Sanidad: cinco lecciones de la pandemia

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La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto los puntos fuertes –y los puntos débiles– de los sistemas sanitarios de todo el mundo. El Comité Consultivo temático de Pictet-Health ha identificado cinco lecciones que el sector puede aprender de esta experiencia y que brindan nuevas oportunidades tanto para las empresas como para los inversores.

  1. Aprovechar las ventajas de la tecnología digital

En los primeros meses de la pandemia, las consultas de teleasistencia sanitaria multiplicaron por 78 sus niveles previos a la COVID-19 y llegaron a representar casi un tercio de las consultas ambulatorias1. Aunque las consultas en persona se han reanudado con el levantamiento de las restricciones, las consultas digitales siguen siendo unas 38 veces más frecuentes que antes de la pandemia, lo que indica que la telemedicina está aquí para quedarse.

La psiquiatría a distancia está experimentando un crecimiento especialmente intenso y, hoy en día, aproximadamente la mitad de las consultas son digitales2. Los miembros del Comité Consultivo también han destacado la importancia y la comodidad de la teleasistencia sanitaria para las citas de seguimiento y la revisión de resultados de los análisis.

Según la consultora McKinsey, solo en EE.UU., hasta 250.000 millones de USD del gasto sanitario actual podrían destinarse a la asistencia virtual o mixta virtual/presencial. Entre otras ventajas se encuentra la posibilidad de una mayor cercanía al paciente, sobre todo en zonas donde la prestación sanitaria tradicional escasea, así como de un importante ahorro de costes e incluso de beneficios para el medio ambiente, al reducirse la necesidad de desplazamientos. (En el Reino Unido, por ejemplo, el Servicio Nacional de Salud calcula que el uso de servicios a través de su aplicación se ha traducido en 22.000 trayectos en automóvil menos cada mes3).

Sin embargo, para que la teleasistencia sanitaria aproveche al máximo su potencial de crecimiento, se necesita una importante inversión en infraestructura digital.

Más allá de la teleasistencia sanitaria, la pandemia también puso de manifiesto la importancia del aprendizaje automático y la inteligencia artificial para abordar los problemas sanitarios. Al fin y al cabo, fueron los científicos de datos–más que los epidemiólogos– los que se encargaron de procesar los datos de 2,5 millones de usuarios de aplicaciones para identificar la pérdida del sentido del olfato y del gusto como principales síntomas de la COVID-19.

La centralización y unificación de las historias clínicas permite controlar y anticiparse mejor a los problemas, tanto a nivel de cada paciente como de regiones enteras en las que pueden necesitarse recursos adicionales.

Además de desempeñar un papel esencial en el diagnóstico, los miembros del Comité Consultivo esperan que los datos sean fundamentales para el futuro desarrollo de medicamentos y el diseño de ensayos clínicos. Sin embargo, las barreras de entrada son difíciles de superar. Las empresas de gran tamaño y, por lo tanto, con acceso a grandes conjuntos de datos (como datos de reclamaciones de grandes proveedores de seguros) parten con ventaja. Muchas de las nuevas empresas de sanidad digital que han sido admitidas a cotización oficial recientemente a través de ofertas públicas iniciales aún tienen que demostrar que sus modelos de negocio pueden alcanzar esa magnitud y generar beneficios.

  1. Más vale prevenir que curar

Dado que la COVID-19 resulta especialmente problemática para las personas con enfermedades preexistentes (lo que se conoce como comorbilidad), la sociedad ha tomado más conciencia de la necesidad de adoptar estilos de vida más saludables.

Una dieta más equilibrada y con menos alimentos procesados, hacer más ejercicio, pasar tiempo en entornos menos contaminados y volver a conectar con la naturaleza son prácticas cada vez más populares entre los jóvenes y los mayores.

Todo esto significa que el sector sanitario debería experimentar un crecimiento de la demanda de alimentos sanos, del cuidado e higiene personales y de servicios vinculados a estilos de vida saludables.

  1. No se debe subestimar la necesidad de hospitales y personal de enfermería

La pandemia también evidenció de forma clara la importancia de contar con recursos físicos suficientes –ya sean médicos, personal de enfermería o camas de cuidados intensivos. Puso de manifiesto las grandes disparidades de capacidad existentes, incluso dentro del mundo desarrollado.

Mientras que Alemania tiene una media de 48 camas de unidades de cuidados intensivos (UCI) por cada 100.000 habitantes, EE.UU. tiene 14 y Japón menos de 5 (véase la fig. 1). También existen diferencias similares en el número de médicos y enfermeros. En Europa, por ejemplo, Noruega tiene una puntuación relativamente alta en ambos aspectos, mientras que Portugal tiene algunas de las cifras más bajas, según datos del Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Asistencia Sanitaria.

Los miembros del Comité Consultivo observaron que, en la primera ola de la pandemia, los países con una oferta hospitalaria más amplia –como Austria y Alemania– obtuvieron resultados mucho mejores. ¿Podría la pandemia significar el fin de la tendencia a reducir plantilla de los hospitales e incluso promover la construcción de otros nuevos?

Evidentemente, los hospitales necesitan personal, y eso constituye otro gran problema. La enfermería se percibe cada vez más como un trabajo poco atractivo, que ofrece salarios bajos y un escaso reconocimiento social. Esto tiene que cambiar. En EE.UU., alrededor de un tercio del personal de enfermería se plantea dejar sus puestos de trabajo en la atención directa al paciente; en Europa las tendencias son similares. La prestación de una asistencia comunitaria bien financiada podría ayudar a cubrir algunas de las carencias.

Los datos también pueden ayudar en este sentido. Si el análisis de datos predice que habrá menos enfermeros, se tiene la oportunidad de prepararse mejor y solucionar el problema.

  1. El sector privado y el público deben trabajar juntos

Otra lección fundamental fue que la sanidad claramente necesita más inversión –los políticos se han dado cuenta de que, sin un sistema sanitario que funcione, un país no puede tener una economía que funcione. No obstante, existe un límite en la cantidad de dinero que puede provenir del erario público, sobre todo porque los niveles de deuda pública son ya elevados y el crecimiento económico se está desacelerando. De hecho, los estudios realizados por los miembros del Comité Consultivo muestran que, históricamente, el gasto público en sanidad ha tendido a disminuir después de una crisis.

Afortunadamente, la pandemia proporcionó un modelo de cómo las empresas, los gobiernos y los científicos pueden trabajar juntos por un objetivo común –especialmente en el desarrollo de vacunas. Sin embargo, también reveló algunos problemas y deficiencias potenciales, como pusieron de manifiesto los escándalos relacionados con equipos de protección personal (EPP) inadecuados y un sistema de “seguimiento y localización” ineficaz en el Reino Unido.

  1. Las cadenas de suministro son cruciales

Las cadenas de suministro son un reto muy importante para el sector sanitario. Las interrupciones del comercio mundial relacionadas con la COVID-19 pusieron de relieve el problema, y el actual aumento de la inflación no ha hecho sino subrayar la importancia de los niveles de existencias y las cadenas de suministro.

Ni siquiera la tecnología médica es inmune a los incidentes de suministro, como demuestran los recientes problemas en la adquisición de semiconductores, que son componentes esenciales de los dispositivos e implantes conectados.

