El sector del capital privado y emprendedor está creciendo en México. Es por ello que RiskMathics Financial Innovation presenta su curso sobre “Private Equity & Venture Capital- Estructura y operación”.
Durante el curso se utilizarán casos reales para ejemplificar la dinámica del Private Equity & Venture Capital, su evolución, el origen de creación de valor, los riesgos asociados y la particularidad de esta clase de activo.
Especialistas de la talla de Eduard Tarradellas, Felipe Vilá, Victoria Hyde, Roberto Terrazas, Miguel Revilla, Luis Perezcano, Miguel Duhalt, Adriana Tortajada, MArcus Dantus, Mauricio Basila, Alejandro Santoyo y Ricardo Granja guiarán a los participantes a través de cada etapa del desarrollo de una compañía, desde su creación, crecimiento, cambio de socios, reestructuración, riesgo, rendimientos, valuación de las empresas y eventos adicionales para identificar el rol de un Private Equity y un Venture Capital en cada etapa.
Entre el 14 de noviembre y el 30 de enero, los participantes se darán cita en el piso 51 de la Torre Mayor de la Ciudad de México para, en 103 horas y 31 clases, analizar y entender el ecosistema de capital privado en México.
Para mayor información e inscripciones, siga este link.
Los mercados suelen reaccionar rápido para digerir las nuevas realidades y eso es lo que va a pasar con la elección de Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos. En las próximas semanas los inversores encontrarán también el nuevo equilibrio entre las clases de activos de sus carteras, explica David Lafferty, jefe de estrategia de mercados de Natixis Global Asset Management. Y pone como ejemplo, cómo se rebalanceo el riesgo en las carteras tan sólo dos o tres días después de la votación del Brexit.
Con respecto a las consecuencias de este escenario político en Estados Unidos para las carteras, Lafferty explica que “el riesgo entre los activos será aún más alto de lo que hemos visto hasta ahora. Somos bastante escépticos con respecto a las estrategias sectoriales diseñadas para beneficiarse de quién ocupe el despacho Oval. Suele haber mucha distancia entre las propuestas de un candidato y la implementación de sus políticas”.
Para el gestor de Natixis GAM, lo más importante para los inversores, más allá de la retórica, es que sean lo suficientemente prudentes como para recordar que, en realidad, “el resultado de estas elecciones no debería implicar cambios sustanciales en sus estrategias de inversión”.
“Nuestra opinión es que las pérdidas generadas por las elecciones estadounidenses mejoren las valoraciones. Esperamos que la volatilidad continúe aumentando en los mercados de capitales que luchan en un final de juego fatal para los bancos centrales. La victoria de Trump sólo ha acelerado un poco las cosas”, apunta el gestor.
Como la volatilidad seguirá aumentando entre las clases de activos que están plenamente valoradas, Natixis espera encontrar beta y amplios retornos de mercados, eso sí, manteniendo siempre la cautela. “Es probable que las oportunidades más importantes para los inversores provengan de la generación de alfa, la diferencia de los precios entre los índices, en contraposición a los rendimientos de los índices”, dice.
Por último, dice, como ya observamos con el Brexit, “este resultado puede dar una lección a los inversores”. Los mercados son impredecibles y las encuestas a menudo se equivocan, y por eso Lafferty propone que los inversores usen esta experiencia como guía para medir su propia tolerancia al riesgo y, de esta forma, entiendan que “evaluar con precisión el umbral de dolor que pueden soportar es la única forma que los inversores puedan navegar con calma en los periodos de pérdidas en el corto plazo”, concluye el experto.
Donald Trump ha ganado porque, a los ojos de los electores estadounidenses, lo que representaba era mucho más importante que sus controvertidas posturas. Su victoria debe enfocarse como un acontecimiento de primera magnitud dentro del retroceso de la gran globalización económica liberal que comenzó hace años.
En todo el mundo desarrollado, la clase dirigente que ha apoyado esta globalización está siendo rechazada por una mayoría de personas que se sienten amenazadas y quieren más protección, trabajos mejor remunerados (o simplemente trabajos) y más igualdad. El referéndum británico sobre la UE ya fue un hito importante dentro de este movimiento de gran calado.
