A Gabriel Micheli, gestor senior de inversiones que lleva 15 años creando carteras medioambientales, le viene de familia su profundo aprecio por la naturaleza. En este artículo analiza las tendencias hacia las cero emisiones netas y explica su interés por la inversión responsable.
¿Desde cuándo se dedica a la inversión medioambiental?
Me incorporé a Pictet en 2006, justo cuando nuestra estrategia Water se estaba convirtiendo en una estrategia multimillonaria. Me entusiasmó participar en el lanzamiento en 2007 de un nuevo fondo medioambiental, Clean Energy, porque quería aplicar mis conocimientos de economía y finanzas para causar un impacto positivo en el medio ambiente. Creo firmemente que, como accionista, te encuentras en una posición privilegiada para hacerlo. Poco después, en plena crisis de 2008, participé en el lanzamiento de la estrategia Timber, con el objetivo de invertir en silvicultura sostenible. Posteriormente avanzamos hacia el concepto que fusionaría todas nuestras estrategias medioambientales −Water, Clean Energy y Timber− en una sola. En 2010 ya habíamos conseguido algunos mandatos institucionales, pero nos llevó un tiempo concebir un concepto coherente, porque en ocasiones muchas de las empresas vinculadas a nuestras temáticas resolvían un problema medioambiental y causaban, al mismo tiempo, perjuicios en otra dimensión.
En aquella época se hablaba del cambio climático, pero la contaminación, la biodiversidad o los plásticos no siempre se percibían como problemas. Estaba convencido de que al centrarse en una dimensión medioambiental se corría el riesgo de crear problemas en otras. Con la ayuda de la gran creatividad de Christoph Butz quien, gracias a su formación de ingeniero forestal, conoce a fondo los sistemas terrestres, creamos una metodología de inversión basada en los Límites Planetarios.
Se trata de un marco de referencia científico que presenta una visión integral de todos los problemas medioambientales y que reconoce que cada dimensión tiene un límite que no debemos sobrepasar. La metodología de inversión que ideamos era muy innovadora en aquel momento. Todavía la estamos mejorando, pero ahora se ha vuelto más habitual y se ven muchos libros o documentales que hacen referencia a los Límites Planetarios; este término está pasando a ser de uso común. Llevamos años calculando el impacto de las empresas basándonos en esta metodología.
La taxonomía europea que se está implementando actualmente utiliza una metodología prácticamente igual a la nuestra: además de la atenuación y adaptación al cambio climático, existen otras cuatro dimensiones que se corresponden realmente con nuestros Límites Planetarios. Con el doble planteamiento de «no hacer daño», es decir, de mantenerse dentro de los Límites Planetarios, y de «hacer el bien», es decir, de mejorar la situación de al menos una de las dimensiones.
Queremos seguir estando a la vanguardia y desarrollar hoy las estrategias que los clientes nos pedirán dentro de cinco años.
¿Qué opina de la tendencia hacia las cero emisiones netas?
Es un paso en la buena dirección,pero, lamentablemente, hasta el momento no ha variado la trayectoria a largo plazo. Actualmente tenemos una economía degenerativa para el medio ambiente: todo lo que hacemos destruye parte del planeta. La intención de las grandes marcas que se vuelven ecológicas es, principalmente, hacerlo un poco mejor que antes, pero sus actividades siguen siendo degenerativas en su conjunto.
Debemos avanzar más allá de las cero emisiones netas –cada vez es más evidente que tenemos que restaurar lo que hemos destruido. Tenemos que devolver el carbono a la tierra mediante la agricultura regenerativa o la plantación de árboles, debemos encontrar nuevas tecnologías. Lo que necesitamos por encima de todo es un nivel de organización estructural en el que avancemos hacia una economía regenerativa y circular, pero que además aporte algo positivo para la biodiversidad o la naturaleza. Esto se crearía siguiendo el modelo de los sistemas naturales que se autoregeneran continuamente. Si se destruye un bosque, acabará por regenerarse. Deberíamos tener una economía basada en esa estructura. Como accionistas podemos ser colaboradores de las empresas que emprendan ese camino. Estoy convencido de que, para que una empresa sobreviva, para que ofrezca un crecimiento superior, para que sea innovadora, para que contrate a los mejores talentos, será necesario que adopte esa nueva estructura.
