Dado el contexto actual en el sector del oro, Invesco ha decidido reducir la comisión anual de su mayor fondo cotizado en Europa: el Invesco Physical Gold ETC, que tiene 4.500 millones de dólares bajo gestión.
Éste se convierte así en el fondo cotizado de oro actualmente más barato de Europa, ya que combinará una de las comisiones de gestión más bajas de la industria con unos diferenciales bid-offer (compra-venta) muy reducidos, que se sitúan habitualmente en unos 3 puntos básicos.
En los últimos meses, se ha producido un repunte de la demanda de oro: este fondo ha captado unas entradas netas positivas de unos 190 millones de dólares desde el 1 de octubre. En total, desde esa fecha, el mercado europeo de ETCs de oro han recibido entradas por valor de más de 1.000 millones de dólares.
Laure Peyranne, responsable de ETFs de Invesco para Iberia y Latinoamérica, asegura que “el oro puede ofrecer una diversificación muy útil para aquellos inversores preocupados por la volatilidad del mercado de renta variable y el posible impacto de la ralentización del crecimiento económico, la guerra comercial y el Brexit. Uno de los grandes atractivos del oro como inversión es que tiende a comportarse de forma diferente que otras clases de activos, especialmente la renta variable. Para aquellos inversores que consideran aumentar su exposición, lo que hemos hecho es hacerla más atractiva desde una perspectiva del coste».
La gestora recuerda que el Invesco Physical Gold ETC está diseñado con el objetivo de obtener la misma rentabilidad que el precio del oro menos la comisión anual. Las inversiones en el ETC se usan para comprar lingotes de oro físico, que se custodian de forma segura en las instalaciones acorazadas del JP Morgan Chase Bank en Londres. Según Invesco, invertir en un ETC de oro puede ser mucho más eficiente desde el punto de vista del coste y práctico que comprar y mantener oro físico, que supone costes adicionales por transporte, almacenamiento y seguros.
Este ETC forma parte de la oferta de fondos de Invesco. Estos fondos cotizados (ETP) están diseñados para ofrecer un seguimiento simple, rentable y preciso de las principales materias primas e índices de referencia de renta variable y renta fija. Muchos de estos productos tienen los gastos corrientes más bajos de sus respectivos competidores europeos.
Europa, Asia, Canadá, Estados Unidos, Latinoamérica o Australia son sin duda regiones con mercados y regulaciones diferentes, pero Capital Group ha logrado un modelo de negocio que le permite estar presente en más de 15 países, cubrir todas las áreas geográficas del mundo y contar con 1.931 empleados locales y más de 1.300 asociados. En total, según datos a agosto de 2018, la firma tiene bajo gestión 1,7 billones de dólares.
En palabras de Hamish Forsyth, consejero delegado de Capital Group para Europa, la firma ha logrado un modelo de negocio apoyado en agentes y firmas del mercado local y orientado a la distribución de productos de alta calidad y adecuados a las necesidades de los inversores. “Nuestro modelo es igual en Europa que en Asia, igual en el resto del mundo. No vendemos directamente al cliente sino que vamos de la mano de profesionales, bancos y asociados. No tenemos esa ansiedad por llegar directamente al cliente, sino que creemos que somos la herramienta clave del asesor para que el inversor alcance sus objetivos a largo plazo”, apunta hablando desde una óptica general, pero puntualizando que hay regiones donde el negocio es un poco diferente, como por ejemplo en Australia.
En este sentido, una de las claves del modelo de negocio de Capital Group es el papel de los asesores, bien estén dentro de una banca privada o sean independientes. En opinión de Forsyth, “el asesoramiento es cada vez más capital y el inversor que entiende el sector de la inversión comprende que es necesario ir de la mano de un asesor. Sobre todo, es un elemento clave de cara a evitar que los inversores se asusten porque no entienden bien el mercado. Su papel será cada vez más importante para esta industria, así como toda la regulación que les rodea”.
Por eso defiende que, pese al momento de estrechez de márgenes que viven las gestoras en la industria, el asesoramiento debe de tener un coste para el cliente. “Creemos que debe haber una remuneración porque la inversión es una actividad dura incluso para los profesionales, y más aún para la gente que no lo es. La clave está en mostrar el valor añadido que tiene: un buen asesoramiento logra unos mejores rendimientos. Invertir puede ser algo extraño y que asuste, por eso necesitas que alguien que te guíe, por ejemplo, a la hora de introducir algo de renta renta variable en tu cartera. El asesor debe ser tu amigo y por supuesto los consumidores deben tener confianza en lo que estos profesionales diseñan para ellos”, argumenta Forsyth.
