El estilo value de la inversión en renta variable ha enfrentado severos obstáculos estructurales en la última década. Según NN Investment Partners, su bajo rendimiento secular se debe a varios factores: las herramientas no convencionales utilizadas por los bancos centrales de todo el mundo, la disrupción tecnológica a la que se enfrentan los sectores value tradicionales y el bajo nivel de los tipos de interés y la ausencia de presiones inflacionarias. “Incluso ante estos vientos en contra, las carteras basadas en el valor todavía pueden vencer al mercado adaptándose al mundo cambiante que nos rodea”, asegura.
En un artículo reciente, la entidad insiste en que los gestores de renta variable con un estilo value se han quedado con pocas herramientas para navegar por las turbulencias de la última década. Algunos han optado por seguir con el enfoque tradicional que tuvo éxito antes de 2007 basado en una filosofía buy and hold. “En la mayoría de los casos, esto implicaba esperar a una reversión de la media, al tiempo que se corría el riesgo de mantener las denominadas trampas de valor; es decir, empresas que son baratas por un motivo y que seguirán teniendo un rendimiento inferior al del mercado, ya sea debido a un modelo de negocio fallido o a una gestión deficiente”, señala.
Otros han integrado nuevas herramientas en el proceso de inversión que reducen las detracciones, manteniendo al mismo tiempo carteras «fieles al estilo» con características value clave. Esta es la opción elegida por NN IP a la hora de gestionar sus estrategias Euro High Dividend y European High Dividend y, a su juicio, los resultados “hablan por sí mismos”: A lo largo del tiempo, han tenido un rendimiento superior en términos relativos, incluso con los contratiempos significativos que afronta el estilo de inversión value.
“Esto demuestra que, al adoptar un enfoque adaptable, los inversores en estrategias de valor aún pueden vencer al mercado”, destaca. Para lograr este rendimiento superior frente a sus pares y al mercado en general, la gestora ha integrado tres pilares clave de adaptabilidad en su proceso.
1. Adaptarse a sus propios sesgos
Todo gestor tiene sesgos de comportamiento, lo que no es un problema siempre que sea consciente de ellos y los compense adecuadamente. Al analizar más de 10 años de historia en la comercialización de carteras, NN IP identificó los sesgos de comportamiento que afectaban negativamente al rendimiento, así como las áreas en las que trabajaban a su favor. “Por ejemplo, el proceso de reequilibrar nuestras asignaciones hacia los objetivos de ponderaciones ha sido una fuente sustancial de alpha positivo a lo largo del tiempo. Por otra parte, mantener los que no tienen un buen rendimiento y ser demasiado reacios a las pérdidas ha generado alpha negativo”, revela.
Tras tomar conciencia de estos sesgos, revisó sistemáticamente la lista de posibles trampas de valor en sus carteras, y luego actuó para reducirlas. Esto creó un alpha positivo significativo durante el período de volatilidad del mercado causado por la crisis del COVID-19.
2. Gestionar el riesgo macroeconómico
“Todos los gestores de cartera conocen el nivel absoluto de riesgo de su cartera. Algunos, sin embargo, no son conscientes de cómo los elementos subyacentes contribuyen a este riesgo y, por lo tanto, no lo gestionan activamente”, advierte. Analizando las fuentes de riesgo, evitando los riesgos macroeconómicos potencialmente no deseados y asignando la mayor parte de su presupuesto de riesgo al componente idiosincrásico (específico de las acciones), la gestora logró reducir significativamente la sensibilidad de sus carteras a las perturbaciones externas inesperadas.
Además, asegura que este enfoque no impidió que las estrategias se mantuvieran «fieles al estilo», ya que conservaban su exposición positiva a los factores de valor y dividendos, pero de una manera que controlaba el riesgo macroeconómico.
3. Utilizar factores ESG para impulsar la ratio riesgo/retorno
Los gestores value pueden examinar su universo de inversión para buscar los títulos mejor valorados. Sin embargo, el simple hecho de llevar a cabo una valoración básica aumenta el riesgo de tener trampas de valor. Según NN IP, además de monitorizar la valoración, los gestores de la cartera deben realizar una evaluación cualitativa en profundidad de cada empresa.
“Hemos descubierto que al integrar de manera consistente y rigurosa los factores ESG en nuestro proceso de inversión y reducir activamente la exposición a empresas con altos niveles de riesgo ESG, podemos ofrecer una mejor relación riesgo/retorno que la mayoría de nuestros pares de valor/dividendos”, asevera.
La gestora destaca que su enfoque basado en normas para la exclusión, el compromiso y la votación, combinado con la evaluación cualitativa de los riesgos ESG de una empresa y su posible impacto financiero, reduce el riesgo de retirada de sus estrategias de dividendos europeas y de la zona euro. La supervisión de los riesgos ESG a nivel de cartera (utilizando nuestro propio indicador ESG corporativo) proporciona otra capa de gestión de riesgos que limita los no deseados.
“Estos tres pilares tienen un hilo conductor: al adoptar los cambios que ofrece el entorno de inversión, los gestores de valor pueden reforzar sus rendimientos ajustados al riesgo sin dejar de ser fieles al estilo”, afirma. En lugar de mantener el enfoque Value 1.0 que funcionaba muy bien antes de la gran crisis financiera, pero que desde entonces ha mostrado unos rendimientos ajustados al riesgo muy pobres, NN IP ha adaptado sus procesos a esta nueva realidad. “Al hacerlo, hemos obtenido retornos ajustados al riesgo significativamente mejores que la mayoría de nuestros pares de valor/dividendos. El Value 1.0 está muerto; larga vida al Value 2.0”, sentencia.
Sírvase un buen café porque el día va a ser largo. Los mercados tienen toda la atención puesta en la jornada electoral de Estados Unidos y sus resultados, sin olvidar el impacto que sigue teniendo la pandemia del COVID-19. Hoy será un día donde la incertidumbre es la principal dinámica, pero vayamos por partes.
Durante esta jornada, y pese a las encuestas, ningún analista descarta cualquiera de los cuatro posibles escenarios de estas elecciones: una victoria contundente del Partido Demócrata (ola azul); Biden llegando a la Presidencia pero sin mayorías; una reelección de Trump con un escenario parecido al actual, y por último un resultado impugnado que llevaría a una decisión de la Corte Suprema de Justicia.
Según recuerdan los analistas de BancaMarch, hasta la fecha más de 95 millones de electores han ejercido ya su derecho a voto por correo, y los sondeos han otorgado una ventaja más o menos constante a Biden frente a Trump, aunque en las últimas 24 horas esta ventaja se ha reducido. Así, según el portal RealClearPolitics, la brecha favorece a Biden en 6,5 puntos, pero en algunos de los estados clave como Florida, Carolina del Norte o Pensilvania su liderazgo se reduce a menos de la mitad. Hay otras plataformas como FiveThirtyEight que estiman que el candidato demócrata cuenta con un 90% de probabilidades de hacerse con el triunfo.
“El elevado voto por correo no hace descartar una situación de incertidumbre derivada del recuento en las próximas semanas, si bien similares episodios en el pasado no han provocado grandes movimientos en las bolsas. Seguimos pensando que, sea cual sea el candidato ganador, llegarán nuevos estímulos a la primera economía mundial aunque su cuantía y destino dependerán del candidato ganador y el color político de ambas cámaras, ahora divididas, el Senado en manos republicanas y la Cámara de Representantes demócrata”, sostiene BancaMarch en su análisis diario del mercado.
Según recalcan los expertos del banco privado suizo Julius Baer, el escenario de barrido demócrata sigue siendo el más probable. “Este escenario conlleva el mayor impacto político, trayendo consigo aumentos en los impuestos de las empresas y una nueva regulación. Sin embargo, el aumento del gasto público lo hace tan favorable al crecimiento como el status quo. Es probable que se produzcan serias turbulencias después de las elecciones, sobre todo si la votación es estrecha y no favorece al Presidente Trump”, apunta David A. Meier, economista de Julius Baer.
