La economía estadounidense se ha recuperado notablemente bien del colapso inicial de la actividad provocado por la pandemia, dice un informe de ING Bank.
La economía es ahora alrededor de 1,4 puntos porcentuales más grande que antes de comenzar y, aunque todavía hay millones menos de puestos de trabajo, el repunte del empleo también es impresionante.
Sin embargo, a pesar de todo el daño económico, los datos de flujo de fondos de hoy de la Fed muestran que la riqueza de los hogares ha aumentado en 29,4 billones (o trillions en idioma anglosajón) desde fines de 2019 y, de hecho, ha aumentado 35,5 billones desde el punto más bajo del primer trimestre de 2020.
Los activos no financieros, principalmente bienes raíces, pero también automóviles, joyas y equipos, ahora totalizan 48,6 billones de dólares frente a 40 billones a fines de 2019. Mientras tanto, los activos financieros suman 114 billones, frente a 93,4 billones en 2019, un aumento del 22% en 21 meses.
Dentro de los activos financieros, las categorías más grandes son acciones corporativas y fondos mutuos (42,6 billones) fondos de pensión y vida (32,9 billones), capital de pequeñas empresas (14,4 billones) y depósitos a plazo y de ahorro (10,7 billones).
Los balances de los hogares nunca han sido más sólidos
Es cierto que la mayoría de los aumentos de riqueza se habrán producido en hogares con mayores ingresos y ya ricos, ya que habrán invertido mucho en las clases de activos «ganadoras».
La mayor contribución a las ganancias de riqueza financiera provino de las acciones corporativas y los fondos mutuos debido principalmente a la recuperación del apetito por el riesgo y al alza de los mercados de acciones gracias a un estímulo sin precedentes de la Fed y del gobierno. Las mismas razones llevaron a buenos resultados para los fondos de pensiones y seguros de vida. Por el contrario, el valor de las tenencias de títulos de deuda ha disminuido debido a que los bajos rendimientos llevaron a los inversores a vender.
Además, los hogares con mayores ingresos y más ricos gastan proporcionalmente más en servicios y «experiencias» como viajes, salir a comer, teatro y cine, cosas que las medidas de contención de COVID-19 han evitado. En consecuencia, es probable que hayamos visto un aumento significativo en el ahorro no planificado entre este grupo con el dinero invertido en varios activos financieros y físicos.
También hubo un aumento sustancial de la riqueza en efectivo, cuentas corrientes y depósitos de ahorro. Dadas las tasas de interés tan bajas que se pagan sobre los saldos, podemos decir con seguridad que esto se debió abrumadoramente a que las personas pusieron cada vez más dinero en estas cuentas: 3 billones de dólares desde el primer trimestre de 2020 y 3,4 billones desde el cuarto trimestre de 2019.
Los hogares de menores ingresos también se habrán beneficiado en cierta medida con los cheques de estímulo del gobierno de 1.200, 600 y 1.400 combinados con beneficios de desempleo extendidos y mejorados que contribuyeron a aumentos significativos en los ingresos familiares durante los últimos 18 meses.
Esto se puede ver en el cuadro a continuación con las barras naranjas que representan el aumento de ingresos de los cheques y las barras grises que representan los beneficios por desempleo ampliados.
Un documento del NBER (Buró Nacional de Investigación Económica, según sus siglas en inglés) calculó que el 69% de los beneficiarios de prestaciones por desempleo en realidad ganaban más dinero estando desempleados que cuando estaban trabajando.
El beneficiario medio recibió el 134% de su compensación previa después de impuestos. Es alentador que ahora estamos viendo un crecimiento positivo de los ingresos a partir de sueldos y salarios más altos y, con suerte, esto significará que los ingresos pueden seguir aumentando a pesar de la reducción de las prestaciones por desempleo adicionales.
Más municiones para gastar
Dado que el crecimiento del empleo parece resistente y un aumento de los ingresos cada vez más evidente a medida que las empresas compiten por el personal, las perspectivas para el gasto de los consumidores siguen siendo positivas. La evidencia actual de una mayor acumulación masiva de riqueza solo se suma a la munición de gasto potencial del sector doméstico, lo que nos da más confianza en que la economía de EE.UU. puede expandirse en más del 4% en 2022.
El banco HSBC Uruguay colocó la segunda serie de su segundo programa de emisión de Notas de Crédito Hipotecarias en unidades indexadas (UI) por el equivalente a 19,8 millones de dólares a través de la Bolsa Electrónica de Valores de Uruguay (BEVSA).
Los fondos obtenidos de la colocación serán destinados por el HSBC a la financiación de créditos hipotecarios para la construcción o adquisición de viviendas.
La serie de Notas de Crédito Hipotecarias suscrita a través del procedimiento de licitación de BEVSA, recibió una demanda total de 272 millones de UI (unos 31,6 millones de dólares) para los UI 170 millones ofrecidos, a un precio medio de 100,49, con un máximo de 103,58 y un mínimo de 93,40.
La emisión se realizó en dos tramos: uno mayorista competitivo inicialmente por el 90% de la emisión, unos 153 millones de UI (17,8 millones de dólares), con adjudicación mediante sistema inglés, donde a cada orden se le adjudica el precio que ofrece hasta completar el monto a emitir. El precio de las ofertas presentadas en ese tramo determinó un precio de 101,94 para la colocación en el tramo minorista no competitivo, que finalmente no tuvo demanda, por lo que asignó la totalidad de la emisión en el tramo competitivo.
De esta forma, la adjudicación de los 170 millones de UI se realizó en el tramo mayorista con un precio medio de 101,81, y un precio mínimo adjudicado de 100,67, determinando en promedio una tasa interna de retorno efectiva anual para el inversor del 2,95%anual en UI.
La colocación realizada bajo el segundo programa de emisión de Notas de Crédito Hipotecarias de HSBC tiene un plazo de 25 años contados desde el día de la emisión. La tasa de interés de la emisión de la serie II es de 3,09% anual, calculado a partir del nodo de 15 años de la curva en UI (CUI) del décimo día hábil anterior a la emisión más 25 puntos básicos, y se amortizará el capital en 50 pagos semestrales, iguales y consecutivos. El programa recibió la calificación de riesgo AAAsf (uy) por parte de Fix SCR Uruguay Calificadora de Riesgos SA.
“Realizamos en el día de ayer la quinta colocación de Notas de Crédito Hipotecarias en unidades indexadas en el mercado local; en esta oportunidad por un equivalente a 19,8 millones de dólares y a 25 años de plazo. Los fondos obtenidos de esta colocación se destinarán a la financiación de créditos para vivienda. Agradecemos el apoyo de BEVSA y la confianza que los inversores continúan depositando en nuestra institución. Desde hace más de 20 años estamos comprometidos con el crecimiento del país y con los uruguayos que confían en nosotros para concretar el sueño de la casa propia”, comentó Geoffrey Fichte, Gerente General de HSBC en Uruguay.
“Una vez más tenemos la satisfacción de aportar el ámbito para la colocación y operativa de una herramienta como las notas de crédito hipotecarias que permiten canalizar fondos de mercado para brindar a los uruguayos la posibilidad de tener una vivienda”, afirmó Eduardo Barbieri, gerente general del BEVSA.
