos como una razón para redoblar los estímulos. Por lo tanto, lo que se traduciría en más de lo mismo en términos de política y de resultados: escasez y más inflación.
El resultado, por tanto, se reduce a la realidad básica del mercado de que los títulos del Tesoro a 10 años en torno al 1,5% no representan un «valor» fundamental en un entorno de inflación del 5%. No es probable que los inversores en bonos, que ya están sufriendo una pérdida de poder adquisitivo, acepten más estímulos. La política monetaria se ha visto en un aprieto: añadir más demanda puede no contrarrestar tanto una desaceleración económica como aumentar la inflación y promover una protesta del mercado en forma de tipos más altos. Pero, ¿cómo podría la economía volver a coordinarse si no se le da la oportunidad de reequilibrarse? Una desaceleración del crecimiento debido a la moderación de los estímulos o, alternativamente, un paso más hacia la estanflación parecen ser los escenarios más probables de cara al nuevo año.
TCW, basada en Los Ángeles (EE.UU.), tiene más de 50 años de experiencia en la gestión de fondos de renta fija. El fondo TCW Unconstrained Bond Fund es un fondo de crédito múltiple flexible con exposición a bonos corporativos, MBS, CMBS y bonos emergentes y con menos de 2 años de duración. No tiene correlación a los bonos del Tesoro americanos ni derivados ni operaciones de cambio y tiene un objetivo anual de LIBOR + 4%.
Tribuna de Tad Rivelle, Group Managing Director y CIO de renta fija en TCW Investment Management Company.
Fidelity International (Fidelity) ha presentado una versión mejorada de su política de inversión en torno al cambio climático que alinea su estrategia de gestión de inversiones activa y a largo plazo con el objetivo de cero emisiones netas en el futuro. Sobre la base de su compromiso como miembro fundador de la Net Zero Asset Manager Initiative, que persigue lograr las cero emisiones netas en 2050, Fidelity se ha comprometido a conseguir en 2030 una reducción del 50% de las emisiones de CO2 en toda su cartera con respecto a los niveles de referencia de 2020.
Para guiar este proceso, Fidelity pondrá en marcha una metodología de calificaciones climáticas propias. Según explica la gestora, estas se nutren de los recursos de análisis de Fidelity para evaluar la ambición de las empresas en las que invierte de alcanzar las cero emisiones netas, y se utilizará para ir estableciendo objetivos intermedios en el camino hacia las cero emisiones netas de sus fondos. Junto con la mejora de las prácticas de voto anunciada este verano para que las empresas cumplan unas normas mínimas en materia ESG, esta política animará a las compañías a reducir su impacto en el planeta y a aportar valor a todas las partes interesadas en un mundo que se está descarbonizando.
“Como inversores responsables, creemos que debemos hacernos cargo de la huella de carbono de las carteras que gestionamos y trabajar con las empresas en que invertimos para reducir las emisiones en consonancia con los objetivos internacionales de neutralidad en emisiones de carbono. Fidelity invierte en muchas de las principales empresas del mundo y queremos utilizar nuestra influencia como administradores activos de capital para ayudar al mundo a cumplir sus objetivos climáticos. Esta política a largo plazo, impulsada por el compromiso, tiene como objetivo hacer que las empresas rindan cuentas de su huella de carbono y garantizar que unos mercados públicos transparentes sean una fuerza poderosa para la descarbonización”, ha señalado Jenn-Hui Tan, responsable global de Supervisión e Inversión Sostenible de Fidelity International.
Calificaciones climáticas
La gestora señala que su nueva metodología de calificaciones climáticas propias se apoya en la experiencia de sus analistas internos, especialistas en sostenibilidad y sus más de 400 profesionales de la inversión en todo el mundo para evaluar las empresas en función de su compromiso de alinear sus negocios con un futuro de cero emisiones netas.
Se extenderán a todas las empresas del universo de inversión de Fidelity y se integrarán en todas las decisiones de inversión. En la primera fase, las calificaciones se utilizarán para identificar oportunidades de compromiso en sectores de alto impacto y para establecer objetivos provisionales para 2025 y más allá, con el fin de garantizar que todos los fondos que promueven características ambientales o sociales y los que tienen un objetivo de inversión sostenible se alineen con una trayectoria de cero emisiones netas para 2050. Cuando los emisores evaluados no estén alineados pero hayan trazado una ruta de transición creíble, Fidelity tratará de reforzar su diálogo con la dirección para instigar avances hacia la reducción de las emisiones.
«Estas calificaciones garantizarán que centremos nuestros esfuerzos en las mayores oportunidades de reducción de emisiones. El compromiso específico será crucial para alcanzar los objetivos de emisiones de nuestra cartera», añade Tan. Además, Fidelity también apuesta por reducir las emisiones de carbono de sus propias actividades y ha adelantado su objetivo de reducir las emisiones de carbono en el conjunto de la empresa hasta el cero neto en 2030.
