Los flujos de inversión continuarán dando soporte al dólar

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Los flujos de inversión y el dólar
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Finalmente, a lo que asistimos fue a una “avalancha roja”. A la espera de concretar una posible ligera mayoría en la Cámara de Representantes, Donald Trump obtuvo el martes una victoria sin paliativos sobre Kamala Harris (295 electores frente a 226), tanto en el voto popular (con un inusual 51%), como en el electoral. Esto fue posible gracias a su éxito en los estados más afectados por la crisis en el sector industrial (Michigan, Pensilvania y Wisconsin) y en las familias más castigadas por el auge de la inflación.

La respuesta en los mercados, como cabía esperar, fue efervescente y casi calcada a la que experimentamos en 2016, aunque en un contexto bastante diferente. En un entorno como el actual, marcado por la incertidumbre macroeconómica y geopolítica, el simple hecho de eliminar la inquietud que planteaban estas elecciones presidenciales será favorable, al menos hasta la investidura, el próximo 20 de enero, tanto para el sentimiento inversor como para la confianza de los hogares y la actividad empresarial.

La extensión de la TCJA de 2017, que beneficia a la economía de las familias; una hipotética rebaja en la tasa impositiva para las empresas (aunque probablemente no hasta el 15%); la disminución de la presión regulatoria (que favorece, sobre todo, a la industria bancaria y a los equipos y servicios del sector petrolífero); y el impulso en crecimiento nominal que deberían traer consigo las propuestas del flamante nuevo presidente de Estados Unidos se saldaron con la subida más importante en años para el Dow Jones, incrementos en los precios de más del 10% para los bancos, de más del 4% para el sector industrial, y con un alza del 14,75% para Tesla, que proporcionó a Elon Musk los primeros réditos de su apuesta de 130 millones de dólares por Trump.

De aquí a final de año, los analistas procederán a ajustar el efecto de los recortes de impuestos y la desregulación en los beneficios por acción de sus empresas. Si Trump redujera la tasa del impuesto corporativo del 21% al 15%, las empresas del S&P 500 tendrían un ahorro fiscal considerable, que, de acuerdo con nuestros cálculos, se acercaría a los 110.000 millones de dólares.

Esta cifra, basada en datos de beneficios netos de 2023, representa un impulso de +6%. El ahorro fiscal podría traducirse en mayores ganancias netas (BPA), un mayor flujo de caja disponible para inversiones y, sobre todo, como ya sucedió entre 2017 y 2020, en recompra de acciones o en dividendos más jugosos para los accionistas. Además, una mayor inversión facilitaría la recuperación en las encuestas regionales.

 

Mientras tanto, el crecimiento de la economía se mantiene por encima de su potencial de largo plazo. Se da por hecho que la tendencia hacia la desinflación continúa (según la encuesta entre gestores de fondos de BofA, el mercado no se muestra preocupado por una mayor probabilidad de aterrizaje brusco), y la victoria electoral de Trump refuerza los argumentos de quienes desestiman el escenario de ralentización.

Además, no prestarán demasiada atención, de aquí a final de 2024, a los datos del mercado laboral, ya que los consideran contaminados por las huelgas y varios huracanes. Los grandes bancos centrales (salvo el japonés) continúan relajando sus respectivas políticas monetarias. La Fed incluida, a pesar de las dudas que pueda generar el liderazgo de Trump en materia fiscal, preocupaciones que surgirán más adelante.

China, por su parte, probablemente anuncie pronto un paquete de estímulos que podría sorprender. Y, como guinda de este pastel, los últimos ~1,5 meses del año suelen ser un período estacionalmente favorable para la renta variable. La valoración es muy exigente, pero…

Adicionalmente, la temporada de resultados del tercer trimestre estuvo lejos de ser perfecta. Aunque las sorpresas positivas vinieron, en muchos casos, por la contención en el gasto y la compra y cancelación de acciones propias, los resultados tampoco fueron peores de lo que se esperaba. La agregación de precios objetivo para empresas del S&P coloca al índice en 6.415 a doce meses, por encima del pronóstico de 5.875 que manejan los estrategas.

La amenaza que supone el endurecimiento de sanciones y aranceles al comercio internacional (hasta un 60% en el caso de China y un 10%-20% de manera universal, con el evidente riesgo de represalias por parte de los países más afectados) desencadenó la tormenta perfecta en el mercado de divisas (el peso mexicano, por ejemplo, cayó un 2,4%). Además disparó la cotización del dólar y está ejerciendo una presión bajista sobre el precio de la deuda pública emitida por economías emergentes.

 

Bloomberg estima que, si efectivamente Trump cumple con el esquema del 60%-20% en cuanto a aranceles, el impacto sobre el PIB de Estados Unidos estaría entre un -0,8% y un -1,3%, dependiendo de si solo China o todos los países afectados por esta iniciativa deciden impulsar contramedidas. El proteccionismo que caracteriza su agenda política de “América Primero”, y que el mercado interpretó adecuadamente, queda de manifiesto en la rentabilidad relativa del S&P 500 respecto a las bolsas EAFE (Europa, Asia y Oriente Medio) o en la del índice dólar DXY.

Aunque la nueva administración persiga un dólar más débil, Trump se encontrará con los mismos obstáculos que ya enfrentó Ronald Reagan en 1980. La inercia que caracteriza al dólar, la rentabilidad en los mercados financieros estadounidenses, que actúa como imán para los flujos de inversión extranjera, o el riesgo de una combinación de laxitud en política fiscal y menor generosidad monetaria por parte de la Fed son factores favorables para el billete verde.

 

La falta de concreción respecto a sus planes fiscales ofrece un abanico de posibilidades tan amplio que impide hacer asunciones creíbles. El Comité para un Presupuesto Responsable estimó, el mes pasado, que los planes de Trump aumentarían la deuda, en promedio, en 7,75 billones de dólares. Aunque el rango de resultados es demasiado abultado (con un mínimo de 1,65 billones de dólares y un máximo de 15,55 billones), el hecho de que los republicanos puedan acabar haciéndose con el control de la Cámara de Representantes sesga el pronóstico al alza.

La Oficina Presupuestaria del Congreso preveía en junio que los déficits estructurales elevarían la deuda a unos 48 billones de dólares hasta finales de 2034, y que el costo neto de los pagos de intereses, que ya es el más alto desde 1996 (3,06% del PIB), podría alcanzar el 6% en 2054. Este nivel obligaría a recortar prestaciones sociales y sanitarias, así como inversiones en obra pública. Sin embargo, aún no sería catastrófico. Adicionalmente, con un crecimiento nominal de entre un 4,5% y un 5% y la TIR del bono en un 4,43%, la situación es todavía manejable.

El mercado de deuda pública ya ha descontado gran parte de todo esto. Esto es evidente si comparamos el movimiento en la TIR con la evolución del precio del barril de crudo o si observamos el cálculo teórico de la prima por plazo: la caída en el precio del T-Bond no refleja las expectativas de ese aumento en el crecimiento nominal del que hablábamos, sino más bien una preocupación creciente respecto a la situación de balance de Estados Unidos.

 

Según el Comité, los planes de Trump llevarían la relación deuda/PIB desde el 99% hasta el 142% en 2035. Aunque es cierto que la trayectoria es insostenible, el deterioro sería, en todo caso, muy progresivo. Además, si el presidente cumple todo lo prometido, ese 9,6% al que aumentaría el déficit en los próximos 10 años probablemente termine siendo bastante menor.

La rentabilidad del T-Bond podría subir algo más, pero existe valor a estos niveles. Es poco probable que se produzca una tormenta de ventas como la que sucedió en el Reino Unido con Liz Truss. En primer lugar, porque el dólar continúa siendo la moneda de referencia para el comercio internacional, mientras que la libra esterlina ha venido perdiendo relevancia desde el Brexit.

Por otro lado, aunque aproximadamente un tercio de la deuda pública de Estados Unidos está en manos de extranjeros, el déficit estructural de cuenta corriente demuestra que el modelo de prestar a los estadounidenses para que continúen adquiriendo productos extranjeros probablemente no se rompa en el corto plazo. Como explicamos más arriba, el dólar se ha fortalecido: con los diferenciales en mínimos y la bolsa en máximos, los flujos de inversión continuarán dándole soporte.

Banco BPM lanza una OPA de unos 1.600 millones de euros por la gestora Anima Holdings

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Banco BPM lanza OPA por Anima Holdings
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Banco BPM, el tercer mayor banco de Italia, ha anunciado una oferta pública de adquisición (OPA) a través de su filial aseguradora Banco BPM Vita para hacerse con la totalidad del capital que aún no controla de la gestora de activos Anima Holdings, en la que cuenta con una participación del 22,38%, que rondaría los 1.600 millones de euros, según informaba ayer Europa Press.

La propuesta de adquisición, que tiene por objeto excluir a Anima de la cotización en Euronext Milán, contempla el pago en efectivo de 6,20 euros por cada acción de Anima, lo que representa una prima del 8% respecto del precio marcado al cierre de la sesión de ayer.

La oferta está condicionada a la obtención por parte de Banco BPM Vita de una participación que represente al menos el 66,67% del capital social de Anima, así como la confirmación de la posibilidad de que el Banco BPM pueda aplicar a la operación el llamado ‘compromiso danés’, que permite a los bancos aplicar una ponderación de riesgo muy baja a las inversiones en seguros.

La entidad surgida en 2016 de la fusión entre Banco Popolare y Banca Popolare di Milano (BPM) ha destacado que la integración de Anima dará lugar a la creación de «un nuevo campeón nacional», segundo entre los grupos bancarios italianos, con activos totales de seguros de vida y gestión de activos por aproximadamente 220.000 millones de euros y activos financieros de clientes de unos 390.000 millones de euros.