En el último trimestre de 2021, los mercados de deuda corporativa emergente han experimentado un repunte de la volatilidad impulsado en gran medida por la mayor incertidumbre en torno a la situación macroeconómica global. Aunque esta mayor volatilidad también viene determinada en parte por la situación individual de cada uno de los países y los cambios en materia de política monetaria que están siendo anunciados.
Por otro lado, en opinión de Victoria Harling, responsable de deuda emergente corporativa en Ninety One y principal gestora de la estrategia Ninety One Emerging Markets Corporate Debt, también existen otros factores positivos que están influyendo en la deuda corporativa emergente como la sincronización en la reapertura de las economías tras la irrupción de la pandemia y otros indicadores adelantados de crecimiento que se irán materializando en 2022.
Otro aspecto para considerar es la poca visibilidad que se tendrá debido a que se esperan una serie de elecciones en los mercados emergentes en el transcurso del año. Así, la deuda corporativa emergente se verá afectada por las expectativas de voto de los electores y por los nuevos gobiernos, creando más volatilidad, en particular en la región de América Latina.
La calidad de sus fundamentales va en aumento
La deuda corporativa emergente ha sorprendido gratamente con la solidez de los balances de sus empresas en los últimos años. Sus beneficios han sido impresionantes y, en todo caso, su apalancamiento ha disminuido de forma significativa. Las buenas noticias son que la tendencia de fortalecimiento de los fundamentales continúa.
Recientemente, los resultados de las empresas han revelado un panorama general de retorno de los beneficios a niveles más normales tras los resultados récord de finales de 2020. Esto ha ayudado a que las métricas de apalancamiento vuelvan a caer a los niveles de 2015. Con unos márgenes elevados y un fuerte crecimiento de los beneficios, muchas empresas entrarán en 2022 con unas bases muy sólidas.
Además, el incierto panorama está pesando en el apetito de las empresas por el gasto de capital y la expansión, reforzando su capacidad para soportar futuros vientos en contra. Esto ha llevado a muchas empresas a mejorar su calificación crediticia. Junto con las bajas tasas de impago globales, el resultado es un entorno favorable para los tenedores de bonos.
Los riesgos y oportunidades
El motor dominante ha sido la reacción del mercado a la evolución de la política en China. Aunque a lo largo de este año se ha prestado mucha atención a la evolución de la deuda corporativa en el gigante asiático -en concreto, al impacto del endurecimiento de la normativa y a la liquidez en el sector inmobiliario-, esta atención se ha intensificado en las últimas semanas, con un aumento de los diferenciales de los bonos corporativos inmobiliarios chinos hasta sus niveles históricos más amplios en la última década, durante el mes de noviembre.
A pesar de ello, el mercado de deuda corporativa de los mercados emergentes en su conjunto se ha mostrado notablemente resiliente; el índice CEMBI de JP Morgan sigue subiendo en el año, con un estrechamiento de los diferenciales en todas las categorías de calificación crediticia en el momento de redactar esta nota. Esto subraya la profundidad y la amplitud de un mercado que ofrece a los inversores un conjunto de oportunidades muy diversas.
Las perspectivas económicas mundiales para 2022 parecen relativamente positivas. A medida que la pandemia mundial se convierte en una enfermedad endémica, el desarrollo de vacunas y nuevos medicamentos para combatir el virus debería ayudar al mundo a volver a un estado más normalizado, proporcionando un telón de fondo relativamente positivo para el crecimiento y la actividad.
Sin embargo, muchas facetas de la vida aún no han vuelto a la normalidad, y las secuelas de la pandemia han provocado trastornos en las cadenas de suministros y escasez de recursos, que están impulsando el crecimiento de la inflación. Aunque Ninety One espera que las presiones inflacionistas se reduzcan con el tiempo, existe una gran incertidumbre sobre el momento en que se producirá y es probable que varios factores se mantengan a medio plazo.
La inflación: factores e incertidumbre
Una de las fuentes de perturbación en las cadenas de suministros que está provocando subidas en la inflación es el carácter de reinicio y parada que se está viviendo con la reapertura y cierre de las economías con el receso y avance de la pandemia. Este fenómeno puede persistir en el corto y medio plazo. Además, es probable que el retraso asociado a la crisis del transporte marítimo y de los contenedores tarde muchos meses en desaparecer antes de que se resuelva y se reduzcan las presiones inflacionistas.
Otro motor que fomenta la inflación y sobre el que se tiene una visibilidad limitada es el mercado laboral a nivel global. El cambio de mentalidad de los trabajadores que han optado por abandonar la mano de obra tras la pandemia ha creado presiones inflacionistas en los salarios y escasez de capital humano. A medida que pase el tiempo, se podría ver una mayor disposición por parte de las personas que han abandonado la mano de obra para regresar a la población activa, pero hay poca visibilidad al respecto.
Por último, el creciente impulso de los compromisos gubernamentales para reducir las emisiones de carbono ha provocado algunas presiones inflacionistas en los costes de la energía, que podrían seguir siendo elevados a medida que las nuevas tecnologías tarden más en ponerse en marcha y la producción de combustibles fósiles se reduzca, lo que provocará un desequilibrio entre la oferta y la demanda.
Aunque en Ninety One ven posible que los cuellos de botella en las cadenas de suministro se suavicen, cuanto más tiempo pase y la incertidumbre permanezca en torno al ritmo de crecimiento nominal y real, mayor será el riesgo de que la inflación se afiance. Esta incertidumbre está haciendo que la Reserva Federal de Estados Unidos sea reacia a subir los tipos de interés hasta que haya una mayor claridad sobre el alcance y el momento en que se disipen estos vientos en contra. Por lo tanto, en Ninety One creen que el riesgo de que la Fed realice un cambio brusco en su política monetaria es limitado.
Dicho esto, si la economía estadounidense vuelve a crecer plenamente y la Fed confía más en la persistencia de un mayor crecimiento, se esperarían unos tipos de interés más altos y mayores rendimientos en todo el mundo de la renta fija. En un entorno así, en Ninety One creen que el universo de la deuda corporativa de los mercados emergentes -con su menor duración y sus mayores diferenciales que el crédito de los mercados desarrollados- también ofrece un atractivo potencial de rentabilidad ajustada al riesgo dentro del universo de la renta fija.
Lo anterior, unido a los sólidos fundamentos de esta clase de activos, lleva a la gestora a pensar que el nuevo año anunciará un entorno favorable desde la perspectiva de los inversores en deuda corporativa de los mercados emergentes.
Los riesgos soberanos
La pandemia ha cambiado el equilibrio político de muchas conversaciones. Los gobiernos de todo el mundo están teniendo que adoptar políticas más populistas y de izquierdas en respuesta a la demanda de sus electores. Esto ya ha traído mucho riesgo de titulares a los mercados emergentes este año, y con ello, la volatilidad de los precios de los activos a medida que el clima político se vuelve menos amigable para el mercado.
En Ninety One esperan que este riesgo siga siendo elevado en 2022, especialmente en América Latina, donde las próximas elecciones están dando lugar a una retórica que socava la prudencia fiscal. En otros países, como Turquía, la vulnerabilidad externa sigue siendo elevada.
