A lo largo de los años, el equipo de Portfolio Construction and Strategy de Janus Henderson Investors ha formulado un modelo de tres cestas: deconstrucción de la cartera, construcción de la cartera e intercambio de conocimiento sobre la cartera. Según explica Damien Comeaux, estratega sénior de carteras, en la cesta de deconstrucción se realiza un análisis institucional que ofrece una comprensión exhaustiva de los factores de riesgo y rentabilidad, de los detractores y de la dinámica de la cartera. Todo ello, para evaluar cómo las características de la cartera y su comportamiento.
En la cesta de construcción de la cartera, se establece un compromiso consultivo personalizado a través de informes trimestrales, semestrales y anuales, así como se mantiene un diálogo constante centrado en la estrategia de las carteras y en los eventos de mercado, realizando rebalanceo y reasignaciones prospectivas para las carteras. Además, en la cesta de intercambio de conocimiento, se fija un marco para medir el rendimiento de una cartera en comparación con sus pares.
Separando el ruido de las señales
2022 está siendo un año complejo para los mercados: el entorno macroeconómico no está claro y la rotación entre los estilos crecimiento y valor continúa. Hay mucha información contradictoria y muchos vientos en contra que hacen que el entorno actual resulte difícil de predecir.
Las inversiones de la curva de rendimientos a 2 y 10 años de los bonos del Tesoro estadounidenses han sido capaces de predecir de forma fiable las recesiones, pero las inversiones en la curva y las recesiones no necesariamente tienen que significar rendimientos negativos en el mercado. En los últimos 40 años, en promedio, han pasado unos 18 meses desde que se ve una inversión en la curva de tipos hasta que la economía ha entrado en recesión. El rendimiento anual promedio desde la inversión de la curva hasta el final de la recesión es del 3%, habiendo periodos en los que se han conseguido rendimientos positivos de dos cifras.
Frecuentemente, se establece una relación entre el aplanamiento de la curva de tipos y la desaceleración del crecimiento económico. Si bien esta relación es cierta, hay un lado positivo en el aplanamiento de la curva y esa oportunidad consiste en poder posicionarse con una menor duración en las carteras. En abril de 2021, el diferencial entre el índice Bloomberg U.S. Aggregate 1-3 Years y el Bloomberg U.S. Aggregate Bond era de -1,2%. Mientras que, en abril de 2022, este diferencial se redujo a la mitad, situándose en el -0,6%.
Otra preocupación que se cierne sobre los mercados es el ciclo de subida de tipos que ha comenzado la Reserva Federal y que acapara todos los titulares. Un ciclo alcista se suele interpretar como una señal negativa para el mercado de renta variable y supone un severo ajuste en las valoraciones de la renta variable growth. Pero si se examina el comportamiento histórico de los rendimientos del índice S&P 500 en los tres meses anteriores, el periodo de subidas y un año después de su inicio, se puede concluir que en promedio los rendimientos fueron positivos, con un 1,5%, un 8,2% y un 16,8% respectivamente.
La narrativa del mercado es negativa. Pero en este tipo de entorno es necesario recordar que, en los últimos 20 años, la mitad de los mejores días del S&P 500 se produjeron durante un ciclo de mercado bajista. Además, el 34% de los mejores días del mercado se ha dado en los primeros meses de un mercado alcista, antes de que se vea una clara tendencia alcista. En el mercado hay mucho miedo y existen motivos para infundir estos temores: inflación, el final de los bajos tipos de interés, la compresión de los diferenciales, el final del dominio de la renta variable estadounidense, unas altas valoraciones, etc. Pero el mayor riesgo potencial es que los inversores reaccionen de forma exagerada a estos temores y se conviertan en su peor enemigo.
El efecto bola de nieve
Según se ha comentado en varias ocasiones, Warren Buffet se interesó por las inversiones desde una edad muy temprana, realizando su primera inversión a los 11 años. Sin embargo, el 99% de su riqueza fue construida después de cumplir los 50 años. Si Warren Buffet hubiera invertido un dólar en el índice S&P en 1940, con tan sólo un 1% de ganancia total realizada, en 1980, a sus 50 años tendría una inversión de 53 dólares. Mientras que, en 2022, su capital habría aumentado a 7.000 dólares. Esto demuestra que el tiempo es el valor más importante a la hora de invertir en el largo plazo.