Las mayores expectativas depositadas en los gobiernos para que recuperen parte del control entregado a unos mercados globalizados darán forma al futuro de los mercados financieros. Traerán consigo políticas keynesianas, con el consiguiente aumento del déficit y la deuda pública. Bajo la presión del electorado, no se debería sobrevalorar la capacidad o voluntad de los parlamentos elegidos (en el Reino Unido y en EE.UU.) para ir contra lo expresado directamente por “el pueblo” en las urnas. Por lo tanto, las políticas presupuestarias más expansivas deberían caracterizar la coyuntura económica en 2017.
Lógicamente, las bolsas deberían enfocar este nuevo paso como algo que favorece la rotación sectorial hacia acciones cíclicas y de perfil “value” que ya lleva produciéndose varios meses. Pero la pregunta clave es cómo van los bancos centrales a acompañar este movimiento con sus políticas y cómo van a integrar los mercados de bonos los mayores riesgos para la inflación y la estabilidad financiera. Estas dos preguntas introducen los que posiblemente son los dos riesgos más subestimados de 2017: los mercados de bonos y la credibilidad de los bancos centrales.
Didier Saint-Georges es miembro del Comité de Inversión de Carmignac.
Todos nos hemos quedado hasta muy tarde el día martes (y la madrugada del miércoles), desvelando cómo se definirían las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Particularmente, yo estaba a la expectativa de cuál sería la reacción de la bolsa: ganó Trump, y pasó justamente lo contrario a lo que todos presagiaban: subió el mercado.
Con la elección presidencial atrás en el tiempo, ya ni Donald Trump ni Hillary Clinton podrán ser la excusa para culpar por los malos rendimientos de las recomendaciones. Ellos son parte del pasado y los mercados miran al futuro. Y ahora es tiempo de enfocarnos en estrategias de mediano plazo, al menos para aquellas tenencias del portafolio de cada uno que están más alineadas a los fundamentos económicos de las empresas.
Como inversores, cada uno de nosotros compramos empresas, no políticos. Y más allá que si una determinada política económica aplicada por el gobernante de turno (en este caso Trump) puede ser nociva en el corto plazo, si tenemos en nuestra cartera de inversiones las compañías correctas, serán lo suficientemente capaces para tener éxito aun en contextos de descalabros políticos.
En este sentido, tenemos que buscar firmas que estén baratas respecto a sus competidoras y que muestren un crecimiento de sus ganancias y ventas en el tiempo. Tan simple como eso para tener mayor probabilidad de éxito. Y esto lo podemos lograr independientemente de Trump, Hillary o cualquiera que hubiese ganado.
Adicionalmente, la buena noticia es que los mercados bursátiles suelen hacer más fácil esta tarea tras las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Al menos, así lo muestran las estadísticas.
Una vez descomprimida la tensión, el nerviosismo y el miedo que producen las elecciones presidenciales en la principal economía del mundo, las bolsas se encaminan. Desde 1984 a la fecha, el año posterior a las elecciones presidenciales (del 1 de enero al 31 de diciembre), el S&P 500 ha tenido un rendimiento asombroso en comparación a su historia:
Se trata de un gráfico que habla por sí solo. Durante las últimas ocho elecciones, el año siguiente a este evento el S&P 500 terminó en verde. Y el rendimiento promedio anual fue del 19,4% contra el 10% histórico. Esto implica que el principal índice bursátil casi duplicó su performance promedio anual en el año siguiente a las últimas ocho elecciones. Sólo verificó un rojo, que fue en 2001, influenciado por algo que estaba fuera de la agenda como los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de ese año.
Un dato optimista adicional es que la mejora del índice no se circunscribe a las compañías más grandes, integrantes del S&P 500, sino que también hay un efecto derrame a las tecnológicas y a las “más pequeñas” (medidas por el índice Russell 2000).
Como observamos, el tecnológico Nasdaq promedió un alza del 19,36% anual en el año posterior a las Elecciones en los últimos 8 eventos políticos de esta naturaleza, mientras que el Russell 2000 (acciones más pequeñas por capitalización bursátil) hizo lo propio en un 20,2% anual.