Asimismo, la entidad calcula que el cierre de la operación supondrá una mejora significativa de la rentabilidad, con un aumento del beneficio por acción de alrededor del 10% y un aumento del RoTE desde el objetivo previsto del 13,5% hasta más del 17% en 2026, mientras que la absorción de capital será limitada, con una reducción del Ratio CET1 de unos 30 puntos básicos.

La Fed, sin prisa y cauta ante Trump, evita dar pistas de cara al futuro

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La Fed cautelosa ante la situación política de Trump
Foto cedida El presidente Powell responde a las preguntas de los periodistas en la conferencia de prensa del FOMC el 20 de septiembre de 2023.

Ayer quedó comprobado que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) no tiene prisa. Tal y como apuntaban todas las previsiones, el FOMC redujo los tipos 25 puntos básicos hasta situarlos  entre el 4,50%y el 4,75%, pese haber iniciado este ciclo de recortes con 50 puntos básicos. Según apuntan las firmas de inversión, esta última decisión de la Fed, unida al rápido resultado de las elecciones estadounidenses, introduce una mezcla de claridad e incertidumbre respecto a las futuras orientaciones económicas y políticas en Estados Unidos.

El FOMC modificó el lenguaje para añadir cierto grado de cautela en lo que respecta a la futura senda de la política monetaria. El presidente Powell indicó que, por ahora, las elecciones no tendrán ningún impacto en las perspectivas, pero si se observa la agenda política propuesta, 2025 puede ser una historia diferente”, destaca Salman Ahmed, responsable global de Macro y Asignación Estratégica de activos en Fidelity International.

Para Jean Boivin, responsable del BlackRock Investment Institute, lo más interesante de la conferencia de prensa de la Fed fue lo que faltó. “Powell reiteró el enfoque de reunión por reunión del organismo, afirmando que el destino de las tasas de política, y el ritmo de recortes para llegar allí, aún no se ha decidido. Evadió preguntas sobre el impacto económico de la posible agenda de políticas del presidente electo Donald Trump, indicando que esperaría a ver acciones políticas concretas. No hizo comentarios sobre las condiciones financieras, que aún son relativamente laxas después de uno de los ciclos de subidas más bruscos en la historia de la Fed. Y señaló que la inflación ha disminuido mucho sin ‘el tipo de aumento brusco del desempleo que a menudo acompaña a los programas de desinflación’, pero no ofreció explicación para ello”, comenta Boivin.

Por último, lo que Mahmood Pradhan, Head of Global Macro Economics de Amundi Investment Institute, destaca de la reunión de ayer es el grado de cautela que Powel ha introducido. Según argumenta, “la Fed señaló a unas perspectivas económicas más inciertas y a una inflación que se mantiene elevada. Junto con un probable cambio en la dirección de la política bajo la nueva administración, esperamos un ritmo más incierto y moderado de relajación monetaria el próximo año”.

Luces y sombras

Para Martin van Vliet, Investment Strategist de Robeco, con este movimiento, queda claro que «dado que las condiciones del mercado laboral se han relajado en general», la última recalibración de la política monetaria está principalmente orientada a prevenir riesgos para lograr el objetivo de la Fed de máximo empleo. 

En su opinión, es también destacable que se eliminó la referencia a un «mayor» progreso en la inflación, y se reiteró que la inflación [subyacente] «se mantiene algo elevada». “Tras este recorte, la política monetaria aún se considera restrictiva, y la Fed parece decidida a reducir el grado de restricción. Dado que Powell sugirió que una desaceleración de los recortes sería apropiada una vez que nos acerquemos a niveles de tasas de política que sean neutrales o cercanos a neutrales, creemos que un recorte adicional de 25 puntos básicos en diciembre es más probable que no suceda”, afirma Vliet.

Desde Janus Henderson reconocen que siempre ha sido probable que la Fed señalara una vuelta a recortes más modestos de 25 puntos básicos, “ya que trata de equilibrar la resistencia de la economía estadounidense y sus consumidores con un mercado laboral que se está enfriando gradualmente, pero que se mantiene a flote”, apunta Kareena Moledina, responsable de Gestión de carteras de clientes de renta fija (EMEA)  y Renta fija ESG de Janus Henderson

Según la experta, no podemos olvidar que la Fed siempre puede responder con una mayor relajación si se produce un repunte del desempleo o una debilidad económica significativa. En concreto a Modelina le preocupa el fantasma de la inflación: “Puede ser prematuro reclamar la supremacía en la batalla contra la inflación. Asumir que la inflación está en el retrovisor entraña un riesgo. Creemos que la Fed se mantendrá firme a la hora de asegurar que la inflación se ha desplomado realmente. Mientras la inflación sigue cayendo, el banco central estadounidense ha vuelto a recortar los tipos de interés, reduciendo el tipo de la Fed en 25 puntos básicos. Ahora se valora un ritmo más razonable de relajación, con los mercados alineados con la Fed”.

La sombra de Trump

Este miedo se ha acrecentado tras la victoria de Trump, ya que, según argumenta Moledina, podrían producirse posibles presiones inflacionistas derivadas de las políticas favorables al crecimiento y los aranceles prometidas por Trump. “El déficit fiscal estadounidense podría dispararse aún más con las políticas favorables al crecimiento de Trump, mientras que los aranceles podrían desembocar en una guerra comercial que crearía perturbaciones en la oferta y vientos en contra temporales para la inflación”, afirma.

Sin duda, cuando se le preguntó directamente sobre el resultado de las elecciones y las posibles implicaciones políticas, Powell se mostró diplomático, diciendo que no adivinan ni especulan sobre los resultados, pero reconociendo que esos resultados -una vez conocidos- podrían afectar a sus decisiones políticas.

Según recuerda Christian Scherrmann, Economista Jefe de EE.UU. para DWS, en 2016, los banqueros centrales sí debatieron el impacto de posibles cambios en la política comercial en su reunión posterior a las elecciones, según la transcripción publicada. “Desde esa perspectiva, es razonable suponer que quizás otros factores también estén entrando hoy en el pensamiento de los banqueros centrales. Sin duda, estas consideraciones implican una gran incertidumbre, ya que el calendario y la magnitud de los posibles cambios en la política comercial y fiscal siguen siendo desconocidos en este momento. Pero, en cualquier caso, esto no debería ser motivo de preocupación a muy corto plazo”, apunta Scherrmann.

Desde AllianceBernstein, el economista Eric Winograd, destaca que “Powell dijo que a corto plazo los posibles cambios de política relacionados con las elecciones no tendrán ningún impacto en la política de la Fed. ‘No adivinamos, no especulamos y no suponemos’, lo que significa que hasta que los cambios de política sean claros, no hay nada a lo que la Fed pueda responder. A medio plazo, si se producen cambios significativos en la política que afectarán a las previsiones de la Fed, esos cambios se tendrían en cuenta en ese momento”.

En este sentido, otro de los debates sobre el regreso de Trump a la Casa Blanca es qué pasará con el mandato de Powell que expira en mayo de 2026. “A preguntas de los periodistas, Powell negó la posibilidad de una dimisión anticipada. Asegurar la independencia de la Fed es crítico para la estabilidad de los mercados, y dado que el presidente no puede, legalmente, forzar cambio alguno, parece que eso al menos está garantizado unos meses más. Trump propondrá, eso sí, al siguiente presidente, algo que podría inquietar a los mercados, pero que no debería suceder antes de finales del 2025”, destaca David Macià, director de Inversiones y Estrategia de Mercados de Creand Asset Management en Andorra.

Previsión para diciembre

Sobre cuál será el siguiente paso, la mayoría de las firmas de inversión ven probable que la Fed realice un nuevo recorte de 25 puntos básicos, pero son cautas porque la institución monetaria haya dado pistas sobre ello. Según reconocen desde Fidelity International, para diciembre la condicionalidad de los datos se elevó un escalón, ya que Powell se alejó de cualquier orientación sobre el ritmo y el tamaño. “En conjunto, creemos que diciembre está muy cerca y que es probable que los tipos finales toquen fondo a un nivel más alto de lo previsto, dado el margen para una política fiscal reflacionista el año que viene. De hecho, si vuelve el impulso de la reflación y la inflación impulsada por la política arancelaria, es posible que haya que plantear subidas”, afirma Ahmed.

Por su parte, Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM, reconoce que un recorte de 25 puntos básicos en diciembre sigue siendo probablemente la “pendiente natural” de la Fed, pero su nivel de confianza es menor después de esta conferencia de prensa. “No haría falta mucho en los próximos datos de inflación y empleo para poner en pausa al FOMC. En cualquier caso, si el FOMC recorta en diciembre, esperamos una pausa en enero y bajo nuestro escenario central para la implementación de las políticas de Trump, creemos que la Fed se detendrá en el 4,25% en marzo. Esto, por supuesto, podría generar una discrepancia con la Administración republicana entrante, dejando al FOMC abierto a acusaciones de parcialidad después de su recorte de 50 puntos básicos de septiembre. Sin embargo, parece que Jay Powell se está preparando para la pelea”, afirma Moëc. 

Con todo este contexto, James McCann, economista jefe adjunto de abrdn,ve probable que la Fed trate de mantener abiertas sus opciones, señalando que las medidas políticas dependerán en gran medida de los datos y que el banco central no tiene un rumbo preestablecido. “Este fue un mensaje que se transmitió claramente tras la reunión del FOMC, que sigue señalando la incertidumbre en torno a las perspectivas y la necesidad de que la Fed vigile una amplia gama de información entrante”, concluye McCann.