¿Le resulta más fácil transmitir sus puntos de vista medioambientales hoy en día?
Es impresionante ver cuántas cosas han cambiado en los últimos años. Cuando empecé, no había consenso sobre por qué los fertilizantes, los plásticos, el aire acondicionado, la energía nuclear o incluso los pesticidas no tenían cabida en una estrategia de inversión medioambiental. Hasta hace pocos años no se hablaba mucho de la biodiversidad. Solo se ha hablado de la contaminación causada por los plásticos desde que el documental de la BBC, Planeta Azul, mostró el daño que provocaban a los océanos, ¡pese a que siempre ha sido un problema! Hoy en día, un porcentaje mucho mayor de la población se siente preocupada y, sorprendentemente, se ha acelerado con la crisis del coronavirus. La generación más joven parece interesarse por estos temas; para la mayoría de las personas que contratamos actualmente es una obviedad.
Hace diez años, no habría apostado por un cambio tan repentino en esta dirección. La inversión sostenible era todavía minoritaria debido a la idea predominante de que imponer consideraciones éticas a las inversiones daría lugar a una rentabilidad inferior, ya que limitaría el universo de inversión. Ahora ya no es necesario plantearse ese debate, la trayectoria de nuestras estrategias medioambientales habla por sí sola.
El dialogo activo con las empresas era considerado negativamente por los inversores, que temían que pudiera tensar las relaciones con los equipos directivos. Actualmente, son las empresas las que acuden a nosotros para que las asesoremos porque se dan cuenta de que el capital fluye hacia las que tienen las mejores puntuaciones ASG. En el fondo Timber, que gestionaba con Christoph, siempre hemos mantenido conversaciones con las empresas sobre las mejores prácticas silvícolas y el mantenimiento de un buen nivel de biodiversidad mientras se producen maderas valiosas. Siempre hemos presionado a las empresas para que se adhieran a altos estándares de gestión forestal sostenible, ya que el valor de nuestras empresas participadas está determinado en gran parte por la sostenibilidad de sus activos forestales.
“Debemos avanzar más allá de las cero emisiones netas. Tenemos que restaurar lo que hemos destruido.”
¿Siempre estuvo interesado en la inversión responsable?
Mi familia siempre ha tenido un fuerte vínculo con la naturaleza, y me lo ha transmitido. En Ginebra hubo una tendencia medioambiental muy fuerte en el siglo XX. Creo que es acorde con el legado de tres grandes figuras históricas: Jean Calvin, Jean-Jacques Rousseau y Henri Dunant, que infundieron en Ginebra un sentimiento de apertura hacia el mundo, un sentido de la justicia y la compasión que denominamos el «espíritu ginebrino». Esto se extendió al medio ambiente con figuras como Robert Hainard, un pintor naturalista amigo de mi padre que inspiró a toda una generación a apreciar la naturaleza en su estado salvaje y libre. Mi propio padre es ornitólogo y se ha pasado toda la vida con unos prismáticos al cuello. Vivíamos cerca de la naturaleza y eso sigue formando parte de mi vida cotidiana.
Me desplazo en bicicleta eléctrica, tengo una estufa de pellets de madera, soy vegetariano desde hace unos quince años y, hace poco, planté un bosque alimentario de permacultura en mi jardín. Intento limitar el impacto que pueda causar en el medio ambiente en todo lo que hago. Defiendo el pensamiento sistémico de que en la naturaleza todo tiene un lugar y un propósito, y de que cada vez que se quita un componente del sistema, puede afectar a la totalidad del mismo. Mi esposa solía trabajar como lobista en Bruselas, luchando contra los pesticidas en la agricultura. Intentamos transmitir nuestro amor por la naturaleza a nuestros tres hijos.
Para saber más sobre la inversión sostenible en Pictet Asset Management, haga click en este enlace y acceda al informe de inversión responsable.
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