Willis Towers Watson se ha unido a la iniciativa Net Zero Asset Managers (NZAMI), en su calidad de gestor delegado en un modelo de OCIO (Outsoruced Chief Investment Officer). Según explica, esta decisión se enmarca en su compromiso anterior de lograr las cero emisiones en el 100% de sus activos discrecionales en todo el mundo, y está alineado totalmente con los objetivos de NZAMI.
Como signatario de NZAMI, Willis Towets Watson trabajará en colaboración con otros stakeholders para permitir y apoyar el cambio necesario a nivel de sistema para la transición a una economía de cero emisiones. Se trata de un grupo internacional de gestores de activos, unidos por el compromiso de lograr el objetivo de cero emisiones netas de carbono en 2050 o antes, en línea con los esfuerzos globales para limitar el calentamiento global a 1,5°C, y para apoyar la inversión alineada con el logro de ese objetivo en 2050 o antes.
El anuncio realizado por NZAMI significa que los signatarios prometen que el colectivo de 43 billones de dólares de patrimonio bajo gestión que representan esté sujeto a un conjunto detallado de compromisos para lograr estos objetivos.
“Creemos que el cambio climático afectará materialmente a la economía mundial y a los mercados de capitales. Integrar las consideraciones climáticas en nuestra toma de decisiones es una parte fundamental de nuestra forma de actuar como gestores responsables de los activos de nuestros clientes, y creemos que esto se traducirá en una mejor rentabilidad ajustada al riesgo para nuestros clientes», ha señalado Chris Ford, responsable global del negocio de Investments de Willis Towers Watson.
En opinión de Ford, como inversores, tienen un importante papel que desempeñar en la configuración del sistema en el futuro, para dirigir una transición justa hacia una economía baja en carbono. “Reconocemos que la colaboración será esencial para que el sector de la inversión logre resultados claros y coherentes en el mundo real en beneficio de sus clientes, por lo que, a pesar de que nuestros propios compromisos Net Zero ya son sólidos, trabajar con grupos más amplios de inversores es vital para lograr un avance significativo”, ha añadido.
M&G Real Estate (M&G) ha nombrado a Martijn Vos responsable de activos living para Europa continental. Según señalan desde la firma, ubicado en las oficinas de Ámsterdam, Martjin Vos reportará a Alex Greaves, responsable de activos living para el Reino Unido y Europa.
Desde su nuevo puesto, se encargará de impulsar la estrategia residencial europea de la gestora para generar oportunidades de vivienda sostenible para la gama de fondos inmobiliarios europeos de M&G. Esto incluirá la inversión en los sectores de viviendas multifamiliares, activos de co-living y residencias de estudiantes y de senior living, mediante la adquisición de activos y acuerdos de forward funding con promotores seleccionados que comparten el objetivo de M&G de incrementar la oferta de vivienda mediante la construcción de viviendas sostenibles de alta calidad que fomenten el bienestar.
Colaborando estrechamente con los equipos de Alex Greaves y Marc Reijnen, responsable de Inversión y gestión de activos para Europa, Martijn Vos combinará la experiencia en el mercado británico residencial de M&G con su capacidad de inversión y gestión de activos en Europa de cara a identificar y gestionar activos.
La gestora destaca que ambos equipos ya han colaborado en operaciones por un valor de 358 millones de euros en Francia, Italia y los países nórdicos. M&G lanzó uno de los primeros fondos institucionales centrados en el sector de la promoción en alquiler (PRS) del Reino Unido en junio de 2013, que actualmente incluye activos y compromisos por un total de 1.200 millones de libras esterlinas y, más recientemente, el M&G Shared Ownership Fund, que en los próximos 12 a 18 meses entregará viviendas de nueva construcción asequibles y de diseño sostenible por valor de 500 millones de libras esterlinas.
Con más de 16 años de experiencia en el mercado inmobiliario europeo, Martijn Vos cuenta con una amplia trayectoria contrastable en la creación y gestión de plataformas de inversión inmobiliarias, joint ventures y fondos de inversión. Martijn se incorpora a M&G desde de uno de los mayores inversores de fondos de pensiones del mundo, APG Asset Management, donde ha ocupado varios puestos directivos, estratégicos y en el consejo de administración. Más recientemente, como director de activos inmobiliarios para Europa, gestionaba una cartera inmobiliaria por valor de 3.000 millones de euros y estableció plataformas de inversión en los sectores de hoteles, apartamentos con servicios, residencias de estudiantes y retail.
“El nombramiento de Martijn es un reflejo de la creciente demanda de activos alternativos por parte de los inversores y del cambio estructural demográfico y de estilo de vida que apuntala los sólidos fundamentales a largo plazo del sector living. En tiempos de gran incertidumbre, este giro hacia los activos living ha sido bien recibido por los inversores institucionales por sus excelentes características de diversificación”, ha señalado Marc Reijen, responsable de inversión y gestión de activos para Europa de M&G.
En este sentido Reijen explica que, a pesar del aumento de la población urbana, la oferta de vivienda en muchos mercados sigue siendo insuficiente, tanto en volumen como en calidad. “Todos tenemos cada vez más exigencias respecto del lugar donde vivimos, lo que alienta la demanda de vivienda de nueva construcción de calidad. Damos la bienvenida a Martijn a M&G, su envidiable trayectoria y aptitudes serán de gran valor para nosotros”, concluye.
Los inversores siguen preocupados por la falta de equidad en las puntuaciones de sostenibilidad de las empresas por parte de diferentes proveedores. Quieren evaluaciones fiables y comparables, como las calificaciones crediticias. Pero la divergencia tiene raíces más profundas que la simple falta de buenos datos.
Las puntuaciones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) divergentes de los principales proveedores reflejan una diferencia fundamental entre las calificaciones financieras y no financieras. Una calificación crediticia responde esencialmente a una pregunta: ¿cuál es la probabilidad de impago de un deudor? Pero una calificación ESG es diferente. No hay una pregunta única comparable. De hecho, los inversores y los emisores se plantean hoy una serie de preguntas diferentes a medida que la inversión sostenible se convierte en un ámbito que mueve 40 billones de dólares.
La respuesta para los inversores es ajustar sus expectativas y aceptar que pueden ser necesarias dos valoraciones ESG, o incluso múltiples, para captar plenamente la sostenibilidad de sus inversiones
Algunas valoraciones corporativas evalúan los riesgos relacionados con el ESG a los que se enfrentan las empresas, como las catástrofes naturales, el cambio climático, las sanciones regulatorias o el peligro de los activos varados, como los yacimientos de petróleo y las minas de carbón. Otras miden el impacto de la propia compañía en el medio ambiente y la sociedad. Ninguna puntuación única puede captar la llamada doble materialidad: el equilibrio de riesgos e impactos.
