Los mercados de renta variable de todo el mundo han entrado en territorio bajista. El índice MSCI ACWI ha caído más del 20% en los primeros seis meses del año. Muchos inversores piensan ya en la posibilidad de una recesión y en un futuro entorno complicado.
En Capital Group han pedido a varios gestores, cada uno de ellos con una experiencia de inversión de más de 30 años, que cuenten qué lecciones han aprendido en periodos previos de caída de los mercados y cómo las aplican en el entorno actual. El 31% de los gestores de la firma cuenta con más de 30 años de experiencia de inversión, y el 84% cuenta con 20 años o más.
Evitar las compañías que destacaron en el ciclo anterior, por Lisa Thompson
La experiencia me ha enseñado que los ciclos de mercado son largos. Creo que la pandemia marcó el final del ciclo posterior a la crisis financiera mundial, dominado por el desapalancamiento, los problemas de demanda y la expansión de la globalización. Estas condiciones llevaron a una orientación más expansiva de la política monetaria y fiscal, a un coste de capital reducido y a la inflación de las cotizaciones.
Hoy nos encontramos en el principio de un nuevo ciclo, uno que, en mi opinión, estará marcado por la desglobalización, la reducción de la oferta de mano de obra y la descarbonización, condiciones que llevarán a un cambio de la inflación de los precios de los activos a la inflación de los bienes. Los márgenes de beneficios y las compañías con valoraciones elevadas se enfrentarán a una presión continua. Creo que la inflación va a continuar subiendo durante este periodo, así que mi intención es evitar muchas de las compañías de rápido crecimiento, fundamentalmente estadounidenses, que destacaron en el ciclo anterior.
Los cambios de ciclo traen consigo cambios de liderazgo en los mercados. Así, en el entorno actual de subidas de tipos de interés, busco oportunidades de inversión en compañías con precios más bajos que generen un sólido flujo de caja. Yo lo llamo la «venganza de los raritos». Trato de evitar aquellas empresas que han sido más «populares» en los últimos diez años, como las compañías tecnológicas y de medios de comunicación, y busco oportunidades entre aquellas otras a las que nadie hacía caso, pertenecientes a sectores afectados por el reducido coste del capital, una asignación del capital poco acertada y una normativa desfavorable. Entre los ejemplos podemos encontrar compañías de telecomunicaciones en mercados como el europeo, el mexicano y el japonés.
Separar el grano de la paja, por Don O’Neal
En primer lugar, es importante reconocer que las cosas han cambiado. Lo que nos funcionaba en el proceso de selección de títulos ya no lo hace, y probablemente no lo hará en varios años. La inversión en las mejores compañías con las mejores trayectorias de crecimiento ha sido un buen enfoque en los últimos diez años.
De cara al futuro, lo más probable es que resulte más complicado generar una buena rentabilidad y que cambien los factores que la impulsan. Por ejemplo, ya no es posible mantener la inversión en las compañías de más rápido crecimiento sin tener en cuenta los beneficios. Creo que estamos ante el regreso de los fundamentales.
Los fundamentales de las compañías que han registrado las caídas más acusadas habían quedado por debajo de las expectativas, mientras que aquellas empresas que mantuvieron unos fundamentales sólidos lograron resistir mejor a las caídas.
Creo que es el momento de hacer borrón y cuenta nueva, centrarse en los fundamentales y concentrar la cartera de inversión. De desechar sin miramientos a aquellas compañías que nos generen dudas e invertir únicamente en nuestras mayores convicciones. Podría tratarse de compañías de crecimiento de los sectores de semiconductores, servicios en la nube o búsquedas, por ejemplo. Pero también podríamos estar hablando de empresas más orientadas hacia el valor, como las compañías de los sectores de defensa, seguros o energía.
Enfocar la inversión en compañías dominantes, por Jody Jonsson
Algo de lo que me he dado cuenta a lo largo de mi trayectoria profesional es que, cuando se produce un cambio de régimen en el mercado, las compañías que ocupaban el liderazgo en el ciclo anterior pueden tardar mucho en recuperarse. Esta pérdida de liderazgo podría durar mucho más de lo que se podría pensar.