En este sentido, Mier explica que la incertidumbre podría alargarse hasta bien entrado diciembre e incluso hasta 2021: “Si los recuentos son necesarios, podría ser que hasta el 14 de diciembre ningún candidato consiga 270 votos. Si es así, la 12ª Enmienda incitaría a las delegaciones estatales de la Cámara a elegir un presidente con mayoría absoluta y al Senado a elegir un vicepresidente. Como las delegaciones estatales podrían no entregar una mayoría hasta el 6 de enero de 2021, cuando el Congreso cuente los votos electorales, la 20ª Enmienda instalaría al vicepresidente como presidente temporal. Como un Senado dividido podría no elegir un vicepresidente, la Ley de sucesión presidencial convertiría al presidente de la Cámara en el presidente provisional. No obstante, abróchense los cinturones de seguridad en caso de turbulencias graves, sobre todo si la votación es estrecha y no favorece al Presidente Trump”.
Mismo análisis comparte Paresh Upadhyaya, director de estrategia de divisas y gestor de carteras estadounidenses de Amundi: “Los riesgos del mercado podrían continuar en los días y semanas posteriores a las elecciones debido a la posibilidad de un resultado retrasado. Debido al COVID-19, se han hecho ajustes en el proceso de votación en muchos estados para dar cabida a la votación por correo, la votación anticipada en persona y el recuento de los votos por correo después del 3 de noviembre. Muchos de estos cambios están siendo disputados acaloradamente por ambas partes en los tribunales estatales. Si los resultados se cierran el 3 de noviembre y los resultados estatales terminan en los tribunales, existe un riesgo significativo de que una elección impugnada pueda retrasar el resultado final durante días o semanas”.
El mercado y los inversores piensan en Biden
En opinión de Jack Janasiewicz, estratega jefe y gestor de carteras de Natixis IM, y Garrett Melson, estratega de carteras de Natixis Advisors, lo estamos viendo en el mercado durante estos últimos días es un giro en el sentimiento. “A principios de septiembre, los mercados estaban preocupados por una elección reñida, la falta de avance en el Congreso con respecto al apoyo fiscal para el COVID-19 y la volatilidad general de los mercados hacia finales de año. Los indicadores del sentimiento se estaban debilitando y la narrativa del consenso se inclinaba a la baja y, sin embargo, el mercado recuperó su avance. Dicha narrativa giró cuando la perspectiva de una Oleada azul se convirtió en el escenario más ampliamente aceptado. Los activos de riesgo se recuperaron gracias a este giro en el sentimiento, liderado por una curva de rendimiento más pronunciada y el segmento cíclico. Ahora, los mercados parecen estar reevaluando esta perspectiva y acomodándose en algún punto intermedio”, señalan.
Para Sean Markowicz, CFA, responsable de estrategia, estudios y análisis de Schroders, parte del mercado está descontando una victoria de Biden. “Aunque el mercado de valores puede estar indicando una victoria de Trump, bajo la superficie, está enviando señales mixtas. De hecho, las acciones que se espera que se beneficien con Biden en el poder han subido a medida que su ventaja en las encuestas se ha ampliado. No hay una bala de plata y con los mercados enviando señales diferentes, parece que el resultado puede estar reñido. Pero independientemente de quién gane, los inversores deben ser cautos y no tomar decisiones de inversión basadas únicamente en el resultado de las elecciones presidenciales. En promedio, hay muy poca diferencia en la rentabilidad de las acciones a largo plazo, ya sea con los republicanos o los demócratas en el poder. Los presidentes no operan dentro de un vacío y hay muchos otros factores que pueden influir en los mercados como las valoraciones, los tipos de interés y la inflación, entre otras cosas”, argumenta Markowicz.
Por su parte Chris Iggo, CIO Core Investments de AXA IM, señala que «los inversores parecen estar cómodos con la gran ventaja que Joe Biden tiene en las encuestas», y es queuna victoria para Biden «allanaría el camino para un estímulo fiscal significativo a principios de 2021», señala el experto. Ademçás apunta sobre el impacto en los mercados bursátiles que, tras sufrir rendimientos negativos en septiembre, la bolsa estadounidenses «se ha recuperado este mes, superando la rentabilidad de las acciones europeas» , un fuerte desempeño que «ha sido impulsado por el consenso de un barrido demócrata», además de por «la llegada del estímulo fiscal en 2021, el despliegue de una vacuna a principios del próximo año y la creencia de que la Reserva Federal mantendrá los tipos sin cambios», incluso si hay una inflación más alta.
Con todo este escenario por delante, Olivier de Berranger, director de Gestión de Activos de La Financière de l’Echiquier, advierte de que el mercado puede patinar. “Es el precio a pagar por unos giros inesperados que dejan sin aliento. Sin embargo, todas las noticias no son en absoluto negativas, especialmente en Estados Unidos. La temporada de publicación de resultados correspondientes al tercer trimestre ha comenzado bien. La mayoría de las empresas ha superado el consenso, que también se ha vuelto más optimista en las últimas semanas en un horizonte de un año”, sostiene.
La Comisión Europea ha lanzado una consulta pública para lograr un funcionamiento más eficaz y eficiente del mercado de los fondos de inversión alternativa (FIA) de la Unión Europea, como parte de un sistema financiero estable, porque considera que hay una serie de áreas en las que se podría mejorar el marco jurídico.
Según indican desde finReg360, esta consulta tiene su origen en el informe del 10 de junio de este año de la Comisión Europea al Parlamento Europeo y al Consejo sobre el alcance y la aplicación de la AIFMD y que identificó ciertas áreas de mejora de la directiva. La consulta, que se inició el pasado 22 de octubre, permanecerá abierta hasta el 29 de enero de 2021. “Fruto de esta consulta, la Comisión podría decidir modificar asimismo las normas sobre organismos de inversión colectiva en valores mobiliarios (OICVM o, por sus siglas en inglés, UCITS)”, matizan desde la consultora.
Actualmente, los gestores de fondos de inversión alternativa (GFIA) se rigen por la normativa que se aprobó en junio de 2011. Ésta tiene como objetivo facilitar una mayor integración del mercado de fondos alternativos y mejorar la coherencia de las medidas adoptadas por las autoridades supervisoras, para así proteger a los inversores y facilitar la supervisión de los riesgos para la estabilidad financiera. Hoy por hoy, los gestores de fondos de inversión alternativa deben obtener una licencia específica para desarrollar su actividad y cumplir los requisitos recogidos en la AIFMD y su normativa de desarrollo.
Desde la consultora finReg360 señalan que la consulta pública se divide en siete sección que aborda las áreas identificadas como objetivo de mejora: funcionamiento del marco de la AIFMD y requisitos de autorización; protección del inversor; cuestiones internacionales; estabilidad financiera; sostenibilidad o inversión responsable; tratamiento de los UCITS, y otras cuestiones relativas a los GFIA y el marco de la directiva.
Entre los aspectos más relevantes de esta consulta está la consulta que se hace sobre la igualdad de condiciones. En este sentido se plantea una reflexión sobre la introducción de nuevos servicios que puedan desarrollar los GFIA (por ejemplo, la actividad de negociación por cuenta propia); la necesidad de aclarar ciertos aspectos del régimen de las actividades auxiliares que los GFIA pueden realizar, o la introducción de cambios para asegurar la igualdad de condiciones entre los GFIA y las empresas de servicios de inversión, cuando prestan los mismos servicios.
“La consulta señala que, si la actividad o servicio realizado es el mismo, las reglas aplicables deben ser las mismas para todas las entidades, independientemente de cuál sea la que preste el servicio (empresa de servicios de inversión, entidad de crédito o gestor de UCITS)”, mencionan desde finReg360.