Hacia un levantamiento del cepo: la incógnita de Argentina

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El futuro de la economía argentina tras el cepo
Foto cedidaJuan Salerno, partner y jefe de Inversiones para Argentina de Compass Group

El pasado mes de agosto, durante una conferencia de inversores montevideanos, Juan Salerno, partner y jefe de Inversiones para Argentina de Compass Group, anunciaba la necesidad de un levantamiento rápido, quizá para fines de este año o principios del que viene, de los controles cambiarios que ponen un corsé a la economía de Argentina.

La noticia merecía un examen más detallado porque, finalmente, la salida del cepo es la salida de 20 años de fracasos de la economía política del país. Lo que está en juego es un verdadero cambio de régimen en la potencia sudamericana. De momento, el giro radical es la llegada a la presidencia de Javier Milei, pero está por ver cómo termina este “experimento”.

Tanto el gobierno argentino como los expertos coinciden en que no se dan las condiciones para que, en este agosto de 2024, se retiren los controles cambiarios que rigen desde 2011. Juan Salerno piensa lo mismo y, básicamente, ofrece los mismos argumentos que los demás: falta de reservas, riesgo país todavía muy alto, stocks en pesos en exceso en la economía e inflación todavía alta…

Pero un ruido de fondo ha empezado a escucharse en Argentina y el socio de Compass lo baja a tierra, con todas las precauciones y reservas del caso: el cepo se podría levantar rápido, dice Salerno, pero no totalmente.

“Actualmente no veo un levantamiento al 100% de las regulaciones. Pero un sendero que podría ser recomendable es que el gobierno levante poco a poco no sólo restricciones para el tipo de cambio oficial sino también para lo que sucede con el tipo de cambio libre. Y esto es conveniente para los flujos comerciales, lo que tiene que ver con importaciones, exportaciones y pagos de servicios, pero fundamental para los planes de inversión de jugadores externos que han estado afectados por las restricciones para girar dividendos o pagar sus deudas”, explica Salerno.

De darse algunas condiciones el gobierno tendría una ventana a comienzos del 2025 año electoral porque de otro modo la salida quedaría probablemente a posteriori del proceso electoral. A partir de finales de este año y el inicio de 2025 los cambios deberían llegar no tanto en función de los sectores como de los tipos de flujos monetarios que puedan alimentar la economía.

“Argentina tiene que levantar este año todas las restricciones que afectan a los sectores económicos pujantes: el sector agropecuario, energía (petróleo y gas). Dar la vuelta la matriz exportadora”

“Si bien no están dadas las condiciones para un levantamiento total de los controles de cambio, no es indispensable que Argentina tenga niveles de reservas netas millonarias, el país puede acumular reservas de manera gradual. Tampoco es necesario que haya un riesgo país a 700 puntos, con que baje de 1.500 a 1.000 y continúe en esa senda también se pueden dar condiciones para que el gobierno empiece a eliminar restricciones”, dice Salerno.

Con mucha pericia, el gobierno argentino podría empezar a diferenciar los stocks (de deuda, de pagos atrasados, etc…) de los nuevos flujos: “Por ejemplo, todavía hay importaciones pendientes de pago, a pesar de que el gobierno trató de regularizarlo con la emisión de bonos para que las compañías pudieran comprar y vender para regularizar esos pagos. Así, ese stock se fue normalizando, pero todavía queda un remanente. Hoy todavía existe la calendarización de las importaciones y se pagan por tramos. Respecto de los dividendos, se podría flexibilizar los pagos venideros e ir trabajando sobre los stocks. Entonces, de esa manera se va atacando primero el flujo y se va trabajando poco a poco el   stock. Adicionalmente podría allanarse el camino si gobierno avanza con la renegociación del acuerdo con el FMI, que podría derivar en otros préstamos puente con países o multilaterales, y junto a un buen resultado de la amnistía fiscal, alivianarían las necesidades financieras de corto plazo”.

Entonces, levantamiento de los controles para algunos flujos, pero no para la economía en general. El principal temor para ir manejando el asunto gradualmente es que los jugadores del mercado se adelanten a las decisiones y la desregulación quede con sabor a poco. En el caso de hacerlo de un día para el otro, podría convertirse en un salto al vacío sin amortiguadores, por ende, un esquema intermedio y no por ello menos audaz podría ser una salida conveniente. Es clave manejar la comunicación y la narrativa de este proceso.

Los argentinos tienen ahorros externos (declarados o no) en más de un PBI (más de 400 millones de dólares) y Argentina es una economía poco monetizada por su historia inflacionaria, por ende, de tener los fundamentales alineados y los incentivos, la salida puede darse de manera rápida y con efectos positivos para la economía.

Si hay dólares, se podría entonces pensar que sacar el cepo no tendría mayores consecuencias, pero la respuesta es no, porque existe todavía una relevante masa de deuda en pesos y una inflación, que está en descenso, pero todavía se mantiene alta. Lo cierto es que el actual gobierno ha tratado de ocuparse de los pasivos remunerados del banco central (con éxito) pero también, en contrapartida, emitió deuda en moneda local (que todavía en parte está en manos de privados). Entonces, un levantamiento de un día para el otro de los controles cambiarios significaría el riesgo de que esos pesos corran contra reservas. Tener un tipo de cambio ultra alto tampoco sería la solución, por ello el gobierno aspira a que la inflación continúe convergiendo a la baja, para que la quita de controles no produzca otro impacto en los precios.

Lo cierto es que la nueva administración ha aumentado la deuda en moneda local, aunque haya saneado la deuda que tenía el Banco Central, que por ende requiere que el Tesoro continúe con su superávit financiero para que esa deuda sea manejable.

Puente de la mujer, Buenos Aires

Salerno piensa que con el levantamiento de las restricciones cambiarias habría que elevar las tasas de interés en términos reales, para no incentivar una corrida hacia el dólar. El pilar de toda esa maniobra sería la confianza y el equilibrio fiscal.

“Para Argentina sería conveniente levantar a fines de este año o principios del que viene las restricciones cambiarias que afectan a todos los sectores económicos, pero principalmente a los que pueden marcar una salida rápida de la recesión como el sector agropecuario, energía (petróleo y gas). Existen proyectos relevantes que pueden dar la vuelta la matriz exportadora. Entonces, tiene que llevar a cabo una desregulación manteniendo el apoyo popular, no es una jugada fácil… “, dice el experto.

El pez se muerde la cola, y a largo plazo el equilibrio fiscal depende de que la economía crezca. “Si los fundamentales de la economía están ordenados y, por ejemplo, el gobierno tiene superávit fiscal, no debería haber un riesgo de corrida”, piensa Salerno.

El presidente Javier Milei ha prometido bajar los impuestos y ha empezado a dar pasos hacia una reforma fiscal. Pero sin gasto público ni recaudación, ¿de dónde vendrían los recursos? La pregunta equivale a preguntarse cuál es el “Nuevo Régimen” que busca el gobierno.

En un mundo ideal, sería un estado reducido, un país con baja presión impositiva, una regulación que no entorpezca el funcionamiento de la sociedad, ningún control cambiario y facilidades para la inversión tanto nacional como extranjera. Semejante cambio de régimen no parece factible a corto plazo, pero se están sembrando las condiciones para que exista este escenario de largo. Según Salerno, sin equilibrios macro y apoyo político y social en el proceso resultaría difícil.

“Argentina necesita un cambio sociocultural después de 20 años de fracasos económicos consecutivos. La elección de Javier Milei responde a la búsqueda de otra vía, en medio de una frustración y degradación general del país. Hemos tenido un ajuste fiscal muy fuerte que Mauricio Macri (presidente de 2015 a 2019) no se atrevió a hacer de entrada por temor a perder apoyo social. La administración Milei lo ha llevado adelante y por ahora los sondeos muestran que sigue teniendo apoyo. Argentina tiene hoy otro tipo de gobierno, es claramente un experimento y, por ahora, la población le quiere dar una oportunidad”, señala el analista.

¿Es Javier Milei la encarnación del “Nuevo Régimen” que busca Argentina?

Lo que parece claro es que mientras exista el “cepo” nadie sabrá lo que vale realmente la economía argentina en el mundo y el país seguirá sometido a enormes distorsiones que pesan no sólo sobre su población, sino sobre todo el desarrollo de Latinoamérica. Acosados por la inflación y las crisis tanto políticas como económicas, tanto Brasil como México y Chile encontraron un camino hacia la estabilidad manteniendo la soberanía monetaria. La historia de Argentina está en curso.

Peso chileno: nacido en dictadura, sostenido por la institucionalidad

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Historia del peso chileno y su sostenibilidad
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La historia del último cambio de moneda que vivió Chile, como tantas otras a lo largo de América Latina, tiene la hiperinflación como telón de fondo. En las casi cinco décadas que han pasado desde entonces, la divisa ha logrado mantener su solidez, pese a los frecuentes episodios de turbulencia de los últimos años.

El fin del reino del escudo, la anterior moneda del país andino, llegó en un contexto de crisis económica. La inflación alcanzó su punto álgido, con datos de tres dígitos nunca antes vistos, durante el gobierno de Salvador Allende, que terminó con el golpe de Estado de 1973 que sumió a Chile en una dictadura militar de 17 años.

Unas de las reformas que implementó el régimen de Augusto Pinochet, en el golpe de timón con el que redirigió el grueso de la economía chilena, fue la instalación de una nueva moneda. “A partir del 29 de septiembre de 1975, la unidad monetaria de Chile será el ‘peso’ cuyo valor y poder liberatorio será igual a unos mil escudos de la moneda en actual circulación. Su símbolo será la letra S sobrepuesta con una o dos líneas verticales y se antepondrá a su expresión numérica”. Esa fue su presentación formal, en decreto de ley 1.123 del Ministerio de Hacienda.

