Nadie pudo haber imaginado lo que el 2020 trajo consigo e inclusive en las tradicionales predicciones de Bob Doll, Chief Equity Strategist de Nuveen, para 2020 solo tres de las 10 originales fueron correctas, cifra que se duplicóen su revisión de mediados de año.
Para 2021, el principal estratega de acciones y gestor de carteras de Nuveen es relativamente optimista en sus predicciones. Se refiere a 2020 como «un año que todos desearíamos poder olvidar» y agrega que la pandemia lo cambió todo. Aunque admite que «2020 ya ha ‘tomado prestados’ algunos de los rendimientos de 2021», Doll ve espacio para más ganancias en el próximo año.
«Las acciones deberían recibir un impulso de una recuperación económica combinada con una política monetaria hiper-acomodaticia continua, apoyo fiscal para hogares y empresas y rendimientos reales negativos de los bonos del gobierno», escribe Doll anticipando un duodécimo año consecutivo de ganancias.
Doll dice que el mayor riesgo para los mercados financieros en 2021 será un aumento mayor de lo esperado en la inflación y las tasas de interés que afectarán los avances de la renta variable.
Sus predicciones son:
El PIB real de Estados Unidos aumenta a su ritmo más rápido en veinte años
La inflación se acerca al 2% cuando el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años alcanza el 1,5%
El dólar estadounidense se hunde a un mínimo de cinco años
Las acciones alcanzan un nuevo récord por duodécimo año consecutivo, pero no logran seguir el ritmo del fuerte crecimiento de las ganancias
Las acciones superan al efectivo, pero el efectivo supera a los bonos del Tesoro por primera vez desde 2013
Las acciones value, pequeñas y no estadounidenses (especialmente de mercados emergentes) superan las growth, las acciones de gran capitalización estadounidenses
Los sectores relacionados con la atención médica y las finanzas superan a los de la energía y los servicios públicos
La deuda federal de EE.UU. aumenta a más del 100% del PIB en su camino a un máximo histórico
Continúa la guerra fría entre Estados Unidos y China, pero la conversación se vuelve más tranquila y multilateral
A pesar de la polarización, el presidente Biden conseguirá pasar legislaciones
Para ver la versión completa de las diez predicciones de Bob Doll para 2021, siga estelink.
Julius Baer ha anunciado la incorporación de Emanuele Sala como jefe de Asesoría de Inversiones para la subregión de Hispanoamérica del banco suizo, posición recién creada con el fin de fortalecer adicionalmente la cooperación entre los asesores de inversión y los asesores de clientes.
Sala forma parte del equipo de Asesores de Inversiones en Zúrich (Suiza) y reportará a Andrea Cuomo, jefe de la región Hispanoamérica.
Sala se incorporó el pasado 4 de enero a las filas de Julius Baer procedente de Credit Suisse, donde fue responsable del Equipo de Consultoría de Inversiones para el sur de Europa después de trabajar como asesor de clientes latinoamericanos UHNWI y liderar el equipo de Consultoría de Inversiones para la subregión ConoSur en América Latina.
Su nuevo cargo incluirá también responsabilidades de asesoría de Inversiones en Chile y Montevideo.
Sala tiene una maestría en Banca y Finanzas de la Universita ‘Cattolica del Sacro Cuore en Milán, Italia.
Appian Capital Advisory, un asesor de inversiones de fondos de capital privado enfocados en valor a largo plazo que invierten exclusivamente en empresas mineras y relacionadas con la minería, anunció el cierre definitivo de su segundo fondo, el cual fue objeto de una sobre-suscripción y alcanzó su tope máximo de 775 millones de dólares tras el fuerte apoyo de inversionistas de primer nivel, tanto nuevos como existentes, a nivel mundial.
De acuerdo con la compañía, el Fondo II seguirá la misma estrategia probada del primer fondo de Appian («Fondo I»), centrándose en inversiones en metales y activos mineros. Appian se centra en los activos de tamaño mediano, dando prioridad a la rentabilidad sobre la escala para generar el máximo rendimiento, y el Fondo II está bien posicionado para beneficiarse de las tendencias demográficas, el crecimiento económico y las medidas contra el cambio climático.
Esto incluye los productos básicos o commodities usados en baterías, vehículos eléctricos y sistemas de energía renovable que incluyen cobre y níquel.La Compañía también empleará inversiones en metales preciosos como posible cobertura de la cartera.
El Fondo II invertirá a nivel mundial, con un fuerte enfoque en México y Chile, “por encontrar beneficios en la exposición del país a los metales preciosos y el cobre, su probada geología, apoyo gubernamental y un sólido marco jurídico”. Otras jurisdicciones objetivo del Fondo II incluyen a Brasil, Australia, Perú, y Canadá, donde Appian tiene operaciones.
Michael W. Scherb, fundador y CEO de Appian, comentó: «Estamos muy contentos de haber cerrado el Fondo II, alcanzando nuestro tope con el fondo sobre-suscrito, y apreciamos el apoyo a nuestro modelo operativo y a nuestro enfoque de inversión únicos. Nuestros inversionistas de primer nivel valoran nuestra combinación de conocimientos técnicos y financieros que nos permite identificar, adquirir y desarrollar activos infravalorados. Mientras tanto, nuestros equipos de gestión se benefician de nuestro capital a largo plazo y del apoyo en la mejora de sus planes de desarrollo para impulsar los rendimientos. Invertir en los depósitos de metales preciosos y de cobre de clase mundial de México es una prioridad para el Fondo II, que está bien posicionado para beneficiarse de su exposición a los segmentos de alto crecimiento de la economía mundial a través de productos básicos que permitirán la transición a una economía de bajo carbono y el desarrollo de infraestructura para generar rendimientos fuertes y ajustados al riesgo».