Es necesario un replanteamiento importante, que ya está en marcha. Las empresas del sector sanitario están tratando de aumentar la flexibilidad y la capacidad de respuesta de sus cadenas de suministro –lo que a menudo puede lograrse mediante el aprovechamiento de datos de alta calidad y la utilización de nuevas tecnologías. Como parte de este esfuerzo, muchas empresas también están ampliando la cantidad de proveedores que utilizan y, en algunos casos, cambiando las plantas de fabricación a su propio país (onshoring) o a países cercanos (near-shoring), lo que reduce su dependencia de las cadenas de suministro largas.

Por último, la pandemia resaltó la necesidad de adoptar un enfoque integrado de la sanidad (el concepto “Una Salud”) más allá de la salud de las personas, debido a sus interdependencias con la salud de los animales y del ecosistema. Esto podría ayudar a disminuir la incidencia de futuros episodios zoonóticos, así como a mejorar la calidad de los alimentos que comemos y del aire que respiramos.

Opinión escrita por Lydia Haueter, Senior Investment Manager del equipo de Renta Variable Temática de Pictet Asset Management.

Descubra más sobre la experiencia de Pictet Asset Management en inversión temática.

Pictet Asset Management: El “rally” del verano ya es un recuerdo lejano

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Creemos que el repunte de los mercados bursátiles que acompañó a la ola de calor del verano ha llegado a su fin. A partir de ahora, las condiciones probablemente serán mucho menos favorables. Por ello, mantenemos nuestra postura infraponderada en renta variable y neutral en renta fija, equilibradas mediante una sobreponderación en liquidez.

El “rally” veraniego se produjo mientras la bajada de los precios del petróleo reforzaba las esperanzas de que la Reserva Federal de EE.UU. pudiera lograr un aterrizaje suave de la economía estadounidense.  Además, datos que evidencian la resistencia económica de EE.UU. contribuyeron a mejorar la confianza de los inversores.

No obstante, hay motivos para creer que la recuperación de los mercados bursátiles ha llegado a su fin. Los precios del petróleo vuelven a subir. Además, aunque la inflación haya tocado techo, parece que se mantiene enquistada. Por su parte, las encuestas a empresas y consumidores se están volviendo pesimistas, aunque es probable que los bancos centrales las pasen por alto hasta que se transmitan a los datos económicos concretos. Al mismo tiempo, los indicadores de valoración y confianza ya no ofrecen argumentos convincentes para mantener estos activos (véase la fig. 2).

Para volvernos más positivos respecto a los activos más arriesgados, tendríamos que ver desarrollarse varios acontecimientos más o menos simultáneamente.

En primer lugar, una curva de rendimientos más pronunciada. Esto sería indicativo de un fuerte crecimiento económico más adelante; también es un requisito previo para los mercados alcistas. En segundo lugar, que tocaran fondo las revisiones a la baja de las previsiones de beneficios empresariales y de los indicadores económicos adelantados. En tercer lugar, que los indicadores técnicos dieran señales inequívocas de “sobreventa” en la renta variable, y en los títulos cíclicos en particular. Y, por último –en el caso de la renta fija– que el ciclo de endurecimiento monetario de las divisas fuera suficiente como para que la inflación volviera a situarse dentro de los objetivos de los bancos centrales.

Nuestros indicadores del ciclo económico apuntan a que la inflación dará más sorpresas y a una pérdida sostenida de impulso en los indicadores de crecimiento económico. Hemos vuelto a recortar nuestra previsión del PIB mundial para el año en curso, del 2,9% al 2,5%, en gran parte como consecuencia del empeoramiento de los datos estadounidenses.

Ahora prevemos que la economía estadounidense crecerá solo un 1,6% este año, frente al 3% anterior. Aunque los indicadores adelantados se han debilitado en la mayoría de las regiones y sectores, prevemos que tanto la zona euro como EE.UU. evitarán por poco la recesión en los próximos trimestres. De hecho, los datos de las encuestas y los datos concretos de EE.UU. parecen cada vez más contradictorios entre sí, ya que las ventas al por menor siguen resistiendo, el desempleo está en el nivel más bajo de los últimos 50 años y la inversión residencial como porcentaje del PIB ha alcanzado nuevos máximos post-crisis financiera global.

La rentabilidad de la economía de la zona euro fue superior durante el primer semestre del año gracias a la demanda acumulada tras el levantamiento de las restricciones impuestas por el coronavirus, aunque las últimas cifras son menos alentadoras. La reciente subida de los precios del gas y la electricidad en Europa es especialmente preocupante. El Reino Unido, por su parte, está entrando claramente en recesión mientras la inflación sigue subiendo, lo que plantea un dilema irresoluble para el Banco de Inglaterra. Por otro lado, Japón sigue destacando de forma positiva, al igual que las economías emergentes, sobre todo las de Latinoamérica.

Nuestros indicadores de liquidez siguen siendo negativos, con unas condiciones especialmente restrictivas tanto en EE.UU. como en el Reino Unido. Los bancos centrales de los mercados desarrollados están aplicando políticas más restrictivas, tanto mediante la subida de los tipos de interés como a través de medidas de endurecimiento cuantitativo que contraen sus balances –nuestros indicadores de liquidez de los bancos centrales muestran sus peores datos desde, por lo menos, 2007. Esperamos un endurecimiento cuantitativo global de unos 1,5 billones de USD este año, equivalente a una subida de los tipos de interés de 1 punto porcentual, lo cual contrarrestaría la mitad del estímulo monetario de la era del coronavirus. Paralelamente, el ritmo de creación privada de crédito está empezando a ralentizarse.

Nuestros indicadores de valoración muestran que, tras su “rally”, la renta variable vuelve a parecer cara, mientras que la renta fija está entre barata y razonablemente valorada. En cuanto a la renta variable global, los ratios precio-beneficio a un año vista han aumentado en un elevado 15% desde mediados de junio, lo cual reduce su atractivo.

Otro aspecto negativo es el de los beneficios empresariales, cuyo crecimiento creemos que está perdiendo fuelle: prevemos un crecimiento de los beneficios del 2% para 2022, por debajo del consenso, con riesgos que apuntan a una corrección si el crecimiento económico se debilita aún más.

Nuestros modelos de valoración favorecen a los mercados emergentes, los materiales, los servicios de comunicaciones, los bonos británicos, el yen japonés y el euro, y consideran especialmente caros a las materias primas, la renta variable estadounidense, las “utilities”, los bonos indexados de la zona euro, los bonos chinos y el dólar.

Nuestros indicadores técnicos muestran que las señales de tendencia y confianza para los activos de más riesgo se han normalizado en gran medida, tras haber sido negativas durante el primer semestre del año. A pesar del “rally” estival, los indicadores de confianza son neutrales, con la excepción de las “utilities “ y los bonos “high yield” de la zona euro, que parecen sobrecomprados. Las posiciones especulativas cortas en títulos del S&P 500 están cerca de marcar un récord. Sin embargo, aunque las encuestas muestran una tendencia bajista continuada, esta está disminuyendo, y los flujos hacia los fondos de renta variable han vuelto a ser positivos.

