Hace un mes que China levantó el confinamiento sobre Shanghái, dando un respiro a los 25 millones de habitantes de esta megalópolis y a las cadenas de suministro de medio mundo. Según apuntan los analistas de Bank of America, “los recientes cierres en las principales ciudades de China han alimentado la preocupación de que se agraven los problemas de la cadena de suministro mundial y se avive la inflación”.
Pese al fin de los cierres, la entidad advierte de que los riesgos aún no se han disipado. “Dado que no hay señales de salida de la estrategia COVID-cero, las persistentes medidas de control en China probablemente seguirán pesando sobre sus actividades industriales a corto plazo”, señalan. De hecho, las interrupciones de la producción y la debilidad de la demanda en China ya han enviado ondas de choque a sus economías vecinas en el norte de Asia, y es probable que pronto desencadenen un efecto dominó en las cadenas de suministro mundiales.
“Nuestro análisis muestra que el suministro de bienes de consumo tradicionales y de uso intensivo de mano de obra podría verse menos afectado, ya que algunos pedidos de exportación comienzan a desplazarse de China a otros países de mercados emergentes, como hacia Asia sudoriental, en medio de la reapertura económica en el extranjero. Sin embargo, las cadenas de suministro mundiales de productos automotrices, electrónicos y eléctricos serían más vulnerables a cualquier interrupción duradera del COVID en China”, añaden desde Bank of America.
Desde el punto de vista económico, es probable que los confinamientos repercutan en el crecimiento del PIB del segundo trimestre, aunque su economía ya busca recuperarse. En opinión de Christoph Siepmann, economista senior de Generali Investments Partners, el crecimiento de la producción ya ha pasado a ser ligeramente positivo, mientras que el consumo va a la zaga. «China apoyará el crecimiento con una serie de medidas políticas. Las iniciativas de política fiscal conocidas ascienden a cerca del 1,7% del PIB. Las inversiones en infraestructuras desempeñarán un papel importante y los gobiernos locales ya han aumentado su emisión de bonos. El todavía maltrecho sector inmobiliario recibió cierta ayuda del PBoC; y es probable que se adopten más medidas monetarias. En conjunto, vemos que el crecimiento alcanzará el 3,5% este año, muy por debajo del objetivo oficial del 5,5%», indica Siepmann.
En opinión de China de Virginie Maisonneuve, directora global de Inversiones de Renta Variable de Allianz GI, y William Russell, jefe de Producto Especialistas en renta variable en Asia Pacífico de Allianz GI, «la trayectoria de crecimiento a largo plazo de China se ha visto descarrilada por varios factores en los últimos meses, pero la respuesta del gobierno y el impulso económico del país deberían ayudar a encontrar una forma de superar estos contratiempos”.
La receta de China
China sigue centrada en solucionar sus propios problemas, empezando por recuperar su ritmo de crecimiento, que este año no alcanzará el objetivo del 5,5%. En este sentido, los confinamientos han debilitado su economía. “Las perspectivas económicas se han hundido, como pasa con los confinamientos en todas partes, y los consumidores están en hibernación forzada. El PMI del sector servicios chino registró una lectura inferior a 40, indicativa de una ralentización económica, lo que deparó una desincronización de su economía y política monetaria interna de la del resto del mundo”, explica Colin Graham, estratega de multiactivos en Robeco.
En este contexto, mientras que otros bancos centrales han subido los tipos de interés y endurecido las condiciones financieras, el Banco Popular de China (PBoC) ha bajado tipos y flexibilizado las reservas obligatorias. También se ha recurrido a estímulos fiscales: el gobierno chino anunció recientemente planes para aumentar el gasto en infraestructura en 45.000 millones de dólares, conceder al sector de aerolíneas ayudas por 52.000 millones de dólares, y aprobar bonificaciones fiscales para la clase media por valor de 20.000 millones de dólares.
Según Graham, “las bonificaciones fiscales parecen llegar en el momento correcto del ciclo para reactivar el crecimiento, al contrario que en EE.UU., donde el gobierno ha inyectado dinero en una economía ya recalentada. Aunque utilizar medidas de estímulo ya empleadas sufre la ley de los rendimientos decrecientes, el paquete de medidas reactivará la economía al levantarse los confinamientos. A corto plazo, la economía se impondrá a la ideología, y es probable que el primer ministro y el vice primer ministro abandonen sus cargos en el 20º Congreso del Partido, lo que permitirá a sus líderes distanciarse de las dudosas decisiones políticas relativas al Covid recientes.”
Por su parte, Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma de inversión en multiactivos eToro, añade: “El último plan quinquenal se centra en la mejora de la autosuficiencia, la prosperidad común y la protección del medio ambiente, todos ellos potentes motores de inversión. Esto tiene implicaciones globales”.
Oportunidades de inversión
Todo este contexto no ha asfixiado el atractivo de China para los inversores. Por ejemplo, en opinión de Laidler, los mercados de renta variable de China han vuelto a tener un rendimiento inferior este año, lo que está generando una oportunidad. “Las bajas valoraciones y los mercados presionados de principios de año no han sido suficientes para compensar el renovado bloqueo del COVID-19 al consumidor y a las cadenas de suministro, y la lenta respuesta de la política fiscal y monetaria”, señala.