El cambio de moneda no fue pacífico. La inflación siguió hirviendo y, una vez que se liberó el tipo de cambio, el dólar empezó a escalar frente al recién instalado peso. Un hito clave, con la crisis económica idiosincrática que azotó al país austral a partir de 1982, la peor que había vivido desde los años 30, se dio luego de que las turbulencias económicas de los primeros años de la dictadura llevaron a la intervención de distintos bancos en el país austral entre noviembre de 1981 y enero de 1983. En ese contexto, el gobierno decidió devaluar la divisa en un 18%.

Siguiendo el ritmo de los altos y bajos de la economía local, el peso chileno pasó un buen puñado de años depreciándose. A veces paulatinamente, a veces con menos gentileza. El precio fijo determinado –de 39 pesos por dólar– se hizo insostenible en 1982. Hacia delante, el peso se fue devaluando, pasando la barrera de los 100 pesos por dólar en 1984, según cifras del Banco Central de Chile (BCCh).

Siguiendo el ritmo de los altos y bajos de la economía local, el peso chileno pasó un buen puñado de años depreciándose. A veces paulatinamente, a veces con menos gentileza. El precio fijo determinado –de 39 pesos por dólar– se hizo insostenible en 1982

En medio de ese período, el régimen que dio luz al peso llegó a su fin tras el plebiscito de 1988, que determinó la transición hacia la democracia y dio paso al gobierno de Patricio Aylwin, que se extendió entre 1990 y 1994. Ese período se caracterizó por un crecimiento económico relativamente fuerte y como el inicio del fenómeno llamado por algunos como “el milagro chileno”.

Cifras del Banco Mundial ubican la expansión anual del PIB en 7,3% para 1988, saltando a 9,9% el año siguiente y marcando un máximo de 11,2% en 1992. Descontando la contracción de 1999 –mientras el país lidiaba con los coletazos internacionales de la crisis asiática–, los años 90 oscilaron entre el 4% y 5%, sin embargo, el peso se seguía depreciando, aunque más paulatinamente. A inicios de octubre de 1988, el mes del plebiscito, la paridad cambiaria se ubicaba en torno a 245 pesos por dólar; al cierre de 1990, ya se ubicaba sobre los 330 pesos.

Desde ese punto, siguió subiendo a lo largo de los años hasta un peak sobre los 750 pesos entre finales de 2002 y principios de 2003. Luego, vino un período de recuperación para la divisa andina, con el dólar bajando gradualmente hasta los 440 pesos en el primer trimestre de 2004.

Un presente sacudido

La siguiente década fue de relativa estabilidad, con el tipo de cambio transitando entre los 450 y los 700 pesos hasta que la volatilidad se encendió nuevamente a finales de 2019, cuando se iniciaron las protestas contra el alza del costo de vida en octubre de ese año. Este fenómeno, conocido como el “estallido social”, llevó al dólar por primera vez sobre los 800 pesos, gatillando una intervención por parte del Banco Central, entre diciembre de 2020 y enero de 2021. En esa ocasión, se vendieron 2.550 millones de dólares en spot, además de distintos programas de liquidez.

Desde ese punto, el peso ha tenido distintos episodios de desvalorización. Las condiciones globales adversas de la pandemia de COVID-19 y los eventos geopolíticos, sumado a la incertidumbre política en el país –incluyendo dos proyectos fallidos de nueva constitución, de distinto color político–, llevaron al tipo de cambio a superar los 1.000 pesos por primera vez en la historia, en julio de 2022.

Imagen de la junta militar que gobernaba en 1975

En ese momento, llegó una segunda intervención cambiaria, que se extendió hasta finales de septiembre de ese año. En esa ocasión, el BCCh enajenó 6.150 millones de dólares en el mercado spot.

Más recientemente, los nubarrones en el mercado cambiario local se han visto apoyados por un desajuste entre la política monetaria del país y el resto del mundo. El BCCh inició en julio del año pasado una ambiciosa campaña de normalización monetaria, inaugurada con un recorte de 100 puntos base de la Tasa de Política Monetaria (TPM).

Recientemente –y en parte por la volatilidad que le inyectó al tipo de cambio–, el ente rector ha ido moderando la bajada de los tipos de interés, pero suma una caída de más cinco puntos porcentuales, pasando de 11,25% a 5,75% en doce meses. Esto, comentan en la plaza local, ha ayudado a mantener la paridad sobre los 900 pesos por dólar, donde seguía al momento de escribir este artículo.

Pese a los episodios de volatilidad a lo largo de los años –olvidados en las décadas más recientes, pero incrustados firmemente en la historia económica del país–, el peso ha logrado mantener su credibilidad como una moneda consolidada. Y la clave, según destacan economistas, viene de la institucionalidad que refleja.

Una materia de instituciones

¿Qué ha permitido que el peso chileno subsista por casi 50 años? Economistas de la plaza santiaguina apuntan a la consolidación institucional como un ingrediente clave.

“Probablemente uno de los elementos que caracteriza a la evolución del peso chileno y el desarrollo de su economía y su mercado de capitales, tiene que ver con las instituciones”, comenta Sergio Lehmann, economista jefe de Bci, en entrevista con Funds Society. En el caso chileno, esta institucionalidad es algo que se ha ido reforzando a lo largo de los años.

Desde Fynsa, el economista jefe Nathan Pincheira concuerda con el diagnóstico. Dos períodos en particular, indica, representaron hitos de solidez para la divisa: la crisis bancaria de 1982 y la crisis asiática de 1998. En el caso de la primera, explica el profesional, la turbulencia trajo consigo una serie de reformas enfocadas en el mercado. “Eso llevó a que, en la década de los 90, sumado al retorno de la democracia y las altas tasas de crecimiento, el peso se consolidara como una moneda relativamente estable”, señala.

A finales de los 90, la crisis llevó a la consolidación de algunos procesos institucionales a inicios de los 2000. “Eso sentó las bases principales para que hoy, independiente de los movimientos de los últimos años, tenga la estabilidad relativa frente a otras monedas en Latinoamérica”, acota. Una institución en particular ha jugado un rol fundamental en esta historia: el Banco Central de Chile. Para Lehmemann, la señal de una institucionalidad sólida es un ente rector de corte autónomo, técnico e independiente porque, “al final, la moneda está muy ligada con la institución del propio banco central” del país que la emite.

El economista también enfatiza en que el BCCh adquirió su autonomía relativamente temprano –en 1989, específicamente–, pero que incluso antes “había consciencia de que era necesario ir implementando una política monetaria responsable, que no generara desequilibrios o presiones que provocaran mayor inestabilidad”.

Los factores fiscales también son algo que ha apoyado el afianzamiento del peso en el país austral. Pincheira, de Fynsa, destaca la incorporación de una meta de balance estructural de la evaluación del presupuesto, lo que sentó una regla para el gasto público, mientras que Lehmann enfatiza en que las monedas actúan como “termómetros” para medir la visión del mercado de una economía. Y un ingrediente relevante de esto es el manejo de las finanzas nacionales.

Un tercer pilar, para el economista de Bci, es la institucionalidad del regulador financiero. Este pilar también es sólido, señala, perfeccionándose con la creación de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF). Esta entidad reemplazó a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) y la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) a partir de diciembre de 2017.

El peso mexicano, del “error de diciembre” a la moneda latinoamericana más negociada en el mundo

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Evolución del peso mexicano en los mercados internacionales
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Junto con otras dos monedas (peso chileno y real brasileño), el peso mexicano ha proporcionado relativa estabilidad a la economía de esta parte del mundo, marcada en otras épocas por violentas devaluaciones que golpearon el desempeño económico y condenaban a Latinoamérica al bajo crecimiento, así como al incremento de la pobreza y la desigualdad. Es un pilar para la economía regional por su cercanía con la mayor potencia global; sólo la divisa china supera en monto al peso entre las monedas emergentes más negociadas del planeta.

Esta situación no es fruto de la casualidad. Para entender lo que hoy sucede con el peso mexicano es necesario remontarse a otras épocas, 30 años atrás y más, cuando la constante de la divisa azteca era la devaluación y la volatilidad cambiaria, que invariablemente impactaban en la que hoy es la segunda mayor economía latinoamericana, y en el resto de la zona.

“Error de diciembre”, el shock y el principio del fin 

El 21 de diciembre de 1994 el país se sacudía con una noticia, el Banco de México (Banxico) anunciaba que abandonaba la “banda de flotación” que mantenía al tipo de cambio atado a niveles predeterminados fijados precisamente por el instituto monetario. En otras palabras, Banxico anunciaba la devaluación del peso ya que al abandonar la “banda de flotación” el tipo de cambio se determinaría libremente en el mercado.

La devaluación fue brutal, ese mismo día el tipo de cambio pasó de 3,11 pesos a 3,90 pesos por dólar, una caída para el peso de 25,40%. El desplome fue incontenible y para marzo, es decir tres meses después, el tipo de cambio ya cotizaba en 5,75 pesos por dólar, con una devaluación de casi 85%, y un año después de la gran devaluación la cotización del peso estaba en niveles de 7,25 unidades por dólar.

Los efectos de la devaluación no se limitaron al tipo de cambio ni a la política, eso hubiera sido lo menos dramático: el impacto en la economía fue devastador

Este episodio de la historia económica de México fue conocido después popularmente como “el error de diciembre”, ya que precisamente en diciembre de 1994 había ocurrido el cambio de gobierno federal con la llegada a la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León, en sustitución de Carlos Salinas de Gortari.

Los efectos de la devaluación no se limitaron al tipo de cambio ni a la política, eso hubiera sido lo menos dramático, el impacto en la economía fue devastador, especialmente por el incremento de las tasas de interés que arrasaron todo.

