La bolsa en USA tocó máximos históricos, y muchos (al menos en redes sociales) mostraron su sorpresa por este hecho en un año en el cual la economía ha sufrido uno de sus peores golpes de los últimos 70 años. Sin embargo, este es un hecho que no debería extrañar a nadie. Las toneladas de dinero que se han lanzado a la economía son uno de los elementos clave que determinarán el comportamiento de muchos activos. No lo digo hoy, viéndolo en retrospectiva, lo he dicho en varias oportunidades y hoy, más que nunca, lo repito.
El M2, una de las medidas monetarias por excelencia, ha pasado de febrero a hoy, de cerca de 15,2 trillones de dólares a más de 19 trillones, representando un incremento superior al 20%, lo cual en condiciones normales, debería crear inflación. Si bien dentro de la carpeta de los analistas ya empieza a considerarse seriamente la inflación (lo interesante es que, hastas pocos días después de elecciones se hablaba de deflación), no es un fenómeno inmediato. Entonces, esa fuerte expansión monetaria, debe ir a terminar en algún lado y, cómo no, eso es en activos financieros.
Ahora bien, hay activos de activos, y por ello es que las acciones fueron las beneficiadas. Los bonos podían haber sido, pero su atractivo cada vez es más bajo: un Tesoro a 10 años con una tasa de 0,85% es poco atractivo, y si tomamos en cuenta que, casi una cuarta parte de los bonos que existen hoy en el mundo están en tasa negativa (cerca de 15 trillones de dólares tienen tasas por debajo de cero y el yield global promedio se ubica en 0,94%), la renta fija no era el destino más atractivo. Así, los inversionistas se fueron hacía acciones.
Tan es así este hecho, que la posición neta internacional de USA se ha deteriorado a pasos agigantados en este año (este indicador mide lo que tienen los extranjeros en USA, menos lo que tienen los norteamericanos en el exterior), pasando de cerca de 11 trillones de dólares a algo más de 13 trillones…parece poco, pero eso significa que en solo 6 meses del año, los extranjeros aumentaron en cerca de 2 trillones de dólares sus posesiones en USA (y midiéndolo como indicador del PIB, pasó de representar un negativo de cerca del 50% del PIB, a más del 70% del PIB). Esto tiene unas implicaciones también muy fuertes sobre la desigualdad de la riqueza, pero será tema de otro análisis.
La otra cara de la moneda son los Mercados Emergentes. Soy fanático de las inversiones en emergentes, y me he aventurado a decir en espacios anteriores, que serán los grandes ganadores en los próximos años. Ya muchas casas de inversión también lo creen. Y sigo creyendo firmemente, que el dólar (de sus niveles de abril e inicios de mayo) debe caer cerca del 40% vs las principales monedas del mundo emergente.
Al momento de escribir esta nota, llevamos 9 semanas consecutivas recibiendo flujos hacía bonos, las últimas dos con flujos muy positivos. Un hecho no menor, es que las primeras semanas de flujos, se destinaron especialmente hacía ETF, las últimas semanas ha visto ya flujos directos hacía bonos específicos y, especialmente hacía bonos internos, es decir, hacía moneda local.
Esto no es poco, y sigo altamente convencido que los flujos a EM vendrán por cuatro vías, que las repito aquí:
Inversión de portafolio
Inversión Extranjera Directa
Endeudamiento
Procesos de Fusiones y Adquisiciones
Muchos analistas argumentan que los EM somos mucho más riesgosos, y sí, lo somos. Pero hoy en día, en particular, el análisis de riesgo vs retorno nos favorece mucho más que a la mayoría de mercados desarrollados. Nuestra expectativa de retorno puede estar por arriba del 20% medido en dólares en muchos casos, con un nivel de “riesgo controlado” (los analistas estiman que la bolsa en USA puede ganar algo más del 12% en 2021, que es muy bueno, pero que quizá no sea sostenible de mediano plazo).
Nos vuelve muy atractivos el hecho de que el Equity Risk Premium para la bolsa norteamericana se estima para los próximos años en más del 7%, mientras que para ponerle punto de comparación, un CDS a 5 años en muchos casos, está debajo de los 200 puntos básicos.
Así mi pregunta es: ¿qué sorprende más, los 30.000 puntos del Dow Jones actualmente; o el hecho que sigo creyendo que el mundo emergente puede dar retornos superiores al 100% en un lapso de unos 4 o 5 años?
Manuel Felipe García Ospina es vicepresidente Wealth Management de Skandia
La firma Criteria acaba de incorporar a dos asesores financieros procedentes de Menzoda, Argentina, a su equipo de Banca Privada. Se trata de Elena Alonso y Joaquín Barbera.
Elena Alonso es Licenciada en Economía, habiéndose desempeñado como Gerente en NIX Valores durante el último tiempo y con más de 10 años de experiencia en el mercado de capitales.
Joaquín, por su parte, es Licenciado en Administración de Empresas y CEO en Grupo Broda, empresa de triple impacto global que invierte, desarrolla y gestiona negocios.
Janus Henderson Investors ha anunciado el lanzamiento de su primer feeder fund en Brasil en alianza con BTG Pactual. El feeder invertirá en el fondo luxemburgués Janus Henderson Horizon Global Technology Leaders UCITS fund.
Se trata de uno de los fondos especializados en tecnología más grandes de Europa, tiene como objetivo generar crecimiento de capital a largo plazo a través de la inversión en una cartera diversificada de empresas relacionadas con la tecnología, permitiendo el acceso a los inversores brasileños a un sector no disponible en el mercado local.