Carbón térmico
Para asegurar que su cartera está alineadas con las cero emisiones netas, Fidelity se compromete a desprenderse de todas las exposiciones al sector del carbón térmico antes de finales de 2030 en los países de la OCDE y antes de finales de 2040 en todo el mundo. Este compromiso está en consonancia con las recomendaciones de la Agencia Internacional de la Energía para alcanzar la neutralidad en emisiones en 2050 y los esfuerzos internacionales para limitar el cambio climático a 1,5ºC.
Esta salida gradual dará a las empresas la oportunidad de demostrar su capacidad de transición y se guiará por la política de Calificación Climática y compromiso de Fidelity. Si las empresas no demuestran un progreso hacia la neutralidad en un plazo no superior a tres años, Fidelity buscará la desinversión.
“Salir inmediatamente de nuestra exposición a las empresas más intensivas en carbono disminuirá el impacto que podemos tener a través de un compromiso activo y es poco probable que marque una diferencia en las emisiones del mundo real, ni que aborde las necesidades energéticas de muchos países en la actualidad. Aunque Fidelity sigue comprometida a trabajar con las empresas en su transición, reconocemos que algunas actividades y negocios son incompatibles con un futuro de cero emisiones netas. La desinversión es el último recurso, pero es la única salida cuando las empresas no pueden o no quieren mostrar progresos. Además, a medida que aumente el ritmo de la innovación y el desarrollo tecnológico, seguiremos revisando nuestros objetivos para asegurarnos de que continuaremos siendo flexibles y capaces de responder a los avances significativos en este espacio”, concluye Tan.
Janus Henderson Group plc ha anunciado que celebrará una mesa redonda en la cumbre de la Investment COP (ICOP) que tendrá lugar en Glasgow. Bajo el título «¿Es la descarbonización una oportunidad para los mercados emergentes?», este encuentro se celebrará a las 13:30 horas (BST) del 8 de noviembre de 2021 en el Glasgow Hilton Hotel.
El evento reunirá a expertos de todo el mundo para hablar sobre las oportunidades y los desafíos que ofrece la descarbonización en el sector de los servicios financieros en los mercados emergentes. Con las perspectivas de empresas y gobiernos de todo el mundo debatirán sobre cómo puede alentarse la inversión de los mercados de capitales en los mercados emergentes para que estos puedan hacer su transición. También analizarán los compromisos de los líderes mundiales de los mercados en desarrollo para incentivar la transición de toda la economía, a escala global.
Esta mesa redonda se enmarca en la Investment COP de la Cumbre Mundial del Clima, un foro líder de soluciones de negocios e inversión para el cambio climático y un evento clave paralelo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se celebrará en Glasgow del 1 al 12 de noviembre de 2021.
El evento será moderado por Paul La Coursière, director global de Inversiones ESG de Janus Henderson, y contará con la presencia de Francisco Javier López, subsecretario de energía de Chile; la Dra. Nina Seega, directora de investigación del Cambridge Institute of Sustainable Leadership (CISL); Krista Tukiainen, directora de análisis Climate Bonds Initiative y Mark Cutifani, consejero delegado (CEO), Anglo American Plc.
Dick Weil, consejero delegado (CEO) de Janus Henderson Investors, afirmó: «El debate sobre descarbonizar las carteras y la economía mundial en general es hoy más importante que nunca. En Janus Henderson seguimos centrados y comprometidos con la inversión sostenible. Tenemos la suerte, y muchas ganas, de poder celebrar esta mesa redonda con prestigiosos expertos de la escena internacional».
Por último, la Dra. Nina Seega, directora de investigación del CISL, señaló: «Esta mesa redonda supone una valiosa oportunidad para poner en común nuestros conocimientos en el mundo financiero, político y empresarial, y analizar de qué formas puede y debe realizarse e integrarse la descarbonización en los mercados emergentes. Estoy deseando escuchar a mis compañeros sobre los planteamientos innovadores que han adoptado cada uno en su campo para acelerar nuestro recorrido hacia la consecución de cero emisiones netas de carbono».
Pueda que nos parezca que en 2022 estamos viviendo un viaje al pasado. Una inflación elevada, la subida de los tipos de interés, el mercado bajista y una guerra indirecta con Rusia: todo nos recuerda mucho a lo que se vivía en los primeros años de la década de 1980. Sin embargo, el entorno actual de mercado tiene su origen en un acontecimiento completamente distinto, la pandemia de COVID-19 y la respuesta de las autoridades ha provocado fuertes alteraciones en la economía y los mercados. Qué alteraciones desaparecerán con el tiempo y cuáles permanecerán a largo plazo, es la pregunta clave para los inversores.