El resultado es que los proveedores de puntuaciones ESG se basan en múltiples criterios diferentes, lo que inevitablemente conduce a resultados dispares. La complejidad de la medición de la sostenibilidad, en contraste con la solvencia crediticia, se hace más evidente cuando se pone de manifiesto que los riesgos e impactos ESG de una empresa se extienden mucho más allá de sus propias actividades a las de sus proveedores y clientes: la cadena de suministro.
La calificación crediticia es también una medida absoluta. Sin embargo, los inversores que buscan un equilibrio entre el riesgo, la rentabilidad y la sostenibilidad, podrían requerir una puntuación que muestre lo bien que califica una empresa en comparación con otras de su sector – «la mejor de su clase»- en lugar de en términos absolutos.
También está el problema de los datos. Por ahora, no existe una divulgación de datos ESG equivalente a los estados financieros auditados de las empresas, basados en normas contables acordadas internacionalmente, en los que se basan las agencias de calificación crediticia para evaluar la probabilidad de que un emisor incumpla los pagos de su deuda.
La normalización ya se está llevando a cabo, sobre todo en Europa. La nueva Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD, por sus siglas en inglés) de la Comisión Europea, que sustituye a la Directiva sobre Informes No Financieros (NFRD), refuerza las normas para garantizar que las mayores empresas europeas presenten información fiable y comparable sobre sostenibilidad.
Sin embargo, aún es pronto. No nos sorprendería ver que más inversores institucionales utilizan datos estandarizados para crear sus propias puntuaciones ESG para satisfacer las diferentes demandas y sensibilidades de sus clientes. La divergencia podría ser un signo de ventaja competitiva.
Tribuna de Diane Menville, responsable de ESG en Scope Group.
No se puede negar que el entorno propiciado por los factores ha contribuido de forma importante a la tendencia que han seguido las rentabilidades en el mercado en los últimos años. El relato del mercado ha estado dominado por la disyuntiva entre el value y el growth. El growth se ha comportado sistemáticamente mejor desde 2016, con algunos fogonazos del value que se apagaron rápidamente.
En 2020 empezó lo que podría ser un cambio más significativo. Aunque el inicio de la pandemia a principios de 2020 afectó a los diferentes estilos de mercado ―growth, momentum, calidad y value, entre otros―, el value volvió a quedar rezagado en el repunte posterior, ya que los inversores actuaron rápidamente para eliminar sus carteras (gráfico 1).
Aunque el growth ha sido el factor dominante, a principios de noviembre de 2020 asistimos a un punto de inflexión, cuando Pfizer/BioNTech fueron los primeros en anunciar avances en una vacuna aparentemente eficaz contra la covid-19, seguidas rápidamente por Moderna y Oxford/AstraZeneca. Este avance en la lucha contra el virus marcó el inicio de una amplia rotación del mercado que ha favorecido al value y al momentum, en detrimento de las orientadas más orientadas al growth.
Esta rotación no ha estado libre de contratiempos. El estancamiento de los rendimientos de los bonos favoreció las acciones con un posicionamiento más defensivos en marzo y abril de 2021, pero si los rendimientos de los bonos vuelven a su tendencia alcista, tal y como esperamos, el estilo value y las “cíclicos” más sensibles a la economía podrían seguir viéndose favorecidos. También somos conscientes de los fuertes estímulos para los negocios, ya que las economías siguen reabriéndose, especialmente en Europa, que tiene mucho margen para alcanzar a EE.UU. No obstante, si los rendimientos de los bonos suben demasiado y en exceso, las acciones en general podrían vivir un periodo de consolidación: los mercados caminan por la cuerda floja en esta fase avanzada del ciclo.
Por otra parte, la temporada de beneficios del primer trimestre de 2021 fue notable. Desde el inicio de la pandemia, las empresas que lograron superar las expectativas de beneficio por acción apenas se han visto recompensadas, mientras que las empresas que se han quedado cortas se han visto castigadas. La reacción de la cotización de la acción media general a los resultados ha sido negativa en EE.UU. (gráfico 2) y aún más en Europa (gráfico 3), lo que indica unas valoraciones excesivas y unas expectativas elevadas.
La vuelta del riesgo idiosincrático
Aunque el contexto de selección de valores ha estado lleno de dificultades, especialmente en las ventas en corto, el aumento del riesgo idiosincrático (específico de las acciones) a principios de 2021 (gráfico 4) plantea cuestiones interesantes. Aunque la contribución de los factores (1) sigue siendo mayor que la contribución específica de las acciones (2), un entorno potencialmente mejor para los expertos en selección de valores podría ser beneficioso en futuras temporadas de resultados si los fundamentos corporativos positivos (o negativos) se transmiten a los resultados.
Aunque la contribución específica de las acciones va en aumento, no podemos ignorar que la contribución de los factores sigue siendo relativamente importante. No solo los mercados han estado más dominados por el riesgo de los factores, sino que hemos llegado a la conclusión de que los conjuntos temáticos (por ejemplo, “los ganadores de la covid-19”) han sido determinantes para los movimientos de los mercados. Los modelos de riesgo pueden ser muy buenos para analizar la volatilidad y la correlación, pero el riesgo temático resulta más difícil de tener en cuenta. Esto pone un mayor énfasis en la construcción de las carteras para minimizar el sesgo hacia factores específicos detectados como riesgo potencial y ayudar a gestionar cualquier impacto consecuente en la rentabilidad.
¿Y ahora qué?
Somos conscientes de que el ciclo macroeconómico puede tocar techo a finales de 2021, lo que podría coincidir con una fuerte rotación desde las áreas más cíclicas que se han comportado bien en los últimos meses hacia los sectores defensivos que se han comportado peor. La inflación y el ritmo de subida de los rendimientos de los bonos determinarán probablemente el momento en que esto se producirá. En los próximos meses, esperamos ver la última etapa de la aceleración macroeconómica, alentada por una reapertura general en EE. UU. y en las economías europeas, junto con un considerable estímulo fiscal. Estamos muy atentos a los índices de directores de compras (PMI), que históricamente son un buen indicador adelantado. Si tras los máximos de los PMI se produce una corrección de mercado, las estrategias neutrales con respecto al mercado que combinan una selección de valores bottom up con un enfoque cuantitativo de construcción de carteras conscientes del riesgo podrían beneficiarse.
Opinión deSteve Johnstone, gestor del fondo Global Equity Market Neutral en Janus Henderson Investors.
Anotaciones:
(1) Contribución de los factores/del riesgo: se utiliza aquí para describir las tendencias macroeconómicas o geopolíticas generales y los comportamientos de los inversores que afectan al mercado, como la covid-19.
(2) Riesgo: emisiones aplicables a una empresa, industria o sector específicos.