También es relevante la consulta sobre el pasaporte de los GFIA. Según destacan, se ve necesario mejorar el régimen de pasaporte de los GFIA para facilitar la comercialización transfronteriza y el acceso a los inversores. Con este fin, se plantea que accedan al pasaporte los GFIA que estén por debajo del umbral de activos gestionados marcado por la AIFMD. En esta misma línea, se pregunta sobre la definición de un régimen de pasaporte para los depositarios de los FIA.
El tercer aspecto relevante de esta consulta es sobre la clasificación de inversores, obligaciones de transparencia y acceso a los fondos de inversión alternativa por parte de los inversores minoristas. En este sentido, finReg360 explica que la consulta pretende también conocer las opiniones sobre las diferencias de protección entre los inversores minoristas y profesionales y de los requisitos de transparencia frente a ellos. Se plantea: si la clasificación de los inversores debe corresponder a las categorías recogidas en MiFID II; sobre cómo mejorar el acceso a los FIA por los inversores minoristas, y la oportunidad de establecer un tipo de FIA que pudiera ser comercializado a inversores minoristas bajo el pasaporte.
Otros aspectos
Dejando a un lado estos tres aspectos más relevantes, la consulta también quiere reflexionar sobre otros aspectos más técnicos. Uno de ellos es la colocación privada y las reglas de delegación. Sobre ello se solicita la opinión de los interesados sobre tres aspectos: si los regímenes nacionales de colocación privada producen un desequilibrio entre los GFIA de la UE y los de fuera; si el régimen de delegación recogido en la AIFMD es lo suficientemente claro para evitar la creación en la UE de entidades vacías de contenido, y si las reglas de delegación son adecuadas para asegurar la gestión efectiva de riesgos.
Además, la consulta plantea si se deben introducir modificaciones en el régimen de remuneraciones de los GFIA y fijar umbrales mínimos por debajo de los cuales no se puedan producir. Y, a la par, se pregunta sobre la posibilidad de que el reporting se comunique a una autoridad central y la existencia de medidas de cooperación entre las autoridades competentes. “Por otro, se incluyen cuestiones sobre las competencias de las autoridades de supervisión y si la ESMA debe ser la que autorice y supervise todos los GFIA de dentro y fuera de la UE”, matizan desde finRegn360.
Por último, la consulta abre la reflexión en torno al tratamiento de los UCITS. En concreto se plantean determinados aspectos sobre la regulación de los UCITS, como: si sería adecuada una licencia única para los gestores de FIA y UCITS; métricas homogéneas para cálculo del apalancamiento, y las obligaciones de reporting sobre el uso de las herramientas de gestión de la liquidez.
Groupama Asset Management refuerza su departamento de renta variable y convertibles con la incorporación de Stéphane Fraenkel para el cargo de director asociado de gestión de renta variable y convertibles.
Su principal misión será hacerse cargo de la gestión de los fondos Avenir Euro, Avenir Europe y Avenir Small Caps. En este sentido, la gestora destaca que ya ha gestionado varias estrategias de éxito, como el fondo Entrepreneurs, de stock-picking de acciones de small y mid caps, en Flinvest de 2006 a 2015, o el fondo Tocqueville Technology ISR R, premiado en octubre entre los mejores a un año, entre los fondos elegibles en PEA.
Además, destacan que su expertise temática e ISR son “puntos esenciales” para respaldar las fuertes ambiciones de Groupama AM en materia de diversificación de las estrategias de crecimiento (renta variable internacional, fondos temáticos, enfoque ESG) y de multiplicación de franquicias dentro del departamento de gestión de renta variable y convertibles. Fraenkel también será responsable de fortalecer el expertise de la gestora y participar en la eclosión y fichaje de talentos de stock-picking, sobre todo para la gestión de small y mids caps.
“La experiencia de Stéphane Fraenkel en la gestión de renta variable y, en particular, small y mid caps, nos permitirá perpetuar la excelencia de nuestros procesos de gestión en esta clase de activos, un expertise histórico de nuestra casa. Su misión también será la de atraer nuevos talentos para acelerar el desarrollo de estrategias de excelencia. Este fichaje es una oportunidad excepcional para fortalecer la diversificación de estrategias de éxito en Groupama AM”, afirma Mirela Agache Durand, directora general de Groupama AM.
Stéphane Fraenkel procede del sector de excelencia X Télécom. Es graduado por la SFAF y, hasta ahora, ocupaba el cargo de director asociado en Tocqueville Finance, filial de Banque Postale, a la que se incorporó en 2017 para crear un centro de excelencia de gestión de stock picking.
Después de dos debates presidenciales turbulentos y un período previo caótico en medio de una pandemia mundial, las elecciones presidenciales tendrán lugar hoy. Tanto Joe Biden como Donald Trump han pregonado abiertamente sus opiniones -muy diferentes- sobre las posibles soluciones a los desafíos de 2020, con efectos potencialmente muy contrastados para Estados Unidos y su crecimiento futuro. Analizamos de cerca las principales políticas de ambos candidatos presidenciales, su impacto sobre la sostenibilidad, el crecimiento económico y el mercado de renta variable estadounidense.
En cuanto a inversión sostenible, parece que el Gobierno de EE.UU. ha adoptado un enfoque más cauto que en Europa. De hecho, bajo la presidencia de Trump, hemos sido testigos de un impulso general contra las inversiones sostenibles, ya que el presidente estadounidense siempre ha negado el cambio climático, como demostró al sacar a su país del Acuerdo de París.
Por su parte, el Departamento de Trabajo ha intentado limitar la inclusión de fondos ESG en los fondos de pensiones. Quiere hacer hincapié en el interés financiero como principal prioridad y reducir la influencia de cualquier factor externo que pueda perjudicar la rentabilidad de un fondo. Un argumento cuestionable, ya que los fondos ESG en general han demostrado superar a sus competidores (especialmente durante la crisis del COVID-19). El enfoque crítico del Departamento de Trabajo podría terminar por volverse en su contra, ya que actualmente más del 60% de los estadounidenses considera que las empresas deberían incluir criterios de sostenibilidad.
En materia fiscal, el recorte de Trump en el impuesto de sociedades pretendía promover la economía y favorecer el empleo y, en consecuencia, las condiciones de los trabajadores. A corto plazo, esto podría haber sido una medida positiva, que mejorase las condiciones de trabajo y fomentara la gobernanza empresarial. Lamentablemente, los ahorros de esta exención tributaria no han logrado filtrarse hasta abajo. La liberalización ha ayudado a algunos sectores a corto plazo, pero ha sido un tanto electoralista y corta de miras, menos eficaz a largo plazo.
También se suponía que la guerra comercial de Trump contra China beneficiaría a la economía estadounidense, ya que el presidente quería nivelar el terreno de juego. Esto también ha resultado ser más costoso de lo previsto inicialmente (que asciende aproximadamente al 0,5% del PIB de EE.UU.).
Es importante destacar que los criterios ESG y la sostenibilidad nunca han sido componentes clave de la campaña de Trump. En vez de ello, su agenda se centra principalmente en el crecimiento de la economía estadounidense y la creación de empleo. Dos conceptos que, según él, son totalmente incompatibles con la sostenibilidad. En cambio, la presidencia de Obama tuvo un énfasis mucho mayor en la sostenibilidad, priorizando intensamente la reducción de las emisiones de carbono. Biden planea adoptar un enfoque similar.
La mirada sostenible, pero imprecisa, de Biden
Biden tiene un plan electoral claro. Trata de introducir su opinión sobre el acuerdo ecológico de la UE y revolucionar el enfoque de Estados Unidos hacia la sostenibilidad y el medioambiente. Quiere establecer una infraestructura moderna y sostenible, un futuro equitativo y de energía limpia. De hecho, quiere eliminar completamente la dependencia de Estados Unidos de combustibles fósiles para 2050.