Asignación de activos

Mantenemos nuestra infraponderación en renta variable ante la preocupación por el crecimiento mundial, así como nuestra posición neutral en renta fija, ya que la inflación parece más enquistada de lo esperado.

Reducimos el riesgo de nuestra cartera de renta variable rebajando los títulos chinos a neutrales y el sector de consumo discrecional a infraponderado.

Mantenemos una postura defensiva conservando nuestra sobreponderación en “US Treasuries” y divisas refugio. Estamos infraponderados en bonos soberanos y corporativos europeos y en el renminbi chino.

 

Opinión de Luca Paolini, estratega jefe de Pictet Asset Management.

Descubra las perspectivas macroeconómicas y de asignación de activos de Pictet Asset Management (sólo disponible en inglés).

Navegando la economía disruptiva

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Artem Verbo sailing boat Unsplash_0

La disrupción está ocurriendo en cada parte de la economía global, reconfigurando nuestra manera de trabajar, vivir y consumir. Estos cambios, impulsados por la digitalización y acelerados durante la pandemia del COVID-19, son ubicuos y, en muchos casos, no han hecho más que comenzar. Las empresas deben adaptarse, porque de lo contrario se arriesgan a quedar atrás. Los inversores afrontan un reto incluso mayor: determinar qué cambios tecnológicos serán adoptados de forma generalizada, y qué empresas lograrán maximizar el poder computacional actual y futuro para innovar, ser más eficiencias en costes, hacer crecer sus ingresos y entrar en nuevos mercados.

En un nuevo informe publicado por Janus Henderson, «Navegando la Economía Disruptiva», sus gestores de cartera explican los posibles efectos de la disrupción actual para el crecimiento de los beneficios futuros y su impacto potencial en las carteras de inversión. También analizan las siguientes tendencias seculares (1) que están confluyendo con la digitalización y acentuando la disrupción:

  • Políticas públicas. La pandemia hizo evidente la importancia de contar con capacidades digitales, unas cadenas de suministro seguras y unos sistemas de diagnóstico y vacunación fiables. Al mismo tiempo, la carrera por descarbonizar la economía global está ganando velocidad, impulsando la inversión pública en nuevas tecnologías e influyendo en la política gubernamental.
  • Inversión de capital. En respuesta al COVID-19, la inversión empresarial en capacidades digitales se ha disparado. En una encuesta realizada en el año 2020 a más de 2.500 responsables de toma de decisiones corporativas de todo el mundo, un 97% respondió que la pandemia había acelerado la transformación digital de su organización al menos en algún grado (2).
  • Sostenibilidad y ESG. La digitalización, la electrificación y la descarbonización están convergiendo para crear un cambio drástico. Simultáneamente, aquellas firmas que adopten iniciativas medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) podrían ver reducido su coste de capital, atraer talento y experimentar otros beneficios a largo plazo.
  • Avances médicos. Los avances digitales están haciendo posible que los científicos analicen enormes cantidades de datos y testeen más compuestos. Estas capacidades, junto con una mejor comprensión de la genética y los mecanismos de la enfermedad, están conduciendo a un aumento espectacular de las terapias innovadoras.

Identificar crecimiento duradero en medio de la disrupción

Dada la magnitud de la disrupción en curso, los inversores deberían prepararse para la volatilidad. Hasta que la adopción de una innovación se generalice pueden pasar años, si no décadas. Carencias en la regulación y el desarrollo de las cadenas de suministro pueden entorpecer el progreso, y los patrones de consumo pueden tardar tiempo en ajustarse. En este contexto, será imprescindible que los inversores adopten una visión a largo plazo y se enfoquen en empresas que presenten una cultura de innovación, equipos directivos disciplinados y otros atributos cruciales para materializar un crecimiento duradero.

Principales conclusiones: Navegando la Economía Disruptiva

  • Los vertiginosos avances digitales están confluyendo con la pandemia de COVID-19, la geopolítica y un mayor foco en la sostenibilidad para crear niveles extremos de disrupción en la economía global.
  • En medio de este cambiante entorno, las empresas que aprovechen su potencial avanzado de computación para recopilar y analizar datos e innovar en nuevos productos podrían estar en mejor disposición para superar al resto.
  • Aun así, los inversores tendrán que ser disciplinados, adoptar una visión a largo plazo sobre el ciclo de innovación, mantenerse enfocados en los fundamentales y evaluar los nuevos riesgos a medida que las políticas públicas, la confianza de los consumidores y la tecnología siguen evolucionando.

 

Si desea saber más sobre cómo aprovechar el poder de la disrupción, haga clic aquí.

 

Notas a pie de página:

(1) Por tendencias seculares se entiende las actividades del mercado que se producen a largo plazo.

(2) «COVID-19 Digital Engagement Report», Twilio, agosto 2020.

 

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Argentinos, brasileños y chilenos dedican más tiempo a pensar en su bienestar financiero tras la pandemia

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Mika Baumeister Numbers_0
Pixabay CC0 Public DomainMika Baumeister. Mika Baumeister

¿Cómo han afectado la pandemia en el comportamiento inversor de las personas? Esta es la pregunta de partida del Estudio Global de Inversores de Schroders, una encuesta online independiente realizada entre 23.000 personas de 32 países de Europa, Asia y las Américas, con un capital equivalente a 10.000 euros disponibles para invertir en los próximos 12 meses y que hubieran realizado cambios en sus inversiones en los últimos 10 años.

El estudio, encargado en marzo de 2021, revela que las personas aún esperan niveles de ingresos y retornos saludables para sus inversiones, a pesar de la alteración de los mercados globales. En el plazo inmediato, los comportamientos de inversión de las personas parecen haber cambiado y sus actitudes y expectativas también fueron afectadas. Casi la mitad de los inversores (un 46%) ahorrará más una vez se hayan levantado las restricciones impuestas por el COVID-19.

Schroders

Este enfoque más medido también se traslada a las perspectivas de jubilación de los inversores, ya que el 58% de los jubilados de todo el mundo son ahora más conservadores en cuanto al gasto de sus ahorros para su retiro, mientras que el 67% de los que aún no se han jubilado quieren ahorrar más para su jubilación. Un 58% de los jubilados se declaró ahora más conservador en relación a gastar sus ahorros previsionales, mientras que el 67% de los aún no jubilados manifestó querer ahorrar más en este ítem.

La situación en la región

En América Latina, los países encuestados fueron Argentina, Brasil y Chile. La preocupación por el bienestar financiero en la región es mayor que a nivel global. En concreto, en la Argentina, un 82% de los inversores han pasado más tiempo pensando en su bienestar financiero y en reorganizar sus finanzas personales a causa del COVID-19. Entre los inversores no jubilados argentinos, un 80% querría ahorrar más para su jubilación y un 75% manifestó su intención de querer incrementar el ahorro con esta finalidad.

En la misma línea de comportamiento, un 86% de los inversores brasileños ha pasado más tiempo pensando en su bienestar financiero desde el inicio de la pandemia. A su vez, un 80% de las personas no jubiladas querría ahorrar más tras el impacto de la pandemia. Pero este incremento en la intención de ahorro no se traduce necesariamente en cambios en la edad de jubilación esperada: el 43% de los encuestados piensa que se jubilará más tarde, el 29% cree que se jubilará a la misma edad, y el 28% cree que será antes.