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El comienzo de 2021 se vio empañado por un deterioro de la pandemia de COVID-19 a nivel mundial. Brasil no fue una excepción, ya que registró una aceleración en el número de nuevos casos diarios, a pesar de que ya contaba con un número elevado de casos. Esto generó preocupaciones tanto en relación con el impacto en el crecimiento como con la necesidad de apoyo fiscal adicional, lo que aumentaría aún más la carga de la deuda del gobierno brasileño.
Otros vientos en contra incluyeron un fuerte aumento en la inflación, un aumento en la incertidumbre política dado el surgimiento del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como posible candidato en las elecciones presidenciales de 2022 y preguntas sobre el compromiso del gobierno con la reforma.
Sin embargo, según explica Tom Wilson, responsable de renta variable de mercados emergentes en Schroders, el entorno y la confianza del mercado han mejorado notablemente en los últimos meses. Como muestra el gráfico a continuación, las acciones brasileñas están ahora superando a los mercados emergentes en términos generales en lo que va de año.
Entonces, ¿qué es lo que ha cambiado?
El ritmo de las vacunaciones se ha acelerado
La tasa de vacunaciones se ha acelerado después de un comienzo lento, como se ilustra a continuación. Se prevé que las entregas aumenten aún más en los próximos meses. Algo más del 35% de la población ha recibido al menos una dosis, según los datos a 30 de junio, y esta cifra debería aumentar a más del 40% a finales de agosto.
El número de nuevos casos diarios de COVID-19 alcanzó un récord recientemente, pero ahora ha comenzado a mejorar. Las hospitalizaciones han ido disminuyendo y la vacunación de personas mayores más vulnerables significa que el país puede haber superado el peor momento de la pandemia.
El aumento de las tasas de vacunación da esperanzas de que Brasil salga de la pandemia durante la segunda mitad del año.
La actividad económica ha sorprendido positivamente, ayudada por la fortaleza de los precios de las materias primas
La recuperación económica en Brasil está en marcha, a pesar de los vientos temporales en contra, por los confinamientos parciales de marzo y abril. Esto se refleja en el repunte de los indicadores de actividad de alta frecuencia y los beneficios de la empresa. El crecimiento del PIB fue más fuerte de lo esperado tanto en el cuarto trimestre de 2020 como en el primer trimestre de este año, ayudado por unos precios más fuertes en las materias primas. El repunte de los precios mundiales de las materias primas, desde el mineral de hierro hasta el café, ha sido un viento de cola para Brasil. Esto ha beneficiado las cuentas externas y ha brindado apoyo a la moneda brasileña, el real.
Como resultado, las expectativas de crecimiento del PIB se han revisado al alza. El equipo de economía de Schroders prevé ahora un crecimiento del 4,7% este año, frente al 2,8% anterior.
El banco central ha reaccionado ante una mayor inflación
El banco central ha respondido al repunte de la inflación, que ha subido al 8,1% interanual en mayo desde el 4,6% registrado en enero, llevando su tasa de política monetaria hasta el 4,25% desde el 2% a principios de año. También se ha comprometido a aumentar el ritmo de suba de tasas, de 75 puntos básicos a 100 puntos básicos en la próxima reunión si fuera necesario.
En combinación con unos precios más fuertes de las materias primas y una mejor perspectiva de crecimiento del PIB, el compromiso del banco central de contener las presiones inflacionarias ha respaldado al real. Así, en Schroders esperan que la tasa de interés alcance el 6,5%. Se espera que la inflación alcance su punto máximo a corto plazo: los efectos de base disminuirán a medida que se avance en el año y la reciente fortaleza de la moneda tendrá un efecto negativo beneficioso en la inflación. Por lo tanto, la tasa de interés real será positiva a finales de año.
Con la aprobación del presupuesto se alivian las preocupaciones fiscales en el corto plazo
El desacuerdo sobre el gasto entre el Congreso y el Ejecutivo retrasó la aprobación del presupuesto federal 2021. Esto se centró en gran medida en la necesidad de equilibrar el apoyo relacionado con la pandemia, las demandas de gasto del Congreso y los desembolsos obligatorios sin infringir la regla de límite de gasto.
Promulgada bajo el liderazgo del presidente Temer en 2016, la regla de límite de gasto impone un límite al gasto adicional a la tasa de inflación del año anterior. Es la piedra angular del marco fiscal del gobierno en términos de anclar la confianza en su compromiso de reducir el déficit y la deuda en general.
Se llegó a un acuerdo y se aprobó el presupuesto, aunque el apoyo relacionado con la pandemia para este año se excluirá de la regla de gasto. Esto equivale a 122.000 millones de reales presupuestados, mucho menos que los 51.000 millones de reales desplegados el año pasado. Sin embargo, la escala de gasto en el presupuesto es mayor de lo esperado a principios de año.
La recuperación del crecimiento nominal está llevando a una reducción de la relación deuda bruta/PIB de Brasil del 89% a fines de 2020. No obstante, sigue siendo uno de los niveles más altos en los mercados emergentes, por lo que la disciplina fiscal y la reforma son importantes para el desempeño de los activos brasileños. El déficit fiscal estaba cerca del 6% del PIB antes de la irrupción del COVID-19, pero mostraba una tendencia de mejora. El impacto de la pandemia lo elevó al 14% del PIB en 2020. La recuperación económica esperada y una cierta reducción en el gasto en comparación con el año pasado, implica que el déficit debería caer por debajo del 8% del PIB en este año.
El progreso de la reforma se ha recuperado
Después de la incertidumbre a principios de año, vinculada a cambios de gestión inesperados en las empresas estatales, el impulso de la reforma ha mejorado. En particular, la estrategia del gobierno para reducir el papel del estado en la economía ha visto más desinversiones y ventas de activos. Esto incluye la privatización de empresas estatales como Caixa Seguridade, la rama de seguros del banco Caixa Economica, y más recientemente el anuncio de la privatización de la empresa de servicios públicos Eletrobras.
El ministro de Economía, Paulo Guedes, ha dirigido la agenda de reformas favorables al mercado con un enfoque en mejorar el crecimiento de tendencia y asegurar la disciplina fiscal y la sostenibilidad fiscal. El gobierno ahora está tratando de aprobar reformas administrativas y fiscales, pero hay una ventana relativamente corta para su legislación dado el ciclo político; a menos que se avance antes de fin de año, es poco probable que se promulgue antes de las elecciones del próximo año.
¿Cuáles son los riesgos para estas perspectivas?
Las perspectivas para Brasil no son sencillas. Los casos de coronavirus están disminuyendo, pero siguen siendo elevados. Dicho esto, se espera que el despliegue de vacunas apoye la normalización a medida que se avanza hacia 2022.
