La situación social en EE.UU. hace que la reacción del mercado pueda ser lo menos impredecible
| Por Marcelo Soba | 0 Comentarios

Este miércoles el presidente electo de EE.UU., Joe Biden, asumirá el cargo y sucederá a Donald Trump luego de agitadas semanas que incluyeron el ataque al Capitolio. El acto contará con la presencia de 20.000 efectivos entre ejército y la policía que desde hace días pernoctan en Washington DC.
Lo que pueda pasar en la capital estadounidense tiene en vilo a diferentes actores de la política, economía y por supuesto a la misma sociedad de la potencia norteamericana. Una situación como la que sucedió el pasado 6 de enero, u otra aún más violenta podría traer reacciones adversas, tanto a la economía como a la industria financiera. No obstante, los mercados esperan con cautela sobre lo que pueda pasar este miércoles.
Este martes, las bolsas experimentaron ayer una sesión de consolidación, gracias a la reducida jornada en los mercados estadounidenses, debido al feriado en EE.UU. por el día de Martin Luther King, dice el análisis de Edoardo Fusco, analista de mercado de la plataforma de inversión en multiactivos eToro. Los volúmenes fueron muy bajos, con las bolsas europeas mostrando una debilidad inicial, para después irse al terreno positivo por la tarde.
Por otro lado, el panorama más tranquilizador de la investidura de Biden “sirvió de catalizador positivo en los mercados asiáticos, con el índice MSCI Asia ex Japón cerrando con subidas del 1,32%, junto con otros índices de la región comportándose en esa misma sintonía”, dice el informe de eToro.
PIMCO, por su parte, prevé ahora más crecimiento en EE.UU. y un nuevo plan de estímulo de al menos un billón de dólares, pudiendo llegar a casi dos billones.
Según la compañía, la división del Senado en un 50-50, que ganará la mayoría simple con el voto de la vicepresidenta Kamala Harris, podría implicar más gasto para las medidas de alivio ante la pandemia, en el corto plazo, con un enfoque a largo plazo en la «reconstrucción económica», lo que ha sido un mensaje central de la campaña del Biden.
Este paquete podría incluir un proyecto de ley de infraestructura, salud y otras prioridades no económicas como un proyecto de ley de derechos de voto. Sin embargo, a medida que pasamos de la retórica de la campaña a las realidades de la puesta en marcha de medidas políticas, los inversores deben prepararse para el invariablemente accidentado y lento proceso de aprobación de una legislación integral, especialmente con un Senado tan polarizado.
Por otro lado, PIMCO cree que con el control de Washington en 2021, los demócratas probablemente se centrarán en cuatro prioridades fiscales:
1- Una ronda adicional de estímulos económicos para paliar el COVID-19 será probablemente la primera prioridad de la administración Biden, con una fecha límite de mediados de marzo cuando muchas de las disposiciones del proyecto de ley aprobado en diciembre por 900.000 millones de dólares (aproximadamente el 4% del PIB de EE.UU.) expiren. Nadie sabe con seguridad cómo de grande será la ley que se promulgará, pero dada la trayectoria del virus y el desigual despliegue de las vacunas, en la proyección de PIMCO la otra ronda de estímulos rondará el billón de dólares.
“En nuestra opinión, el apoyo adicional a los hogares y las pequeñas empresas más afectados por la pandemia (similar al estímulo más reciente) revitalizaría casi inmediatamente la actividad económica, mientras que el apoyo adicional a los gobiernos estatales y locales podría ayudar a evitar el arrastre a largo plazo de los recortes presupuestarios estatales que se produjeron tras la crisis financiera”, dice el informe de PIMCO.
