Reciclaje, agua y agricultura sostenible: tres ideas donde los inversores pueden poner el foco para celebrar el Día de la Tierra
| Por Beatriz Zúñiga | 0 Comentarios
Pachamama, Gaia, Tiamet, Ishtar, Inanna o Ixchel son algunos de los nombres con los que se conoce a la Madre Tierra, que hoy celebra su día. Con el lema “invertir en nuestro planeta”, el Día de la Tierra quiere demostrar el apoyo a la protección del medio ambiente y poner de relieve cómo podemos contribuir a este objetivo, al que también se ha sumado la industria de gestión activos.
Este sector reclama que la forma en que invertimos también tiene un impacto en el medio ambiente y el comportamiento de las empresas y los países sobre el planeta afecta cada vez más a los resultados. Kate Rogers, responsable de Sostenibilidad del Área de Gestión del Patrimonio de Schroders, que incluye Cazenove Capital, lleva mucho tiempo defendiendo la importancia de que los inversores miren más allá de la rentabilidad. En su opinión, afortunadamente las cosas están cambiando y cada vez se comprende más que las empresas pueden ser parte del problema o parte de la solución. Según ella, «los inversores están reconociendo que las empresas no pueden aprovechar el planeta sin recurrir al coste financiero o al riesgo de reputación».
Andrew Howard, responsable global de inversiones sostenibles de Schroders, afirma: «La presión de los grupos de interés y la intervención de los gobiernos están obligando a las empresas a responsabilizarse del impacto medioambiental y social que generan sus acciones. Los costes que antes se externalizaban a la sociedad pasarán a internalizarse en los estados financieros de las empresas”.
Tres ideas para los inversores
En este sentido, el papel de la inversión sostenible toma una posición relevante, que no está para nada reñida con las buenas ideas de inversión. Hace una década la inversión sostenible era considerada un nicho, debido a la idea predominante de que imponer consideraciones éticas daría lugar a menores rentabilidades o limitaría el universo de inversión. Sin embargo, ese debate ya se ha superado y ahora la inversión no se comprende sin ese elemento de sostenibilidad.
La hora de hablar de oportunidades de inversión, Tim Bachmann, gestor del DWS Invest ESG Climate Tech, señala el reciclaje. Según explica, se calcula que la sociedad ha producido un total de unos ocho mil millones de toneladas de plástico desde que comenzó la producción masiva de este material hace unos 65 años y, de esta, sólo una pequeña cantidad se ha reciclado o incinerado.
“Aunque muchas personas intentan frenar esta tendencia con su comportamiento de consumo, desde 2010, la industria ha invertido unos 180.000 millones de dólares en nuevas plantas para producir plásticos, lo que podría suponer un aumento del 40% en los volúmenes de producción durante la próxima década», afirma Bachmann, cuyo fondo de renta variable invierte en empresas que ofrecen productos y servicios para proteger el clima y el medio ambiente.
Según su experiencia, los envases de plástico pueden ser parcialmente sustituidos por alternativas, sin duda. “La industria del papel y el cartón ya se está beneficiando de ello con un aumento de los pedidos, y en Estados Unidos, varias empresas que cotizan en bolsa están trabajando en plásticos biodegradables. Ambas cosas pueden ser oportunidades interesantes para los inversores», explica el gestor.
En su opinión, sin embargo, es mucho más importante desarrollar la infraestructura de reciclaje de la forma más completa posible. “Aquí la necesidad de inversión es muy amplia, de la que podrían beneficiarse, por ejemplo, los proveedores de instalaciones de clasificación o de sistemas de depósito y retorno», dice Bachmann. Calculado de forma conservadora, es necesario invertir un total de 135.000 millones de dólares en todo el mundo para alcanzar una tasa de reciclaje de plásticos del 50%. Un vistazo a uno de los mayores inversores en este ámbito, la Alianza para Acabar con los Residuos de Plástico (AEPW, por sus siglas en inglés), que tiene previsto invertir 1.500 millones de dólares en cinco años, muestra lo poco que se ha conseguido hasta ahora.
La segunda reflexión la propone Álvaro Cabeza, Country Head de UBS AM Iberia: impulsar la agricultura sostenible. Según explica, a la hora de plantear factores de sostenibilidad en las tierras de cultivo, son partidarios de que los agricultores apliquen las mejores prácticas locales, como la siembra directa, la rotación de cultivos y otros métodos.
“En general, la agricultura sostenible es menos productiva que la agricultura tradicional, lo que significa que se obtienen menos unidades de cultivo por hectárea. Desde el punto de vista del inversor, también hay que obtener una prima por el riesgo adicional de pérdida de cosechas al no depender de fertilizantes o insecticidas. En algunos casos, los costes de mano de obra y de producción pueden ser más elevados y repercutir en el consumidor. Pensamos que es muy importante que los líderes tengan en cuenta estas consecuencias imprevistas. Se pueden conseguir beneficios de impacto social invirtiendo en métodos para reducir el coste de los alimentos para todos los consumidores, especialmente en los mercados en desarrollo, como por ejemplo en tecnología”, señala para contextualizar las peculiaridades de este ámbito productivo.