El Fondo II ya está desplegado en un 40% en cinco inversiones, lo que demuestra la fuerte capacidad de abastecimiento y ejecución global de Appian. Entre ellas se incluyen inversiones de capital en el activo de desarrollo de cobre-oro de Mineração Vale Verde en Brasil y el proyecto de arenas minerales Fingerboards de Kalbar Operations en Australia (que actualmente se encuentra en fase de desarrollo); una inversión en regalías en el activo de níquel-cobre-cobalto de Atlantic Nickel operando en Santa Rita en Brasil; e inversiones tanto en regalías como en créditos en la mina productora Sugar Zone de Harte Gold en Ontario, Canadá.
Además, el Fondo II dispone de un capital importante para buscar mayores oportunidades de coinversión.
Appian invierte en acciones, créditos y regalías en toda la estructura de capital y, lo que es más importante, donde sus equipos técnicos y financieros, pueden ayudar a los equipos de gestión subyacentes a crear valor.
Tikehau Capital, gestora de activos e inversiones alternativas, ha anunciado el nombramiento de Laura Scolan como responsable para Francia del área de deuda privada y directora de operaciones.
Según explica la firma, desde este nuevo cargo, Scolan será responsable de las actividades de inversión y la gestión operativa para el área de deuda privada del Grupo en Francia. Scolan reportará a Cécile Mayer-Lévi, responsable de deuda privada de Tikehau Capital.
Laura Scolan se incorpora procedente de Messier Maris & Associés, donde fue socia y codirectora del área de Asesoría de Deuda y, desde 2013, desarrolló labores de dirección. Anteriormente, Laura ocupó varios cargos en el Departamento Financiero de Royal Bank of Scotland y ocupó cargos en los equipos de M&A de Edmond de Rothschild y Lazard. Scolan es graduada por la Universidad París-Dauphine, con especialización en finanzas corporativas e ingeniería financiera.
«Estamos encantados de dar la bienvenida a Laura Scolan, a quien conocemos desde hace muchos años y cuya sólida experiencia nos ayudará a seguir desarrollando nuestra plataforma de deuda privada. La gran experiencia de Laura nos permitirá implementar una mejor estructura operativa dentro de nuestro negocio de deuda privada, lo que nos permitirá optimizar aún más nuestra estrategia, que hoy en día representa 8.900 millones de euros en activos bajo gestión, y en la que Tikehau Capital es pionera y reconocida en Europa», señala Cécile Mayer-Lévi,responsable de deuda privada de Tikehau Capital, a raíz de este nombramiento.
La pandemia del coronavirus ha puesto de relieve la eficacia de las herramientas tradicionales de diversificación. Los bonos del gobierno, generalmente vistos por los inversores como refugios seguros para mitigar la volatilidad, fueron barridos en la oleada de ventas inicial de principios de marzo, antes de que niveles sin precedentes de estímulo monetario empujaran las tasas de interés a niveles mínimos récord, limitando cuánto más pueden caer sin hacer más daño que bien.
A medida que las segundas oleadas del virus se apoderan de gran parte del hemisferio norte, siguen existiendo riesgos importantes de que la recesión económica se prolongue. En este contexto, este documento explora si los bonos del Estado pueden seguir cumpliendo su función tradicional de diversificación y, de no ser así, cómo se puede lograr una diversificación eficaz de la cartera.
¿Qué es la diversificación y por qué es importante?
La diversificación se basa en el concepto de mantener una combinación de activos que reaccionan de manera diferente a un mismo evento económico, reduciendo así el riesgo de sufrir una caída significativa a nivel de cartera en los momentos de tensión del mercado. La mayoría de los clientes están ansiosos por mitigar las grandes caídas del mercado de valores, el ejemplo más reciente fue en marzo de 2020, y son los bonos del gobierno los que generalmente han servido como diversificadores de cartera efectivos, no solo por sus rendimientos sólidos, sino fundamentalmente por su baja volatilidad y, a menudo, una negativa correlación con la renta variable. El valor de los bonos del gobierno generalmente aumenta a medida que disminuye el valor de las acciones, y estas cualidades defensivas y de diversificación han asegurado su lugar en las carteras de inversores para contrarrestar la debilidad del mercado de acciones.
Sin embargo, el entorno actual es marcadamente diferente a las normas históricas. Los tres factores principales de la diversificación de bonos en las carteras (rendimiento, valor y correlación) se están deteriorando o, en el mejor de los casos, son cada vez más inciertos. Como tal, en Ninety One dudamos de su capacidad para contrarrestar las caídas materiales de las acciones con la misma eficacia en el futuro, un dilema para los inversores que asignan capital tanto a acciones como a bonos soberanos. Entonces, ¿qué hace que estos tres factores sean diversificadores efectivos y qué impide que los bonos gubernamentales desempeñen su papel tradicional?
1. Los rendimientos de los bonos proporcionan un ancla, pero se han desplomado
El flujo de ingresos proporcionado por el rendimiento de un bono proporciona un ancla para su precio; incluso durante episodios de turbulencia, los bonos del Estado (en particular los de alta calidad) han podido actuar a la defensiva, ayudando a compensar la depreciación de precios en otras partes de una cartera. Sin embargo, la demanda de estos activos seguros ha hecho que los precios de los bonos suban cada vez más durante los últimos 40 años, con solo algunos retrocesos significativos en el camino. En la última década, los rendimientos en todo el mundo han caído aún más a mínimos antes impensables gracias a una política monetaria coordinada.