En el año 1993 y el 2001, las acciones más “chicas” no solo que subieron, sino que tuvieron una performance relativa superior al Nasdaq y al S&P 500. Y creo que esto puede repetirse en 2017 ya que la economía estadounidense podría recuperar dinamismo, removida la incertidumbre política, favoreciendo a este tipo de compañías. Nuevamente es necesario recordar que compramos e invertimos en compañías, no en políticos.
Opinión de Diego Martínez Burzaco, economista jefe de Inversor Global
Para los mercados financieros, la victoria de Trump abre un período de incertidumbre, ya que su presidencia podría suponer una clara ruptura del statu quo. Esta incertidumbre se centra en las posibles medidas presupuestarias y monetarias, los acuerdos internacionales de comercio, la inmigración y varias cuestiones de política exterior, como el acuerdo nuclear con Irán. NN Investment Partners estima que, mientras dure la incertidumbre, los activos de riesgo van a sufrir y es probable que este periodo se prolongue en el tiempo, ya que el presidente no tomará las riendas del país hasta el 20 de enero.
“Incluso después de esa fecha, la visibilidad seguirá siendo limitada hasta que quede claro si Trump se decanta por atenuar significativamente algunas de sus amenazas y promesas de campaña, o si decide implementar su agenda populista”, dice el análisis de NN IP.
Los emergentes, especialmente vulnerables
Los mercados emergentes y los activos relacionados son particularmente vulnerables, ya que los inversores temen medidas proteccionistas que podrían afectar seriamente las importaciones estadounidenses desde las economías emergentes. Las más expuestas son las economías que más exportan a los Estados Unidos, entre las que destaca claramente México, que envía el 82% de sus exportaciones a su vecino del norte.
China también es sensible a posibles cambios en las políticas comerciales de Estados Unidos. Alrededor del 18% de las exportaciones chinas se destinan a Estados Unidos. Con unas perspectivas para la demanda interna de China no particularmente brillante, el país necesita registrar un crecimiento decente de las exportaciones para evitar una fuerte desaceleración del crecimiento económico.
Cautela en la Fed
Es probable que la incertidumbre creada por la victoria de Trump vuelva a la Fed más cautelosa sobre el aumento de los tipos de interés. Esto podría ser un factor positivo para aquellas economías emergentes que dependen más del capital extranjero que de las exportaciones a Estados Unidos, aunque el efecto neto podría ser negativo, dada la postura proteccionista de Trump. Es razonable pensar que el dólar va a sufrir a corto plazo debido a estas perspectivas más cautelosas de la Fed y el miedo a las medidas proteccionistas.
El más perjudicado del resultado electoral del pasado martes en Estados Unidos parece ser México, y así lo descuentan los mercados, con una divisa que se depreciaba más de un 10% conforme se conocían los resultados hasta sobrepasar los 20.00 pesos por dólar.
El movimiento en la divisa mexicana es un reflejo del impacto que puede tener en la economía mexicana el mensaje transmitido por el Presidente Trump durante su campaña electoral en lo referente a NAFTA, TPP, remesas, la industria automovilística y las exportaciones manufactureras, opina Eduardo Antón, portfolio manager de Andbank Advisory Miami.
“En nuestro documento de opinión corporativa contemplábamos que la divisa pudiera alcanzar los niveles de peso-dólar 21.00 en el escenario de una victoria republicana, implicando una depreciación de más del 13% de los niveles del martes y cerca de un 30% de los mínimos vistos en noviembre 2015. La respuesta inmediata que podemos esperar de las autoridades mexicanas puede implicar un aumento en la tasa de referencia (de entre 50-100 pb), intervenciones directas en el tipo de cambio (~2.000 millones de dólares estadounidense) y la reiteración o incluso ampliación del objetivo de superávit primario hasta un 0.4% del PIB. Estas medidas esperamos se anuncien durante la próxima reunión oficial del banco de México el día 17 de noviembre”.
Desde el punto de vista de inversiones, Antón realiza un primer análisis del impacto que la presidencia de Trump pueda tener en los sectores mexicanos:
Industria automovilística: en una primera instancia al ser un sector cuyas empresas se benefician de la repatriación de ingresos en dólares, se puede esperar un efecto positivo en los beneficios de un sector cuyos gastos están denominados en pesos mexicanos y sus ventas en dólares estadounidenses. Sin embargo, en el medio plazo, y si se llegan a hacer modificaciones a NAFTA que impliquen una mayor tasa impositiva a la importación de automóviles a Estados Unidos desde México, cabría esperar un impacto negativo ante una reducción de la demanda y una reducción de los beneficios.