El nuevo producto ofrece a los inversores locales la oportunidad de diversificar sus inversiones al ganar exposición a compañías líderes internacionales en un entorno de tipos de interés históricamente bajos y satisface la fuerte demanda de productos denominados en dólares por parte de inversores brasileños.
El producto estará disponible en dos versiones locales en función del tipo de inversor. Janus Henderson Global Technology Dolar Fundo de Investimento de Ações Investimento no Exterior estará dirigido a inversores institucionales y el vehículo asociado a la distribución retail, Janus Henderson Global Technology Dolar FI em Cotas de FI Ações Investimento no Exterior. Ambos fueron creados en octubre de 2020.
“Nuestra alianza con BTG Pactual y el lanzamiento de este nuevo fondo feeder nos permite acercar a los clientes brasileños a nuestro expertise de inversiones. Esto es en respuesta al creciente interés por las acciones internacionales entre los inversores brasileños. Janus Henderson está comprometido con el desarrollo y el crecimiento de su presencia en Brasil y el lanzamiento de este nuevo fondo marca un importante primer paso en esa dirección”, declara Ignacio De La Maza, director de Intermediarios y Latinoaméricade Janus Henderson Group..
“El escenario de bajas tasas de interés en Brasil llevó a la necesidad de diversificar nuestro portafolio de inversiones para lograr retornos más atractivos. BTG Pactual ha fortalecido su portafolio para ofrecer más alternativas y productos exclusivos a los clientes, incluyendo oportunidades de inversión en el exterior. La asociación con Janus Henderson Group es parte de esta estrategia”, dice Phylipe Corsini, Associate Partnerde BTG Pactual.
El comienzo de 2020 fue un momento de «optimismo cauteloso» para los family offices mundiales. Según un estudio realizado por UBS, en el que se analizaron 121 de las mayores firmas a nivel global, el 69% no tenía planes de cambiar la asignación de activos de 2019. Eso sí, un 55% reequilibró sus carteras entre marzo y mayo para mantener su asignación estratégica a largo plazo.
Está claro que el primer y segundo trimestre de 2020 han sido complicado para el mundo de inversión. Según el informe, los family office no tenían intención de hacer grandes cambios en sus estrategias, pero el entorno les ha obligado a ello. El año empezó con una fuerte asignación en activos tradicionales del 59% de su cartera -principalmente renta variable (29%), renta fija (17%) y cash (13%)- y un 35% de activos alternativos, en especial private equity (16%) y real estate (15%). “Más de la mitad, un 56%, de las familias siguen participando estrechamente en la asignación estratégica de activos, por lo que es una prioridad para los family offices y una piedra angular de la preservación del patrimonio”, matiza el informe sobre esta asignación de activos.
Como aspecto relevante, destaca el peso que han tenido los hedge funds, que presentaban un 5% de la asignación en activos alternativos. En este sentido, el documento explica que la experiencia no ha sido negativa: “El 73% de los family offices que invirtió en hedge funds afirma que su desempeño estuvo en línea con sus expectativas”.
También es llamativo el porcentaje que ha supuesto el cash, lo que ha estado muy en línea con el resto de inversores del mercado. “Las asignaciones de efectivo estaban en el lado más alto, en el 13%, lo que indica la cautela de algunos family offices. La exposición a la renta fija era baja en un mundo en el que los tipos de interés ya estaban cerca de cero o eran negativos en algunos países. La mayor ponderación de la asignación estratégica de activos antes de la crisis se daba en renta variable”, resume el informe sobre las principales asignaciones de la cartera.
Rotación estratégica
A pesar de que el año empezó con esa “optimismo prudente”, que cita el informe, la realidad es que el coronavirus obligó a los family offices a reequilibrar sus carteras. Dos tercios de las firmas optaron por no hacer ajustes estratégicos, sino por realizar una rotación táctica. “A pesar de las asignaciones favorables al crecimiento de las carteras de los family offices a principios de 2020, una combinación de estrategias de mitigación de riesgos ayudó a protegerlas durante la rápida y profunda caída de los mercados de valores en marzo”, matiza el informe en sus conclusiones.
Sin embargo, en las encuesta que realizó UBS en mayo, más de tres cuartas partes (76%) de las family offices señaló que sus carteras habían tenido un rendimiento igual o superior a sus respectivos objetivos de referencia para el año hasta la fecha. Durante uno de los momentos de mayor prueba en la historia de los mercados financieros, la máxima contracción de los participantes en la encuesta fue de aproximadamente un 13% en promedio. «La diversificación definitivamente ha ayudado. En marzo, los mercados líquidos cayeron al mismo ritmo: las acciones y la renta fija cayeron juntas”, señala un miembro de la familia y jefe de inversiones de Hong Kong.
En este contexto, los family offices optaron por “reequilibrar para preservar, proteger y aumentar la riqueza” de sus carteras. “No es de extrañar que la profunda caída de los mercados financieros llevara a las carteras a desviarse de sus asignaciones estratégicas de activos. Más de la mitad (55%) de los family offices rebalancearon sus carteras en marzo, abril y mayo para mantener su asignación a largo plazo”, apunta el informe.
También reconoce que aún es demasiado pronto para que los family offices hagan ajustes fundamentales en sus marcos de asignación. Es probable que lo hagan en los próximos meses, a medida que digieren las implicaciones de lo que parece ser un importante punto de inflexión económica con muchas ramificaciones en los mercados financieros.