Por su parte, los inversores chilenos también han incrementado el tiempo que dedican a sus finanzas, así lo expresó el 78% del total de la muestra. Además, un 48% de los encuestados chilenos reconoció haber destinado más dinero al ahorro en general desde el comienzo de la pandemia.

A juicio de Alex Toledo, Country Head de Schroders para Chile, estos cambios de comportamiento tienen una directa relación con la pandemia: “En general las crisis nos hacen replantearnos cosas y las personas con capacidades de ahorro se cuestionan las razones que los llevaron a no ahorrar aún más. Lo más seguro es que luego de enfrentar estrictas cuarentenas nos damos cuenta que habían gastos que sí se podrían reducir en pro de aumentar tasas de ahorro”, explica.

Schroders

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¿Un optimismo inversor?

A pesar de los desafíos que impuso el COVID-19 en términos económicos, la confianza de los inversores aumentó a su mayor nivel desde que se realiza el estudio (2016), con un promedio anual de retornos esperados en los próximos 5 años de 11,3%, lo que supera al 10,9% registrado en la medición de 2020.

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En la Argentina, la expectativa de retorno anual total promedio para los próximos cinco años es del 15%, superando el 14,6% del 2020. En Brasil, se sitúan también por encima de la media global, pero algo por debajo del optimismo argentino, con un 14,6% en 2021, mejorando frente al 13,3% del 2020.

Respecto a este optimismo, Toledo explica que en Chile “lo que predomina es una mayor confianza al ver que se puede superar la crisis y que el mundo puede comenzar a catalizar un crecimiento sostenido en una fase post pandemia. Ahora el gran desafío es cumplir dichas expectativas bajo riesgos controlados”.

Enfoque financiero

Por otro lado, casi tres cuartas partes (74%) de los inversores de todo el mundo han dedicado más tiempo a pensar en su bienestar financiero desde la pandemia, siendo los inversores que se definen como «expertos/avanzados» los más comprometidos. Geográficamente, este cambio fue más pronunciado en Asia, con los inversores de Tailandia, India e Indonesia compartiendo esta opinión con fuerza. Los inversores de todo el mundo son ahora más propensos a comprobar sus inversiones al menos una vez al mes (82%), en comparación con el 77% de los inversores en 2019.

En América Latina, el porcentaje de inversores brasileños que consulta el valor de sus inversiones por lo menos una vez a la semana o más, subió de un 52% en 2019 a un 68% en 2021. Mientras que, entre los argentinos encuestados, el porcentaje se elevó al 64%, con un incremento del 9% con respecto al 55% de 2019.

Los inversores chilenos también tuvieron presente su preocupación por las inversiones. Si en 2019 el porcentaje de inversores que declaró consultar el valor de sus activos una vez por semana era del 35%, en el sondeo realizado en este año el porcentaje subió hasta un 53%.

“Si bien los inversores Argentinos han sufrido históricamente de una suerte de “ansiedad financiera”, la incertidumbre que se generó por la crisis del COVID-19, lógicamente, no hizo más que reforzar ese comportamiento. Es relevante que, incluso frente a los desafíos actuales, el 39% desea incluir a la Argentina en su cartera de inversiones para el año próximo”, explica Pablo Albina, Country Head de Argentina y Head of Investment de Latinoamérica de Schroders. “Lo importante es tomar decisiones informadas, y esto es algo que los Argentinos parecieran tener muy presente”.

A lo largo de 2020, casi un tercio (32%) de los inversores de todo el mundo ahorró más de lo previsto. No es de extrañar que esto se deba a la disminución del gasto en productos no esenciales, como salir a comer fuera, viajar y disfrutar del ocio.

A pesar de las dificultades del 2020, para los inversores argentinos fue un año positivo para los ahorros: el 29% de los inversores lograron ahorrar más de lo que habían planeado y el 36% tanto como habían planeado, mientras que para el 35% no fue así y no lograron llegar a sus objetivos de ahorro.

En Brasil, a pesar de los desafíos, el año fue positivo para las economías de largo plazo. De los inversionistas encuestados en Brasil, el 48% ahorró tanto como planearon, el 27% ahorró más de lo planeado y una fracción menor, el 25%, ahorró menos de lo planeado.

“El interés de los inversionistas aquí en Brasil por el tema de la educación financiera venía mejorando desde antes de la pandemia, principalmente por la caída de las tasas de interés y la mayor oferta de productos financieros disponibles en el mercado. Este evento adverso solo reforzó esta tendencia”, comenta Daniel Celano, CFA, CEO de Schroders Brasil. “Los brasileños son más conscientes de sus inversiones y prestan más atención a su bienestar financiero, lo cual es muy positivo”

Motivos para el optimismo

Los inversores de EE.UU., los Países Bajos y el Reino Unido son los más propensos a aumentar el gasto una vez que se hayan levantado sus respectivos bloqueos. En el otro extremo de la escala, los inversores más cautelosos fueron los de Japón, Suecia y Hong Kong.

Además, la confianza en la inversión está siendo impulsada por los inversores que se clasifican como «expertos/avanzados», con unas expectativas de rentabilidad del 12,8%, frente al 8,9% de los inversores que se perciben como «principiantes/rudimentarios».

Los inversores de la región América son los más optimistas, ya que esperan una rentabilidad total anual del 12,5% en los próximos cinco años, seguidos por los de Asia (12,3%) y los de Europa, algo más prudentes, con expectativas del (9,7%).

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En Argentina, el estudio demuestra una división en el comportamiento de ahorro e inversión de la gente después de ser levantadas las medidas de confinamiento en el corto plazo. Así, el 44% de los inversores destinaron más dinero a ahorros en general, 45% invirtieron más en activos de bajo riesgo y 31% en activos de alto riesgo

En Brasil, también hubo más cautela, ya que solo el 29% declaró que tenía la intención de aumentar sus gastos después de que se levantaran las restricciones, y el 58% indicó una intención de poner más dinero en sus ahorros en general. Del mismo modo, el 47% dijo que quería invertir más en activos de bajo riesgo. Por otro lado, el 42% estaba dispuesto a invertir más en activos de alto riesgo.

Un catalizador para lograr la seguridad financiera

Según indicó Stuart Podmore, especialista en conocimientos de inversión conductual de Schroders, la pandemia ha aumentado la sensación de incertidumbre y ha puesto a prueba la capacidad para procesar el riesgo, haciendo que muchos de los inversores se sientan más ansiosos y fuera de control.

Estos sentimientos pueden verse claramente en los resultados de la encuesta de Schroders, en la que los inversores se centran cada vez más en el ahorro, el control de los aportes para la jubilación y la revisión de sus inversiones con mayor frecuencia.

“A pesar de los enormes desafíos a los que nos hemos enfrentado, es alentador ver que la pandemia ha actuado como catalizador para promover un mayor enfoque a nivel mundial sobre la planificación financiera genérica y el bienestar. Aunque se trata de un estudio global, todos compartimos deseos y necesidades comunes, y la seguridad financiera es un punto clave para todos nosotros”, explicó Podmore.