En diciembre de 1994 la tasa de los Certificados de la Tesorería de la Federación (Cetes), que en ese entonces era principal referencia para la economía mexicana, se había ubicado en niveles mínimos de 7,75% anualizado; pero 12 meses después de la devaluación del peso ya estaba en 80%, más de 10 veces superior al mínimo previo.

Los créditos se volvieron impagables por el hecho de que estaban cotizados y pactados con tasa variable y su costo se multiplicó, el impago generalizado llevó al sistema bancario a la quiebra y obligó al gobierno federal a operar al rescate de las mismas instituciones, con recursos públicos. Esto provocó el episodio conocido como “Fobaproa”, por el nombre del organismo público que adquirió todas las deudas bancarias para gestionar su recuperación.

La sacudida mundial de “la crisis del tequila”

La economía mexicana se sumió entonces en la peor crisis de su historia, hasta la fecha no hay un referente similar, nada de lo acontecido posteriormente ha destruido tanto a México en términos como lo sucedido con la devaluación del peso de diciembre de 1994, la gran devaluación.

El impacto regional fue igualmente grave, Latinoamérica recibió de una u otra manera los coletazos de la crisis mexicana conocida en el exterior como “la crisis del tequila”.

La crisis mexicana desató una estampida de inversiones en Latinoamérica por temor al contagio; la salida de capitales de la región fue de tal magnitud que de acuerdo con cifras de la época del Fondo Monetario Internacional (FMI) la deuda externa de la región pasó de 84.000 millones de dólares en 1994 a 512.000 millones al cierre de 1997 ante la demanda de recursos que se experimentó para resarcir los flujos que salieron, atraídos también por el aumento de la tasa de la Fed, que precisamente a mediados de 1994 había iniciado una campaña alcista para contener la inflación.

Los países más afectados por la pérdida de atractivo ante el aumento de las tasas de la Fed y la “crisis del tequila” fueron Venezuela, Brasil, Chile, Argentina y Colombia. Pero otras naciones también lo padecieron porque sus propias crisis internas previas se profundizaron: Perú, Guatemala, Ecuador y Honduras, entre otros, fueron impactados. Incluso el dólar pasó por un periodo de debilidad ante la posibilidad de que México cayera en moratoria con los bancos internacionales. Al final, un rescate de última hora por 20.000 millones de dólares autorizado por el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en uso de sus facultades ejecutivas, le permitió a México no caer en la moratoria.

Sin embargo, la libre flotación poco a poco corrigió la debilidad estructural del país, junto con otro factor determinante que ya existía antes de la devaluación pero que igualmente requería tiempo para mostrar sus efectos benéficos.

La autonomía de Banxico, un antes y un después

La política de libre flotación fue un cambio muy importante en la economía mexicana porque logró de alguna manera desligar la evolución del tipo de cambio de la situación económica después de una era de shocks generados por devaluaciones constantes.

“La autonomía de Banxico les quitó a los políticos la manipulación del tipo de cambio y junto con la libre flotación permitió que el mercado fijara el precio de este indicador, esencial para la economía del país, con criterios de mercado: nivel de tasas, PIB, inflación, etc; esto le inyectó credibilidad a la economía y certeza para los capitales globales”, comentó Jorge Gordillo Arias, director de análisis de CI Banco.

Efectivamente, todo cambió porque el gobierno ya no pudo financiarse y se orilló a que el tipo de cambio se volviera un precio de mercado, de libre oferta y demanda, sin repercutir en nada las finanzas públicas del país. El tipo de cambio no deja de ser un termómetro de lo que sucede a nivel nacional y global, pero eso es precisamente la virtud de la libre flotación, los choques son apreciatorios o depreciatorios al reflejar las condiciones de la economía.

Hoy la libre flotación sirve más bien como un factor de despresurización a los choques del comercio exterior, es una válvula de ajuste.

Peso mexicano, la divisa latinoamericana más negociada del mundo

Si existiera alguna duda sobre la relevancia del peso en los mercados cambiarios globales, y en consecuencia respecto a su papel como uno de los baluartes monetarios de Latinoamérica, basta ver las cifras para constatarlo.

Actualmente la divisa mexicana es la décimo sexta moneda más negociada en el planeta; según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se negocian diariamente en los mercados globales 114.000 millones de dólares que están relacionados con cruces del peso en diversas monedas, aunque el dólar tiene un porcentaje preponderante. Solamente la moneda de China supera en monto operado al peso mexicano.

Asimismo, cifras del Banco de México señalan que en los mercados locales diariamente se transaccionan alrededor de 30.000 millones de dólares, aproximadamente el 26%de lo que se intercambia en los mercados del mundo.

Las mismas cifras y datos del BID señalan que el volumen de las transacciones con pesos mexicanos a nivel global aumentó 3% tan solo en los últimos tres años, lo que permitió que la moneda avanzara en el ranking al puesto 16 que ocupa actualmente entre las monedas más negociadas del planeta.

Un factor importante para explicar el nivel de liquidez del peso mexicano, además de la autonomía de su banco central y su evidente cercanía con la mayor potencia global, consiste en el hecho de que la divisa mexicana se puede transar las 24 horas del día, mientras que otras monedas, como el real brasileño, tienen restricciones de horario.

Los datos son relevantes porque hace tres décadas el peso mexicano ni siquiera figuraba en la lista de las 30 monedas más negociadas del planeta.

“Venimos de una era de constantes devaluaciones, de 1000% anual o más, que impactaban con fuerza a la economía del país y también a la región por el papel que nuestro país tiene a partir de la segunda mitad del siglo pasado en Latinoamérica”, señala Jorge Gordillo.

Para Gabriela Siller, directora de análisis en Banco Base, “el peso está en la situación actual después de periodos en los que las autoridades monetarias y políticas cometieron una serie de errores que llevaron a la divisa a ser considerada una de las más débiles y volátiles del mundo”.

Real: 30 años de la ‘bala de plata’ contra la hiperinflación brasileña

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Reflexión sobre la bala de plata en Brasil
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El año 1994 fue memorable para Brasil. La brillante selección canarinha aseguraría su 4º título mundial en la Copa del Mundo de fútbol en Estados Unidos; el ídolo nacional y superatleta Ayrton Senna, tricampeón mundial de Fórmula 1, moriría en un accidente en el GP de San Marino, en Ímola, Italia; y un nuevo y audaz plan contra la inflación estaba en camino…

Hace 30 años, el pueblo brasileño ya se había acostumbrado al constante aumento diario de los precios. La sociedad había establecido una rutina frenética, que incluía correr a los supermercados el día de pago de salarios y llenar los carritos con todos los productos posibles, con el objetivo de ahorrar, ya que al día siguiente los precios estarían más altos. Y esto es solo uno de los grandes emblemas que quedaron del enemigo. En esa época, tenía un gran nombre: ‘hiperinflación’.

El prefijo ‘hiper’ no era en vano, después de todo, en junio de ese año, la inflación brasileña alcanzaría el 47,5% mensual (lo que, en una medida anualizada, da más de 10.000%). Pero las cosas estaban a punto de cambiar. En la capital del país, Brasilia, un grupo de economistas estaba a punto de implementar una nueva moneda que sería introducida a través de un gran plan de contención de la inflación, en lo que sería el 6º intento del gobierno brasileño por lidiar con el problema. Desde 1986, los gobiernos brasileños habían intentado acabar con el virus de la inflación. Y con todo tipo de plan, algunos incluso con congelación y control de precios, dejando escenas que quedaron para la historia y para las clases de economía como lecciones de mal ejemplo.

Esta vez, sin embargo, el resultado sería diferente y exitoso. Liderados por el economista Fernando Henrique Cardoso (más conocido por el acrónimo ‘FHC’), entonces ministro de Hacienda del gobierno de Itamar Franco, la nueva medida enfrentaría muchos desafíos, más políticos que técnicos, exigiendo una inmensa pericia de todos los involucrados. El Plan Real se convertiría en la ‘bala de plata’ (expresión utilizada en Brasil para algo extremadamente potente para resolver o eliminar un problema) contra la hiperinflación. Sin embargo, la batalla por su implementación sería intensa.

‘Tres renuncias en la misma reunión’

Uno de los mayores obstáculos del Plan Real se encontraba en el ámbito político. Este mes de junio de 2024, una ceremonia realizada en Sao Paulo, en la Fundación FHC, celebró los 30 años del plan, reuniendo a gran parte del célebre equipo económico, con pocos lugares reservados para invitados selectos, y todo fue transmitido en vivo. Una de las primeras intervenciones fue de Edmar Bacha, uno de los célebres economistas, reflexionando sobre el timing político del plan: “¿Hoy sería posible realizar el Plan?”, preguntó, reflexionando sobre la aprobación de la medida en aquella época, mientras hoy Brasil atraviesa un escenario turbulento entre los poderes legislativo, judicial y ejecutivo. Pero no vamos a profundizar en eso.

El hecho es que, en 1994, ya no era fácil aprobar un proyecto de ley en el país. Y contar con un liderazgo que pudiera capitanear la parte técnica y dialogar con la clase política, según la evaluación del equipo, fue fundamental. Presentada en febrero de ese año, la ley que daría base al Plan Real fue aprobada en mayo, solo tres meses después de presentada. Según Bacha, “la conciencia por parte de los políticos que apoyaron” la medida fue un factor crucial para la aprobación del plan en esa época. ¿Existiría eso hoy? Queda la duda. Pero en aquel entonces, conseguir ese apoyo no fue una tarea fácil y, en algunos momentos, requirió grandes enfrentamientos. Fernando Henrique Cardoso (FHC), de hecho, llegó a presentar su renuncia tres veces en la misma reunión, en uno de los episodios más intensos del proceso. Quien relata el evento es el economista Gustavo Franco, quien fue secretario adjunto de la Secretaría de Política Económica del Ministerio de Hacienda en la época de la implementación del plan (y que después se convertiría en presidente del Banco Central).