Por ejemplo, ha declarado que quiere sustituir o reformar los autobuses escolares estadounidenses (los 500.000 que hay) para volverlos libres de carbono. No obstante, los detalles continúan siendo imprecisos. Biden ha dedicado poco tiempo a preparar los aspectos prácticos o la viabilidad real de este proyecto, y eso tiene un precio. La campaña calcula que una transición sostenible con éxito costaría aproximadamente dos billones de dólares, que es más o menos el 12% del presupuesto estadounidense en los próximos cuatro años.
Está claro que los enfoques de Biden y Trump sobre sostenibilidad, y la economía en su conjunto, son muy diferentes. Sin embargo, las elecciones presidenciales solo muestran una parte del panorama. El Congreso también juega un papel fundamental.
¿Cómo reaccionarán los mercados?
Si Biden se convierte en el próximo presidente de EE.UU. y el Congreso tiene mayoría demócrata, lo primero que veremos es, seguramente, una venta. Los mercados podrían caer en picado a corto plazo debido a posibles aumentos del impuesto de sociedades. Algunos sectores -como el farmacéutico o las grandes tecnológicas- también podrían enfrentarse a una mayor regulación.
Si Trump ganara y el Congreso tuviera mayoría republicana, esto sería muy positivo para los mercados gracias a la desregulación, pero no tanto a largo plazo. Sin embargo, puede que las empresas sigan impulsando la sostenibilidad si tiene sentido y sigue habiendo argumentos a su favor, como en un ejemplo del sector energético: la mayor empresa estadounidense de servicios públicos es la que tiene más energías renovables, lo cual no solo llevará a una mayor rentabilidad, sino que también será el camino más fácil hacia la sostenibilidad.
Por último, los resultados de las elecciones podrían terminar siendo impugnados. Este sería el peor resultado posible, ya que la incertidumbre y el conflicto podrían tener un efecto muy negativo en los mercados, con una gran venta.
A la vista de estos resultados tan dispares y sus posibles implicaciones financieras, los inversores han estado últimamente bastante nerviosos. Como inversores a largo plazo, estamos a favor de una cartera diversificada que se centre en empresas de alta calidad. Nos gustan especialmente las empresas que ofrecen dividendos. Las compañías con una política sólida de crecimiento de dividendos deberían ser capaces de mantener unos rendimientos constantes, incluso en mercados turbulentos. Al margen del sector al que pertenezca, siempre se debe evaluar si el flujo de caja de una empresa se ha invertido correctamente, ya sea como inversión en el crecimiento de la compañía o como pago de dividendos.
Columna de David Bui y Jonathan Graas, gestores de renta variable estadounidense en DPAM
Citi ha presentado su Estrategia de Progreso Sostenible 2025, a cinco años, para contribuir a acelerar la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono. Esta nueva estrategia incluye un objetivo de financiación medioambiental de 250.000 millones de dólares para apoyar soluciones climáticas a nivel mundial.
“Si hemos podido aprender algo de la pandemia del COVID-19 es que nuestra salud y resiliencia tanto física como económica, nuestro entorno y nuestra estabilidad social están inexorablemente vinculados”, asegura Michael Corbat, CEO de Citi. En este sentido, desde la firma aseguran haber tenido siempre los factores sociales, medioambientales y de buena gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en el centro de la respuesta de Citi a esta crisis sanitaria, y cada vez más presentes en las conversaciones con los socios y clientes. “Con nuestro objetivo de 250.000 millones de dólares, queremos ser un banco líder en impulsar la transición a una economía de bajas emisiones de carbono, que prevemos se acelerará a medida que las empresas de todo tipo se orienten hacia un futuro más sostenible”, añade Corbat.
Esta nueva estrategia, en el marco de la política social y medioambiental de la compañía, se centrará en tres áreas clave en los próximos cinco años. Su objetivo de financiación está, además, basado en la anterior meta de la firma, de 100.000 millones de dólares en 2015 y que se completó el año pasado. En concreto:
Transición hacia una estrategia de bajas emisiones de carbono. Citi pretende financiar 250.000 millones de dólares en soluciones de bajas emisiones de carbono, además de los 164.000 millones de dólares que el banco contabilizó para su anterior objetivo de financiación medioambiental entre 2014 y 2019. Este nuevo objetivo incluye la financiación de actividades en materia de energía renovable, tecnología limpia, calidad y conservación del agua, transporte sostenible, edificios ecológicos, eficiencia energética, economía circular y agricultura y uso sostenible de la tierra. Además, desde Citi aseguran que continuarán “desarrollando estructuras de financiación para ampliar el impacto positivo en estas áreas, y respaldando a los clientes de todos los sectores en la transición hacia una estrategia de bajas emisiones de carbono”.
Riesgo climático. “La medición, gestión y reducción del riesgo climático y el impacto de la cartera de clientes de Citi es un aspecto clave de una transición hacia una estrategia de bajas emisiones de carbono”, subrayan desde la firma. En este sentido, y en consonancia con las recomendaciones del Grupo de trabajo sobre Divulgación de información financiera relacionada con el clima (TCFD), Citi se compromete a seguir “probando la resiliencia de sus carteras de préstamos a los riesgos de la transición y los riesgos físicos relacionados con el cambio climático, y a continuar divulgando información de acuerdo con las recomendaciones de los informes de TCFD”. A nivel global, el banco comenzará a medir el impacto climático de sus propias carteras y su potencial alineamiento con escenarios de calentamiento de 1,5 y 2 ºC.Además, Citi también se ha unido a la Alianza para la contabilidad de emisiones de carbono (PCAF), un marco global para que las entidades financieras midan y divulguen las emisiones de las carteras de préstamos y creen una norma global de contabilización del carbono para las entidades financieras.
Operaciones sostenibles. Por otro lado, la nueva estrategia incluye objetivos de la huella operativa de cuarta generación centrados en las emisiones de GEI, la energía, el agua, la reducción de residuos y en soluciones de construcción sostenible. “Desde 2005 hemos reducido 3600 GWh el consumo de energía y evitado 2,4 millones de MTCO2e, lo que equivale a unas emisiones de GEI de más de medio millón de automóviles en carretera durante un año (equivalencia proporcionada por la calculadora de la EPA)”, aseguran desde Citi.
Si bien la ciencia climática exige que las emisiones globales de CO2 se hayan reducido en un 45% en 2030, Citi busca acelerar ese plazo con un objetivo de reducción del 45% de las emisiones de CO2 en 2025. Además, Citi espera ser capaz de abastecerse de electricidad 100% renovable para alimentar las instalaciones a nivel mundial antes de finales de 2020. En abril, Citi recibió la certificación LEED Platino para su sede central de Nueva York.
Además, la entidad figura como uno de los primeros signatarios estadounidenses de los Principios para la banca responsable. En abril de 2019, Citi también publicó su informe Medioambiental, social y de buena gobernanza (ESG), donde se detalla su desempeño en una serie de áreas prioritarias en materia de ESG. Citi también ha sido reconocido recientemente con el segundo puesto en el ranking de los 100 Mejores ciudadanos corporativos de media en base a la transparencia y el desempeño del banco en materia de ESG, por 3BL Media.
“Estamos observando una verdadera integración de la sostenibilidad en nuestros negocios con la formación de más equipos centrados en la sostenibilidad y en objetivos de ESG, y un mayor entusiasmo y defensa en el seno de todo Citi”, asegura Val Smith, director de Sostenibilidad de Citi. Además, Smith destaca que esta nueva estrategia permitirá aunar estos esfuerzos para aumentar el compromiso de la entidad con las finanzas medioambientales. Según Smith, esto permitirá “impulsar nuestro trabajo en el análisis y la divulgación de los riesgos climáticos y continuar con la minimización del impacto de la huella medioambiental de nuestra propia compañía”.
Desde el inicio de la pandemia mundial, Citi ha continuado aumentando sus esfuerzos en materia ESG ante la demanda de los clientes y del mercado. En las últimas semanas, Citi ha publicado su segundo bono verde de referencia, el primer bono COVID-19 en dólares de Asia, actuando como único suscriptor de la Special Purpose Acquisition Company (SPAC) enfocado en ESG. Además, ha mejorado sus políticas de combustibles fósiles, y ha formulado nuevas unidades de negocio globales centradas en la sostenibilidad.