Durante el periodo de finales de la década de 1990 y principios de 2000, algunas de las grandes tecnológicas cayeron un 80% o más, y se mantuvieron en ese nivel entre cinco y diez años. Y eso las que lograron sobrevivir, porque otras desaparecieron. Las tecnológicas tardaron casi diez años en recuperar el liderazgo del mercado. Lo mismo ocurrió con las compañías financieras tras la crisis de 2008: perdieron el favor de los inversores durante otros diez años. En periodos así, hay que pensar que lo que ha cambiado no ha sido únicamente la valoración de estas compañías. Normalmente primero se corrige la valoración y luego los fundamentales.
¿Cómo me planteo entonces la inversión en el entorno actual? En mi opinión, no estamos ante una tormenta pasajera, sino ante un verdadero «cambio climático» en los mercados. Debemos evitar quedarnos anclados en las tasas de crecimiento, los márgenes de beneficios o las cotizaciones que se registraban en el pasado. Dada la gran incertidumbre que ofrece el entorno actual, invierto fundamentalmente en compañías consolidadas y dominantes en sus respectivos sectores, que generan sólidos flujos de caja, cuentan con fuertes ventajas competitivas y pueden financiar su propio crecimiento. Por otro lado, invierto de forma más moderada en aquellas otras empresas más volátiles que ofrecen un mayor riesgo y una mayor rentabilidad, ya que, en un entorno de subida de tipos de interés, los inversores tienden a mostrarse menos indulgentes con las valoraciones de las compañías más especulativas.
Trato de invertir en compañías con valoraciones razonables y justificadas según los flujos de caja y los beneficios a corto plazo. Entre ellas, por ejemplo, se incluyen algunos proveedores de servicios sanitarios o fabricantes de dispositivos del sector sanitario, o compañías financieras no bancarias, como aseguradoras y operadores de mercados, que pueden verse favorecidas por la subida de los tipos de interés y el aumento de los volúmenes de negociación y no son excesivamente sensibles a la evolución de la economía.
Los mercados bajistas pueden ser un buen aliado para los inversores, por Steve Watson
A lo largo de mi trayectoria profesional me he enfrentado a 21 crisis de mercado, entre ellas el colapso de la Unión Soviética, el estallido de la burbuja tecnológica, la crisis financiera mundial y, ahora, el COVID-19. Me refiero a todas ellas solo para poner de manifiesto el hecho de que las perturbaciones del mercado son una realidad para los inversores. Es solo cuestión de tiempo que el tren acabe descarrilando. Según mi lista, hemos de enfrentarnos a alguna de estas circunstancias cada dieciocho meses, aproximadamente.
Siempre he pensado que el mercado fluctúa entre el entusiasmo excesivo y el pesimismo extremo. Un inversor con un grado razonable de objetividad puede obtener buenos resultados vendiendo en el primer caso y comprando en el segundo. Este enfoque suele ocasionar ciertos problemas, y tiende a ofrecer mejores resultados en las primeras etapas de los mercados alcistas, cuando el pesimismo da paso al optimismo. Warren Buffett lo definió mejor: «Hay que ser temeroso cuando los demás son codiciosos y codicioso cuando los demás son temerosos». Dicho de otro modo: los mercados bajistas pueden ser un buen aliado para los inversores, siempre que estos mantengan la calma, sean pacientes y se enfoquen en el largo plazo.
Me gusta invertir en una compañía cuando los precios son bajos y no cuenta con el favor de los inversores, pero también me gusta mantener la inversión durante el tiempo suficiente como para que el mercado refleje lo que, en mi opinión, es el verdadero valor de la compañía en cuestión. A pesar de mi preferencia por las compañías de valor, sigo confiando en la gran capacidad de resistencia del sector tecnológico. El momento de entrada en la compañía es importante para mí, por lo que trataré de invertir en ciertas compañías tecnológicas cuando su cotización esté a la baja.
Además, llevo bastante tiempo prestando especial interés a los dividendos como el principal mecanismo que utiliza una compañía para transferir valor a sus inversores. En mi opinión, el potencial de las compañías que reparten dividendos para ofrecer una estabilidad relativa en periodos de inestabilidad de los mercados es hoy más importante que nunca. Y, de hecho, sigo invirtiendo en compañías con un gran volumen de dividendos, así como en empresas con dividendos en crecimiento.