Una labor que en Europa considera va a potenciar la entrada en vigor de MiFID II y que el propio Forsyth considera un “big deal” que supone grandes cambios para la industria. Según explica, “los grandes puntos que aborda son los reportes a los inversores y la carga de información y transparencia, el pago de retrocesiones y el pago de retribuciones. Estos tres puntos afectan al modelo de las firmas y su negocio. Por nuestra parte, no tenemos nada que objetar a MiFID II porque no cambia nada respecto a lo que veníamos haciendo. Nuestro modelo de negocio está cimentado en proteger al cliente, tanto su inversión como a él mismo”.
Los retos de la industria
De cara al inversor europeo, el otro gran tema que tienen en su horizonte es el Brexit y cómo cambiará las reglas del juego para la industria. Pero Forsyth insiste en que su planteamiento es el mismo: proteger al cliente. “Tenemos un equipo en Londres, pero también en Luxemburgo, por lo que prevemos que el impacto del Brexit será bastante bajo para nosotros porque nos apoyaremos en los fondos luxemburgueses. En cambio, la gran pregunta es cómo quedará la industria tras la salida del Reino Unido y qué ocurrirá con el pasaporte europeo. Creo que habrá un tiempo de reorganización de la industria allí y luego veremos qué hacen los clientes, si quedarse con las compañías locales de allí o con las internacionales”, apunta el CEO de Capital Group en Europa.
En su opinión, MiFID II y el Brexit son solo dos de los frentes a los que la industria se enfrenta, pero no son los únicos. Coinciden con el resto de altos ejecutivos del sector en destacar que el horizonte es una mayor presión sobre los márgenes del negocio que, desde su punto de vista, solo se puede afrontar con mayor calidad y puesta en valor de sus productos, procesos de inversión y tipo de gestión.
Por eso, Forsyth considera que el tamaño es algo fundamental en este momento de concentración del sector: “La caída de los fees va a hacer que sea más complicado para las firmas pequeñas sobrevivir. Para el resto, el reto será lograr que las tarifas sean consistentes con el track récord que ofrecen los fondos, debemos ser más eficientes porque el cliente nos va a demandar que cada vez haya un menor coste para ellos”.
Sobre el otro gran debate de la industria, la gestión activa vs gestión pasiva, el responsable de la firma reconoce que los ETFs son atractivos por su coste y nivel de transparencia, e incluso lo son para los propios gestores activos. Sin embargo, defiende que “la gestión activa tiene un componente de propiedad intelectual que nadie puede negar, puede parecer algo viejo pero es cercano y eso sigue siendo atractivo”, apunta.
Un negocio global
De su experiencia destaca que las necesidades y demandas de los inversores son similares a lo largo del mundo son similares, pero cada mercado tiene sus peculiaridades. Por ejemplo, en Asia, con presencia en Hong Kong, Japón, Australia y Corea, la firma se ha focalizado en el mercado de distribución de fondos neutrales. “Si estás en Hong Kong o en Singapur, encuentras las mismas firmas que en Madrid, es decir a las principales grandes firmas de gestión de activos. En cambio, en Japón y en Australia nos encontramos con más firmas y fondos locales”, matiza.
Igualmente destaca otras curiosidades como el mercado español, donde existe una gran presencia de la banca tradicional. “No creo que esto sea un problema per se. La banca seguirá demandando productos para cubrir las necesidades de sus clientes. Creo que hay espacio para todos”, aclara.
Consciente de que este es un negocio cíclico, considera que tienen una dimensión y una presencia global que les permitirá hacer de los momentos duros una oportunidad. “Nos mantendremos conservadores y concentrados en lo que es realmente el fundamento de nuestro de negocio, apoyándonos en los agentes de los mercados locales y seguiremos desarrollando el mismo modelo que hasta ahora”, concluye Forsyth.
Un año más, los resultados de la encuesta global realizada por Natixis Investment Managers entre inversores institucionales desvelan las principales preocupaciones en materia de criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (o criterios ESG, por sus siglas en inglés). La encuesta fue dirigida por CoreData Research, entre los meses de octubre y noviembre de 2018, cuenta con la participación de 500 inversores institucionales con origen en 28 países de América del Norte, América Latina, Reino Unido, Europa Continental, Asia y Oriente Medio.
A nivel global, el 38,6% de los encuestados todavía no están incluyendo factores ESG en sus procesos de inversión. Esta cifra es algo más alta en la región asiática, de los 67 inversores institucionales encuestados, un 46,3% no tiene en cuenta los citados criterios ESG a la hora de invertir. Un porcentaje similar muestran los 39 inversores institucionales encuestados en América Latina y los 26 en Oriente Medio, un 46,2% en ambas regiones tampoco los incorpora.