La inflación también se supervisa y puede sorprender al alza. Las precipitaciones han sido sustancialmente más bajas este año y las condiciones de sequía en el centro y sur de Brasil han reducido los niveles de los embalses al 40% de su capacidad. Dado que la energía hidroeléctrica representa más del 65% de la combinación energética total del país, existe el riesgo de que se requiera un racionamiento de agua y energía o aumentos de tarifas a finales de este año.
Las próximas elecciones presidenciales de noviembre de 2022 son posiblemente la consideración más importante para los inversores. Se espera que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (Lula) participe y las encuestas de opinión actualmente implican una carrera de dos caballos con el presidente Bolsonaro.
Con dos candidatos en cada extremo del espectro político y una deuda pública elevada, la incertidumbre política podría impulsar la volatilidad del mercado financiero. Además, el aumento de la competencia política podría generar nuevas preocupaciones sobre el compromiso de reforma y la disciplina fiscal a medida que Brasil se adentre en un año electoral.
Un panorama más brillante, aunque no se pueden ignorar los riesgos de 2022
En Schroders siguen favoreciendo a Brasil. La penetración de las vacunas debería respaldar un repunte económico durante la segunda mitad de 2021 y hasta 2022. Las valoraciones son razonables y atractivas en comparación con otros mercados emergentes globales. La moneda es barata y está respaldada por sólidas cuentas externas y un ajuste monetario. El éxito de la reforma sería un catalizador positivo. Sin embargo, los desafíos estructurales persisten y el riesgo político aumentará a medida que se avance hacia 2022 y el año electoral.
La actividad económica, especialmente en países desarrollados, recupera poco a poco el ritmo y sigue siendo saludable en términos absolutos, aunque su impulso se está desacelerando; como ejemplo, el pasado 3 de julio el número de viajeros que pasaron por un punto de control de la TSA igualaban a los contabilizados el mismo día del año 2019. En la misma línea, los indicadores de actividad industrial y de servicios confeccionados por Markit o el más conocido Índice de Gerentes de Compra (ISM) del sector servicios cedían terreno desde máximos, aunque manteniéndose en zona de crecimiento.
Todo ello apunta a una fase de transición en el ciclo, habitual el año posterior al del rebote desde el valle de una contracción económica, y que suele coincidir con una pausa en la pronunciada tendencia alcista en precios de activos financieros. De hecho, las lecturas pico en los índices ISM han marcado en el pasado puntos de inflexión en la rentabilidad a doce meses del índice S&P 500 que, a pesar de pasar a ser menos explosiva, se ha mantenido en positivo en tanto en cuanto el índice ha permanecido por encima de la barrera que separa expansión de contracción (50).
Mientras tanto, el mercado laboral estadounidense aumenta sus revoluciones, liderado por ganancias en las industrias más beneficiadas por el levantamiento de restricciones y medidas de distanciamiento. El dato de creación de empleo en EE. UU. correspondiente a junio superó con creces las expectativas del consenso (850.000 puestos de trabajo creados, superior a la apuesta de los inversores, que estimaban una cifra próxima a 720.000), mientras que el informe de mayo también fue revisado al alza (de 559.000 a 583.000). Por sectores, el ocio y la hostelería aportaron 343.000 empleos, seguidos de cerca por restauración (194.000), hostelería (75.000) y entretenimiento y actividades recreativas (74.000). Cabe destacar que el sector del ocio y la hostelería ha sumado 1,6 millones de puestos de trabajo desde enero, lo que representa aproximadamente la mitad del total de empleo generado en lo que llevamos de 2021.
En una visión general, las nóminas no agrícolas han crecido en 15,6 millones desde abril de 2020. Sin embargo, y de acuerdo con los cálculos de BLS, el empleo ha caído en 6,8 millones, o un 4,4%, desde el máximo anterior a la pandemia. De mantenerse la media móvil de tres meses en el índice de nóminas no agrícolas situada en 567.000, la economía estadounidense alcanzaría el pleno empleo (4% de paro) dentro de solo seis meses. En un escenario así, la Fed debería presentar su hoja de ruta para el retiro paulatino de su programa de compras de bonos tesoro y MBSs -a razón de un recorte de 15.000 millones al mes sobre la actual dotación de 120.000 millones/mes- en su reunión del próximo día 28 de julio (o un mes después en Jackson Hole, a más tardar) para embarcarse en un nuevo ciclo alcista en tipos de interés a partir de diciembre.
A pesar de todo, el crecimiento por encima del potencial podría ser más duradero en esta ocasión. Aunque la normalización y el incremento de presiones inflacionistas obligarán a las autoridades a retirar progresivamente los estímulos monetarios y fiscales, el miedo a actuar demasiado pronto o con excesiva contundencia unido al auge político del populismo limitarán la intensidad del eventual giro hacia la austeridad.
En Europa, el BCE por fin presentaba la revisión a su objetivo de inflación (a partir de ahora el 2% será simétrico), dando a Lagarde la justificación para mantener la laxitud extrema en política monetaria durante más tiempo, pero a la vez defraudando por la falta de concreción y por la inclusión en el cálculo del IPC del alquiler equivalente al propietario (OER, que comentábamos la semana pasada) coincidiendo con la escalada en precios de propiedad residencial más pronunciada de los últimos 14 años. En la vertiente fiscal, el FMI estima que las economías desarrolladas presentaran un déficit primario ajustado a ciclo en media del 2,6% hasta 2026, comparado con el 1,1% registrado entre 2014 y 2019.
En Washington, el proyecto de ley de Biden (Build Back Better), que probablemente acabe siendo aprobado por la vía de la reconciliación y, por lo tanto, venga asociado a un aumento moderado en impuestos, representará un incremento anual en gasto federal los próximos ocho ejercicios de 1,3% del PIB, mientras que en Bruselas los 27 países de la UE ratificaron en mayo el programa Next Generation, dotado de 750.000 millones, que beneficiará en particular a las economías del sur del continente. Así, la inversión pública, con un alto multiplicador fiscal, redundará en incrementos del 2% del PIB en España en 2022 o del 1,3% en el caso de Italia (su efecto se cifrará en 0,6% en promedio, aproximadamente) y ligeramente superior al 1% anual en EE.UU. en base a billón de dólares de dotación que se pretende implementar.
El retiro de estímulos, que empeorará la disponibilidad de dólares en un entorno de mayor actividad a nivel global y una expansión económica más duradera, debería presionar la rentabilidad del bono al alza; no obstante –de acuerdo a la foto técnica que explicábamos la semana pasada- el Tesoro 10 años ha continuado avanzando en el proceso de depuración de la sobreventa acumulada desde agosto de 2020 a abril de 2021: en la actualidad está muy cerca de probar la fortaleza del soporte proporcionado por el nivel de retroceso de Fibonacci 38,2% (1,2882), la parte inferior de la tendencia alcista en TIR y la media móvil de 200 sesiones (1,2268).