Aun así, dos tercios (67%) de las family offices afirma que su visión a medio plazo no ha cambiado. Este comentario implica que los supuestos fundamentales en los que se basan sus asignaciones de activos pueden no cambiar de manera significativa. Aunque, la velocidad y la contundencia de la crisis desencadenada por la pandemia hizo que casi la mitad de los encuestados (45%) revisara sus procedimientos para gestionar el riesgo.
En uno de sus últimos estudios, MFS Investment Management analiza el problema de los residuos plásticos. Se trata de un significativo asunto ASG (ambiental, social y de gobierno corporativo) que podría resultar aún más relevante en los próximos. El documento describe cómo una compañía, Danone, está abordando este reto y cómo MFS investiga e interactúa con la empresa para promover un cambio a largo plazo.
Las prácticas ASG no consisten exclusivamente en gestionar los riesgos. Aquellos con un profundo entendimiento de los asuntos ASG pueden hallar oportunidades mediante la evaluación de cómo las empresas prevén afrontar dichos desafíos. Por medio de una eficaz participación activa y un continuo diálogo, los inversores pueden trabajar con las compañías en todo un abanico de asuntos, en lugar de centrarse en un único cambio.
Esto cobra relevancia, habida cuenta de la complejidad y la frecuente interconexión de los asuntos ASG. Por ejemplo, el plástico representa un problema de contaminación, pero también un factor del cambio climático y un considerable reto social.
El problema del plástico
En los últimos años, se ha adquirido mayor conciencia del impacto del plástico en las personas y en el planeta. Ocho millones de toneladas de residuos plásticos acaban en los océanos cada año. A este ritmo, en 2050 habrá más plástico en el océano que peces (1). Un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) reveló que cada persona consume el equivalente a una tarjeta de crédito cada semana (2).
Pese a estas preocupaciones ambientales, el plástico sigue siendo uno de los materiales más utilizados debido a su reducido coste y su elevado nivel de conveniencia. En efecto, no cabe duda de que el plástico es el material más versátil jamás inventado. El plástico está plenamente integrado en nuestra sociedad y en nuestra economía. Se utiliza para fabricar un amplio abanico de productos, como bolsas de la compra, bolsitas de té, pajitas, ropa, juguetes y envases para alimentos y bebidas. Se prevé que la producción mundial de plástico se triplique de aquí a 2050 —y los envases representarán un 40% de la demanda (3). La pandemia de la COVID-19 ha provocado un repunte del consumo de plásticos de un solo uso, lo que supone un obstáculo para la adopción de productos más sostenibles por parte de la sociedad.
Si los consumidores se preocupan, los inversores también deberían preocuparse
Históricamente, la economía del reciclaje no ha dado resultado. El plástico virgen es más barato. La tecnología, la infraestructura y la capacidad de reciclaje han sido insuficientes, y apenas han existido incentivos para mejorar la situación. Por lo tanto, no sorprende que los consumidores y las autoridades reguladoras ya sitúen el problema del plástico en el punto de mira. Y, en la opinión de MFS Investment Management, los inversores también prestarán mayor atención a este asunto en los próximos años.
En efecto, los consumidores intentan evitar cada vez más los productos relacionados con el plástico en la medida de lo posible y las autoridades reguladoras de todo el planeta están adoptando medidas para reducir el consumo de plásticos de un solo uso. Esto ya ha provocado un descenso de la demanda de plástico virgen, lo que puede incidir negativamente en los beneficios, las cotizaciones y las calificaciones crediticias. En consecuencia, las compañías podrían verse perjudicadas desde una perspectiva ASG, de valoración y de crédito a largo plazo.
Participación activa en Danone
Dada la naturaleza de su negocio, Danone, empresa de consumo básico que figura ampliamente en las carteras de MFS, recurre enormemente a los envases de plástico. Los envases plásticos se encuentran en gran parte de su línea de productos, como el agua embotellada, que representa casi una quinta parte de sus ingresos. Danone afronta un aumento estructural de los costes, a medida que los gobiernos adoptan mecanismos de fijación de precios de carbono, prohíben los plásticos de un solo uso (p. ej., las bolsas de la compra y las pajitas), y aplican leyes relativas a la responsabilidad ampliada del productor e impuestos sobre los envases de plástico.
En la actualidad, las puntuaciones ASG no penalizan a las compañías por la utilización de plásticos, así que Danone recibe de los organismos de calificación ASG una elevada puntuación. ¿Cómo se ha abordado el asunto con la compañía? MFS podría haber desinvertido, pero decidió que debería mantener su posición, interactuar con Danone y evaluar con detenimiento su plan para gestionar el problema de los residuos plásticos.
El enfoque fundamental de MFS con respecto a la compañía se ha traducido en un profundo entendimiento de su situación actual y de sus planes para abordar el desafío de los residuos plásticos, lo que les ha ayudado a ir más allá de los titulares de prensa. Esto les ha permitido obtener un mejor conocimiento de la sostenibilidad a largo plazo de los ingresos de Danone y de los posibles efectos en la valoración.
