Cuestionable crecimiento sostenible, baja productividad, riesgos geopolíticos y baja integración financiera: los retos de Latinoamérica
| Por Alicia Miguel | 0 Comentarios
Latinoamérica ha evolucionado este año de forma muy positiva, pero aún ha de afrontar importantes retos de cara al futuro. Así lo puso de manifiesto Antonio Zoido, presidente de Bolsas y Mercados Españoles (BME), en el acto inaugural de Latibex, foro que se celebra hoy y mañana en Madrid y en el que se analiza la realidad empresarial latinoamericana -con la presencia de 40 compañías de Brasil, México, Chile y España-, su situación macroeconómica y estrategias de inversión de los principales gestores de fondos.
En positivo, Zoido destacó la vuelta del crecimiento y su reflejo en los mercados: “Después de cinco ejercicios de progresiva desaceleración y una seria contracción en 2015 y 2016, la región retoma la senda del crecimiento. Los organismos internacionales coinciden en que el PIB crecerá al menos un 1,1% en 2017 y entre el 1,6 y el 1,9% el año próximo. La recuperación está en curso, es buena noticia y los mercados ven con buenos ojos esta recuperación”. Así, los índices bursátiles han reflejado positivamente el retorno al crecimiento: después de una subida muy intensa en 2016, como reacción al hundimiento en los precios de 2015, en el presente ejercicio el índice Latibex TOP ha experimentado un incremento del 10%. En el caso del Latibex Brasil, en el mismo período el comportamiento ha sido también positivo, un 7%. “En general, se considera que Latinoamérica ha sabido ajustarse a la reducción intensa en los precios de las materias primas, lo que supuso entre otras cosas una fuerte depreciación de sus divisas en los dos años anteriores”, asegura Zoido.
El presidente de BME destacó que las empresas españolas siguen manteniendo una fuerte presencia en la región, en coherencia con una creciente globalización en su actividad: “Los ingresos procedentes del exterior han seguido incrementándose en los últimos años. Si tenemos en cuenta la facturación aportada por las filiales constituidas en Iberoamérica, podemos decir que cerca de un 40% de los ingresos provienen de esta región”, explica. Y a la inversa: las empresas latinas han aumentado su presencia en España en los últimos años.
También ve una tendencia positiva en el aprovechamiento por parte de las empresas iberoamericanas de los mercados internacionales de bonos: “Entre 2009 y 2016 las emisiones de bonos latinoamericanos en mercados internacionales pasaron de 20.000 a 90.000 millones de dólares, mientras que el saldo vivo asciende a 716.000 millones, más del doble. De ellos, 267.000 millones corresponden a empresas no financieras”.
Y, por último, la región también ha logrado un avance notable en lo relativo al desarrollo social. “Según el último estudio de Naciones Unidas, América Latina lidera el Índice de Desarrollo Humano entre las regiones comparables. Aunque la desigualdad sigue siendo una asignatura pendiente, en la última década la clase media ha escalado del 21% al 35% de la población, mientras que el porcentaje en situación de pobreza se ha reducido del 42% al 20%”, añade.
Los retos
Pero también hay problemas. En primer lugar, el crecimiento: “Las perspectivas de un crecimiento sostenible en el largo plazo son más cuestionables. El FMI proyecta un crecimiento del PIB per cápita del 1,7% para los próximos años, casi igual al experimentado en los últimos 25 años”. También, el débil dato de productividad: “Más allá de impactos externos, como los fuertes movimientos en los precios de las materias primas o la caída de la demanda externa por la última crisis global, Iberoamérica necesita reformas estructurales. No basta con acumular más capital físico y humano. Es imprescindible profundizar en las reformas estructurales que pueden estimular la productividad con mayor éxito”, dice Zoido.
A ello añade que un incremento en los riesgos geopolíticos o una intensa desaceleración en China podrían afectar a la región: “Los riesgos internos, de orden político, se acentúan por la proximidad de elecciones nacionales en varios países”, añade.
Y por eso pide profundizar en la integración financiera y comercial en la región, lo que conllevaría “ventajas evidentes. Un mercado financiero más integrado ayudaría a construir una región más abierta y productiva, pero exige un marco legal que favorezca la actividad financiera transfronteriza. Esta integración implica también una armonización de los estándares contables, de la regulación de la inversión, de la supervisión de los mercados y, en general, una colaboración mayor entre mercados y entre reguladores”.
También pide mayor apertura de los mercados, para dar financiación en capital, no solo en deuda, y a las empresas de menor tamaño: “Los mercados de la región están sesgados hacia la renta fija. Es un paso necesario, pero faltan al menos otros dos: hay que abrir esos mercados a las empresas menos grandes y hay que completarlo con mayor financiación en capital, en acciones”. Aun así, explica, la financiación de las empresas a través de ampliaciones de capital ha mejorado recientemente en la región: los flujos de capital aportados desde las Bolsas de Brasil, México, Chile y Perú a sus empresas han supuesto 15.600 millones de dólares en 2016, un 54% más que el año anterior.
En este contexto, recordó las diversas iniciativas para ofrecer a las empresas un mejor acceso a mercados de valores adaptados a sus necesidades. “En Iberoamérica han surgido algunos mercados especializados en pymes en los últimos años. Se trata de iniciativas valiosas, no sólo por sus resultados concretos, que siempre parecen exiguos en comparación con el tamaño del problema, sino sobre todo porque demuestran que una financiación complementaria a la crediticia es posible para estas compañías”.