Septiembre fue el mes más complicado para los mercados financieros desde marzo. La renta variable y el crédito registraron rendimientos negativos, mientras que la deuda pública evolucionó de manera solo moderadamente positiva. La falta de buenas noticias y las elevadas valoraciones fueron los principales factores que propiciaron esta evolución, con la deuda pública comportándose adecuadamente, como es de esperar, cuando los activos de riesgo atraviesan dificultades y los datos económicos / de política decepcionan. El flujo de noticias y datos fue muy poco estimulante en vista de las noticias positivas que hemos ido recibiendo desde abril. Entre la ausencia de un paquete de estímulos fiscales en Estados Unidos, una respuesta relativamente apagada al anuncio de la Reserva Federal de una nueva política monetaria y las malas noticias sobre el virus, no había mucho que celebrar.
Afortunadamente, tampoco hay mucho por lo que preocuparse, pero, dado el repunte al que hemos asistido en los precios de los activos (el S&P 500 subió un 8,9% en el tercer trimestre), era de esperar una pausa. Consideramos que la rentabilidad relativa negativa registrada recientemente por el crédito y los mercados emergentes no es más que una consolidación constructiva que puede crear un punto de entrada atractivo para incorporar riesgo. Las buenas noticias ya se han descontado. La volatilidad en los ámbitos normativo, político y de la pandemia ha aumentado, al tiempo que las valoraciones, en general, han repuntado. Dicho esto, los fundamentales siguen favoreciendo una recuperación económica, si bien más lenta con respecto a los trimestres tercero y cuarto. El empleo sigue repuntando, el comercio global y las manufacturas continúan recuperándose con fuerza y el consumo en particular mantiene la solidez, con las ventas minoristas evolucionando por encima de las cotas previas a la COVID-19 en numerosos países desarrollados.
Todo esto sugiere que nuestra posición de riesgo, moderadamente larga, es, en nuestra opinión, la mejor manera de posicionar las carteras entre datos y políticas decepcionantes (cualquier riesgo es demasiado) y las posibles sorpresas al alza en clave de política y la pandemia. Seguimos posicionados para aspirar al beneficio que nos podría brindar un rendimiento relativo positivo de los activos de renta fija de mayor riesgo y que la deuda pública de bajo riesgo tienda a una evolución lateral. Estas posiciones se adaptarán al dinamismo de los fundamentales según tengan que ver con la política monetaria y fiscal, los datos económicos, las novedades sobre las vacunas y, por supuesto, la persistente pandemia.
Aunque seguimos mostrándonos optimistas con respecto a la evolución de la economía y los diferenciales de crédito, persisten los riesgos. El aumento de las tasas de infección y los consiguientes confinamientos, más amplios y más agresivos, podrían fácilmente ralentizar las economías y dar un vuelco a nuestros puntos de vista. No pensamos que esto sea probable, pues todos los gobiernos parecen estar imponiendo confinamientos más selectivos y concretos para abordar la situación local. Mientras los problemas locales no se expandan y las tasas de hospitalización y mortalidad no aumenten demasiado, es de esperar que las economías evolucionen de manera positiva. Las vacunas siguen siendo el eje clave de una solución más amplia para que sectores de la economía como el turismo y el ocio recuperen cierta normalidad, lo cual podría permitir que los ingresos nacionales recuperaran los niveles previos a la COVID-19.
Hasta entonces, las políticas fiscal y monetaria desempeñarán un papel importante. La política fiscal estadounidense, en concreto, sigue siendo clave. La política fiscal debería endurecerse significativamente de manera pasiva el año próximo y se trata de un extremo que debe abordarse. El punto muerto de Washington no parece que vaya a resolverse antes de las elecciones. El crecimiento de los ingresos ha sido sólido y las elevadas tasas de ahorro de los hogares debería amortiguar el golpe siempre que las expectativas de un paquete de estímulos para el año próximo permanezcan intactas.
En caso de que la política fiscal se torne netamente de estímulo el año próximo (teniendo en cuenta el endurecimiento pasivo derivado de que expiren los programas existentes), es de esperar que el crecimiento continúe recuperándose. El aumento de las tasas de ahorro de los hogares en 2020 podría también impulsar el consumo en la medida en que este responda a la satisfacción de la demanda acumulada y los ingresos de los hogares sigan siendo sólidos. La claridad sobre cómo se implementará el nuevo marco de política monetaria de la Reserva Federal es crucial. Una cosa es decir que queremos que la inflación suba, pero ¿en qué medida? ¿Durante cuánto tiempo? El diablo está en los detalles.
La buena noticia es que la evolución de la situación podría traducirse en diferenciales más estrechos para las empresas y los mercados emergentes para finales de año o sin duda en 2021. Con la inflación muy por debajo de los objetivos de los bancos centrales y los riesgos económicos (crecimiento e inflación) todavía orientados a la baja, es probable que los bancos centrales mantengan un enfoque marcadamente acomodaticio en los próximos años. El descenso de la rentabilidad de la deuda pública implica carta blanca para que los gobiernos gasten más si consideran que deben hacerlo. Las compañías han podido reforzar sus balances a precios mínimos en términos históricos. Los datos económicos continúan apuntando una mejora y, en vista de los avances médicos en relación con la COVID-19, hay riesgos al alza y a la baja en torno a la pandemia. Todavía nos inclinamos por pensar que comprar en la parte baja es la estrategia adecuada.
Gráfico 1: Rendimiento de los activos desde el comienzo del año
Gráfico 2: Variaciones mensuales de divisas frente al USD
Gráfico 3: Variaciones mensuales considerables de las rentabilidades a 10 años y los diferenciales
Perspectiva para la renta fija
La corrección de septiembre de la renta variable probablemente se veía desde hacía tiempo. Los diferenciales de crédito, aunque se ampliaron durante el mes, evolucionaron mejor que en el caso de la renta variable y sus correlaciones históricas. Dicho extremo pone de manifiesto la capacidad de la liquidez de impulsar los mercados y la confianza en las capacidades de los responsables de política y su disposición a ofrecer estímulos suficientes para mantener un crecimiento de la economía superior a la tendencia en 2021. No hay duda de que estas creencias se pondrán a prueba en los próximos meses, concretamente, después de que conozcamos quién gana las elecciones en Estados Unidos.
En vista de que las tendencias a medio plazo no han variado, nuestra perspectiva de inversión también permanece en buena parte sin cambios. Mantenemos un cauto optimismo dados los buenos datos económicos (aunque el ritmo de cambio se esté ralentizando) y porque sí creemos que llegarán más estímulos de política monetaria, bien vía aclaración de las repercusiones de la nueva estrategia de política monetaria de la Reserva Federal, bien mediante una expansión cuantitativa mayor. Es de esperar que, en la mayoría de las hipótesis, lleguen nuevas medidas sustanciales de apoyo fiscal tras las elecciones de noviembre.
De hecho, las observaciones del presidente Powell, presidente de la Reserva Federal, a principios de octubre indican que el banco central respalda que se adopten nuevas medidas fiscales, pues considera que los riesgos que implica hacer demasiado poco son mayores que los de la situación contraria. El enorme impacto sectorial, que posiblemente dure largo tiempo, de la pandemia sobre la economía es otro argumento de peso para que se tomen más medidas fiscales. Sin embargo, las valoraciones de la mayoría de los ámbitos de la renta fija ya no se encuentran por debajo de sus niveles razonables, según nuestra estimación, ni siquiera con la corrección de septiembre; esta situación se traduce tan solo en una posición moderadamente larga en activos de renta fija de mayor riesgo.