“Ese día, en ese momento se pudo ver que era decisivo y el ministro fue firme. ¡Renunció tres veces en esa reunión! ¡Tres veces!”, dice Franco, en una entrevista con periodistas, sobre lo que consideró el peor momento de la implementación del plan. Cuenta que, en vísperas del lanzamiento de la URV, en una larga reunión — que duró 10 horas — en el despacho del presidente Itamar, FHC, parte del equipo económico e integrantes del gobierno se reunieron para discutir la Medida Provisional que implementaría la primera parte del plan. El ala gubernamental intervino, solicitando todo tipo de modificaciones. Los economistas resistieron.

“Lo vi levantarse de la mesa y decir: Así no se puede. Me voy”, dice Franco. Según él, el enfrentamiento involucraba una demanda del gobierno sobre cuestiones técnicas que habrían enterrado todo el Plan Real, como solicitudes de congelación de precios y un salario mínimo de 100 dólares. “El ministro fue muy firme”, dijo. Ese día, el presidente firmó el documento que fundamentaba la URV, el mecanismo que serviría como base para la nueva moneda. Y salió del despacho presidencial tal como entró: sin cambios. Era la victoria de una larga batalla, pero no la última. Después, se envió al Congreso Nacional, donde sería aprobada en unos meses, fruto de también mucha negociación política.

“La conciencia por parte de los políticos que apoyaron” la medida fue un factor crucial para la aprobación del plan en esa época. ¿Existiría eso hoy? Queda la duda

Unidad de Valor Real:  la jugada maestra

Durante el plan, se diseñó un mecanismo que fue una de las partes técnicas más brillantes del proceso. Antes de que la nueva moneda entrara en vigor, hubo una fase de transición con una ‘herramienta’ llamada URV — Unidad de Valor Real. La idea consistía en introducir a la población una unidad de cuenta indexada a la inflación, utilizada como referencia para la conversión de precios, salarios, contratos y otros valores monetarios. No era una moneda física, sino una unidad de medida virtual, que se implementó cuatro meses antes de la nueva moneda. Una de las fuentes de inspiración de la URV fue la lucha contra la hiperinflación alemana en el año 1923, y el mecanismo se basó en un artículo escrito por los economistas del equipo técnico André Lara Resende y Persio Arida, diez años antes.

En aquella época, habían propuesto un plan de estabilización que se conoció como ‘Larida’. La idea era romper la dinámica de alza de precios creando un sistema con dos monedas: la antigua, inflacionada, y una nueva, cuyo valor se corregiría diariamente. El objetivo principal del mecanismo implementado era desacelerar la inercia inflacionaria, preparando la economía para la introducción del real (R$) como la nueva moneda.

Con ello, la URV ayudó a desindexar la economía, rompiendo el círculo vicioso de ajustes automáticos de precios y salarios que perpetuaban la inflación. Funcionaba de la siguiente manera: Conversión de Precios y Salarios: Durante la fase de transición, todos los precios, salarios y contratos se convirtieron en URV. Por ejemplo, si un paquete de arroz costaba 100.000 cruzeiros reales (la moneda de la época) y la tasa de conversión era de 1 URV = 100 cruzeiros reales, el precio del producto sería 100 URV. Esta tasa se ajustaba diariamente según la inflación calculada por el gobierno. Entonces, si el paquete de arroz subía a 101.000 cruzeiros, todavía valdría 100 URVs. Y esto valía para todo. En el caso de los salarios, por ejemplo, los valores se convertían de cruzeiros reales a URVs. Entonces, si un trabajador recibía 1.000.000 de cruzeiros reales, y la tasa de conversión era 1 URV = 1.000 cruzeiros reales, el salario de ese trabajador se convertía en 1.000 URVs. De esta forma, los salarios mantenían su valor real, independientemente de la inflación.

Había incluso una tabla, publicada diariamente por el gobierno y reproducida por los medios de comunicación. Enseñaba a convertir la moneda y proporcionaba los parámetros actualizados. En poco tiempo, todos querían ‘saber los precios en URV’ en los mercados, comercios y empresas. El real se introducía poco a poco en la sociedad brasileña.

1 de julio: el día D

Era viernes. Pero no uno cualquiera: la Copa del Mundo había comenzado unas semanas antes en Estados Unidos, y Brasil, con Romário, Bebeto y Dunga, jugaría esa tarde los Cuartos de Final contra Holanda. Estratégicamente, el real comenzaría a circular ese día, en medio de la paralización social que sufre la nación brasileña durante la ‘Copa’ (aquí, hasta hoy — aunque la selección no haya ganado una copa desde 2002 y ya no tenga el mismo brillo — las escuelas interrumpen las clases, las empresas detienen sus actividades, el Congreso Nacional queda vacío, al igual que las calles del país, cuando la selección juega una Copa del Mundo. Es un evento sagrado en suelo brasileño).

Y Brasil ganó, por 3-2, generando el típico ‘Carnaval fuera de temporada’ que ocurre en el país con cada brillo de la selección canarinha. Y nadie se dio cuenta, pero los billetes del real comenzaron a circular. Unas semanas después, Brasil conquistaría la Copa del Mundo, pero también otro hito importante: por primera vez, la inflación cayó drásticamente. Pocas personas creían en el real — después de todo, era el 6º intento de un gobierno por resolver la cuestión inflacionaria — y hubo quienes llenaron algunas tiendas un día antes del lanzamiento para comprar productos en la antigua moneda, el cruzeiro.

Imagen del Mundial de 1994

Pero, a partir de ese momento, la fe de la población en el nuevo plan aumentó exponencialmente, reflejando los resultados. En el primer mes, en julio, la inflación cerró en un histórico 6,8%; en agosto, alcanzó el 2%. Y así continuó. El país cerró el año 1994 con una inflación anual del 916,43%, en tendencia a la baja. Esa disminución fue la que eligió a FHC al año siguiente, llevándose los créditos por el plan. El nuevo presidente asume en 1995, y la inflación fue del 22,41% en ese año. En 1996, cerró en 9,56%; en 1997, en 5,22%… Era un nuevo país, con una nueva configuración económica. La hiperinflación estaba muerta. Y hasta hoy, nunca más ha regresado.

Ajuste en las cuentas acompañado del plan

Junto con la nueva moneda, el Plan Real trajo un mayor control sobre las cuentas públicas de Brasil, con el objetivo de reducir un creciente déficit en el presupuesto federal. Una de las medidas fue una enmienda constitucional, el Fondo Social de Emergencia. Permitió que el 20% de los ingresos con destino predefinido fueran reasignados libremente por el gobierno. Esto permitió ajustar las cuentas públicas con el objetivo de alcanzar un superávit primario.

Otro problema crónico de Brasil estaba en el endeudamiento de los bancos estatales. Pero su hora había llegado. “La Unión, los Estados y los municipios, en un ambiente de inflación, no tenían límites para la irresponsabilidad”, dijo Franco en una entrevista con periodistas. Según él, cien bancos pertenecientes a los estados quebraron en los años que siguieron al real. Y así se extinguió la idea de los bancos estatales en Brasil. “Querían actuar como ‘bancos centrales’”, dice el economista, señalando que, en ese momento de inflación acentuada, “todos los malos hábitos del mundo eran la norma”. Poco a poco, el marco económico traído con el real eliminó todo eso.

Dólar, tasa de interés y el ‘trípode macroeconómico’

La moneda estadounidense jugó un papel esencial en la construcción del Plan Real. Como era la más segura del mundo, se utilizó como ancla. La indexación dejaría de ser por la inflación y pasaría a ser al dólar. Y, para ello, Brasil necesitaba un gran stock de la moneda. La solución fue aumentar la tasa de interés, atrayendo inversores de todo el mundo.

En los años siguientes, Brasil ganaría otro importante pilar, que perdura hasta hoy: el ‘trípode macroeconómico’. Implementado por los economistas Edmar Bacha y Gustavo Franco, el régimen estableció tres pilares para el gobierno: tener un régimen de metas de inflación; buscar el superávit primario; y el tercero, fruto de una política cambiaria flotante. Esta política se adoptó en 1999, después de la crisis cambiaria, cuando Brasil abandonó el régimen de cambio fijo y permitió que el mercado determinara el tipo de cambio, ajustándose a las condiciones económicas internas y externas.

Estos tres pilares — metas de inflación, superávit primario y cambio flotante — se convirtieron en la base de la política macroeconómica brasileña, ayudando a mantener la estabilidad económica y controlar la inflación en las décadas siguientes.

Los asesores vuelven a invertir en renta fija

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Regreso de los asesores a la renta fija
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Una de las principales tendencias de las carteras observadas en el primer semestre de 2024 ha sido el flujo de activos hacia la renta fija, según el Barómetro de Carteras de Asesores de América Latina y US Offshore. Las asignaciones de cartera se decantaron hacia la renta fija, saliendo del efectivo y alejándose de los activos alternativos.

El Barómetro de Carteras ofrece información sobre las carteras modelo de los asesores financieros y las decisiones de asignación que están tomando. Las observaciones se derivan de un análisis en profundidad de 41 carteras modelo gestionadas por asesores financieros y bancas privadas de América Latina y US Offshore. Las carteras analizadas fueron identificadas como de «riesgo moderado» por las propias empresas. El análisis fue realizado por el equipo de consultoría de carteras de Natixis Investment Managers Solutions, con datos que reflejan las carteras revisadas en el primer semestre de 2024.

Tras años de rendimientos históricamente bajos, el espectacular aumento de los rendimientos observado en 2023 y en 2024 ha hecho que las inversiones en renta fija vuelvan a ser atractivas, afirma Carmen Olds, CFA, Directora de Natixis Investment Managers Solutions. «Como hemos visto en las carteras de los asesores en otras partes del mundo, la redistribución de efectivo hacia la renta fija también se ha producido en Latinoamérica», afirma Olds.