Bancos: sector en el que poco impacto tiene la evolución del tipo de cambio ya que los grandes bancos tienen cubierta su exposición a divisa de manera natural (depósitos y certificados de deuda en dólares estadounidenses) y a través de derivados. Sin embargo, es un sector de un alto componente cíclico que refleja el clima económico del país. En un entorno negativo para la economía mexicana, con un desempleo que pudiera crecer y hacer aumentar las tasas de impago obligará a los bancos a mantener más capital ante un aumento del riesgo de crédito.
Materiales: uno de los sectores más afectados de la depreciación debido a que gran proporción de sus costes operativos está denominados en dólares estadounidenses, de igual forma un impuesto en las remesas enviadas a México impactaría al sector que tiene una elevada demanda del sector informal. En el lado positivo es probable que empresas como CEMEX, con ventas en los Estados Unidos, se pueda beneficiar del aumento en el gasto de infraestructura.
Químicas: un sector en el que no espera un impacto negativo, la mayoría de las ventas de empresas como Mexchem o Alpek en los Estados Unidos son producidas internamente en el país. Por otra parte, estas empresas suelen tener una menor dolarización en sus costos y una mayor diversificación de exposición a divisas por lo que el impacto del tipo de cambio es menor.
Retail: un grupo muy diverso difícil de generalizar. Hay que prestar atención a aquellas empresas que tienen gran parte de sus costes en dólares estadounidenses y que trasladarán su aumento de costes a los consumidores aumentando sus precios. En segundo lugar, la industria del consumo podría verse afectada en el medio plazo si Trump mantiene sus planes de colocar restricciones a las remesas, y si el Banco Central se ve obligado a subir las tasas para controlar la inflación el consumo discrecional podría verse afectado.
Alimentación: en opinión de Eduardo Antón, es un sector también muy diverso. Por una parte hay empresas muy expuestas a las exportaciones a los Estados Unidos, por lo que un posible cambio en el TLC les podría afectar; y, sin embargo, otras empresas como GRUMA pueden ser beneficiadas de una depreciación de la divisa por su elevada posición en dólares estadounidenses y la naturaleza de su negocio.
Infraestructura: en una primera instancia sería un sector poco afectado en el corto plazo, salvo aquellas empresas que tengan unos niveles de deuda elevados en dólares estadounidenses. Sin embargo a medio plazo, ante un impacto negativo en la economía mexicana en el que el que se reduzcan costes, el gasto en infraestructura sería de los más afectados.
Turismo: la depreciación del tipo de cambio beneficia al sector, haciendo de México un destino más económico para visitantes extranjeros, beneficiándose desde los aeropuertos, aerolíneas y grupos hoteleros. “Preferimos aquellas empresas que tengan menores niveles de deuda en dólares estadounidenses” y que parte de sus ingresos estén denominados en esa moneda, como Aeropuertos, Aeroméxico y, de manera más cautelosa, Grupo Posadas.
Aún es pronto para evaluar cuales son las prioridades del Presidente Trump, por lo que este primer análisis del impacto en México se resume a la exposición a la divisa. “Conforme vayamos conociendo más detalles de las acciones en política comercial y migratoria el posicionamiento podría ir cambiando. No recomendamos tomar posiciones en pesos mexicanos y reducimos nuestra exposición a corporativos mexicanos en dólares estadounidenses, donde podemos esperar una ampliación de los diferenciales de crédito”, concluye el portfolio manager de AndBank Advisory en Miami.
La de ayer fue una jornada histórica. Contra todo pronóstico, Donald Trump no sólo ganó la presidencia de Estados Unidos, además los republicanos conservarán también el control de las dos cámaras del Congreso estadounidense, firmando así una aplastante victoria. “Es la mayor decepción política de la historia de Estados Unidos”, afirma el economista jefe de Robeco, Léon Cornelissen. “Está claro que los votantes estadounidenses han optado por un candidato que defiende políticas rompedoras, burlándose de la continuidad. Podemos hablar de un voto masivo contra el establishment, que sigue la misma línea del Brexit y que refleja básicamente el hartazgo de los electores con el statu quo”.