Sin embargo, los mercados ya han absorbido gran parte de este nuevo riesgo y se ha observado que tanto las primas de riesgo de las acciones como los diferenciales de los bonos corporativos se han ampliado, ya que los titulares relacionados con la política en países como Brasil y China han provocado volatilidad en los mercados renta fija y variable emergentes. Esta revalorización en algunos segmentos del universo de la deuda corporativa emergente ha creado valoraciones atractivas para los bonos de algunas empresas y ha aumentado el número de oportunidades de valor relativo que los gestores activos tratarán de aprovechar en 2022.
El posicionamiento de cara a 2022
El equipo gestor de Ninety One busca aprovechar las oportunidades de valor relativo que se presentan en el mercado de crédito corporativo de los mercados emergentes, centrándose en los fundamentales a medio plazo y buscando fortaleza en los balances que no esté siendo debidamente valorada en los mercados.
Teniendo esto en cuenta, la gestora ve importantes oportunidades en China, ya que los temores de una recesión parecen exagerados y la flexibilización de las políticas podrían estar ayudando a mitigar los vientos adversos macroeconómicos. Según Ninety One, el error de valoración más pronunciado se está viendo en el sector inmobiliario de China, representando un importante potencial para captar alfa tanto por la sobreponderación del sector como por el posicionamiento dentro del mismo. También buscan aprovechar las oportunidades de descuento generalizadas que se derivan del efecto contagio a otros sectores en China, especialmente entre los bonos con calificación BBB.
Por otra parte, en Ninety One siguen sobreponderados en América Latina, concretamente en Brasil, donde creen que las primas de riesgo son excesivas en relación con la fortaleza en los fundamentales de las empresas en las que invierten. Este error de valoración se debe a la preocupación por el deterioro de la disciplina fiscal de Brasil y las próximas elecciones. Por eso, en Ninety One se centran especialmente en las empresas de materias primas no energéticas, donde esperan que la demanda y los precios sigan siendo elevados.
Desde el punto de vista sectorial, se centran en los sectores cíclicos, como los metales básicos, la industria y el consumo, al tiempo que mantendrán una infraponderación en el sector financiero debido a su correlación con el entorno macroeconómico y soberano, que podría estar sujeto a titulares políticos negativos. Siguen infraponderando el sector del petróleo, dada la disminución de la demanda de inversiones en combustibles fósiles y el carácter típicamente de larga duración del sector (alta sensibilidad a las subidas de tipos). En la misma línea, esperan aumentar su exposición a los bonos verdes y a las empresas más limpias que ofrecen a los países la posibilidad de hacer la transición hacia una menor huella de carbono, ya que esperan que la demanda de estos bonos siga siendo muy fuerte.
En términos más generales, si bien les complace poseer bonos de una mayor duración cuando las curvas son pronunciadas, buscarán cubrir el riesgo de tipos de interés si ven mayores posibilidades de subidas de estos a medida que se acerca 2022. Intentarán proteger sus estrategias en caso de que se vean riesgos de un cambio general hacia rendimientos más altos en el universo de la renta fija.
En resumen, en Ninety One tratarán de obtener rendimientos adoptando su enfoque habitual de inversión: adoptando una perspectiva ascendente y buscando oportunidades de valor, impulsadas por sus fundamentales, en todas las curvas de rendimiento, calificaciones y países.
La economía estadounidense vuelve a gozar de buena salud y parece encaminada a registrar un sólido crecimiento en 2022, lo que debería ser una noticia alentadora para los mercados financieros del país. Sin embargo, según el economista de Capital Group Darrell Spence, los inversores tienen motivos para expresar su incertidumbre con respecto al próximo año.
«En el estado actual en el que se encuentra la pandemia, podemos determinar que la economía ya no está en peligro», señala Spence. «Sin embargo, el COVID y la respuesta que le han dado los distintos países han creado una serie de desajustes en las cadenas de suministro, los mercados laborales, los diferentes sectores, e incluso la política».
En su opinión, el crecimiento de la economía estadounidense seguirá siendo sólido en 2022, pero comenzará a ralentizarse hasta situarse en un rango de entre el 2,5% y el 3%, a medida que la economía se enfrenta a la reducción de las medidas de estímulo y a las presiones inflacionistas. Aunque es posible que hayamos dejado atrás los confinamientos masivos, las nuevas variantes del COVID, entre las que se incluye la variante ómicron, y otras posibles sorpresas podrían frenar el crecimiento.
«Todo está volviendo a la normalidad, pero nunca antes nos habíamos enfrentado a algo así. Es importante ser conscientes de que aún hay cosas que no sabemos», señala Spence.
¿Superará la economía estadounidense las presiones inflacionistas?
Ni los inversores ni la Reserva Federal han tenido que enfrentarse a un nivel elevado de inflación en los últimos treinta años. Pero eso cambió el verano pasado.
«Cuando la demanda inducida por las medidas de estímulo se enfrentó a las restricciones de la oferta provocadas por el COVID se generaron desajustes en la economía», afirma Spence, «lo que se tradujo rápidamente en aumento de los precios en aquellos casos en los que se registraron cuellos de botella».
Spence piensa que la inflación va a mantenerse en niveles elevados a lo largo de 2022. «No creo que estos cambios transformen de forma fundamental la capacidad productiva de la economía, así que espero que la inflación acabe moderándose. Pero puede que el equilibrio entre la oferta y la demanda tarde más en llegar de lo que prevé la Reserva Federal».
La renta fija y la renta variable han obtenido buenos resultados en periodos inflacionistas
Fuente: Capital Group, Bloomberg Index Services Ltd., Morningstar, Standard & Poor’s. Información a 31 octubre 2021. La rentabilidad se refiere a la rentabilidad real ajustada por inflación.
Aquellos inversores a los que les preocupe el impacto destructivo de la inflación sobre sus carteras de inversión deberían tener que cuenta que los mercados de renta fija y variable han ofrecido buenos resultados incluso en periodos en los que se ha registrado una inflación aún más elevada que la actual. Suele ser en los extremos (cuando la inflación es superior al 6% o negativa) cuando los activos financieros tienden a resentirse.
Y lo que es más: un cierto nivel de inflación puede llegar a ser favorable para aquellas compañías, como los bancos o las empresas relacionadas con las materias primas, que han tenido dificultades en los entornos previos de baja inflación y bajos tipos de interés.
Las valoraciones de la renta variable son elevadas, así que la selección de títulos resulta crucial
Los bienes de consumo no son lo único que está caro. Gracias a los reducidos tipos de interés, la orientación expansiva de las políticas de los bancos centrales y la reapertura de las economías, la mayoría de las clases de activos de renta fija y variable han visto aumentado su precio.
En términos generales, los mercados de renta variable estadounidense se han mostrado sólidos tras la pandemia, gracias, en parte, a los fuertes beneficios empresariales. Dicho esto, los ratios precio-beneficio, que miden el precio de los títulos, han registrado niveles elevados en relación con sus medias históricas. Por eso la diversificación y la cuidadosa selección de títulos son más importantes que nunca.
«A lo largo del año pasado, hemos asistido a un aumento de las cotizaciones en una amplia gama de compañías, desde empresas digitales de rápido crecimiento a compañías de la vieja economía relacionadas con la recuperación cíclica», señala el gestor de renta variable de Capital Group Chris Buchbinder.