2- Es probable que el lema de la campaña de Biden «Reconstruir mejor» se manifieste como un plan de recuperación económica y creación de empleo centrado en el gasto en infraestructura. Los demócratas prevén una amplia definición de la infraestructura – no sólo carreteras y puentes, sino también una red nacional de banda ancha, energía verde e inversión en escuelas. Sin embargo, un proyecto de ley tan amplio, con sus muchos comités de jurisdicción, requeriría un trabajo significativo – y bipartidista – en el Congreso por lo que la legislación sobre infraestructura será un foco de atención como muy pronto en la segunda mitad de 2021, e incluso entonces, podría tardar más en aprobarse.
“Aunque el diablo estará en los detalles, este tipo de gasto tiene el potencial de tener beneficios económicos más duraderos que la ayuda dirigida, y podría aumentar la productividad (y tal vez la inflación) a largo plazo. El gasto en infraestructura y gastos conexos probablemente oscilaría entre uno y dos billones de dólares (del 4,5% al 9% del PIB), muy probablemente repartido a lo largo de varios años”, dice la compañía.
3 – Los demócratas dieron la vuelta a la Cámara de Representantes en 2018 haciendo campaña sobre la atención sanitaria, y ese mensaje parece haber resonado aún más en 2020 en medio de la pandemia. Como resultado, se buscará apuntalar la Ley de Cuidado de Salud Asequible será una prioridad demócrata importante, con nueva urgencia dado el caso pendiente ante la Corte Suprema y los recientes cambios en la composición del tribunal.
4 – Si bien la campaña de Biden había propuesto casi cuatro billones de dólares en subidas de impuestos para compensar parte del gasto, la realidad de tratar de aumentar los impuestos en un momento en que la economía de EE.UU. todavía se está recuperando de una fuerte recesión significa que los cambios fiscales serán probablemente más evolutivos que revolucionarios.
Elevar la tasa del impuesto corporativo al 28% como Biden ha propuesto será probablemente difícil dado el Congreso estrechamente dividido; en cambio, creemos que la tasa del impuesto corporativo puede aterrizar en un más modesto 24%-25%.
“Con todo, esperamos que los aumentos de impuestos puedan llegar a un billón de dólares o 1,5 billones de dólares en 10 años, pero incluso si se aprueban en 2021 no es probable que entren en vigor hasta 2022. Los inversionistas que se preguntan si verán cambios rápidos y revolucionarios en la política tributaria provenientes de un Congreso con mayoría demócrata probablemente deberían atenuar estas expectativas”, asevera PIMCO.
Por último, la divisa estadounidense es otra incógnita ante la llegada de los demócratas al poder. Lo más esperable podría ser que tras una década de crecimiento, el dólar se encuentre ante un punto de inflexión. Los tipos de interés en mínimos, el incremento de la deuda pública y un contexto económico confuso provocaron que en 2020 alcanzase su cotización más baja en muchos años”.
Sin embargo, Jens Søndergaard, analista de divisas de Capital Group, se muestra cauto y asegura que este cambio podría tardar algún tiempo en producirse. “Creo que el dólar está sobrevalorado, pero para que se produzca un verdadero mercado bajista necesitamos evidencias de que se está afianzando el crecimiento fuera de Estados Unidos”, aseguró.
A corto plazo esto dependerá en gran medida de cómo se comporte el virus y de la rapidez con la que se autorice y se administre una vacuna en todo el mundo. “En cuanto despegue el crecimiento y nos hayamos recuperado en condiciones de la pandemia, creo que es muy probable que veamos cómo el dólar se debilita todavía más”, añade Søndergaard.
En este contexto, puede que sea un buen momento para que los inversores diversifiquen parte de su exposición en otras divisas. Esto se puede hacer a través de una estrategia de renta fija básica mundial gestionada activamente, o a través de la inversión en clases de activo con cobertura.
Para los inversores que pretendan mejorar la generación de rentas de su cartera, la asignación a deuda de mercados emergentes también puede ser una opción atractiva durante los ciclos de debilidad del dólar. Históricamente, esta clase de activo, incluidas las divisas emergentes, han registrado en general buenos resultados durante los mercados bajistas del dólar.