Aunque la cartera media moderada obtuvo una sólida rentabilidad del 5,4% en el primer semestre de 2024, se vio eclipsada por el dominio de los «Siete Magníficos», que llevaron al S&P 500 a una ganancia del 15,1%. En comparación, el índice Bloomberg Global Aggregate Bond (con cobertura en USD) subió un 0,1%, lastrado por unas cifras mixtas de crecimiento e inflación, que llevaron al mercado a reevaluar sus expectativas de relajación monetaria.

Los asesores recuperan la confianza en la renta fija

A tenor de los datos, los asesores latinoamericanos y de US Offshore parecen haber vuelto a apostar por la renta fija de forma significativa. De hecho, la media de carteras moderadas analizadas durante el primer semestre de 2024 tenía una mayor asignación a renta fija (47%) que a renta variable (41%). En comparación, las asignaciones a renta variable siguieron siendo superiores a las de renta fija para sus homólogos europeos y estadounidenses.

En comparación con la media de carteras moderadas en el segundo semestre de 2023, los asesores aumentaron sus asignaciones a la renta fija en un 2%, junto con los fondos de allocation o mixtos (+0,4%). Este cambio se produjo a expensas de alternativos, activos reales y mercados monetarios.

La favorabilidad de la renta fija y las estrategias en duración reflejan el sentimiento de la Encuesta de Selectores de Fondos 2024 de Natixis2 realizada a 500 profesionales financieros de todo el mundo, incluidos 20 de América Latina. «Las tasas de interés más altas implementadas para contener la inflación galopante hicieron que los selectores de fondos fueran alcistas en bonos (66%). Pero el entorno también trajo nuevas preocupaciones a las carteras de renta fija en cuanto a las decisiones de timing para alargar la duración», explicó el director ejecutivo del Center for Investor Insight de Natixis, Dave Goodsell. En Latinoamérica, solo el 15% de los encuestados afirmó haber ampliado ya la duración, porcentaje inferior a la media mundial (24%), Norteamérica (27%) y Asia (37%). Los selectores latinoamericanos que aún no habían ampliado la duración esperaban a que las tasas se situaran en el rango del 4,5-5,0% (50%) antes de recomendar duraciones más largas, mientras que otro 35% quería ver tasas en el rango del 5,1-5,5%.

Preferencia por un enfoque flexible de la duración

Según los datos del Barómetro, la mayor parte de los activos de renta fija siguieron invirtiéndose en fondos de bonos diversificados/ flexibles (51%), que suelen tener un enfoque flexible respecto a la duración. «El posicionamiento general muestra que los asesores aún no estaban preparados para apostar por la duración, ya que las curvas de rendimiento seguían invertidas y las inversiones a corto plazo ofrecían atractivas ganancias de rendimiento sin la reciente volatilidad de los bonos a largo plazo», afirma Olds.

Además, en comparación con los resultados del primer semestre de 2023, los asesores aumentaron las asignaciones a fondos de renta fija a corto plazo, ya que pusieron a trabajar parte del efectivo de los mercados monetarios. También aumentaron las asignaciones a deuda de mercados emergentes, al mejorar el apetito por esta clase de activos a medida que se acercaba el final del ciclo de endurecimiento de la Fed estadounidense.

Análisis de la asignación a la renta variable

A pesar del liderazgo de la renta variable estadounidense desde la pandemia, las asignaciones a la renta variable norteamericana parecen ser prácticamente las mismas, con una mayor exposición estadounidense en las carteras procedente del incremento de las asignaciones a la renta variable mundial. La asignación a la renta variable europea y de mercados emergentes se redujo desde finales de 2019 en favor de «otra renta variable» (como fondos sectoriales y temáticos) e inversiones en renta variable global. «Este cambio parece confirmar la evidencia anecdótica de que los asesores tienen menos convicción sobre en qué parte del mundo asignar y delegan la decisión en gestores profesionales de renta variable que pueden “invertir en a cualquier lugar”, dijo Olds.

Señala que los asesores no quisieron perderse la tendencia de inversiones en tecnología e IA y complementaron las asignaciones en sus carteras de renta variable estadounidense y mundial, que ya eran elevadas, con posiciones satélite en fondos sectoriales y temáticos centrados en la tecnología. ¿Estarán preparadas las carteras para un declive de esta tendencia tecnológica? Aunque una corrección en los precios de muchos nombres tecnológicos es un riesgo real para los asesores, los datos muestran que la exposición a los “Siete Magníficos” se situó en una asignación media del 15% en renta variable, muy lejos de la exposición de más del 30% del S&P 500. Las carteras registraron rentabilidades sólidas, una menor exposición al riesgo y una mayor rentabilidad.

Las carteras registraron rentabilidades sólidas con menor riesgo 

A pesar de la menor asignación a renta variable de la cartera media moderada, la rentabilidad fue sólida, del 5,4% en el primer semestre. Además, se comportó bien frente a un índice de referencia ilustrativo 50:50 (50% MSCI ACWI, 50% Bloomberg Global Agg. con cobertura en USD).

En cuanto al perfil de riesgo, la volatilidad media a 12 meses, medida por la desviación típica, se situó en el 9,2%, por debajo del 9,6% del índice de referencia 50:50 y hacia los mínimos de los tres últimos años.

Cuidado con el déficit de diversificación

Con los activos alternativos y otros diversificadores como los activos reales reducidos en las carteras, la diversificación se limita ahora a las correlaciones entre acciones y bonos y a los fondos mixtos, advierte Olds. Y, dado que la correlación entre acciones y bonos sigue siendo alta en términos históricos, la diversificación se ha convertido en una tarea más difícil. Este gráfico muestra cómo los beneficios de la diversificación del índice de referencia 50:50 han disminuido en los últimos años, lo que pone de relieve la necesidad de alternativas.

Ante la previsión de una mayor volatilidad en el segundo semestre, especialmente si tenemos en cuenta la ralentización de las cifras de crecimiento económico, las próximas elecciones en Estados Unidos y los conflictos geopolíticos en todo el mundo, ahora puede ser un buen momento para asegurarse de que las carteras están adecuadamente diversificadas para suavizar la situación.

Análisis y asesoramiento de carteras

Los últimos años han demostrado lo rápido que puede cambiar el entorno de inversión y lo difícil que puede resultar tener en cuenta el riesgo de mercado y los beneficios potenciales en la asignación de carteras.  Si desea que nuestro equipo de asesores de carteras revise su cartera modelo para identificar fuentes de rentabilidad, diversificación y riesgo, por favor: Póngase en contacto con sus representantes de ventas de Natixis Investment Managers, o visite im.natixis.com

La victoria de Trump y sus efectos en los mercados emergentes

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Efectos de la victoria de Trump en mercados emergentes
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Los mercados financieros de los países emergentes han reaccionado en su mayoría como se esperaba a la victoria de Donald Trump y a una probable victoria republicana. A medida que el dólar estadounidense subía, la mayoría de sus divisas perdían, siendo el peso mexicano y las divisas de los fabricantes asiáticos las más afectadas. Una vez que los detalles sobre el tamaño y el calendario de los aranceles estén más claros, esperamos que las divisas emergentes, especialmente el yuan chino y el peso mexicano, se debiliten aún más. 

La renta variable china cayó como se esperaba, pero el mercado también está a la espera de los detalles de las medidas fiscales que deberían publicarse el viernes. La subida de los tipos estadounidenses ha dominado los rendimientos del crédito de los mercados emergentes. Seguimos esperando que el diferencial de crédito de los mercados emergentes aumente a corto plazo. 

Las divisas

Los mercados emergentes comenzaron a reaccionar a medida que había más claridad sobre el resultado. En general, las primeras reacciones han sido las esperadas: a mediodía, hora central europea, la mayoría de las divisas de los mercados emergentes se habían debilitado frente al dólar estadounidense. Ayer, el yuan chino perdía un 1,3%, situándose en 7,18, mientras que el peso mexicano perdía un 2,8%, situándose en 20,66. 

Las divisas asiáticas sufrieron caídas generalizadas, sobre todo las más expuestas al comercio con Estados Unidos: 1,2% para el won coreano, 1,3% para el ringgit malasio y 1,7% para el baht tailandés. Como era de esperar, los efectos han sido más moderados para la rupia india (0,2%) y la indonesia (0,6%). Dado que Brasil es uno de los pocos mercados emergentes que podría salir ganando en las posibles guerras comerciales por las represalias de China, el real brasileño ganó un 0,65%. 

Renta variable y crédito

Las acciones chinas y mexicanas han caído como se esperaba ante la inminencia de una posible guerra comercial. El índice Hang Seng Chinese Enterprises perdió un 2,6%, mientras que el MSCI Mexico cayó un 1,6% esta mañana. Un dólar estadounidense más alto en las próximas semanas seguiría presionando a la baja las divisas y la renta variable de los mercados emergentes. 

Los tipos estadounidenses han subido casi 20 pb hasta situarse en el 4,44%, lo que ha condicionado el comportamiento del crédito de los mercados emergentes ayer por la mañana. Los diferenciales del crédito corporativo de los mercados emergentes parecen haberse movido muy poco, lo que sugiere que el mercado no ha descontado los posibles aranceles. Pero parte de esto puede ser sólo un retraso en los precios al contado de los bonos, por lo que es posible que tengamos que esperar a una reacción completa mañana. Dado que China representa alrededor del 25% de la clase de activos y que Asia sin China representa otro 25%, esperamos que se produzca una mayor ampliación a corto plazo. 