Análisis en profundidad
Mediante un exhaustivo proceso de participación activa, los analistas de MFS han logrado evaluar en profundidad los esfuerzos de Danone para reducir los envases plásticos. Los equipos de inversión y asesoramiento han celebrado múltiples reuniones con la compañía. Entre los temas tratados se incluyen la forma en que Danone aborda la sostenibilidad de los envases, su cultura corporativa y la participación de los empleados. Las conversaciones han girado en torno al énfasis de la empresa en la sostenibilidad para generar resultados financieros más elevados y constantes (lo que incluye la aplicación de procesos de diligencia debida para compras responsables y una nueva política de envasado), con los siguientes fines:
Lograr que todos los envases sean 100% reciclables, reutilizables o que puedan convertirse en compost antes de 2025.
Recoger y reciclar residuos en sus principales mercados.
Crear envases con materiales distintos del plástico, como cartón, vidrio o sistemas rellenables.
Para conseguir una efectiva participación activa en empresas como Danone, resulta esencial comprender la cadena de suministro del sector de los envases de plástico, con el fin de evaluar los riesgos primarios para cada eslabón de la cadena de valor.
¿Qué camino seguirán a partir de ahora?
MFS continuará abordando esos temas con Danone. Las últimas conversaciones sugieren que la empresa podría tener que hacer un mayor hincapié en los asuntos más importantes que afronta su negocio. Pese a las preocupaciones al respecto, MFS sigue manteniendo su posición en el título. Creen que Danone presenta un precio atractivo, habida cuenta de las categorías en las que opera la compañía, así como su voluntad y énfasis en la creación de envases más sostenibles.
El mundo está cambiando más rápidamente de lo que muchas compañías y muchos inversores creen, o a un ritmo más acelerado del que son capaces de mantener. En lugar de optar por una mera exclusión o desinversión, en MFS creen que la mejor manera de invertir responsablemente consiste en obtener un profundo conocimiento de la naturaleza del negocio de una compañía e interactuar con ella para construir un futuro más sostenible para nuestro planeta y sus habitantes.
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En esta vida, no todas las lecciones son agradables y tras la experiencia de la pandemia del coronavirus, qué mejor que sacar conclusiones constructivas. En opinión de Fabiana Fedeli, responsable global de activos fundamentales de Robeco, en los últimos tres meses los inversores han aprendido tres cosas: nunca hay que descartar a China; el futuro es más verde, especialmente en lo que a inversión se refiere; y el value no ha muerto.
La experta de Robeco cree que la crisis del COVID-19 no ha terminado. “En términos globales, estamos alcanzando nuevos picos de contagio. Por ello, es evidente que no estamos ante una recuperación económica en forma de V. Por ahora, creemos que es más probable que adopte forma de U. Existe la posibilidad de que termine por describir una trayectoria en W, es decir, una recesión de doble caída, pero consideramos que esa posibilidad es limitada. Las autoridades y los médicos de todo el mundo parecen haber aprendido a lidiar mejor con estos brotes, y puede que la vacuna esté cerca”, apunta Fedeli.
Ahora bien, ¿qué implica todo esto para la construcción de las carteras? Hasta que el virus esté bajo control, desde Robeco seguirán apostando por los países que han podido lidiar más eficazmente con el virus, en términos de preferencia geográfica. Esto supone dirigir la mirada hacia el Norte de Asia y Europa. Y desde el punto de vista de la selección de valores, la gestora reconoce que ha recogido beneficios en algunos de los “acumuladores de calidad” (compounders) que mejor evolución han tenido, y ampliado posiciones en cíclicos y en ciertas acciones que han registrado resultados comparativamente inferiores pero que siguen teniendo fundamentales sólidos.
“Estos valores pueden haberse visto perjudicados por el coronavirus, pero esperamos que se recuperen. Sin embargo, hemos continuado mostrándonos selectivos en cuanto a la calidad de estas posiciones menos defensivas, debido al riesgo de que la recuperación sea más lenta. Teniendo en cuenta la polarización que muestra el mercado, existen bastantes oportunidades para mostrarse selectivo sin descender demasiado en la escala de calidad”, añade Fedeli.
Lecciones aprendidas
Un posicionamiento que la gestora defiende en parte por las lecciones que considera nos ha dejado este COVID-19. En concreto, Fedeli apuntaba tres: China, un enfoque sostenible e inversión value. Sobre la primera argumenta que China está destinada a convertirse en una posición fundamental.
“Nuestras buenas previsiones para la renta variable china, y en especial las acciones A, no son compartidas por la mayoría. China es la segunda economía más grande del mundo y su mercado de renta variable se encuentra significativamente infrarrepresentado en las carteras de los inversores. Esto se debe, por un lado, a la desconfianza de los inversores y a la preocupación sobre la transparencia y, por otro, a la escasa inclusión de empresas chinas en los índices de renta variable”, explica.
Considera que el mercado chino de renta variable debería verse respaldado por la mejora de los datos macroeconómicos y las reformas que están realizándose en el mercado de capitales. Además, incluso después de su reciente repunte, las acciones A no cotizan muy lejos de sus mínimos históricos, en términos de valoración frente a la renta variable estadounidense.
En segundo lugar, Fedeli advierte que esta pandemia ha dejado claro que el futuro será verde y sostenible. “La sostenibilidad es cada vez más importante para la opinión pública y para un creciente número de gobiernos a nivel mundial. Si bien es cierto que el gobierno corporativo lleva años siendo un aspecto clave para los inversores, cada vez es más evidente para ellos que el impacto ambiental de las empresas va a representar un papel todavía más importante en relación con sus perspectivas financieras. Y el COVID-19 ha servido de catalizador para ello. El apoyo de los gobiernos a través de sus compromisos de gasto público claramente ha puesto el foco en la creación de un mundo más sostenible de cara al futuro”, argumenta.