“Al mismo tiempo, debemos ser prudentes en cuanto a los rendimientos de las inversiones que esperamos en los próximos cinco años, ya que las perspectivas que comparten muchos inversores -y en particular los que se consideran expertos- son excepcionalmente optimistas.

Los últimos 18 meses nos han enseñado que el futuro sigue siendo difícil de predecir y que un enfoque medido, coherente y paciente de la inversión, centrado en los objetivos a largo plazo y en los resultados probables, es el que probablemente sitúe a los inversores en una mejor posición», concluyó.

 

 

 

Información importante:

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¿Protagonizarán Invesco y State Street el siguiente movimiento corporativo de la industria?

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Pixabay CC0 Public Domain. ¿Protagonizarán Invesco y State Street el siguiente movimiento corporativo de la industria?

La pandemia no ha frenado las operaciones de M&A que, durante los últimos años, han impulsado el proceso de concentración que vive la industria. El mes pasado, por ejemplo, asistimos a la compra de NN IP por parte de Goldman Sachs, por 1.600 millones de euros; e incluso esta misma semana iM Global Partner y BNP Paribas AM salían de compras para reforzar sus posiciones y acelerar su expansión. 

Según el informe Global Asset & Wealth Managers. Perspective on the M&A Wave and Seven Reasons It Will Continue (Global Asset & Wealth Managers), de Credit Suisse, las operaciones de M&A continuarán durante este año, recogiendo la fuerte tendencia de 2020. El motivo es sencillo: “Muchas gestoras necesitan actualizar su crecimiento en áreas de negocio como los mercados privados, los ETFs, las soluciones ESG o la renta fija, ofreciendo productos más atractivos, lo cual les impulsa a adquirir negocios ya estables o unidades de negocio especializadas integrando sus equipos”.

Entre los posibles protagonistas de estas operaciones, Credit Suisse apuntaba a firmas como JP Morgan, State Street, UBS, DWS, Invesco, Franklin Templeton, BBVA, Janus Henderson, WisdomTree, Victory Capital y Banco do Brasil. ¿Podría haber acertado en su análisis? Según ha publicado el Wall Street Journal, Invesco estaría en “primeras conversaciones” para fusionarse con la rama de gestión de activos de State Street

Por el momento, ninguna de las dos firmas ha realizado comentarios sobre esta información, pero de producirse esta operación, la entidad resultante contaría con un relevante negocio de ETFs (aunque el movimiento más relevante para este negocio ha sido la compra de Lyxor por parte de Amundi) y una fuerte presencia geográfica, ya que ambas firmas tienen presencia en América, Asia, Europa y Oriente Medio.  

De estas dos gestoras, la que se ha mostrado más activa en el mercado ha sido State Street que, a penas hace unas semanas, anunciaba la compra de el negocio de servicios a inversores de Brown Brothers Harriman, que incluye sus servicios de custodia, contabilidad, administración de fondos, mercados globales y tecnología, por 3.500 millones de dólares en efectivo. 

“Estamos mejorando nuestra posición de liderazgo en toda una serie de servicios, aumentando nuestra posición en una serie de mercados clave, incrementando las relaciones con muchos de los principales gestores y propietarios de activos a nivel mundial, y aumentando nuestras capacidades y escala. Además, BBH Investor Services nos aporta un fuerte talento, incluyendo la excelencia en el servicio y la calidad de ejecución líderes en la industria”, explicaba Ron O’Hanley, presidente y CEO de State Street Corporation, a raíz de esta última adquisición. 

A la espera de que lleguen más operaciones de este tipo en la industria, el informe de Credit Suisse concluye que tres son los objetivos que tienen las firmas para moverse: comprar empresas más pequeñas para incorporar nuevas capacidades de inversión; adquirir o fusionarse con compañías de mayor envergadura para aprovechar las economías de escala; o realizar este tipo de operaciones para aumentar su exposición a tecnologías vanguardistas.

¿Por qué vale la pena mantenerse ágil en una época de bajas tasas de interés?

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Pixabay CC0 Public Domain. A medida que los mercados vuelven a la normalidad, las opciones de la Fed podrían ser claves

El año pasado, durante la fase más aguda de la crisis del COVID-19, los principales bancos centrales del mundo intervinieron a una escala sin precedentes: recortando los tasas de interés, comprando bonos del Estado y proporcionando una liquidez masiva. Los rendimientos de los bonos soberanos reaccionaron hundiéndose a mínimos históricos: -0,9% en el Bund alemán a 10 años y 0,5% en los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años.

Con una recuperación económica enérgica, aunque desigual, en gran parte del mundo, y unos rendimientos muy por encima de su reciente punto mínimo, algunos comentaristas creen que las tasas mundiales han dado un giro. El argumento es que el mercado alcista de bonos durante cuatro décadas, que ha empujado los rendimientos constantemente a la baja, ha terminado. Un resurgimiento del crecimiento y la inflación significan que es inevitable que las tasas suban.

Aunque es tentador pensar que la reciente subida de los rendimientos de los bonos anuncia un cambio de régimen, creemos que esta opinión es errónea. Si bien es posible que las tasas suban un poco a partir de ahora, hay muchas pruebas de que seguirán siendo extremadamente bajos en comparación con todas las medias históricas. De hecho, varios factores sugieren que las tasas de interés seguirán siendo «más bajos durante más tiempo», basándose tanto en las tendencias económicas a largo plazo como en los acontecimientos más recientes. Replantear las carteras para tener en cuenta esta perspectiva debería ser una prioridad urgente para los inversores.

El menor crecimiento está conteniendo las tasas de interés

En primer lugar, si tomamos los factores a largo plazo, las fuerzas que han impulsado el mercado alcista de los últimos 40 años en los bonos del Estado -y el consiguiente descenso de las tasas de interés en el mundo desarrollado (véase el gráfico inferior) – parecen estar lejos de agotarse. Hasta que no lo estén, es prematuro hablar de un giro decisivo.

Hay dos factores clave que han contribuido a la bajada de las tasas: una desaceleración del crecimiento económico y de la inflación durante décadas, así como la caída de las expectativas de inflación a largo plazo. Los rendimientos nominales de los bonos siguen de cerca el PIB nominal. Cuando el crecimiento se ralentiza, las tasas de interés y los rendimientos de los bonos tienden a moderarse. En este contexto, un tipo de interés determinado representa un equilibrio que equilibra la demanda de capital para invertir y la oferta de ahorro disponible para satisfacer esa demanda. Un crecimiento más lento tiende a suprimir la demanda de capital para invertir y, por lo tanto, ejerce una presión a la baja sobre las tasas de interés.

Del mismo modo, si las tasas de crecimiento nominal a largo plazo aumentan, la mayor demanda de capital debería hacer subir las tasas de interés. Pero esto es poco probable en un futuro previsible. Las principales razones son la demografía, la naturaleza cambiante de las economías modernas y el menor crecimiento de la productividad, que se combinan para suprimir la demanda de capital y aumentar la oferta.