¿Por qué es tan elevada la inflación?
El elevado nivel de inflación constituye la alteración más importante, lo que ha llevado a un grupo de gestores, analistas y economistas de Capital Group a estudiar los niveles de precios al consumo en 22 países en relación con el crecimiento de la masa monetaria.
Un rápido crecimiento de la masa monetaria, impulsado por las medidas de estímulo puestas en marcha por los gobiernos durante la pandemia, la agresiva concesión de préstamos bancarios y unos tipos de interés ultrarreducidos, coincide con un drástico aumento de la inflación. En otras palabras: los países que ofrecieron mayores estímulos durante la pandemia son los que han terminado con mayores tasas de inflación.
De hecho, podría decirse que la alteración más importante no está en el nivel actual de inflación, sino en las medidas de estímulo fiscal y monetario sin precedentes que se pusieron en marcha, tal y como afirma Julian Abdey, gestor de renta variable de Capital Group: “Me recuerda a la famosa cita de Milton Friedman: la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario. Es decir, la inflación se produce cuando hay demasiado dinero para adquirir muy pocos productos, que es exactamente lo que está pasando ahora”.
¿Ha alcanzado la inflación su nivel máximo?
Según Abdey, la inflación podría estar ya cerca de su nivel máximo y, aunque aún podría tardar un poco en llegar, lo importante es que la Fed y muchos otros bancos centrales están actuando con rapidez en el endurecimiento de su política monetaria, lo que debería acabar reduciendo la inflación. Además, la mayoría de los gobiernos ya no están otorgando ayudas a empresas y particulares con motivo de la pandemia.
¿Significa eso que la inflación podría situarse en el 2%, que lleva tanto tiempo siendo la tasa objetivo de la Reserva Federal? “Eso dependerá en gran medida de la respuesta futura de la Fed”, añade Abdey, que ve varios escenarios posibles: “Si la Reserva Federal endurece en exceso su política monetaria, podría provocar una grave recesión. Pero, si da marcha atrás, las elevadas expectativas de inflación podrían quedar integradas en la economía real”.
Algunos indicios apuntan a un cierto retroceso de la inflación. En Estados Unidos, la inflación cayó al 8,3% en agosto, un porcentaje que continúa siendo elevado en términos históricos, aunque inferior al 9,1% registrado en junio, máximo desde 1981.
La volatilidad de los precios de la energía, que contribuye en gran medida a la inflación, parece haber alcanzado su nivel máximo durante el verano y ahora se está reduciendo. Los precios de la gasolina en Estados Unidos, por ejemplo, han caído aproximadamente un 25% en los últimos tres meses. El precio de los alimentos, sin embargo, continúa aumentando con fuerza, junto a los precios de los vehículos nuevos, la vivienda, la electricidad y la atención sanitaria.
La gran dimisión
Otra de las alteraciones provocadas por el covid que parece haberse consolidado es la gran escasez de mano de obra. En 2021, comenzó a hablarse de “la gran dimisión”, basada en los datos ofrecidos por el gobierno estadounidense, que apuntaban a que aproximadamente 47 millones de personas habían abandonado voluntariamente ese año su puesto de trabajo y parecían haber desaparecido del mercado laboral.
Nuevos datos y multitud de estudios al respecto arrojaron algo de luz sobre los principales motivos. Muchos dimitieron para acabar aceptando trabajos mejor pagados. Algunos trabajadores de más edad optaron por la jubilación anticipada. Y aproximadamente 600.000 estadounidenses decidieron crear su propia empresa.
¿Y por qué sigue habiendo una gran escasez de mano de obra de Estados Unidos, con una tasa de desempleo cerca de mínimos históricos? Según Jared Franz, economista de Capital Group, porque la economía estadounidense, y muchas otras economías desarrolladas de todo el mundo, no han mantenido las tendencias de crecimiento previas a la pandemia: “Si tenemos en cuenta el crecimiento medio anual de la población activa antes del covid, deberíamos tener entre cuatro y cinco millones de trabajadores más de los que tenemos en la actualidad”, señala.
Este desequilibrio de la población activa afectó más a unos sectores que a otros, especialmente a aquellos que sufrieron en mayor medida los efectos de las medidas de confinamiento durante la pandemia (viajes, hostelería, industria manufacturera, educación). El desequilibrio del mercado laboral tiene también importantes consecuencias en la trayectoria de subida de tipos de interés de la Fed, dado su deseo de enfriar un mercado que está ya al rojo vivo y que contribuye a la inflación a través de los incrementos salariales.
“Si estos cambios en la población activa persisten”, señala Franz, “se necesitarán más subidas de tipos de las que descuenta actualmente el mercado, y durante más tiempo, para que la oferta y la demanda de trabajo vuelvan a reajustarse”.