La vuelta del value
Por último, la experta defiende que el estilo value volverá a las carteras de los inversores, en parte impulsado por la polaridad que existe en el mercado. En su opinión, la disparidad que hay podría sentar las bases para un retorno del value, aunque son todavía insuficientes.
“Para que el value regrese de forma duradera, se precisa una mejora de las perspectivas macroeconómicas. Así ha quedado patente en la breve transición hacia el value registrada en el segundo trimestre. Su duración estuvo asociada a la mejoría de las perspectivas sobre los datos macroeconómicos y, por lo tanto, sobre los valores cíclicos. A medida que el COVID-19 fue mostrándose difícil de contener, sobre todo en EE.UU., las acciones value volvieron a caer. Sin embargo, han experimentado un resurgimiento en China, donde la mejoría de los datos macroeconómicos también va a resultar clave”, argumenta.
Pero también advierte de que los compradores deben tener cuidado: aunque las eventuales subidas de las mareas en el mercado, asociadas a futuras mejoras, puedan reflotar a muchos barcos value, algunos de ellos están destinados a no salir nunca del puerto, y unos pocos, a naufragar. “La noción del value tiene que evolucionar. El concepto de reversión a la media podría ser cierto para algunas empresas, pero no para muchas otras”, concluye.
¿Cambiará la crisis del coronavirus nuestra forma de abordar los desafíos sociales y medioambientales? La respuesta dependerá de nuestra capacidad para aprender de los errores cometidos tras la crisis financiera mundial de hace una década.
Cuando el mundo se recuperaba de esa crisis, la dependencia exclusiva de las fuerzas del mercado y los préstamos baratos solo logró agravar los problemas en muchos casos; se perdió, en gran medida, la oportunidad de lograr una recuperación económica más inclusiva y centrada en los beneficios a largo plazo de abordar las cuestiones sociales y medioambientales más urgentes.
Si bien la llegada de la expansión cuantitativa (QE) en 2008 contribuyó a la recuperación económica, los gobiernos perdieron la oportunidad de introducir incentivos en el sistema para promover el flujo de capital hacia áreas necesitadas, en lugar de para engrosar los beneficios corporativos, a menudo a expensas de los retos sociales y medioambientales. Ahora que empezamos a dejar atrás la pandemia mundial, el plan de recuperación verde de la UE proporcionará un paquete de estímulos centrados en la renovación de edificios, la movilidad sostenible, el hidrógeno y las energías renovables.
Aunque todavía estamos a la espera de conocer más detalles, este plan demuestra la ambición de algunos gobiernos de aprovechar la crisis para acelerar la transición energética hacia un mundo neutro en carbono y de reconocer la importancia de compartir recursos sociales como hospitales, escuelas, viviendas sociales y transporte público.
Adoptar “la economía del donut”
La ciudad de Ámsterdam es un ejemplo de que un crecimiento más inclusivo y más sostenible puede formar la base de la recuperación del daño económico y social causado por la pandemia del COVID-19. La ciudad ha adoptado oficialmente el marco de desarrollo sostenible creado por la economista de Oxford, Kate Raworth, conocido como “la economía del donut”. Ámsterdam se ha propuesto salir de la crisis equilibrando las necesidades de las personas sin dañar el medioambiente: un compromiso ambicioso, y una especie de experimento, pero precisamente el tipo de pensamiento nuevo que creemos que es necesario para no volver a caer en los errores del pasado.
Objetivos de Desarrollo Sostenible
Una parte central del modelo de la economía del donut de Raworth es la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para 2030. Se trata de un ambicioso conjunto de objetivos creados para alcanzar prosperidad compartida y salvaguardar el bienestar del planeta que pone el énfasis en las necesidades sin atender.
Los ODS se lanzaron por primera vez en 2015 con el objetivo de poner fin a la pobreza mundial. En principio, los 17 ODS fueron diseñados para que los gobiernos colaborasen con la sociedad civil para mejorar la salud y la educación, reducir la desigualdad y estimular el crecimiento económico inclusivo, combatir el cambio climático y preservar la salud de nuestra biosfera. Estos objetivos representan un conjunto verdaderamente ambicioso de metas universales, que ya han firmado 193 países.
Coste elevado
Considerar los ODS desde la óptica de la crisis del COVID-19 subraya su papel decisivo para lograr una recuperación económica que aporte beneficios duraderos para el bienestar de las personas y del planeta. Sin embargo, el gasto necesario para cumplir con estos objetivos asciende a billones de dólares.
Para muchos, el coste original representaba una carga poco rentable que los países no podían permitirse en un momento en el que todavía se resentían por los años de austeridad sufridos tras la crisis financiera mundial. Los optimistas veían esta oportunidad de otra manera: lograr el objetivo general de poner fin a la pobreza mundial y garantizar la salud del planeta crearía mercados más grandes y resistentes de una manera en la que podrían estar de acuerdo tanto los activistas sociales y medioambientales como los inversores y las empresas. En nuestra opinión, el enorme coste humano de la crisis del COVID-19 muestra claramente que alcanzar estos objetivos representa una visión de la recuperación alternativa a la mentalidad del mercado libre –por la que “el ganador se lo lleva todo”– que ha imperado durante los últimos cuarenta años.