«Ante el nivel de incertidumbre al que nos enfrentamos en la actualidad, trato de lograr un equilibrio en mis carteras de inversión, buscando exposición a compañías con potencial de crecimiento a largo plazo, como ciertos gigantes del comercio electrónico, el [streaming] de vídeo y los pagos digitales; compañías que pueden seguir participando en la recuperación cíclica, como los fabricantes de motores para aviones; y aquellas con crecimiento a largo plazo y componentes cíclicos, como el fabricante de automóviles General Motors, cuya división Cruise es líder en la tecnología de coches sin conductor».
El regreso de los dividendos
Una de las áreas que puede ofrecer oportunidades atractivas a los inversores en 2022 es el universo de las compañías que reparten dividendos. Tras los recortes y las suspensiones de dividendos que se produjeron durante la pandemia, las compañías están reanudando sus pagos de dividendos, y algunas que registran excedentes de capital están actualizando sus niveles de dividendos.
«Actualmente encuentro numerosas oportunidades de inversión en compañías que están reanudando e incluso incrementando sus pagos de dividendos», señala Diana Wagner, gestora de renta variable de la firma. «Los márgenes de beneficios se han aproximado recientemente a sus niveles máximos, lo que ha permitido a las compañías aumentar sus dividendos a pesar de las presiones inflacionistas».
Pero no todas las compañías que reparten dividendos son iguales. Wagner no se centra en las que ofrecen un mayor rendimiento, sino en aquellas con un sólido crecimiento de los beneficios subyacentes que han demostrado su capacidad y compromiso para aumentar sus dividendos a lo largo del tiempo. Pensemos, por ejemplo, en fabricantes de semiconductores como Broadcom, que ha aumentado sus dividendos anuales en los últimos cinco años. Incluso durante la pandemia, la compañía aumentó sus dividendos más del 11%, gracias a una rentabilidad sin precedentes. Históricamente, las compañías con dividendos en crecimiento han tendido a generar una mayor rentabilidad que otras estrategias de dividendos, al tiempo que han logrado seguir el ritmo del mercado en general.
La Asociación Europea de Fondos y Gestión de Activos (Efama, por sus siglas en inglés) ha publicado la decimotercera edición de su informe sobre la gestión de activos en Europa, que ofrece un análisis en profundidad de las tendencias recientes en el sector de la gestión de activos en Europa, centrándose en el lugar donde se gestionan los fondos de inversión y los mandatos discrecionales en Europa.
Según los datos que recoge el informe, el total de activos bajo gestión en Europa alcanzó los 28,4 billones de euros a finales de 2020. “A pesar de la fuerte corrección del mercado en marzo de 2020, los activos gestionados aumentaron un 5,2% en 2020 tras el fuerte repunte hacia finales de año. Esta tendencia continuó durante 2021 y, a finales de septiembre de este año, los activos bajo gestión alcanzaron la cifra estimada de 31,3 billones de euros”.
Por regiones, la gestión de activos en Europa se concentra principalmente en seis países, que son responsables de casi el 85% de la actividad de gestión de activos que tiene lugar en Europa. Según Efama, esto se explica por la presencia de grandes centros financieros en esos países. Pese al Brexit, el Reino Unido es el mayor mercado europeo de gestión de activos, seguido de Francia, Alemania, Suiza, Países Bajos e Italia. Los Países Bajos deben su quinta posición en la clasificación al tamaño del sector holandés de fondos de pensiones profesionales.
Una tendencia clara de la industria europea durante estos últimos años es el fuerte crecimiento de los fondos de inversión sobre los mandatos discrecionales. En concreto, los activos de los fondos de inversión representaban 15.371 millones de euros, es decir, el 54% del total a finales de 2020. En cambio, la parte de los activos de los mandatos discrecionales respecto a los activos bajo gestión suponen el 46% y asciende a 13.052.000 millones de euros. “La mayor proporción de la renta variable en la asignación de carteras de los fondos de inversión en comparación con los mandatos discrecionales, combinada con la fuerte subida de los mercados bursátiles durante el periodo 2012-2017, es la principal razón que explica esta evolución”, explican desde Efama.
En segundo lugar, y como ya se venía viendo en los últimos años, la inversión ESG se ha consolidado en Europa. “La introducción del Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR) en marzo de 2021 tuvo un gran impacto en la industria europea de gestión de activos. Aunque no era la intención de los reguladores, el SFDR provocó la aparición de dos categorías distintas de fondos: los fondos del artículo 8, con características de sostenibilidad, y los fondos del artículo 9, con objetivos de sostenibilidad”, explican. Desde Efama destacan que la gestión de los fondos del artículo 8 y 9 está repartida de forma desigual en la Unión Europea. A finales del primer trimestre de 2021, el 75% de los fondos del artículo 8 se gestionaban en solo tres países europeos: Francia (36%), Suecia (22%) y los Países Bajos (17%).
La organización espera que esta situación evolucione dado el crecimiento y el dinamismo de la inversión ESG. “Los gestores de activos se han convertido en contribuyentes clave a la transición hacia una economía sostenible al incorporar factores ESG en sus procesos de inversión y participar en actividades de administración más eficaces y asertivas. A finales del primer trimestre de 2021, los gestores de activos en Europa aplican un enfoque de inversión ESG a unos 11 billones de euros de activos, de los cuales unos 6 billones de euros (o el 55%) se gestionan en fondos de inversión, y 5 billones de euros en mandatos discrecionales”, señala el documento en sus conclusiones.
Inversores y asignación de activos
El informe también analiza la otra cara de esta industria: sus clientes. Según explica, el mercado europeo de fondos tiene dos pilares básicos de inversores: retail e institucionales (principalmente planes de pensiones, aseguradoras y otros clientes institucionales). El porcentaje de activos bajo gestión en manos de clientes retail ha crecido sustancialmente durante 2020 dado el gran apetito que los inversores han mostrado por los instrumentos para invertir en el mercado de capitales. En este sentido, según Efama, “otra de las tendencias observadas es el aumento constante de la proporción de otros clientes institucionales, como fundaciones, organizaciones benéficas, sociedades de cartera o grandes empresas. Esto se observa en la mayoría de los grandes centros europeos de gestión de activos”.
Por ahora, los clientes nacionales son, con diferencia, los principales clientes del sector europeo de la gestión de activos. Sin embargo, el informe muestra que la importancia de los clientes extranjeros no ha dejado de crecer en los últimos años, pasando del 26% en 2017 al 31% a finales de 2020. Esta evolución está en consonancia con uno de los objetivos clave de la Unión de Mercados de Capitales (UMC) de la UE: una mayor integración de los mercados de capitales nacionales en un auténtico mercado único.
Por último, se ha producido un interesante cambio en la asignación de activos. Según Efama, a finales de 2020, los activos de renta fija representaban el 40% de las carteras de inversión gestionadas por los gestores de activos en Europa, frente al 31% de los activos de renta variable y el 7% de los activos del mercado monetario y equivalentes de efectivo. El resto de la cartera (23%) estaba formado por otros activos, como infraestructuras, fondos de cobertura, productos estructurados y capital riesgo.