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La demografía hace que el mundo se «ahogue» en los ahorros

El aumento de la longevidad en el mundo desarrollado ha inclinado la balanza demográfica, reduciendo el tamaño de la población activa en relación con las generaciones mayores, lo que ha contribuido a crear un exceso de ahorro en todo el mundo que busca quedarse en activos seguros, especialmente en los mercados de bonos.

También hay menos lugares donde poner a trabajar estos ahorros. Esto se debe a una transición a largo plazo en las economías desarrolladas desde industrias intensivas en capital y manufacturas hacia empresas ligeras en capital y orientadas a los servicios, que tienen menores necesidades de inversión.

La ralentización del crecimiento de la productividad ha reforzado esta tendencia al reducir las tasas de expansión económica a largo plazo, lo que ha vuelto a suprimir la demanda de capital de inversión. El resultado es una abundancia de capital y una escasez relativa de oportunidades para invertirlo, lo que provoca una presión a la baja sobre los tasas de interés. Todos estos factores son de naturaleza largoplacistas y están firmemente arraigados: no es probable que ninguno de ellos se revierta de forma inminente.

La deuda está en niveles récord

El mundo ha acumulado una vasta cantidad de deuda -pública y privada- desde los años en que se produjo la crisis global financiera, y especialmente desde la crisis del COVID-19. Las cargas masivas de deuda, aunque sean fácilmente financiables a tasas de interés muy bajas, tienden a suprimir el crecimiento futuro al desviar dinero de la inversión productiva para cubrir la deuda. También hacen que los prestatarios sean más vulnerables a un aumento inesperado de las tasas de interés.

Con los niveles de deuda de las principales economías desarrolladas en niveles récord, los bancos centrales se enfrentan a un reto de enormes proporciones. Cualquier aumento significativo de las tasas de interés podría hacer insostenibles enormes franjas de la deuda existente y desestabilizar a los gobiernos y a los mercados financieros. En consecuencia, la represión financiera -cuando la inflación es sistemáticamente superior a las tasas de interés- se convierte en una herramienta necesaria de la política monetaria para garantizar que la carga de la deuda de los prestatarios siga siendo sostenible. Sin embargo, esto supone un reto para los inversores que buscan rentabilidad para proteger sus ahorros.

En efecto, el centro de gravedad de la banca central se ha desplazado. Políticas como la flexibilización cuantitativa (QE), experimental hace una década, son ahora rutinarias. Lejos de buscar una salida de las políticas actuales tan pronto como sea posible, los bancos centrales son ahora más propensos a subrayar los peligros de proporcionar demasiado poco apoyo a la economía, en lugar de proporcionarlo en demasía. 

Por ello, no es de extrañar que, aunque es probable un fuerte repunte de la actividad económica, para este año y el próximo, todo indica que la política monetaria seguirá siendo flexible. Se espera que la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) reduzca su programa de compra de bonos de forma muy gradual, y no es probable que suba las tasas antes de 2023. En la zona del euro, la política monetaria seguirá siendo extremadamente flexible. Todo esto sugiere que la perspectiva más probable en las economías desarrolladas es la de muchos años más de tasas de interés históricamente bajas, que mantendrán los rendimientos de los activos seguros cerca de cero.

Implicaciones para las carteras

¿Cómo deben reaccionar los inversionistas? Nunca ha sido tan difícil generar ingresos fiables como ahora. Igualmente, preservar el poder adquisitivo del dinero en una época de represión financiera es un constante dolor de cabeza. Y si los inversionistas se aventuran más allá de los activos tradicionales en busca de un rendimiento adicional, ¿cómo deben diversificar y gestionar el riesgo?

  • Pensar en las asignaciones como una pesa. Los inversionistas deben considerar sus opciones como una «pesa» que abarca dos grupos de activos: los que son adecuados para preservar el capital (incluidos los bonos soberanos, el crédito y las alternativas al efectivo) y los que están diseñados para generar crecimiento del capital e ingresos (incluidos los bonos de mercados emergentes, la renta variable y los activos de mercados privados, como las infraestructuras, la deuda y el crédito privado). Podrán elegir entre una gama de soluciones multiactivo que combinan elementos de cada grupo para obtener una serie de resultados.
  • Mantener la agilidad es la clave. Los últimos años han ilustrado una característica clave de los mercados de inversión actuales: la rapidez con que pueden cambiar las condiciones. En consecuencia, la combinación óptima de activos tendrá que cambiar naturalmente en respuesta. Esto exige un enfoque muy dinámico del posicionamiento que cambie rápidamente las asignaciones de activos dentro de la cartera a medida que evolucionan las condiciones económicas para preservar los beneficios de la diversificación y garantizar una gestión ágil del riesgo.
  • Considerar los cambios permanentes en la cartera. Algunos cambios en las carteras podrían ser más permanentes. Esto apunta a un futuro en el que el equilibrio de las carteras tradicionales de renta variable/renta fija se inclinará decisivamente hacia la renta variable: una cartera equilibrada convencional de 70% de bonos y 30% de renta variable podría pasar a una posición 50:50, por ejemplo. Una cartera más agresiva de 60:40 podría pasar a un 80% de renta variable y un 20% de renta fija, o incluso a un 100% de renta variable con una cobertura de riesgo. También sugiere que las asignaciones a los activos del mercado privado destinados a generar crecimiento del capital y rendimiento adicional aumentarán sustancialmente. Podrían alcanzar el 20% en una típica cartera institucional de activos múltiples.

Las fuerzas que han impulsado las tasas de interés de forma constante hacia el cero durante las últimas cuatro décadas siguen actuando y seguirán siendo dominantes en un futuro previsible. En este contexto, la forma en que los inversionistas abordan la asignación de activos debe cambiar, y su enfoque de la gestión del riesgo y de la diversificación debe ser mucho más ágil, para navegar en una época en la que las condiciones del mercado pueden ser cambiantes.

 

Tribuna de Franck Dixmier, director global de Inversiones de Renta Fija en Allianz Global Investors, e Ingo Mainert, director de Inversiones de Multiactivos para Europa en Allianz Global Investors.

Descarbonizando carteras: retos y oportunidades de la transición a una economía verde

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. Descarbonizando carteras: retos y oportunidades de la transición a una economía verde

 Descarbonizando carteras: retos y oportunidades de la transición a una economía verde

 

Todos debemos remar en la misma dirección, hacia una economía neutra en carbono. En esta transición, la gestión de activos juega un papel crucial donde no solo es importante que los inversores reduzcan la exposición al carbono en sus carteras y estén alineadas con un futuro verde, sino que también comprueben que esas carteras están contribuyendo realmente a resolver el desafío climático. Sin embargo, en este camino habrá ganadores y perdedores, y los inversores deberán localizar las oportunidades para no perderse la ola de la revolución sostenible.

Puede acceder al artículo completo, publicado en la revista de Funds Society, a través de este enlace.

Shadow Rates

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Pixabay CC0 Public Domain. sombra

La semana pasada explicábamos por qué es probable que, en respuesta a una rápida recuperación en el mercado laboral, el “mapa de puntos” de la Reserva Federal pase a incorporar una subida de tasas en 2022.