En la otra cara de la moneda, a nivel global, un 18,8% de los inversores institucionales han incluido de forma sistemática y explícita los factores ESG en su proceso de inversión, teniéndolos en cuenta a la hora de analizar riesgos y oportunidades. En ese sentido, con la participación de 67 inversores institucionales, Reino Unido destaca con un 26,9% de los encuestados afirmando que han incorporado en sus procesos de inversión dichos criterios.
En esa misma línea, un 17,4% de los encuestados a nivel global realizan cribas en sus procesos de selección de valores, excluyendo valores de empresas o países que atenten contra los estándares tradicionales o valores básicos dentro de la moralidad.
Muy pocos encuestados tienen una relación activa de propiedad, entrando en un diálogo con las empresas en materia de criterios ESG y ejerciendo su voz y voto para efectuar un cambio. Tan solo un 8,0% de los encuestados encajan dentro de esta afirmación. Por otro lado, un 7,8% de los encuestados prefiere seleccionar empresas que tienen un mejor rendimiento o que supone una mejora en criterios ESG con respecto a los competidores del sector. La inversión de impacto, la que invierte con la intención declarada de generar y medir los beneficios sociales y medioambientales a la vez que los rendimientos financieros, cuenta con solo el respaldo del 6,0% de los encuestados. Y, por último, un 3,4% de los encuestados describe la inversión temática, la inversión que se basa en tendencias sociales, industriales y demográficas, como su manera de incluir los factores ESG en su proceso de inversión.
Los desafíos de invertir con criterios ESG
Son varios los desafíos que los inversores institucionales identifican dentro de la inversión con criterios ESG. En primer lugar, los inversores nombran la dificultad a la hora de medir los resultados de la gestión de la inversión con criterios ESG, tanto en su vertiente de resultados financieros como en los resultados no financieros, así lo afirman el 43% de los encuestados a nivel global. En un segundo lugar, los inversores perciben la inversión con criterios ESG como algo relativamente nuevo, disponiendo de un menor histórico de rendimientos demostrados que en la inversión tradicional. Entre los inversores institucionales, un 42,8% de los encuestados alude a este motivo. Mientras que, en un tercer plano, a un 40,2% de los encuestados les preocupa que las empresas estén realizando simplemente un lavado de cara con la intención de mejorar su imagen pública, pero sin ningún cambio real a nivel medioambiental, social o en su gobierno corporativo.
Otros desafíos que los inversores institucionales tienen en cuenta son la falta de transparencia en la información proporcionada por las empresas y el conflicto entre los objetivos de rendimientos en el corto plazo y los objetivos de sostenibilidad en el largo plazo, con un 36,6% y un 36,2% de apoyo respectivamente. Por último, a un 26,4% de los encuestados les preocupa que esta tendencia deje de tener importancia en el largo plazo.
La valoración de los criterios ESG en el proceso de inversión
A nivel global, un 47,4% de los encuestados está conforme con que la inversión con criterios ESG mitiga ciertos riesgos, como las pérdidas en los activos derivadas de demandas judiciales, desacuerdo social o daños medioambientales. Aunque todavía un 34,2% está en desacuerdo con esta premisa.
La buena noticia es que un 50% de los inversores institucionales encuestados cree que la incorporación de los criterios ESG será una práctica generalizada para todos los gestores en los próximos años. Además, un 14,8% de los encuestados cree firmemente que ese será el camino que siga la industria.
En cuanto a la posible obtención de alfa a partir de la inversión con criterios ESG, un 46,4% concuerda con esa afirmación. Sin embargo, en los extremos, no está tan claro. El mismo porcentaje de inversores institucionales, un 9,8%, afirman que están en profundo acuerdo y desacuerdo con esta afirmación.
Por último, los criterios de fundamentales financieros siguen teniendo más importancia que los factores ESG en el análisis de una empresa, así lo manifiesta un 41,4% de los encuestados. Sin embargo, no es mucha la distancia con los inversores institucionales que creen que ambas categorías criterios deberían ser igual de importantes al analizar una empresa, con un 33,0% muestran su acuerdo con este criterio.
Deutsche Bank considera que no habrá recesión en la economía mundial en 2019, aunque anticipa una desaceleración. La entidad confía en que haya un crecimiento en torno al 3,5% gracias al empuje de la economía estadounidense, alcanzando un nivel similar al de 2018, de acuerdo con los cálculos de los analistas. Respecto a la euro zona y los mercados emergentes, los indicadores de confianza que maneja la entidad anticipan una ralentización de la actividad.