“En los últimos años, impulsada por las subidas generales de los mercados bursátiles mundiales, la parte de la renta variable cotizada en la asignación de activos de los gestores aumentó hasta el 31%. La proporción de otros activos, como las infraestructuras, los fondos de cobertura, los productos estructurados o el capital privado, también aumentó de forma constante, ya que los inversores que buscan rendimiento se dirigieron a estos activos más ilíquidos. A pesar de estas tendencias, los instrumentos de renta fija siguen siendo el tipo de activo predominante. Esto refleja la importancia de los clientes institucionales, que consideran los bonos como instrumentos seguros para preservar el capital y generar ingresos”, indican.
Frente a los resultados de este informe, Tanguy van de Werve, director general de Efama, destaca el papel que están desempeñando los gestores de activos ahora. “Ponen a trabajar los ahorros de los ciudadanos europeos, financian la innovación y desempeñan un papel fundamental en la transición hacia una economía sostenible. Como tales, son una fuerza a tener en cuenta cuando se trata de lograr la Unión de Mercados de Capitales de la UE, la digitalización y los objetivos ESG”, concluyen.
¿Qué opinan los inversores profesionales sobre los ETFs? Según el resultado del Estudio Global sobre ETFs de 2021 elaborado por JP Morgan AM, este vehículo de inversión ha demostrado ser resistente incluso durante los momentos de mercado más turbulentos. El documento, en el que han participado 373 profesionales inversionistas en 18 países, con responsabilidad sobre inversiones en ETFs valoradas en 347.000 millones de dólares, se pone de manifiesto algunas de las principales tendencias de esta industria como, por ejemplo, los ETFs de gestión activa o el crecimiento de los vehículos pasivos de inversión ESG.
“En la primavera de 2020, en el punto álgido de la volatilidad del mercado, la mayoría de los observadores siguieron de cerca si se producía una dislocación entre los ETFs y sus participaciones subyacentes. La feliz conclusión fue que el mecanismo operado por los creadores de mercado y los participantes autorizados para ajustar el inventario de los ETFs en función de la oferta y la demanda demostró ser un amortiguador fiable para moderar el impacto de los movimientos de los grandes inversores”, destaca Jean-René Giraud, fundador y CEO de TrackInsight, en la carta de presentación del estudio.
Esta reflexión explica, en opinión de Giraud, que, por segundo año consecutivo, la liquidez haya sido considerado el principal criterio que los encuestados tienen en cuenta a la hora de seleccionar los ETFs, lo que refleja la importancia de la parte «negociada» de los «fondos cotizados». “El modelo de ETF ha demostrado ser fundamental para la aparición de un nuevo mundo de inversión digital más rápido y dinámico, creando un entorno fértil para la continua convergencia de los fondos de inversión y los ETF a medida que la industria avanza hacia un modelo basado en la distribución estructurada en torno a vehículos cotizados. Tal vez como consecuencia del aumento del trabajo a domicilio, la crisis también ha provocado un renacimiento de la inversión autodirigida, ya que el dinero minorista volvió a los mercados con fuerza”, añade.
En este sentido, la estudio muestra que “la fuerte liquidez que proporcionaron los ETF en el contexto de volatilidad provocada por el COVID-19 en 2020, unida al conocimiento por parte de los proveedores sobre los mecanismos de la fijación de precios en estos fondos, ha hecho que se dispare la proporción de encuestados para los que la liquidez supone una ventaja de los ETFs”, indican desde la gestora.
De la liquidez a las nuevas tendencias: temáticos, gestión activa y ESG
Entre las conclusiones de la encuesta, destaca que las asignaciones a renta fija han crecido rápidamente. Según explican: “La capacidad de los ETFs de proporcionar acceso líquido y eficiente desde un punto de vista de costes a carteras diversificadas de bonos es un aspecto que los encuestados aprecian cada vez más, y los ETFs de renta fija están creciendo para convertirse en la segunda mayor clase de activo en el espacio de los ETFs”.
Por otro lado, la encuesta confirma desde la óptica de los inversores profesionales las tendencias en las que las gestoras ya están trabajando. La primera es la mayor apuesta por los ETFs de gestión activa. Según indican desde JP Morgan AM, aunque los ETFs de gestión activa siguen siendo un segmento relativamente pequeño del mercado global de ETFs, el porcentaje de encuestados con exposición a este tipo de fondos se ha incrementado del 31% en 2019 al 54% en 2020. “Este repunte refleja el aumento de la demanda de estrategias activas, tanto para impulsar la diversificación de la cartera y el potencial de alfa, como para reducir costos”, indican.
En segundo lugar, los encuestados confirman que los fondos temáticos se están generalizando. “Las posiciones en fondos temáticos han aumentado considerablemente desde 2020 y todo apunta a que seguirán haciéndolo en los próximos dos a tres años, ya que los encuestados asignan más activos a los temas de tecnología y medio ambiente en particular”, apuntan las conclusiones del estudio.
Por último, la encuesta recoge que la ESG es la principal apuesta de los inversores institucionales. Los activos ESG se triplicaron en 2020 hasta los 174.000 millones de dólares, impulsados por la entrada récord de capitales por 87.000 millones de dólares, una tendencia que seguirá aumentando, ya que el 48% de los encuestados afirman que prevén incrementar al menos un 5% su exposición a ETFs ESG. “Sin embargo, la falta de consistencia en los parámetros ESG sigue dificultando las comparaciones entre fondos”, advierten desde JP Morgan AM.
Esta ha sido una década sorprendente para las inversiones sostenibles. Hemos asistido a la confluencia de acciones por parte de empresas, individuos y responsables políticos. Estos últimos han sido especialmente activos en los últimos tres años y el creciente poder de la regulación es un completo cambio de juego para la sostenibilidad, y para los datos sostenibles en particular. El famoso Reglamento de Divulgación Financiera Sostenible (SFDR, por sus siglas en inglés) es un listón cada vez más alto, no sólo para la divulgación, sino también para la disciplina y el enfoque relativos a los marcos sostenibles.
Durante los últimos dos o tres años, la atención se ha centrado principalmente en una sola dimensión: el medio ambiente y, en particular, el clima. Sin embargo, la crisis sanitaria ha demostrado el papel clave del pilar social y cómo las tres dimensiones -medio ambiente, social y gobernanza- están interconectadas, por lo que requieren un enfoque global. Esta ha sido siempre una convicción en DPAM.
La carrera hacia las emisiones cero no es solo una declaración
Casi todos los países se han comprometido a lograr la neutralidad de carbono en las próximas décadas. Esto tiene consecuencias económicas y financieras. En primer lugar, significa una retirada completa de los combustibles fósiles para 2050 y un agresivo proceso de descarbonización. En segundo lugar, supone un coste de inversión estimado en más de 5 billones de dólares al año hasta 2030, lo que requiere una financiación considerable.
Los últimos 5 años han sido años récord en cuanto a los llamados bonos verdes y emisiones similares. Esto es sólo un comienzo. Estos instrumentos deberían emitirse masivamente en los próximos años. Proporcionarán una mayor diversificación a los mercados. Ya sea atraídos voluntariamente por estos instrumentos o empujados por la normativa, los inversores son propensos a comprar activos «verdes» cuyas valoraciones empiezan a mostrar algunos signos de fuerte demanda.
De hecho, la taxonomía europea, entre otras cosas, impulsa a los inversores a comprar los valores que les permitan mostrar los mejores índices de alineación con los dos primeros objetivos del cambio climático (mitigación y adaptación). Los siguientes cuatro objetivos se han redactado recientemente.