Si bien este rally en el precio del bono parece estar tocando a su fin (el cambio en TIR los últimos tres meses descuenta un descalabro considerable en el sector industrial que no se producirá tan deprisa), los problemas para alcanzar un acuerdo entre los miembros de la OPEP+ y las posiciones cortas en duración que mantienen los inversores pueden alargar esta fase de aplanamiento en la curva. Una situación similar a la vivida esta semana con el dólar, donde los traders han comenzado a claudicar sobre sus posiciones cortas -mostradas aquí con el indicador de Citigroup-, que alcanzan las cifras más copiosas desde 2010.
La debilidad en el mercado del oro negro pone presión sobre el dólar canadiense y las divisas escandinavas, favoreciendo a su vez la pujanza del billete verde. Los países de la OPEP+ no lograron llegar a un consenso debido a la intransigencia de los EAU, que se opusieron a ampliar el pacto de producción hasta finales de 2022 y presionaron para que se establecieran nuevas líneas de base para calcular las cuotas. Los titulares en el momento de la redacción de esta columna son alentadores para el crudo, ya que significan que la producción no se incrementará en los 400.000 barriles diarios acordados por los demás miembros del cártel, dejando a los mercados aún más desabastecidos de lo que ya están.
Sin embargo, tenemos fresco en la memoria el recuerdo del enfrentamiento entre Arabia Saudí y Rusia de marzo de 2020, que desembocó en una caída en el trimestre de 65% en el precio del barril, con futuros del WTI en negativo incluidos. Aunque la situación hoy es diferente porque todos los países de la OPEP+, con la excepción de los EAU, están alineados y ninguno de los principales países productores de petróleo quiere que el Brent se mantenga en un nivel superior a los 80 dólares (y varios, incluida Rusia, están presionando para bombear más), es difícil pronosticar el desenlace y los inversores prefieren ser cautos con bolsas en máximos y valoraciones infladas.
La oferta continúa constreñida y sin visos de verse incrementada sustancialmente, fruto de la disciplina en producción de la OPEP+ por un lado y de la abultada caída en CAPEX para exploración y producción de gas y petróleo por otro, y la demanda se recupera fruto de la reapertura económica, lo que puede impulsar el precio del Brent algo más cerca del listón de los 80 dólares.
En cualquier caso, el desacuerdo en el seno de la OPEP+ y el oportunismo de EE.UU. al expresar su descontento con el encarecimiento de la gasolina e Irán, que recuerda a la Casa Blanca su capacidad y predisposición para disparar la producción de crudo ante un hipotético levantamiento de las sanciones, pueden estar marcando el punto álgido en el precio del barril a corto plazo.
Finalmente, el lunes los bancos oficializarán el inicio del periodo de publicación de resultados del segundo trimestre. Este escenario ofrecerá argumentos tanto para inversores alcistas, que subrayarán las expectativas algo deprimidas tras comentarios en la conferencia de Morgan Stanley, el retiro de estímulos y su beneficio sobre la demanda de crédito, el resultado del stress test y su impacto en los repartos a accionistas o las valoraciones deprimidas, como para aquellos menos positivos para con las acciones del sector financiero, que podrán argumentar el perezoso crecimiento en préstamos, el aplanamiento de la curva o la difuminación del efecto positivo de liberación de reservas.
La transición de una economía basada en combustibles fósiles a otra impulsada por las energías renovables promete ser tan transformadora como las revoluciones agrícola e industrial. Pero, tal como están las cosas, las esperanzas de frenar el cambio climático parecen ambiciosas.
Los nuevos compromisos de EE.UU., China y Europa sobre la reducción de las emisiones netas de carbono a cero son insuficientes. Siguen dejando al mundo muy lejos del objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura global por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales. Por eso es esencial la fijación de precios del carbono.
Según los miembros del Comité Consultivo de Pictet-Clean Energy, un mecanismo de fijación de precios del carbono plenamente funcional podría marcar la diferencia entre detener el cambio climático y permitir que se descontrole. Según argumentan, las fuerzas del mercado pueden ser un poderoso aliado que contribuya a modificar el comportamiento de las empresas y los consumidores. El problema reside en encontrar la manera de aprovecharlas eficazmente.
Es evidente que el mercado del carbono, cuya media mundial en la actualidad asciende a tan solo 2 dólares por tonelada de CO2, no está cumpliendo la función para la que fue creado. La Agencia Internacional de Energía afirma que los precios del carbono deben aumentar hasta llegar a los 140 dólares en 2040 para cumplir los objetivos de París.
Evitar la tragedia
Conseguirlo no será sencillo. Como advirtió el exgobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, la lucha contra el cambio climático se ve obstaculizada por la “tragedia en el horizonte”. En otras palabras, la generación actual no tiene incentivos directos para solucionar el problema cuando los efectos catastróficos del cambio climático no se sentirán hasta dentro de unas décadas. Sin embargo, si se encarecen hoy las emisiones de carbono, existe la posibilidad de evitar esa tragedia.
Los modelos del Banco Mundial han mostrado que la fijación de precios del carbono podría reducir a la mitad el coste de cumplir los objetivos de París, lo que supondría un ahorro de unos 250.000 millones de dólares de aquí a 2030. Uno de los problemas es que los sistemas de fijación de precios del carbono no cubren la suficiente cantidad de emisiones del mundo.
A nivel mundial, el mercado de fijación de precios del carbono representa el equivalente a aproximadamente 12 gigatoneladas de CO2 –lo que se traduce en poco menos de la cuarta parte de todas las emisiones anuales globales de gases de efecto invernadero (1)-.
EE.UU., el país que más contamina del mundo, ni siquiera participa en el comercio de emisiones de carbono a nivel federal, mientras que en el Acuerdo de París sobre el clima no se incluyó ninguna estipulación para la fijación de precios del carbono (2). Los grupos de presión de los sectores del carbón, el petróleo y el gas también se han opuesto radicalmente. Además, existe una gran divergencia entre los precios de los distintos países.
Los países europeos dan ejemplo.
Suecia aplica el impuesto sobre el carbono más alto del mundo, de 1.190 coronas suecas (117 euros)/tonelada de CO2, que cubre aproximadamente el 40% de sus emisiones de gases de efecto invernadero. En Europa, el mercado más grande y antiguo del mundo, los precios del carbono se han incrementado en más del quíntuple desde 2018 hasta alcanzar un máximo histórico en mayo (véase la fig. 1).
No obstante, en otros países, el precio del carbono sigue siendo demasiado bajo. Según la AIE, para cumplir los objetivos del Acuerdo de París los precios medios del carbono tendrían que multiplicarse casi por 50 hasta alcanzar los 75-100 dólares/tonelada en 2030 y, posteriormente, los 125-140 dólares en 2040.