El IPC de agosto, a pesar de quedar por debajo de la proyección del consenso de economistas, completa cuatro lecturas consecutivas por encima del 5%, y no aporta argumentos de peso para revisar el pronóstico. La inflación subyacente desacelera un 0,2% hasta el 4% y, de acuerdo a los cálculos de Bloomberg, los componentes de la cesta de precios asociados a la reapertura (coches de alquiler o billetes de avión, por ejemplo) restan un 0,22% al dato de este mes, poniendo de manifiesto la influencia de los contagios por la variante Delta. Sin embargo, lo que realmente llama la atención es que los factores no relacionados con la vuelta a la normalidad social han contribuido un 0,35% (+0,31% por el lado de la vivienda, y cuya influencia en el encarecimiento del coste de la vida señalábamos la anterior  nota).

El regreso al pleno empleo (más rápido en esta ocasión por la caída estructural en la tasa de participación) puede desencadenar un cambio de fondo en la serie de crecimiento en sueldos y salarios en EE.UU., que desde finales de los 70 está inmersa en una tendencia bajista. El porcentaje de beneficios corporativos que recae en el empleado viene reduciéndose los últimos 70 años; este ajuste ha sido mas violento a partir del pinchazo de la burbuja dotcom. Ante las dificultades que enfrentan muchas empresas para atraer mano de obra, y en un contexto que les permite trasladar el incremento en coste al consumidor, los directivos pueden bajar la guardia compartiendo con mas generosidad sus beneficios con los empleados y dificultando a la Fed cumplir con su mandato de inflación del 2%.

 

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Aunque en algunas publicaciones se haga mención a la aparente estabilidad en el medidor de presión salarial de la Fed de Atlanta (Atlanta Wage Tracker, que se ha venido popularizando entre los inversores los últimos años), lo cierto es que este índice se confecciona en base a una muestra de tan solo 60.000 familias estadounidenses que representan menos de un 0,05% del total de empleados en el país. Además, si estamos en lo cierto y el paro alcanza el 4% hacia la segunda mitad de 2022, la foto, como intuimos en la gráfica, puede ser muy diferente.

Utilizando una aproximación menos sofisticada, pero mas representativa de la realidad social (crecimiento en sueldos y salarios por empleado) encontramos que la remuneración por mano de obra crece cerca del 14% los últimos dos años, en línea con el ritmo registrado en los 70 y rompiendo claramente la tendencia en contención salarial experimentada desde el pico en 1978.

 

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La tesis de “transitoriedad” en lecturas de inflación, por tanto, se ve amenazada en el medio plazo; más aún si echamos un vistazo al recién publicado sondeo de expectativas del consumidor de la Reserva Federal de Nueva York. El repunte en precios (sobre todo de bienes, pero también en servicios) y el desequilibrio por el lado de la oferta en el mercado laboral, pueden estar permeando ya en las pretensiones de trabajadores y sindicatos en sus negociaciones salariales. Como ejemplo, esta semana Amazon aumentó hasta los 18 dólares por hora su salario base, y está ofreciendo bonos de bienvenida de 3.000 dólares en un esfuerzo por atraer a los 125.000 trabajadores que necesita para la gestión de entregas y naves de logística. En esta misma línea, Sam’s Club (el Costco de Walmart) ha incrementado a un 34% de su plantilla su retribución (15 dólares/hora). El mínimo federal está en 7,25 dólares y Joe Biden tiene como objetivo elevarlo a los 15.

Las expectativas de inflación, que saltan un 0,3% en agosto colocándose en el 5,2% para el conjunto del año, marcan nuevos máximos (como también lo hacen las de tres años, que alcanzan el 4%) y pueden estar “soltando amarras”. Las rentas bajas (inferiores a 50.000 dólares), que muestran la mayor propensión al consumo, son precisamente las que descuentan una escalada de precios más agresiva (ver gráfica), existiendo el riesgo de que comiencen a adelantar gastos, desencadenando un círculo vicioso. Además, la aceleración de jubilaciones entre mayores de 55 años contrasta con la fuerte recuperación en la tasa de participación en el rango de 16 a 54 años. Desde 1979 la remuneración/hora crece -como cabria esperar- 3,5x más deprisa para los Zoomers (jóvenes entre 18 – 24 años) respecto al rango de edad 35 – 44.

 

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Sea como fuere, los pronósticos favorecen un repunte en tipos largos y un incremento de la volatilidad en el rendimiento de los bonos; la madurez del ciclo y los niveles de valoración colocan al crédito en “tiempo añadido’.

El inicio del tapering, que probablemente tenga lugar antes de echar el cierre a este 2021, presionara al alza el tipo de interés “en la sombra” de la Fed. El Shadow Policy Rate, que  refleja el coste del dinero ajustado por el efecto de las compras de bonos y MBSs ejecutadas por el banco central, ha marcado un punto de inflexión y seguirá acercándose a la tasa oficial a medida que Powell vaya retirando estímulos. Como muestra la grafica, el repunte ha de ser significativo para desencadenar una corrección duradera en el mercado de crédito. No obstante, parece claro que la política monetaria ha pasado a ser un viento en contra que puede arreciar los próximos meses. En este sentido, los comentarios de JP Morgan en la conferencia de Barclays esta semana dan que pensar: la calidad del crédito ha dejado de mejorar y anticipan un deterioro en 2022 y 2023.

 

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Desde un punto de vista fundamental, la media de diferenciales de bonos de alto riesgo está en zona de mínimos, ofreciendo un margen de seguridad muy escaso ante sorpresas en el ámbito macroeconómico. El high yield (HY) EE.UU. cotiza con un spread de 2,76% por 0,9% en el caso de grado de inversión (IG); esta valoración descuenta un escenario optimista que puede no concretarse de aquí a diciembre. Como observamos en la tabla, ceteris paribus, el retorno que podemos esperar para el crédito high yield de aquí a diciembre es sólo del 0,6% mientras que la mayoría de escenarios que supongan incremento en tasas o ampliación (aunque sea moderada) en diferenciales, nos llevaría a números rojos.

Y por el lado de la oferta, septiembre puede empachar el apetito inversor.

En base a los datos que nos ofrece Bloomberg, este mes se colocará papel en IG por valor de 150.000 millones de dólares (60.000 millones en high yield; aunque en este caso los vencimientos y las recompras deberían compensar un porcentaje importante de esta cantidad).

 

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Los gestores europeos confían en el rally de la bolsa pese a que decae el optimismo global sobre la macro

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Pixabay CC0 Public DomainFree-Photos. Los gestores europeos confían en el rally de la bolsa pese a que decae el optimismo global sobre la macro

La encuesta mensual a gestores de fondos de Bank of America lanza este mes un claro mensaje: decae el optimismo macroeconómico, pero sin grandes alarmas. Los encuestados contemplan un horizonte con tipos de interés bajos y con dificultades para que las políticas fiscales mantengan el “frenesí” vivido hasta ahora en la recuperación económica. 

En concreto, las expectativas de crecimiento económico en septiembre se situaron en el 13%, el nivel más bajo desde abril de 2020 y muy por debajo del máximo del 91% marcado en marzo de 2021. Entre los motivos que llevan a este pesimismo destaca la propagación de la variante Delta, que fue citado como la principal razón. 