Otra de las célebres frases de Warren Buffet reza que la diversificación puede preservar la riqueza, pero es la concentración lo que genera riqueza. Sin embargo, en Janus Henderson no están de acuerdo con esta afirmación y señalan que la diversificación será especialmente importante para sobrevivir en un entorno como el actual.
En la gestora determinan tres principios clave para los inversores: el primero, se trata de pasar tiempo invertido en los mercados, no de intentar predecir lo impredecible y hacer timing al mercado. El segundo, no se trata de abandonar el barco, sino de ajustar las velas. Es decir, es mejor introducir sesgos en la cartera que ejecutar operaciones. Y, por último, buscar herramientas dinámicas, como si de una navaja suiza se tratase para conseguir navegar los mercados.
Entre estas tres premisas, Comeaux destaca la necesidad de no hacer timing al mercado. Si un inversor hipotético hubiera invertido 10.000 dólares en el índice S&P 500 entre 1999 y 2021, esa inversión inicial se hubiera convertido en 59.000 dólares de haber permanecido todos los días en el mercado, en 27,000 dólares si se hubiera perdido los mejores 10 días, en 19,000 dólares de haber perdido los mejores 20 días y hubiera incurrido en pérdida de capital si se hubiera perdido los mejores 40 días, con tan sólo 6.900 dólares. Asimismo, es necesario tener en cuenta que los mejores días se dan frecuentemente tras los peores. Así sucedió durante la crisis financiera global de 2008 y durante la crisis de COVID-19 de 2020.
Dos propuestas para el entorno actual
La primera de las propuestas de Janus Henderson es una estrategia de renta fija multisectorial. La renta fija tradicionalmente ha sido percibida como una clase de activo que permitía obtener a los inversores protección frente a las caídas del mercado, proporcionaba un flujo de ingresos estable y no generaba demasiados sobresaltos. Sin embargo, esta visión ha cambiado significativamente en las últimas tres décadas, los tipos de interés han seguido una tendencia bajista y la correlación con la renta variable ha dejado de ser negativa. Del mismo modo, la rentabilidad del índice Bloomberg U.S. Aggregate Bond se ha reducido desde un 9,1% hasta el 2,9%, mientras que su duración ha aumentado de 4 a 7 años.
Con este telón de fondo, una estrategia multisectorial en renta fija se presenta como una solución intermedia. El rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense ha sido relativamente bajo en los últimos años, con un nivel de duración comparativamente elevado. Por ejemplo, a cierre de marzo de 2022, la rentabilidad de la duración del índice Bloomberg Short Treasury fue del 0,64% para una duración de 0,32 años, la del Bloomberg U.S. Treasury fue de 2,42% para una duración de 6,7 años, y las rentabilidades del Bloomberg U.S. Aggregate Bond y del Bloomberg U.S. Corporate Bond fueron del 3,32% y 3,6%, para unas duraciones de 6,45 y 8,15 años. Sin embargo, las estrategias de la categoría renta fija multisectorial logran obtener un rendimiento del 3,4% con una duración de 3,7 años.
En teoría, las carteras de renta fija multisectorial tienen un mayor potencial para proteger el capital frente a potenciales subidas de tipos de interés. Si te tienen en cuenta la duración efectiva y el rendimiento de una cartera de renta fija multisectorial, estos presentan una correlación negativa de -0.48 a cinco años con respecto a los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años, moviéndose a menudo en dirección opuesta, tal y como se requiere en este tipo de entorno.
La segunda propuesta es una cartera de renta variable estadounidense que abarque todo tipo de capitalización. En la bolsa estadounidense se ha establecido recientemente una relación más contenciosa entre el estilo crecimiento y valor. Si bien durante el periodo de confinamiento del COVID-19, los inversores se inclinaron por invertir en acciones de gran capitalización y crecimiento, en los meses posteriores a la vacuna hubo una gran rotación hacia el value y las empresas de pequeña capitalización.
En ese sentido, se podría argumentar que los cambios de liderazgo entre el crecimiento y value van a continuar a futuro, por lo que una cartera de renta variable estadounidense all caps puede ser una buena opción para mantenerse en una posición neutra y con una combinación saludable por tipo de capitalización.