Por su parte, para Estados Unidos estima que la economía mantenga su solidez, tras un crecimiento en el tercer trimestre de 2018 del 3,5% anualizado. No obstante, la guerra comercial ha empezado a hacer mella sobre el sector exportador, y las continuas subidas de tipos lo están haciendo sobre el sector inmobiliario. En 2019 podría crecer un 2,4%, una cifra muy lejos de la recesión.
En la zona euro, el crecimiento económico en 2019 se mantendría por encima del potencial, con un aumento del PIB del 1,6%. “Los indicadores de confianza muestran una ralentización de la actividad, derivada de las tensiones comerciales. El sector exterior es el más afectado, pero aun así prevemos que el crecimiento se mantenga por encima del potencial”, explica Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank en España. A juicio de los expertos del banco existen, sin embargo, algunos factores políticos de riesgo como el desafío presupuestario italiano o el acuerdo en torno al Brexit que generan dudas en el Viejo Continente.
Por otro lado, en los países emergentes, pese a la incertidumbre comercial, la subida del dólar y las subidas de tipos de la Fed, los fundamentales económicos mantendrán en niveles elevados las tasas de crecimiento económico de los países emergentes. Se espera que en 2019 el crecimiento se sitúe en el 5%. “Consideramos que China es clave. Su gobierno está aprobando medidas de estímulo para frenar los costes del mayor proteccionismo”, argumenta Duce.
Respecto a la política monetaria, los analistas de Deutsche Bank consideran que la Reserva Federal (Fed) podría subir tipos otra vez en diciembre y al menos dos veces más en 2019. “La Fed subirá probablemente 25 pb en diciembre, y teóricamente, otras dos veces en 2019. Según Jerome Powell, presidente de la Fed, los tipos ya están muy cerca de los niveles neutrales. Sigue siendo incierto hasta qué punto tendrá en cuenta la Fed la solidez en el crecimiento de EEUU en su calendario de subidas”, apunta Duce. En Europa, la política del BCE mantiene los tipos bajos en todos los plazos. La perspectiva es que los tipos suban, pero de forma muy lenta. Podría haber una primera subida del tipo depo (actualmente en el -0,4%) en la última parte del año. “El BCE ha prolongado el programa de compra de deuda hasta diciembre. A partir de 2019 seguirá reinvirtiendo los vencimientos de su cartera y no subirá los tipos al menos hasta después de verano. Es posible que apruebe medidas adicionales (nueva TLTRO) para cubrir problemas de financiación puntuales”, añade.
Estrategia de inversión
En lo referente a la renta fija, los analistas de Deutsche Bank consideran que existen oportunidades selectivas en títulos corporativos. La entidad prevé que, en Estados Unidos los tipos a 10 años suban a un año vista hasta el 3,25%- 3,5%. Mientras, en Europa, los tipos a 10 años podrían subir también, pero los riesgos políticos y las tensiones comerciales limitarían dicho incremento. “El fuerte crecimiento, la baja probabilidad de recesión y la solidez de los balances empresariales apoyarían a los bonos Investment Grade de EE.UU. En Europa, tanto los títulos Investment Grade como High Yield serían atractivos, tras las ampliaciones de las primas de riesgo de las últimas semanas”, señala Jiménez-Albarracín. En cuanto a los bonos emergentes, “aquéllos en divisa fuerte ofrecen rentabilidades atractivas, pero las tensiones comerciales y la subida del dólar hacen que sólo apostemos por títulos en divisa fuerte”, explica Jiménez-Albarracín, responsable de renta variable del Centro de Inversiones de Deutsche Bank España.
Respecto a las divisas, “a corto plazo, la mayor fortaleza del crecimiento en EEUU y la mayor agresividad de la política de la Fed deberían favorecer al dólar”, indica Jiménez-Albarracín. Para finales de 2019 los expertos de la entidad prevén un tipo de cambio de 1,15 dólares/euro. Asimismo, se considera que la subida prevista de tipos por parte del BCE a cierre de 2019 limitaría mayores avances del dólar.
Por otro lado, en relación a la renta variable, “consideramos que en estos momentos las bolsas no están recogiendo la situación económica y empresarial”, afirma Jiménez- Albarracín. En EE.UU., la fortaleza del crecimiento económico se traduciría en mayores beneficios y esto podría llevar al índice S&P a los 2.950 a un año vista. Según los analistas de Deutsche Bank, las caídas registradas en octubre y noviembre no se corresponden con los fundamentales económicos y empresariales y han colocado las valoraciones en niveles mucho más atractivos. “En Europa, las dudas políticas han generado un sentimiento negativo que ha pesado más que los beneficios empresariales. A corto plazo el potencial de subida está limitado por estos problemas”. En emergentes, la subida de tipos de la Fed y las tensiones comerciales han provocado una rebaja en las perspectivas de beneficios.