Persisten considerables riesgos a la baja. El crecimiento económico sigue muy por debajo de su potencial, concretamente, en el sector de servicios. La demanda acumulada se está desvaneciendo, así como el respaldo fiscal. Numerosos países se están enfrentando a tasas de infección de COVID-19 cada vez mayores, tanto en términos localizados como en general, que se traducen en confinamientos y restricciones locales que pesan sobre el crecimiento. No podemos olvidar los riesgos geopolíticos que no se disiparán: las tensiones entre Estados Unidos y China, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, las tensiones entre Rusia y Europa y, por último, pero no por ello menos importante, las elecciones estadounidenses. Al mismo tiempo, prosiguen los avances hacia el desarrollo de posibles vacunas contra la COVID-19, lo cual podría llevar a una resolución más sostenida de la pandemia.
La reacción del mercado al anuncio de la Reserva Federal de una nueva estrategia de política monetaria y un marco objetivo fue, cuando menos, indiferente, en parte, porque no se trataba de nada nuevo. El presidente Powell ya había expuesto esos puntos, en esencia, en su discurso de Jackson Hole. Por tanto, dado que apenas se añadieron detalles en septiembre, el mercado se mostró indiferente. No hay duda de que ha cambiado la postura de la Reserva Federal sobre el modo en que variará los tipos de interés en respuesta al dinamismo de la situación económica (por ejemplo, el crecimiento, el desempleo y la inflación). Sin embargo, la pregunta es: ¿en qué medida? ¿Será un cambio moderado? ¿Será un cambio drástico?
La realidad es que la Reserva Federal no ha dado a conocer más datos y el lenguaje empleado es ambiguo. Además, el hecho de que hubiera disidentes y quizá más factores que desconozcamos sugieren que la Reserva Federal podría no haber tomado una decisión sobre los pormenores de su nuevo marco. Necesitamos más información. Lo que sin duda es cierto es que la Reserva Federal no cree que la economía esté fuera de peligro. La política fiscal sería la primera herramienta de política que desplegar (las observaciones del presidente Powell respaldan esta idea), si bien el banco central será el responsable político de último recurso si la economía no evoluciona según las expectativas y la política fiscal no sale al rescate. La situación de la Reserva Federal puede trasladarse también a la mayor parte de los demás bancos centrales. Los riesgos apuntan hacia una mayor flexibilización global en un intento por cumplir los mandatos de inflación y empleo. De manera similar, los datos económicos han sido mejores de lo esperado, pero las economías siguen funcionando tan por debajo de la normalidad que la mejora de los datos plantea una exigua amenaza para el sesgo acomodaticio.
Por tanto, percibimos un riesgo escaso de que las rentabilidades de la deuda pública suban significativamente a corto plazo. Creemos que los recientes aumentos de las rentabilidades han sido de una naturaleza más técnica o han tenido que ver con el giro en las probabilidades de victoria de cada uno de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Sin embargo, también parece improbable que sigan descendiendo los rendimientos, pues la mayoría de los bancos centrales ya han reducido los tipos de interés hasta el máximo en que se sienten cómodos. No obstante, podrían sucederse nuevas rebajas y otras medidas de política innovadoras si la situación empeora, por lo que todavía tiene sentido, en nuestra opinión, mantener deuda pública de calidad como cobertura frente a nuevos embates de tensión, aunque se trate de una situación en absoluto normal.
La percepción de que es probable que la Reserva Federal aplique una política monetaria excepcionalmente laxa con respecto a otros bancos centrales ha provocado un abaratamiento del dólar. Sin embargo, el aumento de la aversión al riesgo global en septiembre provocó que el dólar se recuperara en parte. Si bien seguimos mostrándonos moderadamente bajistas más a largo plazo en torno a dicha divisa, no creemos que haya suficiente certidumbre sobre la evolución económica relativa y el resultado de las presidenciales como para confiar en gran medida en que el dólar vaya a caer notablemente a corto plazo. Las monedas de mercados emergentes siguen a la zaga, pues el crecimiento de estos mercados es inferior al de las economías de mercados desarrollados. Hasta que esta dinámica cambie, resulta prematuro mostrarse demasiado optimistas sobre las monedas de mercados emergentes salvo en situaciones específicas.
Pensamos que el crédito corporativo, en particular el grado de inversión, también sigue contando con un muy buen respaldo de las medidas tomadas por los bancos centrales, concretamente, los programas de compras. Sin embargo, esta buena noticia se refleja cada vez más en los precios, pues los diferenciales de crédito se encuentran en sus promedios a largo plazo o por debajo de ellos a pesar de la perspectiva económica todavía complicada. El high yield también ofrece oportunidades razonables. La reciente ampliación de los diferenciales en septiembre ha mejorado su atractivo relativo. Si bien mantenemos una posición larga, venderemos cuando se produzcan alzas significativas, fijándonos al mismo tiempo en retrocesos sustanciales que pudieran darse en los diferenciales para ampliar las posiciones.
Los mercados emergentes siguen siendo una fuente atractiva para la posibilidad de mejorar la rentabilidad. La laxitud monetaria de los países desarrollados sigue siendo un factor muy positivo para esta clase de activos. Sin embargo, persisten riesgos macroeconómicos considerables, pues numerosas economías emergentes no están rindiendo mejor que sus homólogos de la esfera desarrollada. Las valoraciones también han subido, por lo que, si bien percibimos oportunidades en situaciones y países específicos, nos mostramos cautos hacia una exposición generalizada a esta clase de activos. Las oportunidades idiosincráticas siguen siendo la clave.
Los productos titulizados de alta calidad siguen rindiendo adecuadamente de forma silenciosa, ofreciendo el que consideramos un potencial alcista limitado, en vista de las bajas rentabilidades y el bajo riesgo de refinanciación, pero también un potencial a la baja asimismo limitado, en vista del respaldo de los bancos centrales. La perspectiva de baja volatilidad implica que esta clase de activos sigue siendo atractiva para las carteras, incluso aunque ello implique un menor nivel de rendimiento esperado. Existen oportunidades para obtener rentabilidades más altas en productos titulizados de menor calificación, cuyos diferenciales han cedido en menor medida, pero cuyos riesgos fundamentales son mayores. En general, los impagos han sido mucho menores de lo que se temía en un primer momento.
Tipos y monedas de mercados desarrollados
Análisis mensual
En septiembre, los mercados viraron a un enfoque de aversión al riesgo al registrar varios embates de volatilidad con motivo de las próximas presidenciales en Estados Unidos, el coronavirus y otros acontecimientos geopolíticos. Diversos bancos centrales de mercados desarrollados se reunieron a lo largo del mes y actualizaron a los mercados sobre qué esperar para el resto de este año en términos de datos económicos y política monetaria. La recuperación económica global pareció estancarse al expirar o agotarse las medidas de algunos paquetes de estímulo. La rentabilidad de la deuda pública a 10 años en los diferentes mercados desarrollados cayó, salvo en el caso de Estados Unidos, cuyos rendimientos permanecieron en gran medida sin cambios durante el mes.
Perspectiva
De cara al último trimestre de 2020, continuamos previendo que la política monetaria seguirá siendo acomodaticia y que los activos de riesgo gozarán de buenos soportes en los diferentes mercados desarrollados. A corto plazo, las elecciones estadounidenses y la tendencia al alza de los casos de coronavirus podrían causar que prosiga la volatilidad en los mercados financieros. Por otra parte, debe alcanzarse un acuerdo para la salida del Reino Unido de la Unión Europea para mediados de octubre si se pretende culminar el proceso para finales de año. Aunque unos datos económicos mejores de lo esperado también impulsarían las rentabilidades al alza, es probable que eso se produzca principalmente si aumentan las primas de riesgo de los tipos de interés, más que por la expectativa de que los bancos centrales eleven el precio del dinero. Prevemos que el dólar continuará debilitándose en los próximos meses frente a otras monedas del G-10 dado el carácter acomodaticio de las políticas financiera y monetaria.