Para Cornelissen, el aumento de la incertidumbre supone que las próximas semanas serán adversas para la renta variable, mientras que la deuda soberana se beneficiará de sus atributos como refugio seguro, aunque podrían intensificarse los temores inflacionistas. En Europa, es probable que el Banco Central Europeo amplíe su programa de flexibilización cuantitativa, con sus consabidas implicaciones para los mercados de renta fija, cree.
La Fed, bajo amenaza
Cornelissen afirma que el futuro papel de la Reserva Federal estadounidense también pende de un hilo, y que la subida de tipos de interés que se preveía para diciembre probablemente no llegue a producirse. “Trump ha cuestionado la independencia de la Fed durante su campaña, cosa que también inquieta a los inversores”, explica. “Está claro que no va a renovar a Janet Yellen como presidenta de la Fed cuando concluya su mandato en 2018, aunque no cabe descartar que dimita anticipadamente, o incluso que los Republicanos propongan modificaciones legislativas que afecten a la independencia de este banco central”.
Por otra parte, el economista jefe de Robeco explica que es poco probable que la Fed suba los tipos de interés en diciembre.
La ironía de esto, recuerda Cornelissen, es que el propio Trump sugirió que la Fed mantenía los tipos de interés artificialmente bajos para ayudar a Clinton, “por lo que esto podría interpretarse como un factor que hiciera subir los tipos, lo que resultaría deflacionario. Pero la postura de Trump hacia la Fed podría cambiar rápidamente cuando tome posesión de su cargo”.
La aplastante victoria eliminará el bloqueo legislativo
Cornelissen afirma que un posible efecto positivo de la victoria de los republicanos en todas las cámaras es que se eliminaría el bloqueo legislativo que sufría Obama, cuyas políticas demócratas han sido bloqueadas una y otra vez por el Congreso, en manos republicanas, durante gran parte de sus ocho años de mandato.
Ya se esperaba que los republicanos mantuvieran el control de la Cámara de Representantes, pero los demócratas creían poder ganar en el Senado, que ejerce una función más decisiva en la confirmación de los nombramientos del presidente.
“Lo más importante es que los republicanos van a hacerse con la mayoría del Senado, lo que resultará vital para la aprobación de las candidaturas propuestas por Trump para los cargos de su Gabinete y del Tribunal Supremo”, aclara Cornelissen.
“El bloqueo legislativo quedaría así eliminado, aunque una mayoría en el Senado podría no bastar para evitar que la minoría demócrata bloqueara las cosas. La cuestión esencial es cuáles serán las prioridades de Trump”.
“Estamos satisfechos con el resultado del fondo. El entorno de mercado ha sido positivo”, asegura Ana Gil, especialista de inversiones de M&G sobre Optimal Income Fund, el fondo que cuenta con 18.000 millones de euros bajo gestión y que ha alcanzado en lo que va de año la misma rentabilidad que en los dos anteriores.
Durante la celebración en Madrid del Bond Vigilantes Day de M&G, Gil ha explicado que la estrategia actual se basa en la apuesta por duraciones cortas y por valoraciones con potencial de revalorización. Su exposición a deuda pública está limitada al 10% y Gil lo explica al afirmar que “basta con que los tipos suban 20 puntos básicos para que el bono a 10 años de EE.UU. rinda cero. Pero basta una subida de tan sólo dos puntos básicos para que el Bund a diez años genere tipos negativos”.
Estos movimientos bruscos nos recuerdan, comenta, “lo rápido que puede cambiar el sentimiento del mercado”, evocando el Taper Tantrum de 2013 o la caída del Bund alemán en 2015. La duración del fondo se ha reducido, por lo tanto, hasta los 1,9 años debido a esta tensión en el mercado. “Hemos aumentado la duración de los activos en euros y hemos bajado la duración de activos en libras”, explica. Con todo, la especialista destaca la flexibilidad del fondo a la hora de aumentar la duración. “Cuando vemos valor en deuda pública no nos importa comprar duración”.