A modo de recordatorio, la taxonomía pretende aportar claridad sobre lo que debe considerarse verde y ayuda a reasignar el capital hacia actividades económicas y empresas que contribuyan a los objetivos medioambientales alineados con la taxonomía.
Aunque las ambiciones de los países son importantes, para que tengan éxito deben lograrse a escala mundial. En este sentido, los resultados de la COP 26 no fueron tranquilizadores. «Una COP de los países ricos para los países ricos», como han afirmado varios expertos, y con un importante desfase entre las declaraciones oficiales de la primera semana y las conclusiones de la segunda.
Esto ha creado un contexto de desconfianza entre los países y, en particular, entre las economías desarrolladas y las emergentes, sin precedentes que las próximas conferencias tendrán que resolver rápidamente. La guerra por el liderazgo climático entre China y Estados Unidos ya está creando algunas tensiones geopolíticas. El fracaso de la COP 26 en varios puntos esenciales para la cooperación internacional y la desconfianza entre los estados reforzará dichas tensiones.
¿Qué pasa con el frente social y de gobernanza?
El impacto de la regulación en cuanto a los requisitos sociales y de gobernanza ha sido bastante limitado por el momento, especialmente en la valoración.
En el ámbito social, la atención sigue centrada en la compleja consideración de los derechos humanos a lo largo de la cadena de valor, el famoso deber de diligencia aplicado por Francia y el Reino Unido. Sin embargo, el primer borrador de la Taxonomía Social se publicó el verano pasado, y promete debates animados y ciertamente subjetivos sobre su aplicación.
Lo mismo observamos en materia de gobernanza: las garantías mínimas que deben aplicarse desde el punto de vista reglamentario refuerzan el escrutinio de los incidentes y escándalos a los que pueden enfrentarse los emisores. Además, el paso de la primacía de los accionistas a la gobernanza de los stakeholders sitúa en primer plano la noción de «misión» de la empresa hacia la sociedad. Esto ha abierto la puerta a interesantes debates sobre el frágil equilibrio de todo este microcosmos.
Los 5 mensajes clave para 2022
1. El mercado con criterios ASG ha crecido muy rápidamente en los últimos 5 años hasta convertirse en una tendencia dominante. No hay razón para que se detengan los importantes flujos de activos sostenibles de los últimos trimestres. El seguimiento de estos flujos es clave en la gestión de las carteras.
2. La regulación está ahí para apoyar estos flujos; la SFDR, en particular, es un elemento de cambio para reciclar los activos de inversión en soluciones de inversión con criterios ASG.
3. La demanda está entonces claramente en aumento. Por el lado de la oferta, el universo de activos verdes sigue siendo relativamente pequeño, con sesgos geográficos y sectoriales. Esto podría pesar en la valoración. Es imperativo que el universo crezca para evitar la saturación de los riesgos de inversión. Las carteras gestionadas activamente pueden marcar la diferencia.
4. A raíz de las recientes valoraciones más elevadas, podría cuestionarse la posible valoración errónea de los denominados activos ASG y la correlación positiva entre los ASG y los resultados financieros. Dada la diversidad de enfoques sostenibles, la respuesta no siempre es sencilla. Sin embargo, un reciente análisis del Centro Stern de Negocios Sostenibles de la Universidad de Nueva York y de Rockefeller Asset Management confirmó la correlación positiva y/o neutra entre los criterios ASG y los resultados financieros. El consenso del mercado se basa en que los criterios ASG pueden conducir a un rendimiento superior.
5. Por último, el problema de los datos es un desafío bien conocido. El SFDR y la Taxonomía, en particular, han cambiado las reglas del juego de la inversión y los datos de criterios ASG. Las necesidades de los inversores han pasado de las evaluaciones subjetivas de los proveedores de datos ASG a los datos brutos objetivos directamente de las empresas. El mundo financiero necesita datos adecuados, fiables y con visión de futuro para tomar decisiones de inversión apropiadas, totalmente alineadas con la agenda política 2030-2050. Por ello, el anuncio de la Fundación de las Normas Internacionales de Información Financiera (IFRS) y de la creación del Consejo de Normas Internacionales de Sostenibilidad (ISSB) ha sido bien recibido por los mercados. Esto desarrollará una base global completa de normas de divulgación de la sostenibilidad para el mercado financiero, lo cual es un paso prometedor en la dirección correcta.
Tribuna de Ophélie Mortier, estratega de Inversión sostenible en DPAM.
Una nueva encuesta anual sobre valores corporativos realizada a escala mundial, la primera de su segmento, revela que las compañías están ahora considerablemente más dispuestas a mostrar su preocupación por las personas y sus comunidades que antes del brote de la pandemia del COVID-19 del año pasado.
La encuesta «Valores más valorados» (Values Most Valued), realizada por Grupo Albión en colaboración con la red /amo, una destacada organización multinacional de asesores de comunicación estratégica, compara la forma en que los valores corporativos han ido evolucionando durante el último año analizando informes anuales y sitios web de 525 compañías cotizadas en 22 mercados.
Para llevar a cabo el análisis mundial de los valores corporativos, se pidió a diversos consultores que examinaran detenidamente los informes anuales publicados por las mayores empresas cotizadas en 22 mercados durante el presente y pasado año. El estudio resultante desveló, en conjunto, cerca de 2.300 valores corporativos individuales citados, lo que supone una media de 4,3 valores por empresa. A continuación, este gran número de valores individuales se clasificó en un grupo más reducido de grandes categorías a fin de permitir efectuar un análisis más certero de los resultados.
Las compañías se preocupan más por las «personas y comunidades»
La encuesta muestra que cerca de la mitad de las empresas encuestadas (47,4 %) incluyó al menos un valor asociado a cuestiones sociales más amplias en sus informes anuales de este año, lo que supone un incremento del 11 % respecto al año anterior. Debido a ello, «personas y comunidades» emergió como la categoría más popular entre los valores corporativos en 2021, por delante de «ética e integridad», líder del pasado año.
Alejandra Moore Mayorga, directora general de Grupo Albión, declaró: «Hemos asistido a un año especialmente convulso, que obligó a desplegar unas cualidades de liderazgo corporativo muy diferentes. El informe sobre la evolución de los valores corporativos arroja ciertos motivos para el optimismo de cara al futuro. Estos valores constituyen la indicación más clara sobre la forma en que las empresas desean ser percibidas».
En el caso de España, los valores más reflejados han sido igualmente “personas y comunidad”, “empleados” e “integridad.” De esta manera, también el mercado español ha visto cómo, tras la pandemia, aumentaba el uso de palabras como “colaboración” e “integridad”, mientras se reducía la “sostenibilidad.”
La «integridad» continúa siendo el valor concreto más importante
Pasando a los valores individuales, «integridad» fue la palabra más citada por las compañías, seguida de «innovación» y «respeto», manteniendo así el orden de popularidad del año pasado. «Responsabilidad», el cuarto valor más popular, aparece citado algo más frecuentemente este año, mientras que «sostenibilidad» retrocedió en casi un 5 %.
Si desea consultar todos los resultados del informe global sobre valores corporativos, pulse aquí.