Tipos y monedas de mercados emergentes
Análisis mensual
Las rentabilidades globales cedieron en septiembre: los rendimientos del Tesoro estadounidense a 10 años cayeron 2 puntos básicos (pb), al 0,68% y la curva de rentabilidades se aplanó en un entorno de aversión al riesgo. Septiembre fue el primer mes desde la primavera en que la aversión al riesgo dictó la evolución de los precios. Los datos económicos perdieron parte del dinamismo forjado durante el verano al avivar el aumento de las infecciones los temores a mayores restricciones y su consecuente daño económico. Esta evolución sometió a presión a los activos de riesgo e impulsó el USD al alza, creando un entorno desfavorable para los mercados emergentes. En cuanto al conjunto de los mercados, Venezuela, Surinam, Rumanía y Georgia fueron los que mejor rindieron en septiembre, si bien Venezuela y Surinam permanecen sumidos en territorio marcadamente negativo desde comienzos de año. Por su parte, los bonos de Sri Lanka, Argentina, El Salvador y Ecuador fueron los que peor evolucionaron. Por sectores, las compañías papeleras, de transporte y diversificadas lideraron el mercado, mientras que las de petróleo y gas, consumo y metales y minería quedaron a la zaga.
Perspectiva
Mantenemos un cauto optimismo en torno a la deuda de mercados emergentes de cara al corto plazo por el persistente carácter acomodaticio de las políticas monetaria y fiscal a escala global. Que persista el repunte del crecimiento de China, en la medida en que se extienda a la economía global, también debería brindar un impulso adicional a los activos de riesgo, así como los posibles avances hacia tratamientos y vacunas contra la COVID-19. Por otra parte, nuestro relativo optimismo acerca de los activos de mercados emergentes a corto plazo se ve moderado por unas valoraciones menos atractivas, el aumento de la volatilidad ante las presidenciales estadounidenses y algunos reveses en la lucha contra la pandemia, tal y como evidencian las cifras de Europa y los confinamientos más estrictos impuestos en diversos países (aunque creemos que es improbable un regreso a confinamientos integrales).
Crédito
Análisis mensual
Los diferenciales se ampliaron en el mes. El factor impulsor clave de esta evolución fue el menor momentum positivo de los fundamentales y la abultada oferta tras el verano. Las mejoras de los datos económicos comenzaron a ralentizarse (y, en algunos casos, no alcanzaron las expectativas), no se desplegaron nuevos programas de respaldo monetario o fiscal, al contrario de lo que se preveía (en particular, se esperaba otro paquete fiscal en Estados Unidos) y las noticias sobre el coronavirus se centraron en el agravamiento de la segunda oleada sin noticias definitivas sobre una vacuna, todo ello combinado con las dudas acerca del resultado de las elecciones estadounidenses.
Perspectivas de mercado
De cara al futuro, creemos que la corrección de septiembre es una rotación adecuada del riesgo durante un periodo de oferta abundante. Nuestra hipótesis de referencia refleja la visión de consenso de que el coronavirus es una situación coyuntural y que la política monetaria es proclive al riesgo de crédito, lo cual podría estrechar los diferenciales a medio plazo, hasta un punto próximo a la media a largo plazo, lo cual podría ofrecer a los inversores carry, pero plusvalías limitadas.
Productos titulizados
Análisis mensual
Septiembre continuó la tendencia del tercer trimestre, en que los rendimientos de los bonos de titulización hipotecaria de agencia fueron mediocres, mientras que los diferenciales de crédito de los activos titulizados siguieron estrechándose. Los bonos de titulización hipotecaria de agencia se debilitaron ligeramente en septiembre y, en esencia, no registraron cambios en el tercer trimestre, respaldados por la continuada compra de estos activos por la Reserva Federal y restringidos por el riesgo de amortización anticipada. En función del sector y la calificación, los diferenciales de los bonos de titulización de activos estadounidenses no registraron cambios o se estrecharon en septiembre. Los diferenciales de los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles residenciales europeos en general no variaron en septiembre, pero casi han recuperado los niveles previos a la COVID-19. Los bonos de titulización de aeronaves, los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles residenciales con préstamos fallidos y los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles comerciales respaldados por hoteles y centros comerciales siguen rindiendo peor que los bonos de titulización de vehículos y tarjetas de crédito y los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles comerciales con alquiler unifamiliar.
Perspectiva
Los bonos de titulización hipotecaria de agencia parecen razonables en las valoraciones actuales y es de esperar que sigan contando con el respaldo de las compras de la Reserva Federal. Nos decantamos especialmente por valores to-be-announced (TBA) con cupones inferiores a 30 años (2% y 2,5%), pues ofrecen valor adicional debido a las compras de la Reserva Federal y las inquietudes acerca de su amortización anticipada son menos pronunciadas. Prevemos que el mercado estadounidense de la vivienda permanezca estable y que los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles residenciales no de agencia sigan evolucionando relativamente bien desde una perspectiva de crédito en el cuarto trimestre. Los estímulos monetarios y fiscales adicionales siguen contribuyendo a la situación y resultan muy positivos para numerosos activos titulizados.
Columna de Jim Caron, portfolio manager y miembro senior del equipo de Renta Fija Global de Morgan Stanley Investment Management.
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La mayoría de los estadounidenses quieren vivir donde su opinión es mayoría y dentro de los jóvenes de entre 18 y 34 años tienen un deseo aún más fuerte de tener ideas afines, dice una nueva encuesta de Realtor.
Mientras más de un tercio de la población en general estaría dispuesta a moverse a lugares en donde se comparta su ideología, casi la mitad consideraría mudarse para coincidir en su entorno en función de sus preferencias políticas.
El 61% de los encuestados más jóvenes se siente fuerte o algo fuerte acerca de vivir en una comunidad con creencias similares y el 48% consideraría mudarse para que esto suceda.
Durante la segunda quincena de septiembre, Realtor y YouGov encuestaron a 2.000 estadounidenses sobre sus opiniones políticas, si esas opiniones tienen un impacto en el lugar donde quieren vivir y su probabilidad de mudarse según el resultado de las elecciones.
«Los estadounidenses más jóvenes tienden a estar más conectados con las causas políticas en las que creen y, por lo general, tienen más flexibilidad cuando se trata de moverse y probar diferentes lugares para vivir. Nuestros datos muestran que estar rodeado de personas con creencias políticas similares es importante para esto grupo y probablemente jugarán un papel en donde finalmente decidan establecerse «, dijo George Ratiu, economista senior de Realtor.
Por otro lado, una de las razones por las que los encuestados mayores de 55 años pueden estar menos inclinados a trasladarse es porque viven en un lugar que consideran que satisface mejor sus necesidades y se sienten conectados con su comunidad.
Los resultados de las elecciones podrían hacer que más personas se muden.
Si bien algunos votantes se están trasladando a estados clave, la encuesta indicó que la tendencia podría intensificarse después de las elecciones.
El 55% de los encuestados piensa que es importante o extremadamente importante vivir en una comunidad que comparte sus creencias políticas.
El 20% de los encuestados ha considerado mudarse a un lugar donde su política se alinea con su comunidad y el 21% está esperando el resultado de las elecciones.
El 12% de los encuestados dijo que definitivamente se mudaría si su candidato no gana las elecciones y el 23% dijo que lo consideraría.
Los más jóvenes están más convencidos de querer que sus puntos de vista se alineen, y el 61% dice que es extremadamente o algo importante en comparación con el 49% de los estadounidenses mayores (de 55 años o más).
Los encuestados más jóvenes tenían menos probabilidades de sentir que sus puntos de vista se alinean actualmente con la mayoría del lugar donde viven: el 38% frente al 44% de los estadounidenses mayores.
De aquellos cuyas opiniones no se alinean con la mayoría, el 24% de los estadounidenses más jóvenes han considerado mudarse y un 24% adicional está esperando a ver quién gana las elecciones para decidir.