Materias primas, el banco considera que el precio del crudo subirá hasta los 65 dólares/barril dada la baja probabilidad de recesión mundial y el recorte previsto de producción por parte de la OPEP en su reunión de la próxima semana. Además, “el oro podría beneficiarse de su papel refugio en un año que habrá momentos de incertidumbre y convertirse en un activo muy atractivo para los inversores que busquen diversificar su cartera y protegerse ante la incertidumbre política y la volatilidad», añade Jiménez-Albarracín.
La inversión responsable sigue ganando peso en la oferta que las gestoras desarrollan. A principios de diciembre, UBS Asset Management anunciaba el lanzamiento de una estrategia pasiva diseñada para capitalizar e impulsar la transación hacia una economía baja en carbono, tal y como ha explicado la firma. Se trata del fondo UBS CCF (IE) Global Climate Aware UCITS, que ha sido domiciliado en Irlanda.
El fondo de renta variable toma como referencia el índice MSCI Wordl Index y no seguirá ninguna política de exclusión directa. El enfoque de inversión que persigue la gestora es reducir la huella de carbono en su cartera de renta variable global en un 40%-50%. Para lograrlo, irá rebalanceando la cartera de forma positiva y negativa para aumentar o disminuir la exposición a los componentes del índice en función de su contribución al cambio climático. De esta forma, el fondo incrementa su exposición a aquellas empresas que están mejor posicionadas para beneficiarse del crecimiento de la demanda de energía renovable y tecnología orientada al cambio climático.
Según ha explicado la gestora, con este fondo los inversores seguirán invirtiendo en compañías que emiten carbón, pero éstas tendrán un peso reducido para que el equipo de inversión pueda interactuar con esas empresas y lograr un cambio positivo a través de la estrategia de votación y participación en sus órganos. «Como los clientes buscan una mayor armonía entre su política de inversión y las preocupaciones gubernamentales relacionadas con el medio ambiente y el aspecto social, nos complace haber añadido estas reglas de estrategias de inversión», comentó Ian Ashment, responsable del área de inversiones en UBS Asset Management.
Cuando uno entra en una multinacional, y se pone a leer los cargos de las tarjetas de visita del personal, es habitual tener verdaderos problemas para encontrar a alguien que no sea jefe. Hay mercados importantísimos en los que están involucrados un Global Head y un Continental Head, dos Regional Heads y una amplia gama de Co-Heads, Country Heads y Deputy Heads. Cuando preguntas por el que se encarga del duro día a día, aparece alguien con la tarjeta de Director, que en muchos casos tiene un único asistente a su cargo y no es nada descartable que este último a su vez sea compartido con otros Directors.
Una manera práctica de saber quién es el que realmente manda en una organización es averiguar quién no tienen tarjetas de fidelización de compañías aéreas. Es de sentido común darse cuenta de algo obvio. Si eres el verdadero “jefe”, la gente viene a verte a ti y no al revés. Cuando quieres reunirte con alguien, pides que se presente en tu despacho o donde convenga, y no te pasas las horas en aeropuertos. Por ello, siempre he pensado que tener tarjeta plata, oro, platino o las tres, lejos de ser una condecoración de honor para ir presumiendo como quien no quiere la cosa desde el nanosegundo siguiente a haberlas recibido, debería ser algo celosamente ocultado. Un tema propio del ámbito más íntimo del trabajador, que incluyera entre sus privilegios varias invitaciones para ser más humilde cada día. Alardear de ser el que tiene que ir a ver a todo el mundo, acumulando millas como un loco, es reconocer que nadie viene a verte a tu oficina y por lo tanto, que eres más “suela de zapatos” que “cabeza” o “head” (si se prefiere el término inglés).
A lo que voy con todo lo anterior es que los titulitos y los titulares, la “titulitis” y la nueva pandemia financiera que podemos llamar “titularitis” o postverdad, condicionan tremendamente el comportamiento de los mercados financieros. Lo saben los políticos de grandes naciones y especialmente también los especialistas en “smart” ETFs, factor investing, departamentos de control de riesgo o estudiosos del Behavioral Finance. Basta ver las cestas tematizadas con posiciones cortas sobre compañías que tienen fama de sufrir durante las ampliaciones de spreads, o con momentum negativo, para ilustrarlo. Son cada vez más los que ante un titular como la posible subida de aranceles de Estados Unidos a las importaciones chinas del 10% al 25%, primero disparan, luego preguntan y últimamente ni eso. Tras muchos titulares de apocalípticas guerras comerciales entre Estados Unidos-China cuesta leer que la base sobre la que se aplica esa subida son 200.000 millones de dólares y que por lo tanto de lo que se está hablando es de un 15% de dicha cantidad (30.000 millones de dólares), que es el equivalente a lo que el BCE ha estado inyectando cada 15 días a la economía durante años.