Los investigadores de la Universidad de California en San Diego creen que, incluso así, no será suficiente. Su estudio sitúa el coste social del carbono – que tiene en cuenta las estimaciones empíricas de los daños económicos causados por el clima y las proyecciones socioeconómicas– en unos asombrosos 417 dólares/tonelada (3).
La falta de un mercado armonizado y de un precio global unificado del carbono son quizás los problemas más importantes.
Las empresas, sobre todo las de las industrias con más consumo energético, podrían trasladarse desde los países con elevados costes de carbono hacia otros con unos límites de emisiones menos estrictos –un fenómeno conocido como “fuga de carbono”.
Los miembros de nuestro Comité Consultivo afirman que los renovados esfuerzos internacionales para luchar contra el calentamiento global podrían animar a más países y regiones a empezar a adoptar sistemas de fijación de precios del carbono. Eso debería hacer subir los precios a largo plazo y evitar la fuga de carbono.
Las señales son alentadoras. En China, que puso en marcha su mercado nacional de carbono en febrero, los participantes del mercado esperan un precio medio de 66 reminbi/tonelada (10 dólares en 2025, para posteriormente subir a 77 reminbi a finales de la década (4). Tiene potencial para convertirse en el mayor mercado de carbono del mundo.
Por otra parte, el American Petroleum Institute, el poderoso grupo de presión de los combustibles fósiles, apoya ahora la introducción de los precios del carbono en un cambio de política trascendental que pone de manifiesto la importancia de la lucha contra el cambio climático.
Además, Bruselas tiene previsto presentar propuestas para revisar, y posiblemente ampliar, su sistema de comercio de derechos de emisión en consonancia con el Pacto Verde Europeo y su nuevo objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% de aquí a 2030.
Una forma de mejorar el sistema de fijación de precios de las emisiones es ampliar el uso de los créditos de carbono. Los gobiernos pueden conceder créditos a aquellas empresas que reduzcan su huella de carbono con tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CAC), actividades de reforestación o soluciones de eficiencia energética.
De este modo, las empresas pueden ganar flexibilidad a la hora de cumplir con las normas de fijación de precios del carbono.
Es probable que el debate sobre la fijación de precios y los créditos del carbono ocupe un lugar destacado en las importantes conversaciones de la ONU sobre el clima que se celebrarán en Glasgow este mismo año, como posibles piezas clave para ayudar al logro de los objetivos climáticos.
Acelerar la innovación
Una fijación de precios del carbono eficaz tiene además otra ventaja que se ha pasado por alto: también puede acelerar el ritmo de la innovación tecnológica en las energías limpias y promover una adopción más rápida y generalizada de unos productos y servicios que todavía no son viables comercialmente.
Por ejemplo, según los miembros de nuestro Comité Consultivo, los costes de determinados tipos de generación de energía a partir del hidrógeno que se combinan con el almacenamiento de carbono podrían llegar a ser competitivos si los precios del carbono se fijaran en torno a los 60-70 EUR por tonelada de CO2.
Otras tecnologías que podrían devenir viables con una subida de los precios del carbono son los mecanismos de transmisión de energía avanzada y las baterías de nueva generación.
Esto conllevaría importantes ventajas. La AIE estima que estas tecnologías, por sí solas, tienen potencial para reducir las emisiones globales de CO2 del sector energético en casi 35 gigatoneladas de CO2 de aquí a 2070, es decir, el 100% de lo que se considera sostenible en el mismo periodo.
La transición hacia una economía descarbonizada será uno de los cambios socioeconómicos más radicales que jamás haya experimentado el ser humano. Sin embargo, a pesar de que la supervivencia del planeta está en juego, la resistencia al cambio está resultando difícil de superar. La subida del precio del carbono puede allanar el camino.
(1) Panel de Fijación del Precio del Carbono, Banco Mundial
(2) El artículo 6 del Acuerdo de París ofrece alternativas de cooperación voluntaria entre los países para alcanzar sus objetivos de CDN (contribuciones determinadas a nivel nacional) a fin de permitir unas mayores aspiraciones climáticas, fomentar el desarrollo sostenible y salvaguardar la integridad medioambiental
(3) Ricke, K., Drouet, L., Caldeira, K. et al. Country-level social cost of carbon. Nature Clim Change 8, 895–900 (2018). https://doi.org/10.1038/s41558-018-0282-y
(4) Estudio sobre la fijación de precios del carbono en China, 2020
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Cuando el BCE anunció su intención de hacer una revisión estratégica de su política monetaria, los analistas y gestores destacaron lo relevante de la decisión tras 18 años siguiendo la misma estrategia. Ayer llegó el esperado momento de conocer a qué conclusiones y decisiones había llegado el banco central tras esta revisión, y el resultado fue desgastado.
Las gestoras coinciden en que el BCE ha asumido la misma línea acomodaticia que ha mantenido hasta ahora, pese a dejar algunas novedades relevantes. En primer lugar, el BCE ha cambiado el matiz de su estrategia implementando un objetivo de inflación simétrica del 2% y una política de tolerancia de la inflación por encima del 2% durante un periodo de tiempo para garantizar que el marco macroeconómico sea tan favorable como se requiere a medio plazo. Numerosos estrategas consideraban ambiguo el anterior objetivo y podría derivar en un menor nivel de estímulos antes de lo deseado, como lo ocurrido con Trichet en 2011.
En opinión de Konstantin Veit, gestor de carteras de PIMCO, estamos ante “más de lo mismo”. Según explica, los resultados principales de la revisión de la estrategia están en línea con las expectativas, y no tendrán un gran impacto en la ejecución de la política monetaria a medio plazo. “Al igual que en 2003, parece tratarse de una evolución en lugar de una revolución, por lo que la reacción del mercado al anuncio ha sido limitada. En lo que respecta al reto al que se enfrenta el BCE, es decir, conseguir que la inflación llegue al 2%, la revisión probablemente se quede corta, ya que no responde a la pregunta de cómo puede configurarse la política monetaria para generar esos objetivos de inflación del IPC .La respuesta del BCE parece ser más de lo mismo, lo que también se refleja en que sigue confiando en los tipos de interés como principal instrumento de política monetaria”, apunta Veit.