Para Graham, China sigue siendo una oportunidad de inversión, sobre todo porque la demanda de materias primas es todavía clave para mantener la condición de fábrica del mundo del país. “Para nosotros, se puede seguir invirtiendo en China, ya sea por medio de beneficiarios de la demanda de materiales y materias primas, como Latinoamérica o Asia, o directamente en empresas chinas. Desde nuestra ventajosa posición podemos ver que estos beneficiarios descuentan un panorama mucho mejor para la economía china; de hecho, las fábricas han seguido trabajando durante los confinamientos”, afirma.
Además, destaca que los consumidores saldrán del bache con “ganas de gastar atrasadas”, lo en su opinión servirá para que las acciones de consumo e internet centradas en el mercado interno se recuperen de unos niveles de valoración históricamente bajos. “El ciclo económico está a grandes rasgos desincronizado, por lo que la reapertura en China debería suponer un balón de oxígeno para el crecimiento global, además de aflorar valor en activos impopulares que descuentan unas perspectivas demasiado pesimistas.”
Según Diogo Gomes, senior CRM de UBS AM Iberia, los objetivos a largo plazo de Pekín ilustran cómo el modelo chino de crecimiento está evolucionando, pasando adoptando un enfoque de calidad frente a cantidad, haciendo la transición a una economía más doméstica y orientada a los servicios, cambiando las prioridades para equilibrar el crecimiento y la sostenibilidad, abordando la igualdad social y la seguridad.
“Por tanto, creemos que la mayor atención prestada a la automatización y la digitalización, la asistencia sanitaria, los seguros de vida y la gestión de activos, el desapalancamiento y el fortalecimiento de los balances, así como el avance hacia la energía verde y un medio ambiente más limpio, son algunas de las tendencias a largo plazo que hacen atractiva la inversión en China”, afirma Gomes.
A estas tendencias, Gomes añade claramente dos sectores más: “Algunas de las oportunidades de renta variable a largo plazo más interesantes se encuentran en el sector sanitario, ya que creemos que el gasto sanitario chino seguirá creciendo a dos dígitos. Y, en el sector financiero, existe un gran potencial en el segmento de los seguros y los servicios de gestión de patrimonios, ya que el país continúa su transición de décadas al establecimiento de una nueva clase media con mayor poder adquisitivo”.
Visión a largo plazo
Según recuerdan los expertos de Allianz GI, en lo que va del siglo XXI, la renta variable china ha superado a sus equivalentes europeos. “Los rendimientos de las acciones chinas han sido aproximadamente el doble que los de sus homólogas europeas desde el año 2000. Pero los inversores deben aceptar que en China, los mayores rendimientos vienen acompañados de una mayor volatilidad, como lo que hemos visto durante gran parte del último año. Está claro que la tormenta perfecta de China pesó sobre los mercados del país a finales de 2021, y ha seguido repercutiendo en 2022. Pero el gobierno chino ya ha sido claro en su respuesta, y esperamos una mayor flexibilización de las políticas en los próximos meses”, señalan.
Históricamente, los periodos extremos de volatilidad en los mercados de renta variable de China han presentado algunas oportunidades de compra a largo plazo. En opinión de Maisonneuve y Russell, muchos valores parecen haber vuelto a niveles de valoración que ofrecen un buen potencial de riesgo/recompensa a largo plazo. “El camino de China para convertirse en la mayor economía del mundo sigue intacto. De cara al resto del año y más allá, las historias individuales de las empresas que están impulsando un crecimiento más amplio deberían presentar oportunidades para aquellos inversores con la experiencia local y el conocimiento sobre el terreno para identificarlas”, reconocen.
Por último, según Robert Horrocks, CIO de Matthews Asia, a pesar de los vientos en contra a los que se enfrenta China en la actualidad -geopolíticos, relacionados con el COVID-19 o de otro tipo-, China sigue siendo una economía bien gestionada que cuenta con empresas de calidad que, en su opinión, ofrecerán crecimiento en todos los ciclos del mercado. “Incluso cuando el impulso económico de China se modere, las empresas bien gestionadas seguirán teniendo oportunidades de superar a su competencia, ya sea a través de ganancias de cuota de mercado o de una mejor gestión del flujo de caja y del balance”, afirma Horrocks.
Eso sí, el experto reconoce que navegar por el entorno económico y empresarial de China exige un alto nivel de análisis y una selección de valores rigurosas. “Los fundamentos de las empresas marcan la diferencia. Los equipos de gestión sólidos, los modelos de negocio resistentes y la capacidad de adaptación al cambio son cualidades clave que pueden amortiguar a las empresas contra la incertidumbre macroeconómica y la volatilidad a corto plazo de cuestiones como la regulación. La historia demuestra que las empresas bien gestionadas pueden adaptarse y prosperar posteriormente, y creemos que las perspectivas macroeconómicas a largo plazo de China ofrecen una plataforma para ello. Excluir o reducir China de una cartera de mercados emergentes puede significar perderse algunas de las mejores empresas mundiales a largo plazo”, concluye.