Satisfacer futuras necesidades
Dada la magnitud de los paquetes de estímulo puestos en marcha para sacar adelante la maltrecha economía mundial, obtener la financiación necesaria para cumplir los ODS de pronto parece mucho más factible. En un momento en el que los tipos de interés rozan niveles negativos de forma casi universal, las autoridades tienen ante sí la oportunidad de adoptar el desarrollo sostenible como la piedra angular de una recuperación económica generalizada al coste de financiación más bajo de la historia.
Aspiraciones como el fin de la pobreza (ODS 1), salud y bienestar (ODS 3), trabajo decente y crecimiento económico (ODS 8), ciudades sostenibles (ODS 11) y producción y consumo responsables (ODS 12) forman los pilares de un sistema económico fuerte y dinámico, capaz de adaptarse a nuestras necesidades futuras y de resistir los inevitables shocks que sufriremos de forma periódica. Creemos que cualquier sociedad civil que aspire a gozar de paz, justicia e instituciones sólidas (ODS 16) debe aspirar también a contar con un plan económico que abarque estos objetivos.
A lo largo de la historia hemos sufrido graves situaciones económicas que se convirtieron en crisis sociales. La Gran Depresión de los años treinta y la recuperación tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial requirieron una acción coordinada entre naciones y entre la sociedad civil y las empresas. En mayo de 1932, durante el peor momento de la Gran Depresión, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt pronunció en la Universidad de Oglethorpe un histórico discurso de graduación que marcó el comienzo de su «New Deal». Una frase de ese discurso presagiaba la importancia de los ODS y del desarrollo sostenible para hacer frente a una crisis económica: “Para inyectar vida en nuestro debilitado orden económico, no podremos hacer que dure mucho tiempo a menos que logremos redistribuir de forma más justa y equitativa la renta nacional”.
La importancia del activismo
Defender la sostenibilidad no es nada nuevo: el transcendental Informe Brundtland, publicado en 1987[2], sigue siendo el punto de referencia de un enfoque científico, revisado por pares, para alcanzar una economía sólida basada en los principios reflejados casi tres décadas después en los ODS de la ONU. Cada vez más, el término «capitalismo de los grupos de interés» (stakeholder capitalism) se considera el sucesor del modelo centrado en los accionistas (shareholder capitalism) que surgió tras la crisis económica de los años setenta. Si queremos lograr esta transición, los gobiernos, los reguladores y las empresas deben aprovechar plenamente la oportunidad que plantea la definición de sostenibilidad de Brundtland: “Desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras, garantizando el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medioambiente y bienestar social”.
La crisis de la COVID-19 es una experiencia muy humana, que ha alterado la vida de cientos de millones de personas en todos los continentes. La pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de muchos sistemas sanitarios, incluso en las economías desarrolladas más prósperas, algo que ha socavado la salud y el bienestar futuros de muchas personas (ODS 3) y que probablemente dejará secuelas que durarán años.
Aunque los inversores no pueden abordar fácilmente las deficiencias de los sistemas de salud individuales, sí pueden influir en que se obtengan mejores resultados en todos los países colaborando activamente con las empresas para reconocer los beneficios de contribuir al bienestar de sus empleados. Para muchos trabajadores, la falta de acceso a atención médica, ya sea a través del sistema público o como un beneficio corporativo, ha tenido un coste personal considerable, especialmente entre los trabajadores peor remunerados.
¿Una recuperación sostenible?
Al final, el concepto de desarrollo sostenible, e incluso los ODS de la ONU, hacen referencia a una forma de capitalismo “bueno” que despliega capital en áreas que aborden las necesidades desatendidas de la sociedad global –una especie de “opción de compra” de la prosperidad futura– identificando así áreas estructurales de crecimiento.
Teniendo en cuenta que decenas de millones de personas probablemente perderán sus empleos, su medio de vida y, potencialmente, su bienestar como resultado de la pandemia, tenemos que apoyar conjuntamente una recuperación intolerante con la pobreza (ODS 1) que se vea respaldada por la idea de que la sostenibilidad es una visión de un futuro posible que ofrece múltiples beneficios para la sociedad y el mundo en el que vivimos. Para que esta visión se haga realidad es necesario que la sociedad civil valore las aspiraciones que plantean los 17 ODS y reconozca los beneficios compartidos, tanto presentes como futuros, que presenta este enfoque.
Formar alianzas (ODS 17) será decisivo para alcanzar este resultado, si queremos garantizar un futuro mejor para todos. En nuestra opinión, los ODS, junto con las consideraciones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), no son una etiqueta para señalar la virtud, sino aspiraciones para el futuro que requieren que actuemos ahora.
Es posible que no todas las sociedades evolucionen con estas aspiraciones en mente, ya que, en momentos de crisis económica, existe una tendencia a intentar aprovecharse de los demás y a darle prioridad al interés propio. Sin embargo, vemos señales esperanzadoras que apuntan a que está surgiendo una manera mejor de gestionar nuestro destino, que solo requiere que intentemos liberarnos de los lastres del pasado.
Tribuna de Andrew Parry, responsable de inversión sostenible en Newton, parte de BNY Mellon IM.
AXA Investment Managers ha logrado por segundo año consecutivo el primer puesto en el índice Hirschel&Kramer (H&K) de marcas de Inversión Responsable (RIBI, por sus siglas en inglés). El índice, que destaca a las gestoras que están liderando el camino ESG gracias a su compromiso con los valores socialmente responsables, ha realizado el estudio entre 284 gestoras europeas para evaluar su capacidad para integrar enfoques de inversión sostenible y las ha clasificado en función de dos aspectos: su desempeño y compromiso con el desarrollo sostenible y la comunicación que hacen de ello.