El Optimal Income Fund de M&G se presenta ahora “constructivo en crédito americano” debido a una macroeconomía buena, con bajo desempleo y crecimiento salarial del 2,7% que, según algunas proyecciones, debería repuntar a un ritmo del 3% en 2017. A ello se suma una inflación al alza que podría situarse en 2017 en el 2% que tiene por objetivo la Fed. A juicio de Ana Gil, “en EE.UU. hay spreads más altos en empresas similares a las europeas como es el caso de Verizon, AT&T frente a Deustche Telekom o British Telecom”.
En cuanto a la renta variable, el fondo ha elevado su exposición hasta un 5,1% de su cartera con 27 títulos de los sectores automovilístico, farmacéuticas y medios de comunicación. Una posición que pone de manifiesto el atractivo que ofrece, a ojos de la gestora, la renta variable siendo este fondo eminentemente defensivo. “Sólo invertimos en acciones si están muy atractivas”, confirma Ana Gil.
Lejos están, sin embargo, del crédito europeo donde observan ciertos riesgos cíclicos, así como problemas estructurales y políticos.
MiFID II supondrá una revolución para la industria de fondos y asesoramiento en España. Según Santiago Satrústegui, vicepresidente de EFPA España, en dos sentidos: «profesionalizará la actividad del asesor financiero y hará necesario diferenciar el asesoramiento independiente de aquel que no lo sea”. En esta entrevista con Funds Society, el experto analiza las implicaciones de la nueva directiva, un tema del que hablará en la conferencia de EFPA España que se celebra esta semana en Zaragoza.
MiFID II es el gran reto regulatorio al que se enfrenta la industria financiera en el medio plazo. Aunque afectará mucho a los distribuidores, principalmente, ¿afectará también a las gestoras y en qué sentido?
La nueva regulación financiera europea supondrá una oportunidad para elevar la aportación de valor a los inversores, aumentando la transparencia en la información que éstos reciben y situando al sector financiero en su conjunto en un entorno más competitivo. Derivado de esto, las gestoras soportarán una mayor presión en su obtención de rentabilidades, pues los asesores deberán justificar a sus clientes la elección de los vehículos y productos de inversión recomendados.
Desde EFPA España, ¿vaticináis una evolución o una revolución tras la llegada de MiFID II a España?
Tras la crisis de 2008, y la pérdida de confianza en las entidades financieras, MiFID II pondrá el foco en la protección del inversor. A pesar de que esta nueva Directiva parece ser resultado de la evolución lógica del sector, traerá consigo una revolución en dos sentidos. En primer lugar, profesionalizará la actividad del asesor financiero, hasta ahora relegada a un segundo plano. Previsiblemente exigirá la obtención de una certificación y la asunción de las consecuentes responsabilidades que ello pueda tener. En segundo lugar, hará necesario diferenciar el asesoramiento independiente de aquel que no lo sea, prohibiendo además a las entidades que se declaran independientes el cobro de retrocesiones.
Aún hay dudas sobre cómo se traspondrá en el ordenamiento jurídico español, pero ¿cuál es el panorama más probable?
Estamos a la espera de ver cómo se transpone, seguro que como siempre, se hará de manera adecuada.
Muchas entidades están esperando a esos detalles para mover ficha, pero ¿cree que las entidades españolas llegarán a tiempo para adaptarse a la normativa?
Resulta evidente que la adecuación a MiFID II supondrá un esfuerzo considerable para muchas entidades que se encuentran aún muy alejadas de este nuevo patrón. Las mayores dificultades las encontrarán aquellas entidades cuyo modelo de negocio dependa en gran medida de las retrocesiones. A este respecto, cabe destacar que la entrada en vigor de la norma se ha aplazado un año más, mientras que el número de entidades que mantiene estas prácticas continúa siendo elevado. Esto hace especialmente complicado proyectar el grado de cumplimiento en el tiempo.
¿Cuáles serán los efectos colaterales de la normativa: se quedarán los individuos con menos patrimonio sin asesoramiento?
Con la normativa aún por cerrar no es fácil adelantar los futuros efectos colaterales. Sin embargo, los inversores con menor patrimonio no tendrán que renunciar al asesoramiento financiero. De hecho será muy importante que cuenten con él. En este sentido esperamos que la transición tenga en mente este efecto.