La implicación del nivel de rendimientos en la inversión, independientemente de la dirección, es significativa en términos de cómo los inversores utilizan los bonos del gobierno para lograr sus objetivos de rendimiento y diversificación. Si bien es probable que muchos inversores continúen asignando a los bonos del gobierno en cierta proporción, los inversores deberán pensar de manera diferente sobre cómo utilizan los bonos para diversificar su cartera. Una búsqueda de rendimiento moviéndose hacia abajo en la calidad del espectro crediticio, puede que no esté impuesto en el mandato de una cartera, y obviamente, conlleva riesgos adicionales que un inversor debe comprender en su totalidad.
2. El valor razonable: un alcance limitado para compensar las reducciones en activos de riesgo
La solidez del mercado de bonos durante los últimos 40 años pone en duda el valor futuro. En Ninety One, nuestro equipo de multiactivos evalúa el valor razonable de los bonos en función de sus fundamentos subyacentes, adoptando una visión estructural de la valoración basada en la tendencia del PIB y una visión cíclica basada en factores como la inflación, las encuestas del índice de gestores de compras y el precio del petróleo. En octubre, en Ninety One determinamos que el valor justo estructural y cíclico de los bonos del gobierno de EE. UU. (a 10 años) era del 1,4% y 1,6%, respectivamente; sobre la base del rendimiento actual de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años (0,8%), los bonos del Estado parecen, por lo tanto, caros.
Nuestras expectativas de rendimiento total futuro a 10 años para los bonos del Tesoro de los EE. UU. a 10 años se han reducido a solo un 0,5% anual, y esos rendimientos mediocres de los bonos del gobierno se traducirán en una capacidad decreciente para compensar las pérdidas sufridas por las acciones y otros activos de riesgo similares, lo que resulta en mayores caídas y mayor volatilidad a nivel de cartera.
3. Correlación
La correlación entre la renta variable y la rentabilidad de los bonos soberanos de los mercados desarrollados ha sido un poderoso factor en las decisiones de asignación de activos de los inversores dado su impacto directo en la diversificación potencial. Esta correlación fue negativa en las décadas de 1950-1960, positiva en las décadas de 1970-1990 y volvió a ser negativa en los últimos 20 años. El cambio en la correlación entre la renta variable y los bonos del gobierno de alta calidad está relacionado con cambios similares en la correlación entre la inflación y el crecimiento económico y entre la inflación y las tasas de interés reales, como se puede ver en el gráfico siguiente.
El cambio estructural en la correlación a finales de la década de 1990 ha contribuido a la compresión de los rendimientos a largo plazo y ha demostrado ser útil para mejorar las decisiones de asignación de activos de los inversores. Una correlación negativa implica que los bonos pueden cubrir una cartera de acciones en caso de una recesión económica, como lo hicieron con éxito cuando estalló la burbuja de las empresas punto.com y también durante la crisis financiera mundial. Sin embargo, en ausencia de un nivel de tasas de interés que pueda descender sustancialmente por debajo del límite inferior cero, el beneficio de diversificación de los bonos es limitado a medida que las correlaciones se vuelven cada vez más inestables, como se ilustra en el anterior gráfico.
Las correlaciones ascendentes y positivas son problemáticas para una cartera combinada de acciones/bonos cuando los rendimientos están aumentando desde un nivel bajo. Esto se debe a que cuando las tasas de interés son bajas, los rendimientos de los bonos pueden volverse negativos más fácilmente. Atribuimos esto principalmente a la relación inversa entre las tasas de interés y la duración: la sensibilidad del precio de un bono a los cambios de rendimiento. Durante los últimos 40 años, la caída constante de las tasas de interés ha visto un aumento correspondiente en el vencimiento de la deuda a medida que los gobiernos emiten deuda por períodos más largos para asegurar unas tasas más bajas. Con el fin de asegurar carteras de mayor rendimiento, los inversores han aumentado la duración de los bonos, lo que se traduce en una mayor sensibilidad a los cambios en los rendimientos, junto con una mayor probabilidad de pérdidas.
Además, dado que los rendimientos de los bonos del Tesoro se han desplomado desde mediados de febrero de 2020, su mercado se ha vuelto cada vez más desordenado y la volatilidad de los bonos del gobierno de EE. UU. ha alcanzado su nivel más alto desde la crisis financiera de 2008. En la opinión de Ninety One, de cara al futuro, es posible que los bonos del Estado ya no proporcionen suficiente resistencia a las carteras de inversores. Con los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE. UU. que han alcanzado mínimos históricos, la volatilidad realizada se mueve al alza y la correlación negativa con las acciones se vuelve menos estable, los inversores se preguntan razonablemente dónde más pueden encontrar la diversificación.
Esto no es un problema nuevo; los inversores han tenido que aceptar unas turbulencias mucho mayores a nivel de la cartera durante la última década para obtener unas unidades de rendimiento cada vez más pequeñas al invertir en una cartera de acciones y bonos del gobierno. Sin embargo, como ilustra la siguiente gráfica, mientras que las mayores reducciones suelen ocurrir en las recesiones, los inversores han experimentado reducciones más pronunciadas y frecuentes en el mercado alcista que siguió a la crisis financiera global en comparación con las anteriores. Esto es en parte un reflejo de la creciente incapacidad de los bonos del gobierno para compensar eficazmente las pérdidas de capital y tiene un impacto significativo para los inversores.
Una opción alternativa: la estrategia Ninety One Global Multi-Asset Income
Entonces, en un mercado que ofrece poco rendimiento, con incluso menos valor y con características de correlación que en realidad han aumentado las turbulencias para los inversores en lugar de traer estabilidad, ¿existe una alternativa a los bonos del gobierno? En Ninety One creemos que existen argumentos sólidos a favor de un enfoque que posea las mismas características que buscan los inversores para actuar como una asignación central confiable dentro de una cartera general.