Si hay algo que comparte todo el mundo en Wall Street y en la City, de San Diego a Miami, de Montevideo a Ciudad de México y desde ahí a Madrid o Lisboa pasando por Zurich (entiéndase ahora el fundamento del segundo párrafo), es la preocupación por la “Guerra Comercial Estados Unidos-China”. A juzgar por los titulares, y por las volatilidades que estos generan en los mercados, la batalla está siendo cruenta y Estados Unidos está poniendo toda la carne en el asador.
Pero cuando uno se para, y mira la gráfica de la evolución de las importaciones de uno al otro respectivamente, se produce el siguiente milagro (gentileza de mi compañero y profesor Mike Biggs). Meses y meses de lucha, cientos de mensajes en Twitter vertidos durante 2018 unidos a declaraciones grandilocuentes, y las importaciones de Estados Unidos provenientes de China no han dejado de crecer. El gráfico, aunque tiene algún pequeño truco, es como para frotarse los ojos y volver a verlo para creerlo.
Como bien me apuntaba el maestro Biggs, las escalas de cada gráfico son distintas. La línea azul, que ilustra la robustez de las importaciones de Estados Unidos provenientes de China, sigue la escala de la izquierda en la que pequeñas variaciones son mayores en la realidad. La de la izquierda son las importaciones de China originarias de Estados Unidos, que presentan una llamativa reducción fruto de la facilidad asiática para cambiar de proveedores estadounidenses a brasileños a la hora de adquirir soja como se muestra a continuación. Y por lo tanto, la variación de 4.000 millones es mucho menos dramática de lo que aparenta además de cambiante a futuro, si se midieran ambas tendencias respecto al mismo eje.
Pero puestos a comparar ponderadamente por lo que las importaciones chinas y estadounidenses han representado en la última década, y sobre todo para ilustrar que la realidad es infinitamente menos apocalíptica de lo que los titulares reflejan, es increíble que a octubre de 2018 la tendencia importadora de Estados Unidos con China siga una sólida tendencia alcista que apenas se ha resentido. Y lo cierto es que cualquiera aficionado a leer prensa más allá de las letras gordas lo comprueba a diario. Más de 246 compañías proveedoras de la industria automovilística estadounidense rellenando miles de peticiones para estar exentas de restricciones a la importación, jefes (de los de verdad) avisando que costaría miles de millones dejar de importar acero de China, que se destruirán muchos puestos de trabajo y que cuesta muchísimo encontrar proveedores alternativos.
Nadie le quita importancia a que la primera y segunda economía tengan problemas comerciales, a que haya empresas textiles que están deslocalizando la producción a India (haciendo un voto de confianza en temas de infraestructuras, logísticos y sobre la independencia del futuro Gobernador del Banco Central). Pero ignorar algo tan básico en economía como la elasticidad del efecto sustitución (infravalorando que no haya una alternativa fácil a China en productos manufactureros sofisticados), y olivar que el gigante asiático es hoy en día una economía infinitamente más doméstica que exportadora, es un error tan grande como construir opiniones a base de titulares.
Los titulares tremendistas por respetable que sea la fuente, y dejarse llevar por lecturas rápidas guiadas por el sesgo de manual de Behavioral Finance conocido como confirmatory bias (en el que encontramos lo que queremos encontrar), están llevando a los mercados a sobre reaccionar a nivel macro y corporativo. Y lejos de ser este un motivo de preocupación, estamos ante todo un catalizador de oportunidades de inversión. Asia, sectores como el del lujo o el mercado residencial estadounidense y deuda latinoamericana, son ejemplos tan útiles como encontrar en una empresa a la gente que verdaderamente aporta con independencia del cargo que tengan o la tarjeta de fidelización que usen.
Tribuna de Juan Ramón Caridad, CAIA, MFIA. Profesor del Master de Finanzas e Inversiones Alternativas, MFIA.
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Exactamente hace un año atrás no había ni una duda dentro del mundo inversor sobre cómo sería el 2018 en materia de inversiones en Argentina: optimismo generalizado y apuestas a que los rendimientos positivos superarían a los registrados en el ya muy buen 2017.
Enero parecía que confirmar ese pronóstico era cuestión en dejar correr el tiempo, con las bolsas en máximos y las acciones argentinas alcanzando un récord histórico en dólares. Sin embargo, fue el principio de un año para el olvido.