Por el contrario, el 15% de los estadounidenses mayores cuyas opiniones no se alinean han considerado mudarse y el 19% está esperando los resultados de las elecciones.
El 18% de los estadounidenses más jóvenes dijeron que definitivamente se mudarían si su candidato no gana las elecciones, en comparación con solo el 6% de los encuestados mayores.
Los demócratas que se identifican a sí mismos se sienten más decididos a alinearse con la mayoría (63%) frente a los republicanos (55%).
Los demócratas (14%) tenían más probabilidades de haber considerado mudarse a algún lugar donde sus puntos de vista políticos se alinearan mejor y el 12% está esperando a ver quién gana las elecciones.
Solo el 8% de los republicanos dijeron que han considerado mudarse a algún lugar donde sus puntos de vista políticos se alineen mejor y el 7% están esperando ver.
Los demócratas (45%) tenían más probabilidades de considerar mudarse si su candidato no gana las elecciones que los republicanos (28%).
3.016,1 millones de dólares han retirado las AFPs chilenas de fondos extranjeros durante el mes de septiembre de 2020, según el informe mensual de HMC Capital. Esta cifra continúa con la tendencia negativa experimentada desde finales del mes de julio cuando se aprobó el primer retiro del 10% de los fondos de pensiones y que, según cifras oficiales a 29 de septiembre, ha supuesto un desembolso cercano a los 16.000 millones de dólares. Así, durante los meses de agosto y septiembre, los fondos extranjeros han registrado entradas de flujos negativos por valor de 8.219,5 millones de dólares.
En total acumulado en el año 2020, los fondos de pensiones chilenos han reducido en 3.383,4 millones de dólares de sus inversiones en fondos de inversión extranjeros. A 30 de septiembre de 2020, el importe invertido por los fondos de pensiones en este tipo de instrumentos asciende a 80.154,6 millones de dólares, representando un 41% del patrimonio total.
Se confirma la tendencia de salida de fondos de renta variable asiática
En el noveno mes del año, por estilo de inversión, los fondos gestionados activamente han registrado salidas de 1.905,3 millones de dólares frente a salidas de 1.413,9 millones de dólares de gestión pasiva, donde ishares de BlackRock acapara el 94% del importe. Los fondos monetarios extranjeros han registrado entradas por valor de 303 millones de dólares.
Continuando con la tendencia registrada a lo largo del año, los fondos de renta variable siguen registrando mayores salidas con un volumen de 2.687,2 millones de dólares durante el mes, frente a salidas de 632,1 millones en fondos de renta fija.
Por subcategoría de renta variable, las más afectadas durante el mes de septiembre han sido: US Large Cap -425,7 millones de dólares, Asia Ex Japón -318,4 millones de dólares, China -316,8 millones de dólares, Euroland -266,6 millones de dólares y Brasil -231,2 millones de dólares.
Acumulado en los nueves meses de 2020, se han registrado 7.418,4 millones de dólares de salidas en fondos de equity, de los cuales: -2.554,3 millones de dólares son de fondos que invierten en Asia aunque los fondos con exposición a China han registrado entradas netas de 1.064,8 millones de dólares durante el mismo periodo, -1.372,3 Japón, -940,1 millones de dólares Latam, Europa -856,7 millones de dólares y Brasil -780,7 millones de dólares.
En la categoría de renta fija, las salidas han sido menores con un volumen de 632,1 millones de dólares, donde destacan los fondos de US High yield frente al resto con salidas de flujos netos de 245,4 millones de dólares. Acumulado en el año, los fondos que invierten en activos de renta fija, han registrado flujos de entrada por valor de 4.175,9 millones de dólares, donde destacan los flujos que han ido dirigidos hacia fondos de renta fija Investment grade 1.634,1 millones de dólares, high yield 1.191,2 millones de dólares y deuda emergente con entradas por valor de 845,3 millones de dólares.
BlackRock sigue ocupando la primera posición aunque pierde ventaja
Al igual que el mes anterior, iShares de BlackRock fue la gestora que mayores salidas registró durante el mes con un importe de 1.324,98 millones de dólares. Aun así, ishares se mantiene como la gestora con mayor volumen invertido por parte de las AFPs chilenas con 6.574,8 millones de dólares al cierre del tercer trimestres de 2020 aunque la distancia que le separa con la segunda es inferior a 1.000 millones de dólares.
Por el lado de la gestión activa, tres son las gestoras con salidas superiores a 200 millones de dólares en el mes: Pimco -388,3 millones de dólares, Ninety One -291,9 millones de dólares y Amundi con -237 millones de dólares. Por el lado contrario, Baillie Gifford con entradas por 355,5 millones de dólares, vuelve a ser la única gestora que supera los 200 millones de dólares de flujos positivos durante el mes. Se convierte de esta forma en la gestora que más flujos ha captado en el transcurso del año con entradas por un valor 1.385,4 millones de dólares que junto a Goldman Sachs (1.024.5 millones de dólares) son las dos únicas gestoras en superar 1.000 millones de flujos netos positivos durante el año.
En el lado opuesto Ninety One, Ashmore, Invesco y GAM han registrado salidas durante los 9 primeros meses del año por encima de 1.000 millones de dólares con -2.530,7, -1.487,8, -1.272,7 y -1.055,5 millones de dólares respectivamente.
A nivel consolidado a 30 de septiembre de 2020, las tres primeras posiciones las ocupan iShares de BlackRock con 6,574.8 millones de dólares, JP Morgan con 5,615.6 millones de dólares y Schroders con 5,606.7 millones de dólares.
El sector manufacturero de EE.UU. se está fortaleciendo a medida que la demanda de los consumidores y los bajos niveles de inventario impulsan los nuevos pedidos.
El aumento de casos de Covid-19 y las posibles medidas de contención siguen siendo una clara amenaza para las perspectivas económicas pero, al igual que en Europa, es menos probable que este sector se vea afectado de manera adversa en relación con los servicios al consumidor, dice un informe de ING.
Si bien no es el evento más importante o incluso la publicación de datos más importante de esta semana, la fortaleza del informe del ISM (Institute Supply Management) es una señal muy positiva y subraya el sólido desempeño del sector al comienzo del trimestre.
El índice subió a 59,3, el mejor resultado desde septiembre de 2018, muy por encima del consenso de 56,0 y la lectura de 55,4 de septiembre.
Los nuevos pedidos aumentaron a 67,9 desde 60,2 dejándolo en su nivel más alto desde 2004, mientras que la producción aumentó de 61 a 63.
Con los inventarios de los clientes que continúan disminuyendo, actualmente, en un mínimo de una década de 36,7, esto sugiere ganancias saludables en curso para los pedidos y producción en los próximos meses.
Esto, a su vez, debería ser una buena noticia para el crecimiento continuo del empleo: el componente de empleo subió a su nivel más alto desde junio de 2019.
Sin embargo, hay que tener precaución.
En primer lugar, se trata de una encuesta de difusión, por lo que simplemente mide la proporción relativa de empresas que experimentan expansión o contracción.
No se sabe si las empresas están experimentando ganancias de producción del 100% o del 0,1%, solo que la actividad está aumentando.
Esta incertidumbre se refleja en la producción real medida por la Fed que todavía está muy por detrás de lo que sugiere el ISM.
El segundo punto es el aumento de casos de Covid-19 sigue siendo una amenaza para las perspectivas económicas.
El aumento de las tasas de infecciones y de hospitalizaciones está dando lugar a severas medidas de bloqueo en Europa y no se puede descartar que eso pueda suceder en EE.UU. en algún momento.
Sin embargo, las fábricas europeas permanecen abiertas en gran medida y las empresas del sector de servicios se ven mucho más afectadas.
Si los estados individuales de EE.UU. se sintieran obligados a actuar, tendrían una respuesta similar a Europa lo que permitiría que el sector manufacturero fuera relativamente resistente, particularmente con niveles de inventario tan bajos.