El IEB, centro de estudios de referencia en formación financiera y jurídica en Iberoamérica, ha presentado el informe Perspectivas Macroeconómicas de 2021, elaborado por Aurelio García del Barrio, doctor en CC. Económicas y director del Global MBA del IEB. El estudio destaca la visión global y de las principales economías del mundo, además de hacer hincapié en los riesgos y desafíos de la economía española el próximo año.
Según las conclusiones del documento, después de un año 2020 que supuso, debido a la pandemia del COVID-19, una profunda recesión, la economía mundial se encamina en 2021 a registrar su mayor crecimiento en más de medio siglo, sin embargo, las diferencias entre países se amplían y puede provocar desequilibrios. La solidez de la recuperación mundial a corto plazo se puede atribuir en gran medida a unas pocas economías importantes, como Estados Unidos y China, según sus consideraciones. Y afirma que la economía mundial crecerá en 2021 en torno a un 5,6% debido a varios factores. Por un lado, el ritmo de vacunación que ha contribuido a mejorar las previsiones en muchos países; sin embargo, esto se concentra principalmente en las economías avanzadas. A fecha de octubre de 2021, un 35% de la población mundial ha sido vacunada con la pauta completa. El otro factor importante que ha contribuido al crecimiento es la política económica, tanto en su vertiente fiscal como monetaria.
“Miramos hacia un 2022 con un ritmo de actividad mundial aun históricamente elevado, pero ya no con las oscilaciones de 2020 y 2021. En ese sentido, el crecimiento de la economía a nivel mundial será de un 4,8%. También se espera que las disrupciones de oferta, en particular las disrupciones en las cadenas globales de aprovisionamiento, que están presionando con intensidad a la inflación en prácticamente todas las economías, vayan remitiendo y se confirme que el shock de precios tiene un carácter temporal”, indica el informe.
Asimismo, el informe resaltaquelas recientes presiones sobre los precios en gran parte reflejan la inusual evolución relacionada con la pandemia y los desajustes transitorios entre la oferta y la demanda. Se prevé que la inflación regrese a los rangos que se registraban antes de la pandemia en la mayoría de los países en 2022 una vez que estas perturbaciones vayan quedando reflejadas en los precios, pero persiste una gran incertidumbre. También se prevé que la inflación sea elevada en algunas economías emergentes y en desarrollo, debido en parte al alto nivel de los precios de los alimentos.
García del Barrioexplica que, “aunque, no puede esperarse que la recuperación continúe a tasas similares a las observadas durante el rebote tras las profundas caídas de 2020, la visión a corto plazo es que el crecimiento en 2021 y 2022 en EE.UU. y Europa se sitúe por encima de su potencial”. En términos regionales el crecimiento será desigual. La recuperación en la mayoría de las regiones de mercados emergentes y economías en desarrollo no será suficiente para revertir el daño provocado por la pandemia. Para 2022, se espera que la producción en todas las regiones continúe por debajo de la situación anterior a la pandemia, bajo la presión de la pandemia en curso y sus consecuencias, entre ellas, cargas de endeudamiento más altas y daños provocados a muchos de los factores impulsores de la posible producción.
Respecto al comercio mundial, señalan que veremos un crecimiento del volumen del comercio mundial de mercancías del 10,8% en 2021, seguido de un aumento del 4,7% en 2022. En principio el crecimiento se moderará según el comercio de mercancías se vaya ajustando a su tendencia a largo plazo anterior a la pandemia.
Las dificultades relacionadas con la oferta, como la escasez de semiconductores y los retrasos en los puertos, pueden someter a tensiones a las cadenas de suministro y afectar al comercio en determinadas esferas, pero es poco probable que tengan repercusiones importantes en los agregados mundiales. Los mayores riesgos de deterioro provienen de la propia pandemia.
Principales economías
El impacto de la pandemia en Estados Unidos ha sido muy severo, pero igual que su caída en la economía tuvo un impacto grandísimo, su recuperación ha sido rápida también; la recuperación en “V”, donde la economía sufre un período agudo pero breve de declive económico con una depresión claramente definida, seguida de una fuerte recuperación. La previsión de crecimiento del PIB en 2021 es de un 5,9% y para 2022 es de un 4,6%. El aumento de la inflación será una característica del desequilibrio transitorio de la oferta y la demanda, pero no se prevé un recalentamiento de la economía. A medida que las condiciones de salud mejoran y la economía se reabre, el generoso estímulo fiscal, el repunte del empleo y el aumento del optimismo impulsarán el crecimiento del consumo en un orden de magnitud de dos cifras.
La economía de la UE y de la zona del euro crecerá un 4,8 % en 2021 y un 4,5 % en 2022. Se prevé que el PIB real vuelva a su nivel anterior a la crisis en el último trimestre de 2021, tanto en la UE como en la zona del euro. Se espera que el crecimiento se fortalezca debido a varios factores. En primer lugar, la actividad económica en el primer trimestre del año superó las expectativas. En segundo lugar, una estrategia eficaz de contención del virus y los avances en la vacunación provocaron una disminución del número de nuevos contagios y hospitalizaciones, lo que, a su vez, permitió a los Estados miembros de la UE reabrir sus economías durante el trimestre siguiente.
La economía alemana todavía se encuentra por debajo de su nivel anterior a la crisis y es posible que las nuevas restricciones tomadas para contrarrestar las nuevas oleadas del coronavirus provoquen una pérdida de tracción económica a corto plazo. Esperamos que la economía se recupere gradualmente en los próximos años y alcance su nivel precrisis a finales de 2022. El crecimiento del PIB se cifra en un 2,5% en 2021, y un rebote hasta el 5,1% en 2022.
El éxito del programa de vacunación y la reapertura de la economía son un buen augurio para la recuperación de la pandemia en el Reino Unido. El país está disfrutando de un impulso que tendrá que mantenerse a través de los desafíos políticos y económicos a largo plazo provocados por el Brexit y las relaciones con sus principales socios comerciales. La economía británica se expandirá un 7,25% en 2021, con un máximo de desempleo del 5,4%, y el crecimiento de 2022 será del 5,75%.
Sobre Japón, el informe indica que el crecimiento económico se cifra en un 2,4% para 2021 y una expansión económica del 1,8% en 2022. La ratio Deuda/PIB será de un 264% en 2021 y se reducirá en 2022, para situarse en un 263%. La consolidación presupuestaria seguirá siendo un tema clave para el país mientras trata de controlar sus niveles de deuda. Los problemas demográficos que debe afrontar Japón son cada vez más complejos. El envejecimiento de la población representa un gran desafío para el país, ya que el gobierno prevé que el gasto en pensiones y salud irá en aumento. Además, la baja tasa de natalidad genera una disminución de la población, y por lo mismo decae el número de contribuyentes. Y sobre China, la otra gran protagonista del año, considera que el país priorizará la estabilidad financiera sobre el crecimiento en 2021. La economía resurgió con fuerza de la pandemia y espera crecer por encima del 8% en 2021. El robusto crecimiento da margen para políticas fiscales y monetarias menos expansivas, que buscan asentar la estabilidad financiera de una China que quiere ser un actor de primer orden en la economía global. La economía china crecerá un 8,5% en 2021 y un 5,2% en 2022.