La suba de más del 100% del dólar pulverizó cualquier intento de hacerle frente con una tasa de interés en pesos que, en una primera instancia fue positiva en términos reales, pero luego perdió adeptos frente a la aceleración de la inflación y la profundización de la devaluación.
Ni los bonos soberanos en dólares actuaron de refugio. El sueño de continuidad de la compresión de spreads quedó en el olvido, el riesgo país más que se duplicó y la pérdida de más de 20% en las paridades en dólares fue un gran dolor de cabeza para el inversor.
Sólo las Letes en dólares de corto plazo, que eran depreciadas en 2017 por su “escaso” retorno, terminaron siendo activos de refugio, conservación del capital en dólares y una aceptable renta para las nuevas (y difíciles) circunstancias de nuestro país.
En cuanto a las acciones, no pudieron soportar la tempestad. El cambio abrupto de panorama económico, producto de una realidad que se impuso y obligó a corregir los desequilibrios macroeconómicos a los golpes, fue un golpe letal, llevando al Merval a perder más del 50% en dólares desde sus máximos, sin distinguir demasiado a nivel sectorial y sin importar los fundamentos de las empresas. Hubo un atisbo de reacción en las empresas con perfil exportador, aunque luego también sucumbieron ante semejante inestabilidad económica.
A esta altura, el daño fue muy grande. Hoy se respira una tensa e incierta calma entre los participantes del mercado de capitales. Nadie apuesta a qué puede ocurrir en 2019, aunque hay un sesgo demasiado negativo para lo que viene, envalentonado por el factor político de las elecciones, siempre generador de mayor ruido que de certezas.
Para poder entender qué hacer en 2019, lo primero que debemos saber es la enseñanza que dejó este desolador 2018: la diversificación es clave y no todas las estrategias son digeribles para cualquier tipo de inversor.
Sólo en 2018 salieron bien parados los que mantuvieron la disciplina de diversificar el riesgo argentino con otros riesgos globales más una posición en efectivo en moneda dura. Y eso es lo que debemos hacer para el 2019.
Apostar un 100% al carry trade es solo para inversores tiempista y profesionales, algo que no es recomendable para ninguno de los inversores de a pie. Este mercado actual sigue siendo uno de trading, de corto plazo y de guardia alta.
La apuesta a tasa en pesos alta debe ser con no más del 30% del capital y con colocaciones de corto plazo.
En materia de bonos, no preveo una fuerte compresión de spreads. El mercado se mantendrá expectante a las señales políticas y eso no tendrá certezas. Privilegio colocaciones en Letes en dólares con vencimiento antes de agosto (elecciones primarias nacionales).
En cuanto a las acciones, hay valor a precios baratos, aunque éstos podrían seguir estando condiciones por el elevado riesgo país más el riesgo político. Estas inversiones sólo son alentadoras para quienes puedan digerir la Argentina desafiante de los próximos tres a cuatro años. En caso contrario, aprovechar alguna oportunidad de trading de corto plazo y no mucho más que eso.
Desde nuestro mercado, se puede incorporar algún cedear o acciones brasileñas con fines de diversificación de riesgo más cobertura cambiaria. Petrobras Brasilluce atractiva con los lineamientos de reforme de Jair Bolsonaro.
Finalmente, “Cash is King”: posiciones de efectivo en moneda dura en el portafolio pueden ofrecernos cobertura y flexibilidad en momentos en que la cuestión se ponga aún más difícil a nivel local e internacional.
Diego Martínez Burzaco es estratega de MB INversiones
Compass Group ha anunciado que, como parte del fortalecimiento de su oficina de Miami, Saúl Santamaría se ha incorporado a su equipo ejecutivo. Santamaría ocupará el cargo de Head de US Intermediaries para Compass y liderará adicionalmente la introducción y presentación de los fondos de Wellington Management Funds en el mercado de US offshore.
Saúl Santamaría tiene más de 12 años de experiencia en la industria de gestión de activos global. Comenzó su carrera en el año 2006 en el departamento de gestión de riesgos de Société Génerale en París. En 2010 se unió a Amundi Asset Management como Sales Manager para el sur de Francia y dos años después fue nombrado Head of Distribution para Latinoamérica con sede en Santiago de Chile.
En septiembre de 2014, Amundi decidió abrir su primera oficina en Ciudad de México con Santamaría al frente del proyecto y nombrándole Managing Director para Amundi México. Finalmente, en 2017 se incorporó a Carmignac como Business Development Manager cubriendo los mercados offshore de EE.UU. y Latinoamérica.