El fondo Ninety One Global Multi-Asset Income (GMAI) tiene las siguientes características:
– Un retorno total defensivo
– Un rendimiento atractivo y sostenible
– Una volatilidad similar a la de un bono (1)
Desde sus inicios, el fondo GMAI ha cumplido estos tres objetivos principales en relación con los bonos gubernamentales de mercados desarrollados, el activo que los inversores suelen utilizar como compensación defensiva de las acciones (2). En definitiva, ha generado un rendimiento superior ajustado al riesgo con un rendimiento más alto y estable.
1. Rendimiento: consistente y sostenible 4% anual
Una proporción significativa del rendimiento total del fondo GMAI se deriva de los ingresos; se centra en un nivel de rendimiento atractivo y sostenible que actúa como un bloque de construcción confiable al que se puede buscar agregar un crecimiento de capital modesto. Desde su inicio (mayo de 2013) los gestores de Ninety One hemos generado un rendimiento constante y sostenible de aproximadamente un 4% anual mientras se mantienen los valores de capital; esto se ha logrado independientemente del contexto del mercado y ha sido más alto y consistente que el de los bonos soberanos de los mercados desarrollados.
Como se mencionó con brevedad anteriormente, la búsqueda de rendimientos obliga a los inversores a considerar la asunción de un mayor riesgo mediante la asignación de activos de mayor rendimiento, como bonos corporativos o la deuda de mercados emergentes, a menudo sin una consideración adecuada de los comportamientos de estos valores individuales y de los valores más altos asociados a unos mayores niveles de volatilidad. Sin embargo, estos inversores pueden conseguir sin darse cuenta una menor diversificación generando una «beta» positiva para las acciones, lo que significa que normalmente se moverán en la misma dirección. Esto puede ser particularmente perjudicial durante las oleadas de venta en el mercado de valores, justo cuando los inversores necesitarán más la diversificación de la renta fija.
El fondo GMAI se enfoca en construir una cartera de abajo hacia arriba, con cada participación elegida por su capacidad para cumplir con nuestros objetivos; como tal, si bien el objetivo de Ninety One es un nivel atractivo de rendimiento, esto no es a expensas del capital o de nuestro perfil de rendimiento defensivo. En Ninety One nos enfocamos en identificar valores individuales de un conjunto de oportunidades de múltiples activos que tienen un rendimiento atractivo, están respaldados por flujos de efectivo resistentes y tienen el potencial de crecimiento de capital. Al centrarnos en valores que ofrecen estas características, hemos podido ofrecer un perfil de rentabilidad asociado a menudo con la renta fija defensiva.
La capacidad de implementar en un solo nivel de seguridad también nos da la capacidad de ajustar nuestras posiciones para maximizar las oportunidades que hemos identificado y garantizar que las exposiciones (y los riesgos) no se dupliquen en diferentes áreas de la cartera.
2. El valor se asegura mediante un enfoque ascendente
Desde su creación, GMAI ha entregado un rendimiento total ajustado al riesgo superior en relación con los bonos soberanos de los mercados desarrollados; En esencia, hemos entregado un perfil de retorno que es más defensivo que los indicadores de refugio seguro.
De cara al futuro, seguimos viendo valor en la cartera. Si bien la volatilidad del mercado este año ha sido inquietante para muchos inversores, ha creado oportunidades de compra, especialmente para los inversores de activos múltiples. Esto ha puesto de relieve la importancia de poder identificar oportunidades desde abajo hacia arriba mientras se mantiene una perspectiva de arriba hacia abajo en todas las clases de activos. El fondo invierte en renta variable (desarrollada y emergente), bonos gubernamentales (desarrollados y emergentes), bonos corporativos de grado de inversión, bonos corporativos de alto rendimiento, infraestructura cotizada, propiedades cotizadas y divisa activa.
A continuación, se muestra una instantánea de las características de la renta variable y las tenencias de bonos soberanos de los mercados desarrollados, que ilustra el valor del fondo en relación con el mercado en general. Los gestores de Ninety One creemos que las acciones mantenidas dentro de GMAI son de mayor calidad y mejor valor que las del mercado, mientras que los bonos soberanos mantenidos son de mayor calidad y tienen un nivel de rendimiento positivo y atractivo. Asimismo, creemos que la construcción de una cartera con tales características nos ofrece la flexibilidad necesaria para navegar en un entorno incierto mientras continuamos brindando un rendimiento total consistente de una manera controlada por el riesgo.
3. Diversificación generada a través de una beta baja
La correlación, si bien es útil en el sentido de que mide la tendencia de dos activos a moverse en la misma dirección, no tiene en cuenta el tamaño relativo de esos movimientos. Otra medida estadística clave, la beta, tiene en cuenta tanto la dirección como la volatilidad relativa y, por lo tanto, puede ser más reveladora al comparar los flujos de retorno de dos inversiones.
El fondo GMAI tiene una beta baja para las clases de activos tradicionales. En comparación con la renta variable, la beta media del fondo GMAI frente al MSCI World es inferior a 0,3 desde su inicio con períodos de tiempo en los que la beta del fondo ha sido cercana a cero. Combinado con sus tres objetivos principales, esto significa que el fondo debería ayudar a mejorar el rendimiento general ajustado al riesgo de la cartera de inversores y proporcionar una alternativa para aquellas carteras que tienen exposiciones de riesgo más altas en otros lugares. Del mismo modo, la beta de los mercados de bonos del Estado también ha sido muy baja.
El fondo GMAI ha podido generar un rendimiento que está a la par con activos con mayor riesgo, como acciones y deuda de mercados emergentes, pero con menos volatilidad que los bonos que normalmente se mantienen por sus características defensivas.