A la espera de China

El mercado también está a la espera de los detalles de las medidas fiscales de China que se esperan al término del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional del viernes. Un amplio cupo de emisión de bonos con un calendario flexible en términos de emisión se consideraría positivo para el mercado chino. Aun así, unos aranceles del 60% probablemente mermarían el crecimiento chino en un punto porcentual con respecto a nuestra base de referencia para 2025 del 4,5%. El Gobierno chino tendría que ser más audaz en su apoyo a la economía para compensar los vientos en contra de los aranceles.

Comentario de Mali Chivakul, economista de mercados emergentes para J. Safra Sarasin Sustainable AM.

Frontal Trust y Cordada potencian su negocio en México con un fondo de deuda privada orientado a Afores

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(cedida) Andrés Gardeweg, portfolio manager de Deuda Privada y Private Equity de Frontal Trust (izq), y Andrés Prats, gerente general y fundador de Cordada
Foto cedidaAndrés Gardeweg, portfolio manager de Deuda Privada y Private Equity de Frontal Trust (izq), y Andrés Prats, gerente general y fundador de Cordada

Las carteras que administran las Afores en México, que han ido ampliando sus posibilidades de inversión paulatinamente a lo largo de los años, han llamado la atención de más de un jugador de otros países de América Latina. Este es el caso de las chilenas Frontal Trust, una boutique financiera especializada en alternativos, y Cordada, especializada en dar liquidez a financiadores de pymes latinoamericanas, que unieron fuerzas con la mexicana MXC Capital para lanzar un fideicomiso privado de préstamos a pymes orientado a los fondos de pensiones.

Según relatan representantes de las firmas en entrevista con Funds Society, este lanzamiento busca replicar la fórmula de financiamiento que ya han probado en Chile y Perú en un mercado de alto interés, que cuenta con viento a favor para las estrategias de deuda privada.

La tesis de inversión de la estrategia está anclada en la brecha de financiamiento que las tres firmas identificaron en las empresas medianas en el mercado mexicano. Así, a raíz del interés de Afores en participar de este negocio y de MXC Capital de complementar sus capacidades de originación con conocimientos en pymes y gestión de fondos, el asunto se cristalizó en un joint venture.

“Diseñamos un vehículo, gestionado por exbanqueros, con estándar bancario y que canalice directamente a las pymes con el menor costo de intermediación posible, para poder revitalizar la economía”, explica Andrés Gardeweg, portfolio manager de Deuda Privada y Private Equity de Frontal Trust, destacando la trayectoria de sus socios locales.

MXC Capital, recalca el ejecutivo, está dirigida por los socios Luis Armando Álvarez y Paulina Ezquerra, exejecutivos de Actinver. “Es un grupo con mucha experiencia en banca”, enfatiza.

En esa línea, Andrés Prats,  gerente general y fundador de Cordada, agrega que el objetivo es apoyar a las empresas medianas, lo que calza con la visión de las gestoras previsionales. Además de conseguir una buena rentabilidad, explica, los institucionales están interesados en generar un impacto en la economía nacional.

“Lo que se armó fue un vehículo que pudiera canalizar capital de ahorrantes, fondos de pensiones y otros actores mexicanos muy relevantes, de primer nivel, hacia la empresa mediana de la manera más eficiente posible, con un estándar operativo mucho más parecido a un banco que a una administración de fondos”, señala el ejecutivo de la financiera chilena.

Aprendiendo de México

Gardeweg acota que la fórmula de financiamiento ya la probaron en Chile entre 2019 y 2020. A fines de ese año abrieron su operación en Perú –donde tienen una oficina con un socio local, Raúl Benavides, al timón–, en la que reportan buenos resultados.

El flanco en México lo abrieron en 2022, mientras que este lanzamiento con MXC Capital busca hacer crecer su presencia en el país. “La idea a 2025 es que la cartera de México llegue a 150 millones de dólares, hacerla escalar”, asegura el ejecutivo de Frontal Trust.

Respecto al rol que cada firma juega en el fideicomiso, los ejecutivos recalcan que el GP de la estrategia es MXC Capital y que Frontal Trust y Cordada asesoran el proceso, desde sus respectivas avenidas. Esto incluye participar en los comités técnicos y de inversiones del gobierno corporativo del fideicomiso. “Queremos seguir aprendiendo del mercado mexicano y agregar valor en las instancias de tomas de decisiones”, indica Gardeweg.

El vehículo, que tiene un tamaño de 70 millones de dólares, ya cerró. Es más, los compromisos de capital ya están zanjados y la gestora incluso ya llamó el primero.

Como los inversionistas –incluyendo Afores, cuyos nombres se mantienen bajo reserva, dada la regulación de los fideicomisos privados– hicieron compromisos por sobre el tamaño del vehículo, desde las firmas chilenas auguran que harán un segundo fondo, con algunos inversionistas que probablemente se repetirán el plato.

“Hay que ir paso a paso para demostrar que se puede hacer bien el proceso de inversión y que se puede empezar a recuperar el capital. Es fácil prestarlo, pero es difícil cobrarlo”, comenta Gardeweg.

La estrategia

El principal activo subyacente del fideicomiso son los créditos directos a empresas medianas, sin muchas capas de estructuración financiera, para mantener a raya los costos a las pymes.

La mayoría de estos préstamos cuentan con garantías y tienen una duración promedio de alrededor de tres años. Los montos varían, partiendo desde el millón de dólares y encontrando un tope natural en los 7 millones de dólares, considerando que ninguno puede superar el 10% de la cartera. “El sweet spot es entre uno y tres millones de dólares, máximo cinco millones”, agrega el ejecutivo de Frontal Trust.

Prats, de Cordada, por su parte, enfatiza en la importancia de ser selectivos con los activos. “Hemos hecho un pipeline súper a consciencia y hay una red de primer nivel en México”, explica, agregando que planean realizar 40 financiamientos.

El target son las firmas consideradas en el país norteamericano como medianas, con ventas anuales entre los 100 millones de pesos mexicanos (alrededor de 5 millones de dólares) y 250 millones de pesos (12,5 millones de dólares). “En México, hemos identificado un segmento de 312.285 empresas medianas. Es un mercado muy grande”, indica el profesional.

Más que invertir por sector o zona geográfica, tienen el foco puesto en el análisis bottom-up, sondeando el riesgo y el potencial de crecimiento de cada compañía. Con todo, la cartera incluye empresas de los rubros de manufacturas, retail, logística, vivienda y construcción, transporte, servicios de salud y servicios de telecomunicaciones, entre otros.

Es más, Prats indica que esta puede ser una mejor alternativa para pymes e inversionistas que los mercados tradicionales. “Existe una tremenda oportunidad de entregar financiamiento a empresas a través de fondos, muchas veces generando estructuras mejor pensadas y diseñadas que lo que podría ser un bono”, comenta, agregando que estos préstamos tienen garantías, tienen mejores covenants, mayor seguimiento y monitoreo de la cartera.

Ambiciones a futuro

Por ahora, el enfoque de esta estrategia de deuda privada está puesto 100% en México. Hacia delante, en cambio, los ejecutivos ven espacios de apertura a otros mercados latinoamericanos en el horizonte.

La idea, indica Prats, es poder incorporar capital de otros países. “A medida que esto funcione, vamos a presentar este caso de estudio a los fondos de pensiones de Latinoamérica. Es muy ampliable”, explica, asegurando que tienen “la convicción de que va a ser un éxito”.

Para el profesional, uno de los puntos de atractivo de la estrategia es la innovación. “Estamos canalizando ahorro de fondos de pensiones latinoamericanos a empresas medianas, muchas ya formales, que tienen la oportunidad de aprovechar el nearshoring”, subraya el ejecutivo de Cordada.

Además, las dinámicas de tasas de interés le agregan un componente adicional de atractivo para inversionistas de otros países latinoamericanos. Como los tipos de referencia locales sigue sobre 10%, indica Gardeweg, estos préstamos se colocan a tasas de 15%, 18%, 20%.

“Para un inversionista que puede fondearse acá (en Chile) a una tasa más baja, lleva sus fondos al mercado mexicano y puede acceder a tasas de activación mucho más atractivas con ese diferencial de tasas de la coyuntura”, explica.

En cuanto a expandir su fórmula a otros países, Prats acota que han visto oportunidades en otros países del vecindario –como Colombia–, pero que van avanzando de manera cautelosa. “Creo que esta es una estrategia bien replicable, pero hay que tener cuidado con replicar cosas de manera demasiado apresurada”, advierte.

Por ahora, en 2025 Frontal Trust y Cordada se enfocarán en consolidar sus negocios en Perú –donde operan sin GP y con una plataforma de originación de 18 alianzas– y México.

Viento a favor

“Hay un fuerte crecimiento, a propósito del nearshoring y hay muchas oportunidades que está teniendo México hoy día”, recalca Prats.

Al mundo de la deuda privada en particular, le juega a favor la dinámica que se ve en la banca. Mientras que estas entidades se han puesto cada vez más restrictivas con el crédito –inspiradas por los requisitos de Basilea III–, las Sofomes (Sociedades Financieras de Objeto Múltiple, que son los financiadores no bancarios) no han logrado proveer un financiamiento atractivo para el segmento al que están apuntando Frontal Trust, Cordada y MXC Capital con su nuevo fondo, según describe el profesional.

“Las sofomes más grandes que había en la industria, que cubrían este gap entre la banca y los no bancarizados, en los últimos años hubo tres quiebras relevantes”, amplía Gardeweg, citando los casos de las firmas Crédito Real, Unifin y AlphaCredit. “Con esas quiebras, que se dieron en el período del COVID, quedó el gap aún mayor”, dice.

A todo esto, agrega, se suma que un cambio de régimen de inversión amplió el límite de alternativos, lo que podría beneficiar a la industria.