Santamaría posee un Master en Ciencias de gestión por NEOMA Business School en Francia y es licenciado en finanzas y relaciones internaciones por la Universidad de Externado en Colombia.
Santamaría reportará a Jorge Aguiló, Country Head de Compass Group USA, y a Santiago Queirolo, Head de Intermediaries de Compass Group.
Después de un 2018 marcado por la volatilidad, resultado de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, las negociaciones del Brexit o la coyuntura italiana, entre otros factores, los inversores apuestan ahora por la cautela. En un evento sobre perspectivas económicas celebrado en Miami con la participación de directivos de Aberdeen Standard Investments, el responsable de distribución global de la gestora, Campbell Fleming, destacó la “significativa” oportunidad que supone la diversidad en las carteras.
“Puede que los activos tradicionales estén siendo puestos a prueba, pero hay una oportunidad significativa en la diversidad y en otros tipos de activos de toda clase de sectores”, señaló Fleming durante su intervención. En el debate también participaron el responsable de desarrollo de negocio para la división de gestión de patrimonios internacional de Aberdeen Standard Investments, Menno de Vreeze, el jefe de diversificación multiactivos, Mike Brooks, el jefe de renta fija asiática, Adam McCabe, y el economista argentino Eduardo Levy Yeyati, que acudió como invitado externo.
La cautela manda
Fleming hizo hincapié en que el panorama de inversión durante 2018 ha sido duro debido al incremento de la volatilidad en los mercados por situaciones como el Brexit, la guerra comercial y un aumento del populismo a nivel global, que han generado una situación incierta y “caótica”. Con él coincidió Brooks, quien apuntó al lento crecimiento global y se mostró precavido por los riesgos que aún imperan debido a medidas de endurecimiento monetario, como las subidas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense, y al enfrentamiento de este país con China.
“Nuestra cesta tradicional de activos constituye un reto bastante desafiante”, señaló, antes de afirmar que la renta variable todavía está bajo presión, lo que contribuirá a que se mantenga este entorno complicado durante alrededor de tres años más, motivo por el cual “la cautela será el término que protagonizará el año 2019”.
China y las tensiones comerciales
Por su parte, McCabe se refirió al mercado asiático y recordó que ha estado en el punto de mira a lo largo de este año debido, sobre todo, a que China ha sido el blanco de los conflictos comerciales de Donald Trump. Admitió que todavía hay tensiones, pero destacó las políticas desarrolladas en la última década por las autoridades del país con el fin de respaldar la demanda interna.
“Como respuesta a las tensiones comerciales, han sido coherentes y han continuado apartándose de un modelo basado en las exportaciones para pasar a uno que esté orientado hacia la demanda interna”, aseguró McCabe, quien hizo hincapié en que las autoridades mantienen estas políticas, en un momento en el que los indicadores económicos y financieros están siendo constantemente desafiados e influenciados por todo el “ruido” que ha generado la guerra comercial. Todo ello, mientras los actores continúan impulsando el crecimiento del país asiático, ayudados por sus elevadas cifras demográficas, que permiten mantener una fuerza laboral muy sólida.
En ese sentido, Fleming destacó esa postura de China y otros mercados emergentes de construir su propia demanda interna, algo que, a su juicio, genera numerosas oportunidades. Para él, además de estas guerras y conflictos comerciales, es importante tener en cuenta que el momento actual está caracterizado por un “creciente activismo” de los propietarios de activos, que buscan que las gestoras sean “buenas administradoras” y solo inviertan en aquellas compañías que actúan adecuadamente con sus comunidades, sus trabajadores y su entorno, en referencia al cumplimiento de los criterios ESG.
Con el objetivo de incorporar elementos de sustentabilidad en sus procesos de inversión a través de la integración de variables medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), LarrainVial Asset Management ha firmado los Principios de Inversión Responsable de la Organización de Naciones Unidas (“UNPRI”).
Mediante esta adhesión voluntaria a los principios, la compañía manifiesta públicamente su interés por desarrollar y promover criterios de inversión responsable, a la vez que accede a una red global de estándares, discusión e investigación sobre esta materia.
Actualmente hay más de 1.900 instituciones que han firmado en todo el mundo, que manejan activos por cerca de USD 90 billones.
El gerente general de LarrainVial Asset Management, Ladislao Larraín, señaló que “la importancia de la incorporación de factores ESG en el análisis es importante no solo a nivel social y ético, sino que por su impacto en la relación riesgo-retorno de las inversiones. Por lo tanto, la implementación de este marco de análisis es esencial para nuestro trabajo en todos los procesos de la compañía”.
LarrainVial Asset Management actualmente administra sobre USD 5.900 millones a través de más de 40 fondos mutuos y de inversión.