Atribuimos este perfil de retorno de baja volatilidad y beta baja a nuestro proceso de gestión de riesgos. Nuestro objetivo es gestionar el riesgo a la baja en cada parte de nuestro proceso, de una manera que aborde la naturaleza variable del riesgo. Nuestro enfoque se centra en impulsores de ingresos sostenibles dentro de los valores, la diversificación estructural a través de comportamientos, no etiquetas, y la cobertura táctica de riesgos (como acciones, duración, crédito y riesgo cambiario).
Al enfocarnos en limitar las reducciones y con el objetivo de maximizar la captura al alza, buscamos generar un perfil de retorno consistente a través de un ciclo de inversión completo. El fondo tiene la capacidad de variar su sensibilidad a otras clases de activos, y el resultado es un claro sesgo positivo en la rentabilidad.
Es importante destacar que GMAI ha brindado protección tanto a la baja como a la participación al alza. Sin embargo, es cuando los mercados están a la baja, cuando el fondo realmente brilla. Las acciones tienen una dinámica de rentabilidad cercana a 1: 1 en la que la rentabilidad media de los meses positivos desde el inicio es del + 2,8%, pero la rentabilidad media de los meses negativos es del -3,4%.
Sin embargo, la flexibilidad del fondo significa que su mes positivo promedio es de + 0,9%, pero el mes negativo promedio es de -0,6%; este elemento de sesgo positivo es lo que nos permite acumular rendimientos positivos a lo largo del tiempo. Esto es incluso cierto cuando se compara con los bonos; en promedio, cuando los bonos han disminuido de valor, el fondo GMAI ha generado un rendimiento positivo. En Ninety One creemos que esta relación será particularmente importante de cara al futuro, dada la sensibilidad de los bonos a los cambios en la política fiscal y monetaria.
Un momento oportuno para considerar un enfoque alternativo
La diversificación de una cartera ha sido durante mucho tiempo un principio fundamental de la inversión segura a largo plazo y durante décadas los bonos del Estado fueron una herramienta clave que ofrecía rentabilidades atractivas, con baja volatilidad y, a menudo, una correlación negativa con las acciones, lo que las convertía en eficaces diversificadores de cartera. Sin embargo, la pandemia de coronavirus ha acelerado las tendencias preexistentes, con bajos rendimientos, mayor volatilidad y correlaciones cada vez más inestables que reducen el beneficio de diversificación de los bonos. Si bien el principal factor del colapso dramático de los precios de los activos en marzo de 2020 fue único, nos preocupa que el telón de fondo de las economías y los mercados haya sido inherentemente inestable desde la Crisis Financiera Global y, por lo tanto, los inversores deberían seguir esperando caídas más frecuentes y mayores de los mercados financieros. Es en este entorno donde los inversores necesitarán más la diversificación de la renta fija; sin embargo, la incorporación de activos de alto rendimiento y más riesgosos también puede comprometer su capacidad para actuar como un lastre frente a las reducciones de las acciones.
Estas compensaciones no son nuevas, pero ahora, más que nunca en este entorno recesivo, el papel de la diversificación de bonos se ha vuelto cada vez más importante. En Ninety One creemos que esto respalda el caso de una asignación a estrategias defensivas que tienen múltiples herramientas a su disposición que les permiten resistir condiciones de mercado menos estables. Un ejemplo sería el fondo Ninety One Global Multi-Asset Income, que tiene un historial de éxito a la hora de navegar por contextos de mercado variados y, a menudo, desafiantes. De cara al futuro, creemos que la beta de renta variable baja y la volatilidad relativamente más baja del Fondo, junto con una expectativa de rentabilidad razonable a largo plazo impulsada por un rendimiento atractivo y sostenible, lo convierten en una participación fundamental fiable en la cartera de un inversor.
Columna de Jason Borbora-Sheen, co-gestor junto con John Stopford de la estrategia Ninety One Global Multi-Asset Income.
Anotaciones:
Es posible que los objetivos de rendimiento y volatilidad no se logren necesariamente, se pueden producir pérdidas. La cantidad de ingresos puede aumentar o disminuir.
El objetivo de rendimiento de alrededor del 4%, si bien se ha logrado hasta la fecha desde el inicio (31 de mayo de 2013), depende de las condiciones del mercado y, en consecuencia, es posible que deba revisarse.
(1) El fondo GMAI tiene un objetivo de menos de la mitad de la volatilidad de las acciones globales.
(2) Renta variable global definida como MSCI ACWI Total Return.
Solo para inversores profesionales y asesores financieros. No para distribución al público o dentro de un país donde la distribución sería contraria a las leyes o regulaciones aplicables.
Hasta ahora, los bancos europeos han demostrado su capacidad de recuperación ante los estragos económicos causados por el COVID-19. Según Scope Ratings, no ha habido ninguna crisis bancaria, ya que «las políticas de apoyo fiscal, monetario y de supervisión han neutralizado el riesgo de crédito, financiación y solvencia».
Según apunta en su último análisis,es muy improbable que se produzca una crisis bancaria generalizada en esta primera prueba de estrés real desde que el sector se desmarcó de la crisis financiera mundial. “El apoyo fiscal y monetario se mantendrán, al igual que el enfoque pragmático de los reguladores bancarios. Los sólidos fundamentales del sector serán clave para evitar el peor de los escenarios”, afirma Dierk Brandenburg, responsable del equipo de instituciones financieras de Scope Ratings.
“La calidad de los préstamos se deteriorará, pero la preocupación por la calidad de los activos está fuera de lugar. Las autoridades se equivocarán siendo extremadamente cautelosas al endurecer su postura regulatoria, pues la mayoría de los bancos podrán absorber los altos costes del crédito a través de sus beneficios antes de provisiones”, comenta Brandenburg.