Además, el 84% de los inversores espera ahora que la Reserva Federal comience a reducir sus medidas de estímulo para fines de año, aunque las expectativas para la primera subida de tipos de interés en Estados Unidos fueron retrasadas hasta febrero de 2023 desde noviembre de 2022.

“Las expectativas de crecimiento mundial han guiado históricamente la asignación en renta variable que realizan los gestores de fondos, que en esta ocasión ha quedado rezagada durante este ciclo”, matiza la encuesta en sus conclusiones. Igualmente, las expectativas de beneficios también han caído notablemente, ya que se han reducido a un 12% (una caída de 29 puntos porcentuales y la peor cifra desde mayo de 2020).

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Desde Reuters destacan que “la protección del mercado de acciones diseñada para proteger las carteras contra una fuerte caída en el valor de los activos se encontraba en sus niveles más bajos desde enero de 2008”. En cambio, las condiciones de liquidez global fueron consideradas como las mejores desde justo antes de que la crisis financiera global golpeara los mercados mundiales en julio de 2007. Casi el 60% de los encuestados en la encuesta dijo que la política monetaria era «demasiado estimuladora», la proporción más alta desde mayo de 2011.

Este escenario hace plantearse a los gestores en qué medida sus carteras están bien posicionadas, cuya exposición sigue siendo optimista. De hecho, según indica en sus conclusiones, los niveles de efectivo subieron hasta un 4,3% desde un 4,2%, y su apuesta sigue siendo cíclica, sobreponderando bancos, commodities, renta variable, sectores industriales y acciones europeas,e infraponderando los bonos. “La opción defensiva sigue siendo incluir exposición a la atención sanitaria, productos básicos y efectivo. En septiembre, los inversores aumentaron su exposición a los ciclos globales, principalmente apostando por Japón, materias, commodities y energía”, apunta la encuesta en sus conclusiones. 

Gestores europeos

Mientras, entre los gestores europeos las expectativas de crecimiento se han estabilizado y los riesgos percibidos por el COVI-19 se están desvaneciendo. El 47% de ellos espera que la economía europea siga mejorando en los próximos doce meses, lo que supone un ligero aumento con respecto al 44% de agosto, pero sigue siendo significativamente inferior al máximo del 94% registrado en marzo. 

Sólo el 37% de los encuestados espera que el ciclo macroeconómico alcance su punto máximo este año, frente al 56% del mes pasado (sin embargo, el 18% de los participantes cree que el punto máximo ya ha pasado). Y apenas un 3% de los inversores considera que el COVID-19 es un riesgo importante para las perspectivas macroeconómicas, mientras que una mayoría del 68% piensa que los riesgos están contenidos, ya que las elevadas tasas de vacunación mantienen contenidas las hospitalizaciones y las muertes. “Dicho esto, ni siquiera el más optimista de los participantes en la encuesta piensa que, gracias al éxito del despliegue de la vacuna, la pandemia haya terminado ya”, matizan las conclusiones.  

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En línea la optimista exposición a renta variable que muestran los gestores en la encuesta global, el 58% de los participantes en la encuesta espera que el repunte de la renta variable europea continúe hasta el año que viene (frente al 51% del mes pasado), aunque una minoría creciente del 16% cree que terminará en el tercer trimestre (frente al 7% del mes pasado). Menos del 5% de los inversores cree que el mercado ya ha tocado techo. El 55% de los participantes considera que reducir la exposición a la renta variable demasiado pronto es el mayor riesgo para su cartera, frente al 35% del mes pasado

“La mayoría de los inversores esperan que el mercado siga subiendo ligeramente, ya que la proporción de encuestados que espera una subida de más del 5% para finales de año ha descendido al 37%, frente al 60% del mes pasado. Las expectativas de beneficios en Europa también se han enfriado, ya que sólo un 42% neto de los inversores espera una mejora de los beneficios empresariales en los próximos doce meses, porcentaje significativamente inferior al 72% registrado el mes pasado”, señala la encuesta. 

En cuanto a la exposición de sus carteras, sólo el 66% de los encuestados europeos espera que los productos cíclicos europeos sigan superando a los defensivos, lo que supone un ligero descenso respecto al 73% del mes pasado. Siguiendo la tendencia global, los bancos y las aseguradoras se encuentran entre los cuatro sectores europeos más sobreponderados por el consenso, sólo superados por el tecnológico y el industrial, mientras que el sector de viajes y ocio es el más infraponderado por el consenso, con un 29% neto de inversores que se declaran infraponderados.

Robeco lanza el fondo Next Digital Billion para aprovechar la masiva adopción de internet en los mercados emergentes

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Pixabay CC0 Public DomainAutor: TheDigitalArtist.. Robeco lanza el fondo Next Digital Billion para aprovechar la masiva adopción de internet en los mercados emergentes

Robeco ha lanzado uno de los primeros fondos de tendencia tecnológica de mercados emergentes del mundo, en previsión de la próxima oleada masiva de nuevos usuarios de internet, que en su mayoría residirán en los mercados emergentes. 

El fondo Next Digital Billion invierte en empresas locales cotizadas de alto crecimiento de los sectores tecnológicos y de internet de los mercados emergentes, incluyendo plataformas de internet innovadoras que Robeco considera como las ganadoras tecnológicas del futuro.

Según explica la gestora, en la actualidad hay unos 4.600 millones de usuarios de internet en el mundo, y la mayoría de los usuarios futuros viven en mercados emergentes. Este espectacular aumento de las conexiones a Internet unido a la falta de una infraestructura comercial offline previa, propicia un incremento exponencial en la adopción tecnológica y el crecimiento de los modelos de negocio en los mercados emergentes. Se están creando miles de nuevas empresas para atender al próximo millardo de usuarios de Internet, con la consiguiente oleada de OPV y generación de valor. En este sentido, apunta que su estrategia de renta variable Next Digital Billion busca beneficiarse de esta masiva tendencia.

Robeco Next Digital Billion seguirá una estrategia de alta convicción independiente del índice de referencia, con una cartera de entre 30 y 50 empresas; diversificará los valores seleccionados entre distintos sectores y geografías con vistas a optimizar el perfil de riesgo/rendimiento global. La estrategia de renta variable Next Digital Billion aprovecha los conocimientos y capacidad de análisis de Robeco, y sigue un enfoque único para descubrir y seleccionar de forma sistemática a los ganadores de la Internet del mañana.

El fondo estará gestionado por un experimentado equipo de grandes expertos que combinan décadas de experiencia de inversión en mercados emergentes y en tecnología, no solo dirigiendo estrategias de renta variable, sino también invirtiendo en empresas no cotizadas respaldadas por el capital riesgo de los mercados emergentes. En concreto, Michiel van Voorst y Bryan Satterly son los cogestores de cartera del fondo.

“La experiencia pionera de Robeco en mercados emergentes, en inversión temática y de tendencias constituye la base de la estrategia Next Digital Billion. Estamos muy satisfechos de proporcionar a nuestros clientes una estrategia de inversión única que, además, tiene el potencial de generar un enorme valor para los inversores en las próximas décadas”, ha destacado Mark van der Kroft, CIO de renta variable cuantitativa y por fundamentales de Robeco.