A largo plazo, Franz cree que la crisis del mercado laboral se irá atenuando, sobre todo si la economía estadounidense acaba entrando en recesión. Pero reconoce que se trata de una manera dolorosa de solucionar el problema: “Por desgracia, a veces se necesita una recesión importante para resolver los desequilibrios de una economía”.
Caída de los mercados de renta fija y renta variable
Todas las grandes alteraciones que están viviendo los mercados y las economías en la actualidad están afectando de lleno al concepto de diversificación de carteras. Cuando la renta variable sube, se supone que la renta fija baja. Pero eso aún no ha ocurrido en 2022. Ambas clases de activo están sufriendo los efectos de la elevada inflación y de la subida de tipos de interés, que están afectando a las compañías orientadas al crecimiento y a muchos tipos de deuda pública y corporativa, de modo que se observan caídas de doble dígito en los primeros ocho meses del año. En términos de rentabilidad total, esto no había ocurrido en más de 45 años, periodo que incluye el colapso del mercado de bonos de 1994, el estallido de la burbuja de las puntocom a principios de la década de 2000 y la crisis financiera mundial de 2007-2009.
Si la Fed consigue controlar los precios al consumo, la históricamente negativa correlación entre la renta fija y la renta variable debería regresar, explica Pramod Atluri, gestor de renta fija: “¿Nos enfrentamos a un nuevo régimen inflacionista o no? Yo creo que no. En mi opinión, lo más probable es que asistamos a una reducción de la inflación a medida que la Reserva Federal y otros bancos centrales continúen subiendo los tipos de interés y reduciendo sus balances”, concluye.
Sin embargo, continúa Atluri, esta dolorosa experiencia podría tener un impacto a largo plazo en los mercados, ya que afectaría a la disposición de los gobiernos y los bancos centrales a intervenir en futuras crisis.
“En mi opinión, en los próximos diez años habrá menos medidas de estímulo fiscal y monetario, ya que los responsables políticos van a querer analizar qué es lo que se ha hecho mal”, añade. “Es probable que una menor intervención traiga consigo una mayor volatilidad de los mercados de lo que los inversores han estado acostumbrados”, sentencia.
Bank of America estableció el 1 de noviembre como fecha límite para que todos los empleados informen sobre el estado de la vacuna contra el COVID-19 en un memorando enviado esta semana.
El comunicado señala que el presidente Joe Biden emitió una orden ejecutiva que requería vacunas para los empleados de compañías contratadas para brindar servicios al gobierno federal.
Aproximadamente el 61%, unos 105.000 empleados, de los más de 170.000 en la lista, ya han presentado prueba del estado de vacunación.
«Esta medida se basa en el progreso sobresaliente que hemos logrado y es un paso que muchas otras empresas y firmas de servicios financieros ya han dado», agrega el comunicado, citado por AdvisorHub.
El mandato refleja un desafío continuo para los bancos y las firmas de corretaje, ya que buscan devolver a los empleados a la oficina sin alienarlos en un mercado laboral ajustado.
Bank of America ha utilizado «un enfoque múltiple» para abordar la seguridad durante la pandemia, señala la institución.
A principios de este mes, Bank of America les dijo a los empleados que si presentan prueba de su vacunación contra el COVID-19 antes de fin de año a la empresa, conservarán el 100% de un crédito de bienestar anual de 500 dólares por persona.
El crédito se aplicará a las primas del seguro médico de los empleados en 2022. Sin embargo, las vacunas siguieron siendo voluntarias en la compañía, y los empleados no vacunados aún pueden obtener 250 dólares del crédito de bienestar si, como se requiere en años anteriores, completan un examen de salud y un cuestionario, según el memo.
Los empleados y sus familiares cubiertos y parejas de hecho también son elegibles para los créditos, según las mismas fuentes.
Además, a principios de este mes, se le dijo al personal de la sucursal de Merrill Lynch que podían recibir pagos de 200 dólares si estaban vacunados y acudían a la oficina con regularidad.
Las políticas de vacunación han evolucionado en otras empresas de servicios financieros. En Morgan Stanley, que tiene una lista de unos 16.000 corredores, informar sobre el estado de vacunación ya es obligatorio y algunas de las ubicaciones de la empresa requieren que todos los empleados hayan sido vacunados, según un portavoz que declaró al medio especializado.
A principios de este mes, JP Morgan dijo que los empleados no vacunados y los que no hayan declarado haberlo hecho «compartirán parte de este gasto en pruebas y costos más altos del plan médico a través de contribuciones de nómina más altas para el seguro médico», según las declaraciones de un portavoz del banco a Bloomberg.
«Esto significa que los empleados pagarán más en 2022 si están inscritos en el plan médico de EE.UU. y eligen no vacunarse o no revelar su estado», agregó el portavoz sobre el desarrollo, que Bloomberg informó por primera vez.