Scope espera que la rentabilidad de los bancos siga siendo baja en 2021, pero el sector debería poder evitar grandes pérdidas y la erosión del capital en su conjunto. De todas formas, considera que la combinación de curvas de rendimiento bajas y planas y los altos requerimientos de capital continuarán persiguiendo la rentabilidad de los bancos. «Con muy pocas excepciones, los bancos no podrán compensar su costo de capital», señala.
La prohibición general de los dividendos fue una medida de supervisión racional para conservar el capital del sector ante la escasa visibilidad de la magnitud de las pérdidas crediticias. La liberación del capital atrapado por la prohibición de los dividendos irá de la mano de la visibilidad de los beneficios. “El actual enfoque general puede transformarse en uno más específico, pero esperamos que los supervisores se resistan inicialmente a los llamamientos de la industria para que se restablezcan los dividendos y las recompras mientras persista la incertidumbre sobre las pérdidas crediticias. Eventualmente cederán a medida que mejore la visibilidad de los beneficios del año 2021”, indica Marco Troiano, director adjunto del equipo de instituciones financieras de Scope.
En este sentido Troiano advierte: “Apresurarse a distribuir el exceso de capital puede ser imprudente”. Mantener cierto grado de flexibilidad financiera en un momento de gran incertidumbre no sólo es una opción prudente para proteger a los bancos en caso de nuevas caídas cíclicas, sino que también representa un impulso para comprar a los nuevos competidores a precios de saldo.
Desde una perspectiva temática, la firma apunta que la reducción de costes y las fusiones y adquisiciones caracterizarán al sector bancario en 2021. «Ante la creciente presión de los ingresos, y dado que los confinamientos relacionados con el COVID-19 han catalizado la penetración de los canales digitales, los bancos se esforzarán por acelerar la reducción de sus costes de distribución física para proteger la rentabilidad.Las fusiones y adquisiciones nacionales pueden favorecer esto al mismo tiempo que permiten economías de escala en las inversiones en tecnología de la información«, apunta en su último informe.
Scope ve tres fuerzas que impulsan las fusiones y adquisiciones. Primero, un replanteamiento de la distribución es más apremiante ahora que en cualquier momento desde la gran crisis financiera. Según explica, el COVID-19 aceleró el paso a los canales digitales, aumentando el coste de tener redes de distribución obsoletas. Esto es especialmente relevante en sistemas caracterizados por un alto número de sucursales bancarias, como Alemania, Francia, España e Italia.
En segundo lugar, los impulsores económicos son muy fuertes. «La recesión provocada por el COVID-19 todavía no ha producido impactos catastróficos en la calidad de los activos o en el coste del riesgo, pero ha consagrado la perspectiva de la curva de tipos negativos/planos. Esto es perjudicial para los ingresos de los bancos, y el recorte de costes es la principal palanca para proteger el resultado final. El valor de las sinergias de costes es mayor que antes.», añade.
En tercer lugar, el exceso de capital acumulado y los bajos precios de las acciones hacen que las adquisiciones sean más atractivas. Incapaz de pagar dividendos, recomprar acciones o encontrar suficientes oportunidades de préstamo para desplegar el capital de forma orgánica, la dirección del banco está recurriendo al crecimiento inorgánico para desplegar el exceso de capital.
“Esperamos que la tendencia hacia una mayor consolidación continúe en 2021, con los acuerdos a nivel doméstico protagonizando la mayor parte de la actividad. Sin embargo, los bancos estarían mejor si invirtieran el exceso de efectivo en la mejor tecnología escalable, dadas las tendencias seculares hacia la digitalización, y trataran de conquistar clientes mediante mejores productos y precios competitivos, en lugar de adquirir redes de distribución anticuadas que pueden terminar por sobrecargar el negocio a largo plazo”, concluye Brandenburg.
A lo largo de este mes, Morningstar lanzará formalmente una nueva familia de índices: los Morningstar® Broad Style IndexesSM. Según explica la firma, han sido diseñados para representar con mayor precisión el tamaño y las dimensiones de estilo del mercado de renta variable estadounidense.
Los datos y la metodología subyacentes de los Morningstar® Broad Style IndexesSM están diseñados para ser coherentes con el Morningstar Style Box, que se ha convertido en el estándar del sector para la categorización y el seguimiento de las carteras de inversión gestionadas. Por este motivo, apunta que los nuevos índices son un “complemento natural” para informar las decisiones de inversión relacionadas con la inversión por estilos.
«La inversión por estilos es la base de las carteras de muchos inversores. Inspirados en más de 30 años de investigación y análisis independientes, los nuevos Índices Morningstar Broad Style tienen como objetivo potenciar a los inversores a través de un marco más flexible e intuitivo para la construcción de carteras de renta variable estadounidense. A medida que buscamos ampliar nuestro conjunto de índices de estilo en el nuevo año, estamos orgullosos de nuestra mejor relación con iShares», ha señalado Ron Bundy, presidente de los Índices Morningstar.
Para dar peso a esta nueva gama de índices, BlackRock ha anunciado que sus nueve fondos del conjunto de ETFs iShares Morningstar US Equity Style Box comenzarán a realizar el seguimiento de los nuevos Índices Morningstar Broad Style. En este sentido, Armando Senra, director general y jefe de iShares Américas en BlackRock, ha señalado: “iShares lidera la industria de ETFs gracias a nuestro compromiso con ofrecer una combinación de innovación, calidad y valor. Nuestra relación continua con Morningstar refuerza nuestra propuesta de valor y nuestra voluntad de utilizar la escala de nuestra plataforma para ofrecer mejores soluciones y resultados a nuestros clientes. En el centro de esta colaboración está nuestra misión de ofrecer simplicidad, diversificación y flexibilidad”.