Para esos individuos, ¿se pondrán en valor los roboadvisors?
Es cierto que los roboadvisors han irrumpido con fuerza en los últimos años dentro del sector, sin embargo, serán una opción más que no evitará que la figura del asesor financiero siga siendo relevante para muchos tipos de inversores. Estas plataformas tecnológicas fomentan el interés por el ahorro y la inversión, pero en ningún caso podrán sustituir al propio asesor personal. Los cambios regulatorios van dirigidos a comprender las necesidades del inversor como persona y a gestionar adecuadamente sus emociones, habrá que ver cómo compiten en este ámbito el ser humano y la máquina.
¿Cuáles serán los beneficios de MiFID II?
En este escenario cabe esperar que las entidades sitúen, cada vez más, a sus clientes en el centro y sean capaces de ofrecer un servicio cada vez más personalizado. Además, la actividad del asesor financiero sólo podrá ser ejercida por aquellos profesionales que estén cualificados y tengan la correspondiente certificación designada por la Administración, lo que otorgará mayor seguridad y confianza a los inversores. En este sentido, la alineación de intereses con los clientes, la excelencia en la aportación de valor y la visión de largo plazo cobrarán especial importancia en los próximos años.
Se habla de una tendencia hacia el asesoramiento dependiente más que independiente: ¿cómo lo veis desde EFPA? ¿Qué soluciones podrían adoptar las entidades?
En la actualidad se asocia exclusivamente la dependencia (o independencia) al cobro (o no) de las retrocesiones. Sin embargo, esto no es suficiente para garantizar la eliminación de conflictos de intereses. Habrá que esperar a ver cómo queda la normativa y que propuestas plantean las entidades.
En cualquier caso, la gran mayoría de las entidades se encuentran muy centradas en la decisión de si deben o no eliminar las retrocesiones a fin de lograr el carácter de independiente, cuando los retos que plantea MiFID II van más allá de la etiqueta de independencia. Los problemas futuros estarán realmente ligados a entender a los clientes.
¿Será diferente la normativa en España que en el resto de Europa, podría serlo? Y en ese caso, ¿sería eso un aspecto negativo, creen necesaria una estandarización?
La normativa en España únicamente podría ser diferente en aquellos aspectos concretos o matices que la Directiva europea ha dejado abiertos a la Administración de los estados miembros, que no son muchos.
Un ejemplo de ello es la exigencia de una certificación a los asesores financieros. MiFID II ha establecido las normas generales pero no existe una obligación respecto a la forma de implantar una certificación concreta. La armonización con Europa reportaría ventajas tanto para inversores como para asesores, pues en este caso haría realmente transfronteriza la profesión y comparable la protección de los inversores españoles. En este sentido creemos que no deberíamos ir a un modelo menos exigente, en cuanto a la certificación de nuestros asesores, del resto de Europa.
Rodica Glavan, de Insight –parte de BNY Mellon-, afirma que los inversores están dejando pasar oportunidades significativas debido a ideas falsas pero arraigadas sobre la deuda corporativa emergente.
Una clase de activo floreciente
Según ella, los inversores no son plenamente conscientes de la cantidad de oportunidades disponibles en el segmento. El mercado de deuda corporativa de mercados emergentes ha protagonizado un fuerte crecimiento desde la crisis financiera global, y actualmente tiene un saldo vivo de unos 1,7 billones de dólares, explica. Con ello eclipsa a los mercados de crédito high yield europeo y estadounidense, y supera en más del doble al mercado de deuda con grado de inversión denominada en libras esterlinas. La clase de activo abarca más de 70 países y más de 970 emisores corporativos en un amplio abanico de sectores, lo cual pone de relieve su naturaleza global y su diversidad.
Mejora de la liquidez y del perfil de riesgo de crédito
Una proporción significativa de los bonos empresariales emergentes (63%) tienen la calificación de grado de inversión, pese a los temores de los inversores en torno a la calidad crediticia de la clase de activo. Las condiciones de liquidez de este mercado han continuado mejorando -explica-, impulsadas por el afianzamiento de los fundamentales y por una base de inversores cada vez más global: esta mayor profundidad de la base inversora ha espoleado el volumen de emisiones de las empresas emergentes en múltiples tramos de deuda, y a medida que los volúmenes y el tamaño de las emisiones cotizadas han aumentado, la liquidez en el sector corporativo emergente ha mejorado.