En el aspecto relacionado con el compromiso se miden acciones concretas emprendidas por las gestoras, como la participación en iniciativas colectivas sobre desarrollo sostenible, la calidad de la votación de acciones cotizadas, la estrategia y la gobernanza de la inversión responsable. Por su parte, en el relacionado con la comunicación se evaluaron ocho criterios cualitativos, incluidas las declaraciones de propósitos y cómo expresan los sistemas de valores que tienen como objetivo crear un impacto positivo y tangible en la sociedad.
La valoración que de ambos aspectos ha hecho RIBI ha llevado a AXA IM a revalidar su posición líder por segundo año consecutivo entre las gestoras europeas estudiadas. Este puesto la convierte, además, en una de las únicas cinco gestoras de fondos que han alcanzado las diez primeras posiciones del índice durante cada uno de los últimos tres años. “Mientras que el número de gestoras que vincula sus propósitos centrales a objetivos sociales prácticamente se ha duplicado en el último año, solo unos pocos transmiten genuinamente su compromiso con la Inversión Responsable a través de su marca”, explican desde Hirschel&Kramer.
Desde la gestora destacan su convicción de que la integración de ESG es parte integrante de una gestión de inversiones más sólida. Durante más de 20 años, ha habido una tradición de inversión responsable en la empresa desde que ganó su primer mandato. En 2001 se creó un equipo dedicado de RI y en los últimos tres años, el número de empleados se ha más que duplicado para ser cerca de 30 personas dedicadas a la integración de ESG, ubicadas dentro del Centro de Experiencia de RI, así como dentro de las plataformas de inversión. “Como gestores de inversión activa, nuestras decisiones pueden conducir a un cambio positivo. Estamos profundamente comprometidos en abordar el impacto de los riesgos relacionados con el clima y, como gran inversor, tenemos un papel clave que desempeñar para limitar el calentamiento global”, declara Beatriz Barros de Lis, directora general de AXA IM España.
De hecho, la sostenibilidad es una de las claves del entorno actual, marcado por la irrupción de la pandemia del coronavirus y sus efectos económicos en Europa, como explica Lise Moret, head of Climate Strategy-Impact and Responsible Investment: “La recuperación económica europea nos dará la oportunidad de integrar los cambios industriales y sociales en el apoyo a la transición energética. Creemos que la irrupción del coronavirus debería reforzar el pensamiento político sobre el cambio climático y la acción colaborativa para afrontar amenazas existenciales, así como impulsar el estímulo político para las iniciativas ecológicas y la implicación de los inversores. Para nosotros como inversores, esto significa una continua implicación con las compañías y con las oportunidades de inversión sostenible”.
Este reconocimiento llega un mes después de que AXA IM fuera anunciada como uno de los 36 líderes entre los 2.400 firmantes del PRI en el informe climático. Sólo el 1% de las sociedades gestoras signatarias, entre las que se encuentran dos francesas, formarán parte en 2020 de este grupo que reúne a las empresas más avanzadas en el ámbito de la inversión responsable.
Marco Morelli, CEO de AXA Investment Managers, destaca que “haber sido reconocidos como la gestora con mayor compromiso ESG significa que se está reconociendo la importancia y valor de estas inversiones y de su importancia para generar un impacto real y medible en la sociedad. Estamos muy orgullosos de este logro. La inversión responsable está en el corazón de la estrategia de AXA IM y nos esforzamos por asumir un papel más activo en impulsar la transición global hacia un modelo más sostenible y equitativo. Este premio reconoce nuestro compromiso constante con los ESG y refleja aún más nuestro propósito como empresa. Seguimos profundamente comprometidos con nuestro papel pionero como inversor responsable y administrador a largo plazo de las inversiones de nuestros clientes”.
En un momento en el que muchos inversores buscan aumentar su exposición a deuda emergente en 2021, Alejandro Arévalo, gestor de renta fija emergente en Jupiter Asset Management, explica por qué la diferenciación es vital a la hora de invertir en una clase de activos tan diversa.
¿Se espera una mejoría de la coyuntura macroeconómica?
Ahora que se acerca el final de año, somos optimistas sobre las perspectivas de la deuda de los mercados emergentes en 2021, una visión que parecen compartir muchos inversores, dado que llevamos 20 semanas consecutivas de entradas de capitales en esta clase de activos. Esperamos ver una recuperación mundial más amplia y profunda tras la inminente distribución de vacunas eficaces contra la COVID-19, un factor especialmente importante para los países emergentes que carecen de la capacidad de pedir prestado e imprimir dinero de que disfrutan muchos países desarrollados. Las políticas monetarias expansivas y los estímulos presupuestarios potentes deberían ser muy favorables para los mercados emergentes y las materias primas.
También esperamos que el dólar estadounidense siga tendiendo a la baja, mientras que la Reserva Federal (Fed) probablemente mantenga su postura de tipos ultrabajos, lo que flexibilizará las condiciones para los prestatarios de los mercados emergentes. Prevemos que continúe la rotación desde EE.UU. hacia los mercados emergentes, donde las valoraciones son mucho más bajas y los rendimientos son mucho más elevados. Una administración Biden en EE. UU. probablemente mejore el sentimiento en torno a los mercados emergentes, ya que cabe esperar una política exterior menos agresiva y más predecible basada en un planteamiento multilateral, lo que debería dar apoyo al comercio mundial y a los flujos de inversión transfronterizos.