Según los datos que recoge Morningstar, desde noviembre de 2020, se invirtieron 753.000 millones de dólares en activos en fondos de índices de value o growth de Estados Unidos, y otros 284.000 millones de dólares a nivel mundial. Además, en su opinión, los gestores activos siguen buscando alfa a través de estos estilos de inversión, con 2,2 billones de dólares de activos gestionados activamente comparados con los índices de value o growth de Estados Unidos. “La inversión por estilos es una disciplina bien establecida para invertir en acciones de los Estados Unidos. Décadas de investigación académica y experiencia de los inversionistas han confirmado las características distintivas de rendimiento de las acciones en función de su tamaño y valoración”, apuntan desde Morningstar.
Durante la primera semana de 2021, el bitcoin alcanzó la barrera de cotización de los 30.000 dólares, lo que presenta un nuevo máximo histórico para esta criptomoneda. No es algo aislado, sino que desde finales de año ya venía marcando una importante tendencias al alza, que comenzó en el verano de 2020.
Las criptomonedas ganan popularidad, en particular el bitcoin, lo que ha hecho que los inversores institucionales se fijen en ella y se planteen si puede tener cierta utilidad en sus carteras. Según un estudio realizado por Evertas, compañía de seguros de criptoactivos, este tipo de inversor considera que el bitcoin podría ayudar a proteger sus inversiones contra la inflación y la devaluación de las divisas. Sin embargo, reconoce que no es un activo seguro ni saben cómo cubrir el riesgo que conlleva estar expuestos.
Según la encuesta en que se basa este estudio, el 80% de los inversores institucionales cree que las recientes políticas de relajación cuantitativa de los bancos centrales y gobiernos puestas en marcha ante la crisis generada por el coronavirus podrían provocar un aumento de la inflación. Ante esta tendencia, el documento apuesta que los inversores institucionales buscarán cada vez más invertir en bitcoin para protegerse de la inflación y de la devaluación de las divisas.
Los resultados también revelan que entre 2021 y 2025, el 90% espera que los inversores institucionales inviertan más en criptoactivos como el bitcoin, y el 80% espera que los inversores minoristas hagan lo mismo.
Sin embargo, uno de los mayores obstáculos para el crecimiento del mercado de inversión en criptoactivos es el bajo nivel de seguros adecuados para cubrir estos activos. Más de la mitad de los inversores institucionales están “fuertemente de acuerdo” con que la falta de un seguro adecuado para cubrir los criptoactivos está frenando dramáticamente su nivel de inversión, así como a los gestores de fondos de cobertura y a los inversores minoristas en criptoactivos.
«Un nivel inadecuado de coberturas o seguros está frenando el crecimiento del mercado de los criptoactivos. Los aseguradores necesitan invertir fuertemente en sus procesos de gestión de riesgos y de suscripción para desarrollar una fuerte comprensión de los riesgos que implica la propiedad y la presencia de criptoactivos en la cartera”, apunta Raymond Zenkich, presidente y director de operaciones.
Cuando se trata de la política estadounidense, mucho permanece incierto todavía. Un área en la que las elecciones de 2020 parecen suponer un punto de inflexión decisivo es el gasto en infraestructura del país. Por supuesto, las esperanzas de cooperación bipartidista en infraestructura no han dado frutos antes. Aun así, somos cautelosamente optimistas de que las cosas podrían ser diferentes en los próximos cuatro años.
Lo más evidente es que la principal economía del mundo puede ahora apoyar la descarbonización, al volver a sumarse al acuerdo de París sobre el cambio climático. Con Joe Biden, es probable que la próxima administración traiga un enfoque nuevo a la transición energética y el fomento de las renovables. Como resultado, habría más inversiones en redes, almacenamiento de baterías y una mayor promoción de la electrificación del transporte. Los intentos de reducir las emisiones y apoyar una naciente economía de bajo carbono probablemente comenzarán a principios de 2021, en lo que se refiere a medidas reglamentarias. Sin embargo, la mayoría solo se desarrollarán a medio plazo.
Ya hay fuertes fuerzas económicas subyacentes que empujan hacia la descarbonización, como la electricidad renovable. De manera algo independiente a la formulación de políticas, la electrificación del transporte también ha seguido avanzando durante la presidencia de Trump, con la difusión de estaciones de recarga para vehículos eléctricos. En nuestra opinión, es probable que la alineación de políticas a nivel federal refuerce estas tendencias.
Dicho esto, los debates sobre la exploración de petróleo y gas durante las últimas semanas de la campaña presidencial sirven como un recordatorio de que la nueva administración quizás deba tener cuidado. Los combustibles fósiles y el shale en particular siguen siendo importantes motores económicos en Estados clave del campo de batalla, así como para la economía de EE.UU. en su conjunto. La infraestructura existente es fundamental para apoyar el proceso de transición energética en los próximos años. Sin embargo, el grueso del flujo de nuevo capital puede pasar gradualmente a una plataforma de infraestructura más ecológica.
Es probable que el panorama sea similar en otras áreas, reflejando la interacción de consideraciones económicas y políticas a nivel estatal, local y nacional. Por ejemplo, el capital privado ya está fluyendo en torno a las tendencias de digitalización, con inversiones en cables de fibra, centros de datos y redes móviles 5G. La demanda de conectividad y los volúmenes de datos siguen acelerándose, lo que las respalda.
Pero el sector privado solo puede actuar por sí mismo allí donde la economía se suma, y la banda ancha rural ha surgido como un tema clave en muchas carreras para el Congreso y el Senado. El gobierno de Biden haría bien en ponerse en contacto con los republicanos en el Congreso y a nivel estatal, que se presentaron con la promesa de hacer de la banda ancha rural una prioridad.