«Una parte considerable de las empresas en muchos mercados emergentes han elevado su financiación mediante deuda en divisa extranjera –sobre todo en dólares– al aumentar la profundidad de sus mercados de renta fija. Esto ha eliminado el impacto de la exposición cambiaria para muchos inversores en deuda privada emergente, lo cual ha jugado un importante papel a la hora de amortiguar la volatilidad».
Afianzamiento de los fundamentales y del trasfondo técnico
Los emisores corporativos emergentes suelen mostrar menores niveles de apalancamiento financiero y ofrecer mayores rentabilidades por cupón (TIR) que sus homólogos desarrollados con calificaciones equivalentes, así como diferenciales crediticios más amplios. Estas empresas han respondido a la incertidumbre macroeconómica global reforzando sus balances mediante recortes de costes, reducciones del gasto de capital y ventas de activos para obtener efectivo. Estas actividades han ayudado a evitar subidas significativas de los ratios de apalancamiento, y mejorado el trasfondo técnico para los bonistas.
Valoraciones que no reflejan necesariamente la realidad
«Los diferenciales a los que cotiza actualmente el crédito emergente figuran en el 50º percentil de su historia desde 2002. Dicho de otra forma, la clase de activo ha cotizado en mayores precios la mitad del tiempo en los últimos 14 años. En nuestra opinión, esto es más bien reflejo del sentimiento que de los fundamentales».
Glavan cree que «los riesgos idiosincrásicos que se han asociado tradicionalmente con los activos de mercados emergentes se están convirtiendo en un fenómeno global«. Aunque el reciente intento de golpe de estado en Turquía ha servido de recordatorio del riesgo político que pueden conllevar estos mercados, el suceso permaneció relativamente bien contenido, con pocos efectos secundarios en otras economías emergentes. De igual modo, el ruido político procedente de países como Brasil, Rusia y Sudáfrica también ha menguado de forma significativa. Al mismo tiempo, la decisión histórica del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, el auge de los partidos populistas en toda Europa y el ruido político en torno a las elecciones presidenciales en Estados Unidos hacen patentes los riesgos procedentes del mundo desarrollado.
¿Por qué invertir en deuda corporativa emergentes?
«Creemos que la tesis de inversión en deuda corporativa de mercados emergentes se ve respaldada más si cabe por el descenso de las rentabilidades por cupón en el universo desarrollado, que se están tornando negativas en vencimientos cada vez más largos», señala Glavan. Preocupados por los riesgos a nivel global, los inversores están aceptando pérdidas en su capital, pero a su juicio pasan por alto los riesgos inherentes a los mercados desarrollados en sus niveles actuales, lo cual subraya lo generalizado del actual entorno de TIR negativas.
Además, cree que el crecimiento en los mercados emergentes está encarrilado hacia un punto de inflexión este año, a medida que los fundamentales continúan mejorando. «Han surgido señales claras de estabilización de los indicadores de crecimiento emergentes –entre ellos el comercio mundial, las balanzas de pagos y los índices de directores de compras–, que apuntan a un diferencial de crecimiento cada vez más ancho respecto al mundo desarrollado».
En su opinión, invertir en deuda privada emergente consiste en capturar la prima estructural que ofrecen estos emisores respecto a sus homólogos de mercados desarrollados, a medida que los países emergentes representan un porcentaje mayor del PIB global. Estos títulos ofrecen a los inversores las ventajas potenciales de rentabilidad y de diversificación que supone invertir en países que se hallan en distintas fases de desarrollo económico y estructural.
En resumen, la experta defiende que la gestión activa de bonos corporativos emergentes brinda a los inversores la opción de plasmar en mayor o menor medida distintos motores de riesgo y rentabilidad en sus carteras, en base a sus objetivos. Estos créditos están infraanalizados, se hallan poco representados en las carteras de los inversores, y son repudiados por el grueso de la comunidad inversora. Esto crea anomalías de precios y oportunidades, pese al estatus de la deuda corporativa emergente como una clase de activo que está madurando con rapidez.