«Las economías emergentes van a experimentar una recuperación del crecimiento clara en 2021 y 2022. El grupo de emergentes principales experimentó una caída del PIB del 5,1% en 2020 (Turquía, Rusia, Sudáfrica, Polonia, Hungría, India, Indonesia, Malasia, Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia). Esta recesión dará paso a un crecimiento del 4,8% en 2021 y del 3,8% en 2022. Sin embargo, la auténtica clave del momento de los emergentes no es la recuperación en sí, sino lo desigual que va a ser. Esta asimetría va a comportar economías emergentes ganadoras y otras perdedoras, y, entre estas últimas, un grupo de países que, además de perder pie en materia de crecimiento, van a ver sus desequilibrios macroeconómicos tensionados», concluye el documento en su repaso geográfico.
Según un estudio elaborado por Bloomberg Economics sobre la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, el PIB mundial aumentaría en 20 billones de dólares en 2050 si se eliminase la brecha en años de escolaridad y participación en la fuerza laboral entre ambos género de un mismo país. El documento releva que incluso en los países donde hay mayor igualad de género cerrar esta brecha sería positivo y tendría un impacto de unos 17 billones de dólares más en el PIB en 2050.
La firma ha puesto el foco en los países donde la diferencia es mayor, como en India, Pakistán, Egipto, Turquía y Nigeria, que representan los países con mayores barreras para la participación de las mujeres en la economía y las mayores ganancias potenciales de romperse dichas barreras. Por ejemplo, para la India, el aumento del PIB en 2050 estaría por encima del 30%, señala Adriana Dupita, economista de Bloomberg Economics.
«Estas cifras no son previsiones. En muchos países, las barreras a la educación y el empleo de las mujeres están profundamente arraigadas. Por el contrario, son cálculos que demuestran los enormes costes de la discriminación de género y los enormes beneficios si se aborda. Las prioridades políticas varían de un país a otro, pero aumentar el acceso de las mujeres a la educación postsecundaria, brindar servicios de cuidado infantil subsidiados y tener regulaciones para promover y proteger los contratos laborales flexibles ha demostrado ser efectivo para mejorar los resultados educativos y el empleo de las mujeres», destaca Adriana Dupita, economista de Bloomberg Economics.
Empoderar a las mujeres, impulsar el crecimiento
Según destaca Dupita, en los libros de economía, el potencial de crecimiento está determinado por el capital humano (cantidad y calidad de trabajadores), el capital físico (todo, desde las fábricas hasta la red eléctrica) y la productividad (como lo están haciendo los países más avanzados en términos de “armar el rompecabezas”). «Las barreras a la educación y la participación de las mujeres en la fuerza laboral reducen el capital humano y, por lo tanto, pesan sobre el potencial de crecimiento», matiza.
En este sentido, ¿qué tan grandes son las barreras?Existen grandes variaciones entre países, pero en conjunto, las cifras son «alarmantes», considera la experta. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2020, solo el 58,4% de las mujeres entre 25 y 64 años participaron en la fuerza laboral frente a más del 90% de los hombres del mismo grupo de edad. En Oriente Medio y África del Norte, la brecha es aún mayor.
Un observación clave es que la disparidad en educación es menos pronunciada. De hecho, en los países de la OCDE, las mujeres tienen un nivel de educación ligeramente superior al de los hombres. Sin embargo, en los países en desarrollo, el promedio de años de escolaridad de las mujeres es más bajo que el de los hombres, lo que indica que hay margen de mejora.
Tres escenarios de fuerza laboral para 2050
Reducir o eliminar las diferencias en las áreas de empleo y educación tendrá importantes beneficios. De cara a 2050, Dupita plantea tres escenarios. En primer lugar, el caso base. Para Bloomberg Economics, «si se mantiene la tendencia actual de participación en la fuerza laboral y los niveles de educación de las mujeres, la participación del grupo en el rango entre 25 y 64 debe llegar al 56,4% en 2050; un descenso desde el 58,4% en 2020″. En este escenario, las tendencias demográficas y estructurales son coherentes con la actualidad. «El promedio de años de escolaridad aumentaría a 12,4 años en 2050 desde 10,5 años en 2020. En este escenario, el crecimiento global sería de 2,8% anual, en promedio«, añaden.
En el segundo escenario, los países en desarrollo deberían igualar a los países líderes regionales de tal forma que la participación de las mujeres entre 25 y 64 años en la fuerza laboral alcanzaría el 75%, y la escolaridad promedio sería de 13 años para 2050. En este caso, se produciría un crecimiento global de alrededor del 3%, unos 17 billones de dólares sumados al PIB de 2050. «Los mayores ganadores serían Nigeria y Turquía, cuyas proyecciones de PIB en 2050 estarían un 18% y un 15% por encima de la línea de base, respectivamente«, afirma la economista.
Finalmente, el escenario más ambicioso, la coincidencia total entre hombres y mujeres. En este caso, la participación aumentaría al 88% y la escolaridad sería de más de 12 años para 2050; lo que elevaría la tasa de crecimiento al 3,1% en promedio y sumaría 20 billones al PIB de 2050. India y Pakistán serían los más beneficios, con unas proyecciones de PIB de un 30% y 19% más, respectivamente.
Soluciones de política
Desde Bloomberg señalan que estos datos no representan proyecciones de fututo sino que muestran un análisis como «ejercicio sobre el coste de la discriminación«. Ahora bien, ¿de qué manera se puede trabajar para intentar alcanzar esta mayor igualdad de género? El índice de igualdad en el lugar de trabajo de la mujer ofrece una medida del progreso entre países hasta la fecha. Un breve vistazo a los datos revela una gama considerable de oportunidades de mejora:
En el 10% de los países, no hay educación primaria gratuita y obligatoria. En el 27%, no hay servicios públicos de cuidado infantil. En ambos casos, la responsabilidad del cuidado de los niños es generalmente de las mujeres, lo que limita las opciones de empleo.
En el 60% de los países, no existe una ley que obligue a la igualdad de remuneración, lo que pesa sobre el potencial de ingresos de las mujeres y reduce el incentivo para ingresar a la fuerza laboral.
En el 65% de los países, no existen políticas, o son inadecuadas, para impulsar el acceso de las mujeres al crédito, lo que crea una barrera para el espíritu empresarial.
Así, aunque las prioridades políticas varían de un país a otro, aumentar el acceso de las mujeres a la educación postsecundaria, brindar servicios de cuidado infantil subsidiados, crear leyes para la igualdad de género en el trabajo, promover contratos laborales flexibles y, en los países en desarrollo, subsidiar la compra de electrodomésticos que faciliten el trabajo manual, como lavadoras; contribuirían favorablemente a la inclusión de las mujeres en el mercado laboral.
La experta concluye con un punto fundamental: el análisis presentado se ocupa únicamente del lado de la oferta de la economía. «Para que el PIB aumente, no es suficiente que las mujeres tengan más educación y oportunidades de participar en la fuerza laboral, también debe haber una demanda de más trabajadores. Si esto no sucede, tal vez porque los avances en la automatización eliminan puestos de trabajo, el resultado sería más desempleo, no un mayor crecimiento. Esto resalta la importancia de considerar las políticas de igualdad de género junto con una revisión más amplia para que los mercados laborales funcionen», explica.