Una de las observaciones que hacen las gestoras es que las palabras del BCE han sido muy difusas y poco concretas. “El objetivo de inflación del 2%, el lenguaje extremadamente vago sobre los excesos de inflación y la inclusión de la vivienda en la cesta de la inflación son cambios marginales y ampliamente esperados. A corto plazo, el BCE quiere crear una experiencia de elaboración de modelos y fuentes de datos sobre el riesgo climático, pero a medio plazo va a realizar una QE verde, al menos para el programa de compra de bonos corporativos, recortar los bonos en sus operaciones de garantía en función de las credenciales climáticas de las empresas, y someter al Eurosistema a pruebas de resistencia frente a escenarios de cambio climático. Otros bancos centrales van a leer esto y a pensar mucho en cómo pueden mostrar un compromiso similar con la ecologización de la política monetaria”, añade Paul Diggle, economista jefe de Aberdeen Standard Investment.
Carlos del Campo, miembro del departamento de Inversiones de Diaphanum, explica que “con esta mayor flexibilidad, el BCE admitirá precios por encima del 2% en el corto plazo como en el actual escenario de pandemia donde el IPCA se ha revisado al alza hasta niveles próximos al 2% en 2021. Además, recomendaron incorporar en el cálculo de la inflación los costes de la vivienda en régimen de propiedad y tendrán en cuenta criterios climáticos en su estrategia de política monetaria. En nuestra opinión el anuncio no debería ser muy significativo ya que tampoco se mencionaron herramientas adicionales para alcanzarlo, si bien Lagarde aleja en parte la posibilidad de reaccionar rápidamente si la inflación superase el umbral del 2% e implícitamente da mayor margen para los países más endeudados donde la deuda/PIB supera el 100%”.
En este sentido Ulrike Kastens, economista de DWS, añade: “Christine Lagarde se ha negado a dar una definición de lo que significa sobrepasar y subestimar en términos de cifras. En este sentido, la tolerancia también dependerá del entorno económico. El tipo de interés clave sigue siendo el principal instrumento de política monetaria, pero la QE, la orientación anticipada y otros medios seguirán siendo igual de importantes, ya que forman parte integral del conjunto de herramientas de la política monetaria”.
Política acomodaticia
En lo que coinciden la mayoría de las valoraciones de las gestoras es que el resultado de este cambio hace probable que la política siga siendo acomodaticia durante más tiempo que en el escenario anterior y, a su vez, pueda resultar negativo para el euro a medio plazo. “Si bien este mensaje se percibe como un mensaje de moderación, la realidad es que Europa sigue luchando por generar una inflación incluso cercana al objetivo anterior de «acercarse al 2%», advierte Charles Diebel, responsable de renta fija de Mediolanum International Funds.
En este sentido, desde Olea Gestión consideran que el BCE ve probable que el nivel de inflación se pueda superar temporalmente y por eso se guarda la posibilidad de no alterar su política monetaria. Sin embargo, difiere y argumenta que esto no quiere decir que la política actual hiperexpansiva se mantenga en el largo plazo. “La FED ya realizó un cambio similar en 2020 cuando decidió que el objetivo de inflación del 2% era una media de la inflación de los últimos años y no la de un momento concreto. Lo que sí parece claro es que el BCE no va a precipitarse en el tapering ni en la subida de tipos por presión de algunos países que ven con más preocupación el riesgo de una subida de la inflación a medio plazo”, explican Hernán Cortés, gestor del fondo Olea Neutral, y Rafael Peña, socio fundador de Olea Gestión.
En este sentido Wolfgang Bauer, gestor del equipo de renta fija de M&G Investments, lanza una reflexión: “Declarar que las desviaciones negativas y positivas del nivel objetivo son igualmente indeseables no cambiará esta situación. Si se tienen en cuenta las presiones actuales sobre los niveles de precios, causadas por la reapertura de la economía mundial tras su congelación COVID, las fuerzas deflacionistas a largo plazo de la globalización, el uso de la tecnología y el envejecimiento de la sociedad siguen y seguirán planteando un serio desafío para que el BCE alcance su objetivo de inflación”.
Un QE verde y la vivienda en el IPC
En segundo lugar, el BCE no se limita a anunciar su intención de desempeñar un papel más activo en la protección del clima, sino que establece un plan de acción concreto. En opinión de DWS, esto era lo que justamente estaba esperando el mercado, lo que muestra el vigor con el que el BCE pretende abordar esta cuestión. Según resumen los analistas de Banca March, la institución ha revelado sus planes para combatir el cambio climático, alejándose en un futuro de compras de bonos asociadas a compañías no alineadas con el compromiso verde de la UE.
En este sentido, a principios de este mes, Lagarde reconocía durante la conferencia Green Swan, organizada por el Banco de Pagos Internacionales (BPI) y el Banco de Francia, la necesidad de que el BCE incorporar el riesgo relacionado con el cambio climáticos a todos los ámbitos de su actividad, es decir, desde el marco para fijar su política monetaria hasta los programas de compras de deuda.
“Estaríamos fallando en nuestro mandato si no vemos cómo el cambio climático puede perjudicar la transmisión de nuestra política monetaria porque probablemente induciría inestabilidad financiera si no lo tenemos en cuenta. Y estaríamos fallando en nuestro mandato si no medimos el impacto que tiene el cambio climático en los activos que tenemos, en los activos que compramos y en las garantías que tenemos en stock”, señalaba Lagarde.
En opinión de Kastens esta es una decisión que tendrá un gran alcance ya que afectará al BCE tanto en su papel de supervisor. “Sin duda, esto demuestra las grandes ambiciones del BCE en este tema y su apoyo a la UE en su política climática. También afectará a la cartera de bonos corporativos del BCE si los aspectos relacionados con el cambio climático se incluyen en el marco de inversión. En términos más amplios, y en lo relativo al mercado de bonos, el anuncio en sí mismo podría tener un efecto de señalización y, en consecuencia, afectar a los precios”, concluye.
Otro de los temas que ha abordado el BCE ha sido incluir en la medición de la inflación los costes en los que incurren los propietarios de viviendas. Para Esty Dwek, head of global market Strategies de Natixis IM Solutions, “con las nuevas inclusiones en la cesta, la cifra podría ser más elevada, pero superar el 2% de forma sostenible sigue pareciendo un reto para la Eurozona. En general, esto debería permitir al BCE seguir siendo muy acomodaticio en busca de un objetivo de inflación simétrico”.
Según concluye David Kohl, economista jefe de Julius Baer, “la revisión de la estrategia del BCE no tiene ningún impacto en las medidas específicas de política del BCE, como el tipo de depósito negativo, sus compras de activos o la concesión de facilidades de financiación a largo plazo. Al mismo tiempo, refuerza la capacidad de comunicación del BCE con los mercados financieros y el público en general, aumentando así la eficiencia de la política monetaria”.
HSBC Asset Management refuerza su propuesta de sostenibilidad con la creación de una Oficina de Sostenibilidad y la reorganización de su equipo de inversión responsable. Como consecuencia de estas dos decisiones, ha nombrado a Erin Leonard para el cargo de directora global de sostenibilidad, que además se encargará de dirigir la recién creada Oficina de Sostenibilidad.