La infraestructura más tradicional, en particular el transporte, las carreteras, los puentes, los aeropuertos y las redes de abastecimiento de agua, ya experimentaron un fuerte impulso para acelerar el gasto durante la administración saliente. Un área de interés a nivel estatal y local ha sido la infraestructura social, que consiste en la construcción y el mantenimiento de instalaciones que sirven como vertebración de comunidades y sociedades. Es el caso de hospitales, escuelas y universidades, e instalaciones públicas, como las viviendas comunitarias y las prisiones.
En general, vemos una oportunidad decente de obtener suficiente apoyo interpartidario para el gasto en infraestructura, sobre todo como una forma de apoyar la economía y el empleo, de acuerdo con el programa «Build Back Better» de Biden. Pero los cambios llevarán algún tiempo, y el resultado final de cualquier proyecto de ley estará sujeto a compromisos y negociaciones.
Eso nos lleva a un área clave de incertidumbre que aún queda pendiente. El control del Senado está muy dividido y se trata de saber qué medidas (créditos fiscales, capital público o garantías) se utilizarán para impulsar las inversiones en infraestructura. Huelga decir que son precisamente esos detalles los que creemos que determinan la economía de las oportunidades potenciales y que estaremos observando de cerca.
Transacciones históricas de infraestructura
Tradicionalmente, el sector de la energía ha representado la mayor parte de los proyectos y de la corriente de capital hacia las infraestructuras en Estados Unidos, mientras que el transporte y la infraestructura social han estado subdesarrollados.
Tribuna de Gianluca Minella, responsable de análisis de infraestructuras, y Hamish Mackenzie, jefe de infraestructuras en DWS
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Pese a la alta volatilidad que el año pasado experimentaron los mercados financieros a nivel global debido a la crisis económica gatillada por la pandemia del COVID-19, el desempeño de los multifondos de pensiones chilenos igualmente terminó siendo positivo, cerrando al 31 de diciembre último con activos 213.676,46 millones de dólares.
De acuerdo a los datos de la superintendencia de Pensiones, el Fondo E (más conservador) tuvo el mejor desempeño de 2020, con una rentabilidad real anual de 4,47%, secundado por los fondos C (intermedio) y D (conservador), los que cerraron con un retorno real anual de 4,32% y 4,12%, respectivamente.
El rendimiento de estos fondos se debió principalmente a las ganancias obtenidas por las inversiones en instrumentos extranjeros y títulos de deuda local. Los fondos A (más riesgoso) y B (riesgoso) también terminaron con cifras en azul, al obtener rentabilidades reales anuales de 1,74% y 3,38%, respectivamente. En este caso, dicho resultado tuvo directa relación con los retornos de las inversiones en instrumentos extranjeros.
Fondos de Pensiones en diciembre 2020
En diciembre pasado, los fondos de pensiones A, B y C terminaron con pérdidas mensuales reales de 1,88%, 1,30% y 0,45%, respectivamente. En este desempeño influyeron principalmente las pérdidas de las inversiones en instrumentos extranjeros. Al respecto, la rentabilidad en pesos del índice MSCI mundial cayó 4,03% en diciembre pasado.
Por su parte, los fondos D y E rentaron 0,39% y 0,54% real, respectivamente, en especial por el retorno positivo de las inversiones en instrumentos de renta fija nacional. En diciembre 2020 las tasas de interés de los instrumentos de renta fija nacional cayeron, lo que implicó un aporte positivo a la rentabilidad por la vía de las ganancias de capital.
En relación a la inversión en el extranjero, pese a que en diciembre de 2020 hubo resultados positivos en los principales mercados internacionales, estas inversiones fueron castigadas por la apreciación del peso chileno respecto de las principales monedas extranjeras, lo que afectó negativamente a las posiciones sin cobertura cambiaria.
Medido en pesos, las bolsas de Estados Unidos y Alemania cayeron 4,84% y 2,25%, respectivamente. Mientras que las de Japón y China también cayeron 3,99% y 4,01%, respectivamente. Brasil, en tanto, tuvo un alza medida en pesos de 3,08%, mientras que el IPSA chileno subió 3,58%. En tanto, el dólar se depreció frente al peso chileno un 7,23%.
Fondos de Pensiones en enero-diciembre 2020
Al analizar el desempeño anual de los fondos de pensiones chilenos, los buenos datos del fondo A se explicaron principalmente por las inversiones en instrumentos extranjeros. Como referencia, el índice MSCI mundial tuvo una rentabilidad en pesos de 9,21% en 2020.
Los retornos de los fondos B, C, D y E se debieron principalmente a las ganancias de las inversiones en instrumentos extranjeros y títulos de deuda local. En 2020, las tasas de interés de los instrumentos de renta fija nacional cayeron, lo que contribuyó a la rentabilidad por la vía de las ganancias de capital. El retorno positivo de los multifondos, sin embargo, fue parcialmente contrarrestado por las pérdidas de las inversiones en acciones locales. En 2020, el retorno anual de los títulos accionarios locales medido por el IPSA cayó un 10,55%.
A nivel global, en 2020 hubo resultados mixtos: medidos en pesos, los mercados desarrollados subieron 9,21% y Latinoamérica cayó 19,36%. Asimismo, las bolsas de Estados Unidos y Alemania ganaron 10,66% y 8,31%, respectivamente, mientras que Japón avanzó 17,20% y China un 28,39%. Brasil, sin embargo, retrocedió 23,14%. En tanto, en 2020 el dólar se depreció frente al peso chileno un 4,48%, lo que repercutió negativamente sobre las inversiones en instrumentos extranjeros sin cobertura cambiaria.