Entonces, ¿cómo aprovechar los beneficios de la agricultura sostenible en las carteras? Cabeza destaca que se sigue observando un interés por esta clase de activos: “La demanda mundial de dietas y proteínas diversificadas sigue aumentando, lo que se corresponde con el crecimiento de la población y un mundo más rico. Esto respalda el aumento de los precios de las cosechas y de los ingresos agrícolas, lo que a su vez apoya el aumento de los alquileres de las tierras agrícolas y del valor de los bienes inmuebles. Además de una rentabilidad ajustada al riesgo positiva a largo plazo, las inversiones en tierras agrícolas ofrecen protección contra la inflación, diversificación y sostenibilidad a las carteras institucionales”.
Por último, Deepshikha Singh, subdirectora de Investigación de Inversiones Sostenibles de La Française, se centra en el agua y destaca que controlar los riesgos derivados del agua es una nueva barrera para los inversores sostenibles. “En la actualidad existe un déficit de información en los principales informes corporativos dirigidos a los inversores y otras partes interesadas sobre los riesgos y oportunidades financieros relacionados con el agua. Este déficit conlleva que los inversores no puedan asignar el capital que podrían destinar efectivamente para promover el cambio”, advierte Singh.
Según su experiencia, hay muchas industrias expuestas a riesgos relacionados con el agua, como la escasez de ésta, a través de sus cadenas de suministro. La gestora indica que la actual escasez mundial de chips semiconductores, agravada por los problemas del agua, está haciendo tambalearse a las industrias del automóvil y la tecnología. Empresas como Sony, Samsung y GMC ya tienen dificultades para cumplir sus objetivos de producción por falta de chips. Se espera que la escasez se prolongue hasta bien entrado el año 2022.
“Como inversores responsables, tenemos que ir más allá de las cifras y asegurarnos de que las empresas se implican en la gestión de la disponibilidad del agua en sus operaciones, en su cadena de suministro y en las comunidades en las que operan. El agua, a diferencia del carbono, es un recurso local: su sostenibilidad depende en gran medida de la sostenibilidad de toda la cuenca hidrográfica”, concluye.
Enfoque y metodología
Para lograr los objetivos que defiende el Día de la Tierra se necesitan nuevos enfoques de análisis de la inversión para identificar, medir y gestionar los impactos de estas presiones cambiantes. Para Gabriel Micheli, gestor de Pictet Global Environmental Opportunities, centrarse en una sola dimensión ambiental, implica el riesgo de problemas en otras dimensiones, por eso la metodología que se aplica para todas estas ideas de inversión merece una mención especial.
En este sentido, defiende que la gestora ha creado una metodología de inversión basada en los Límites Planetarios, desarrollada por el Centro de Resiliencia de Estocolmo. “Es un marco científico que presenta una visión holística de los problemas ambientales, pues reconoce nueve límites que de ser violados ponen en peligro las condiciones fundamentales para la prosperidad humana. Basándonos en esta metodología, llevamos años calculando la huella ambiental en cada una de las más de cien industrias de la economía global”, explica Micheli.
Según el gestor, el usar referencias como la huella de carbono permite hablar un lenguaje común que hace más efectiva la ISR. “De hecho la taxonomía europea que se está implementando la utiliza, pues, además de adaptación y mitigación del cambio climático, contempla cuatro dimensiones que se corresponden con límites planetarios. Tiene el doble enfoque de hacer el bien o mejorar la situación en al menos una de las dimensiones y no hacer daño, es decir mantenerse dentro del resto de límites planetarios”, añade.
Por su parte, Schroders cuenta con SustainEx, una herramienta utilizada por los expertos que mide el coste que las empresas afrontarían si todos sus efectos negativos tuvieran un precio, o en qué medida aumentaría su rentabilidad si sus beneficios sociales tuvieran una recompensa económica. “Las empresas no operan en solitario: se ven afectadas por la sociedad y tienen impactos en ella”, concluye Howard.
Un causa relevante
En opinión de Robeco, la causa por el Día de la Tierra es más relevante que nunca. De hecho, según recuerdan, el Día de la Tierra se instituye en 1970 por el Senador Gaylord Nelson para forzar la legislación ambiental en la agenda nacional de los Estados Unidos. Antes de eso, dicha legislación no existía: era perfectamente legal arrojar desechos químicos en las corrientes de agua o arrojar humo tóxico al aire.
“Ahora, más de cincuenta años después, contamos con una amplia legislación vigente en muchas partes del mundo, pero la causa del Día de la Tierra es más relevante que nunca”, destaca Lucian Peppelenbos, estratega climático de Robeco. Los últimos informes científicos sobre el cambio climático y la biodiversidad se leen como un grito de desesperación. En el lanzamiento de estos informes, el Secretario General de la ONU, António Guterres, habló de un “código rojo para la humanidad”, al tiempo que comentó que nuestros líderes mienten con sus “promesas climáticas incumplidas” y “promesas vacías”.
Según su valoración, nos enfrentamos a una crisis que está impulsando a EE.UU. a reabrir tierras federales para la producción de petróleo, al Reino Unido a reconsiderar el fracking y a la UE a firmar contratos de gas a largo plazo con posibles efectos de bloqueo. A raíz de esto, la UE también ha decidido posponer su agenda legislativa sobre el uso de pesticidas y la restauración de la naturaleza.
“En Robeco siempre decimos que, si bien la dirección del viaje es clara, el camino hacia el cero neto es accidentado y perturbador. Así es como se siente ese viaje lleno de baches. La crisis a la que nos enfrentamos ahora hace que Robeco esté más decidido que nunca a ayudar a impulsar la transición a largo plazo hacia una economía sostenible”, concluye Peppelenbos.