¿Qué podemos aprender de los «pecados» del pasado?
La coyuntura macroeconómica de los países emergentes también parece favorable. Aunque es innegable que algunos mercados emergentes se han visto especialmente golpeados por la pandemia, otros países han demostrado una notable capacidad de resistencia. Si nos dejamos guiar por la historia, se podría haber esperado que la pandemia creara una crisis de deuda potencial y un fuerte pánico entre los inversores, pero en lugar de eso, y a pesar de algunos arranques de volatilidad, el optimismo inversor se ha mantenido relativamente alto desde marzo.
Creemos que eso se debe fundamentalmente a dos razones. La primera es que las mayores economías emergentes han aprendido de los «pecados» del pasado, cuando la mayor parte de su financiación estaba denominada en dólares estadounidenses y eso creaba un importante desajuste entre los activos y los pasivos que, en algunos casos, obligó a los países a reestructurar su deuda o incurrir en impagos. Ahora, con unos mercados locales mucho más profundos, pueden financiar la mayor parte de sus necesidades en sus respectivas monedas. En segundo lugar, hemos empezado a observar una notable recuperación de los datos económicos de los países emergentes; así, los indicadores económicos en algunas áreas siguen sorprendiendo positivamente, como en China y Latinoamérica, a lo que hay que sumar los avances recientes de varias reformas que se habían puesto en suspenso.
¿Es ahora un buen momento para aumentar la exposición?
Ahora que hemos superado la incertidumbre de las elecciones estadounidenses y ante la inminencia de la distribución de las vacunas contra la pandemia, creemos que es un buen momento para que los inversores aumenten su exposición a la deuda emergente. Tras las grandes salidas de capitales de comienzos de este año, ya estamos viendo cómo el dinero está regresando a esta clase de activos; en este sentido, varias encuestas de mercado muestran que los inversores prevén aumentar sus exposiciones a deuda emergente en 2021. Aunque globalmente sigue estando escasamente representada, esta clase de activos valorada en 23 billones de dólares está cobrando un protagonismo cada vez mayor en las carteras de los inversores: con más del 90 % del universo de la renta fija rentando menos de un 3 %, la deuda emergente es uno de los pocos lugares donde los inversores pueden conseguir unos rendimientos aceptables (1). Así pues, esperamos que las asignaciones sigan creciendo.
Como siempre, pensamos que la diferenciación es clave a la hora de invertir en una clase de activos variada e ingente como la deuda emergente. Adoptando un enfoque flexible y activo, podemos responder a las nuevas informaciones que se van conociendo y aprovechar las oleadas de ventas indiscriminadas cuando se desatan, gestionando al mismo tiempo las pérdidas de valor. Obviamente, esperamos cierta volatilidad en los mercados a corto plazo, pero creemos que la coyuntura macroeconómica es favorable y nuestro análisis centrado en los fundamentales nos ayuda a identificar los títulos, tanto públicos como corporativos, con un buen potencial a largo plazo.
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Anotaciones:
(1) Fuente: Índice JP Morgan Global Aggregate Bond, agosto de 2020.
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El Dorado Asset Management de Perú junto con Participant Capital lanzaron de manera simultánea, el Fondo deFondos de Crecimiento Inmobiliario EE.UU. (FIMV) para los mercados de Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia.
De esta manera, tanto inversionistas institucionales como personas naturales de estos países andinos podrán invertir en el sector de desarrollo inmobiliario en América del Norte con una inversión mínima recomendada de 50.000 dólares a través de fondos mutuos.
Durante el 2019, el fondo subyacente en el que inicialmente invertirá el Fondo de Fondos, obtuvo un retorno de 14.35%, consistente con la expectativa de 14% y 16% anual para un horizonte mínimo de inversión de cinco años, e incluyendo un dividendo anual de 7%, señaló Melvin Escudero, presidente del Dorado Asset Management.
Escudero agregó que lo más importante es que las personas naturales accedan a invertir en un portafolio de activos inmobiliarios de alta calidad, y diversificado en el principal mercado inmobiliario del mundo, el cual tendrá una importante recuperación post crisis Covid-19.
Además, al ser una cuota de un Fondo Mutuo registrado en el Perú y regulado por la Superintendencia de Mercado de Valores, permitirá obtener un importante beneficio tributario, ya que sus ganancias de capital estarán afectas a la tasa de 5% del impuesto a la renta, en comparación del 30% que aplica a inversiones que se realizan directamente en el mercado internacional.
Por su parte, Jorge Espada, Managing Director de El Dorado Asset Management comentó que se abren las puertas del sector inmobiliario de los Estados Unidos para los inversionistas peruanos, colombianos, bolivianos y ecuatorianos, a través de una estructura eficiente tributariamente.
El beneficio de la tasa del 5% es aplicable a ciudadanos de Bolivia, Colombia y Ecuador que inviertan en este Fondo, gracias al acuerdo 578 de la Comunidad Andina de Naciones. El Fondo tendrá una comisión de administración de 0.50% + IGV anual, la cual es entre la mitad o una tercera parte de lo cobrado por otros fondos inmobiliarios en Perú.
El objetivo de inversión del Fondo de Fondos de Crecimiento Inmobiliario EE.UU. FIMV es invertir en cuotas de participación de fondos de mutuos del exterior, que a su vez invierten en proyectos de desarrollo inmobiliario en Estados Unidos.