Según explica la gestora, Leonard dependerá directamente del Nicolas Moreau, CEO de la firma, y será la responsable de la ejecución de la estrategia de sostenibilidad de HSBC Asset Management, así como de la transición de todo el negocio hacia la inversión sostenible. El equipo también impulsará las iniciativas de la empresa centradas en las personas, incluyendo la diversidad, la equidad y la inclusión, como parte de su ambición de integrar una cultura de sostenibilidad en todo el negocio.
Su nombramiento se entrará en vigor de forma inmediata, pero seguirá ubicada en las oficinas de Londres. Leonard cuenta con más de 25 años de experiencia en la gestión de activos y a lo largo de su carrera profesional ha desempeñado funciones de liderazgo global en inversiones, desarrollo de productos, estrategia y ventas institucionales. Recientemente, fue directora global interina de negocios institucionales, al tiempo que dirigía la Iniciativa de Inversión Responsable de la compañía.
«La inversión sostenible se ha convertido en una de las fuerzas motrices de nuestro sector. Los retos de cumplir con el Acuerdo de París y de satisfacer las diversas y cambiantes necesidades de nuestros clientes son inmensos, pero también ofrecen enormes oportunidades de crecimiento. La creación de nuestra Oficina de Sostenibilidad refleja la importancia estratégica de la sostenibilidad para nuestro negocio y nos permitirá estar a la vanguardia de este cambio. Estoy seguro de que, bajo el liderazgo de Erin, podremos llevar nuestra propuesta de sostenibilidad al siguiente nivel y abrir un mundo de oportunidades de inversión sostenible», ha destacado Nicolas Moreau, Consejero Delegado de HSBC Asset Management.
La gestora también ha explica que la reorganización de su equipo de inversión responsable ha supuesto algunos cambios y nombramientos. El principal cambio es la salida de Melissa McDonald, hasta ahora directora de inversión responsable, que, según explican desde HSBC AM, «ha decidido aceptar una nueva oportunidad fuera del sector de la gestión de activos y dejará la compañía a finales de agosto». En su lugar, la gestora ha nombrado a Stuart Kirk, actual director global de investigación y conocimiento director de Inversión responsable.
Bajo las órdenes de Xavier Baraton, director global de inversiones HSBC AM, Stuart Kirk dirigirá al equipo responsable de la integración de los riesgos y oportunidades ESG en todas las clases de activos, así como de la política de voto y las iniciativas de compromiso de la compañía. Su equipo también dirigirá el desarrollo de nuevos productos y soluciones ESG, de cambio climático y temáticos, y de ofrecer investigación temática que contribuya a las mejores prácticas de la industria y apoye el liderazgo de pensamiento.
Stuart Kirk se unió a HSBC AM en septiembre de 2020 como director global de investigación y conocimiento. Cuenta con más de 25 años de experiencia en finanzas, desde funciones de gestión de carteras y consultoría estratégica hasta puestos de responsabilidad en el ámbito del periodismo, así como en el análisis en el buy-side y el sell-side. Según matizan desde la gestora, Kirk mantendrá sus actuales responsabilidades y comenzará su nueva función ampliada el 12 de julio.
A raíz de este nombramiento, Xavier Baraton, CIO global de HSBC AM, ha declarado: «La inversión responsable es la base de todas nuestras decisiones de inversión y estoy encantado de nombrar a Stuart para que dirija nuestros esfuerzos en esta importante área. La experiencia de Stuart en la gestión de equipos de investigación y en temas relacionados con ESG y el clima lo sitúan en una posición ideal para liderar nuestro equipo de Inversión Responsable, continuar elevando nuestros estándares y defender la colaboración y la innovación en toda nuestra plataforma de inversión».
Por último, la gestora ha anunciado que ampliará su equipo de inversión responsable con contrataciones adicionales en áreas como stewardship, el cambio climático y los datos. El equipo trabajará estrechamente con la Oficina de Sostenibilidad para cumplir con el objetivo estratégico de la compañía de convertirse en líder de la inversión sostenible. En 2020, HSBC AM estableció su estrategia para dar forma al mercado de la inversión sostenible a través del liderazgo en la política y el compromiso de la industria, el compromiso de las empresas, el desarrollo de nuevos productos y soluciones, y continuando con la integración de ESG en su enfoque de inversión. La compañía está apoyando la transición en general y en los sectores críticos para el clima, creando soluciones de inversión para cumplir los objetivos de inversión y sostenibilidad de los clientes.
Este anuncio se produce tras el lanzamiento la semana pasada de RadiantESG Global Investors, una empresa independiente de gestión de activos controlada por mujeres, centrada en ESG y la Diversidad & Inclusión, respaldada por HSBC Asset Management. También sigue al lanzamiento el año pasado de Climate Asset Management, una empresa conjunta entre HSBC Asset Management y Pollination, una firma de asesoramiento e inversión en cambio climático, para crear la mayor empresa del mundo dedicada a la gestión de activos de capital natural.
Vontobel refuerza su equipo de bonos corporativos con el nombramiento de Stella Ma para el cargo de gestora de cartera senior de la estrategia de high yield global. Según explica la gestora, este nombramiento refuerza su compromiso con “atraer a los mejores talentos de la inversión para ofrecer mejores resultados a sus clientes”.
Stella Ma se incorpora a Vontobel desde Julius Bär Investment Management, donde ha sido responsable del lanzamiento y la gestión de la estrategia global high yield. Anteriormente, fue gestora de carteras y socia de BlueCrest Capital Management, en Londres y Ginebra, donde era responsable de estrategias long-short en los mercados de high yield, crossover CDS y bonos corporativos europeos. Stella adquirió experiencia como analista de crédito high yield en Morgan Stanley e ING Financial Markets en Londres y Ámsterdam. Tiene un máster en Contabilidad y Finanzas por la London School of Economics y es titular de la certificación CFA.
“La trayectoria de 20 años de Stella en la gestión de fondos globales de high yield, tanto en mercados desarrollados como emergentes, nos ayuda a generar valor para nuestros clientes en este prolongado entorno de bajos rendimientos. Ella comparte nuestra pasión por la inversión activa y su experiencia global nos ayudará a encontrar oportunidades de inversión atractivas en toda la gama que ofrece el high yield”, ha destacado Mondher Bettaieb-Loriot, responsable de bonos corporativos de Vontobel.
Actualmente, Vontobel ofrece soluciones de renta fija desde 1988. Su boutique de renta fija gestiona 24.000 millones de francos suizos en activos de clientes en crédito global, bonos globales, mercados emergentes y estrategias flexibles. El equipo de renta fija está formado por 41 profesionales de la inversión ubicados en Zúrich, Nueva York y Hong Kong.