¿Qué pasará después?
Esperamos que la parte más larga de la curva de tipos siga siendo ruidosa. Sin embargo, en medio de toda esta volatilidad, resulta tranquilizador que el extremo más corto de las curvas se mantenga relativamente estable. En el contexto actual, prevemos un aumento de la volatilidad de los diferenciales de crédito desde un nivel muy bajo. Sin embargo, cualquier ampliación debería estar relativamente bien contenida debido a los atractivos rendimientos globales.
Hay una advertencia importante: si EE.UU. entra en recesión este año, todos los activos de riesgo, incluido el crédito, sufrirán aún más. Sin embargo, este no es nuestro escenario base actual.
Política divergente de los bancos centrales
Al entrar en 2025, esperábamos una divergencia entre las políticas de los bancos centrales estadounidenses y europeos, alimentada aún más por la administración Trump 2.0. Tras recortar los tipos tres veces desde septiembre del año pasado, la Reserva Federal estadounidense ha indicado que moderará nuevos recortes hasta que pueda calibrar el impacto de las políticas de Trump en el crecimiento y la inflación. El último repunte de la inflación del Índice de Precios al Consumo hasta el 3% por primera vez desde junio de 2024 fue una sorpresa no deseada.
El Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo (BCE) también han recortado los tipos (tres y cuatro veces, respectivamente). Los recientes anuncios en torno a la relajación fiscal en Europa pueden moderar ligeramente el ritmo de los recortes de tipos, pero seguimos esperando nuevos recortes más adelante en el año debido a la atonía del crecimiento económico. Los tipos se sitúan actualmente en el 4,5% en Estados Unidos y el Reino Unido, y en el 2,9% en la zona euro.
Esta dinámica sugiere un entorno más incierto que a principios de año y una mayor volatilidad de las curvas de tipos estadounidenses y europeas. Sin embargo, no prevemos subidas de tipos, lo que favorece a los bonos a corto plazo. Estos bonos son menos sensibles a las variaciones de los tipos de interés y ofrecen potencialmente una inversión más segura en tiempos de agitación.
¿Por qué bonos a corto plazo?
A largo plazo, la consistencia de los rendimientos es un importante argumento de venta para el crédito a corto plazo. Durante los últimos 20 años, el crédito a corto plazo ha ofrecido 17 años naturales de rendimientos positivos, con sólo tres años negativos. En comparación con el índice de todos los vencimientos, que tuvo 14 años positivos y seis negativos, esta cifra es muy favorable. Esta relativa estabilidad se debe en gran medida a la menor sensibilidad del crédito a corto plazo a las fluctuaciones de los tipos de interés, lo que lo convierte en una opción de inversión más predecible, especialmente en mercados turbulentos.
El crédito a corto plazo también presenta una tasa de equilibrio superior a la del índice de todos los plazos (véase el gráfico). La tasa de equilibrio indica cuánto pueden subir los rendimientos antes de que la pérdida de precio del índice anule el rendimiento anual. Debido a su combinación de atractivos niveles de rendimiento y baja duración, el crédito a corto plazo puede soportar mayores incrementos de los rendimientos antes de anular la rentabilidad. Esto proporciona un amortiguador contra la volatilidad de los tipos de interés, reduciendo el riesgo de imprevisibilidad de los precios y mejorando la liquidez.