FlexFunds continúa con sus eventos internacionales, FlexFunds Seminar Series, dirigidos a gestores de activos, asesores de inversión y entidades financieras. En esta ocasión, la firma vuelve a Santiago de Chile para ofrecer una visión sobre cómo la securitización de activos puede facilitar el acceso a inversores internacionales, así como cuáles son las últimas tendencias de este sector, sus implicaciones y sus beneficios.
En esta nueva edición, que se llevará a cabo el próximo 13 de noviembre a las 6:00 PM en el Club 50 de Santiago de Chile, FlexFunds invita a explorar cómo los vehículos de inversión offshore pueden convertirse en una vía clave para los asset managers para captar capital en los mercados internacionales, a través de su innovador programa de securitización de activos.
Durante el evento, Pablo Gegalian y Tomás Guzmán de FlexFunds ofrecerán una presentación titulada «Titulización de activos: ventajas de los vehículos de inversión offshore». A su vez, Gonzalo Delaveau, de HD Legal, abordará los «Aspectos legales relevantes aplicables a los vehículos de inversión de FlexFunds en Chile». Finalmente, Maricarmen de Mateo de Compass Group presentará «Explorando vehículos de inversión internacional para inversores en LatAm». La jornada será moderada por Emilio Veiga Gil, vicepresidente ejecutivo de FlexFunds.
Desde 2018, FlexFunds ha organizado estos seminarios en los principales mercados financieros a nivel mundial, incluyendo Dubai, Singapur, Ciudad de México, Ciudad de Panamá, São Paulo, Buenos Aires, Montevideo, Madrid y Miami, entre otros.
Aunque el foco del mercado y de los inversores está puesto en la cita de la próxima semana en EE.UU., estas no son las únicas elecciones relevantes de las que hemos sido testigo durante esta última semana. Hace tres días, los japoneses pasaban por las urnas dejando un nuevo escenario político: el Partido Liberal Democrático, de corte conservadora, perdió los comicios y con ello su mayoría en la Cámara de Representantes. Según explican los expertos, este golpe en las urnas no significa la caída del Gobierno de coalición, pero sí un motivo de incertidumbre política que se traduce en volatilidad en los mercados.
Esta situación, sumada a la divergencia de la política monetaria entre Estados Unidos y Japón, ha impulsado la volatilidad de la renta variable japonesa. “La renta variable japonesa se ha mostrado muy volátil en los últimos tres meses. Al principio, la divergencia entre las políticas monetarias de EE.UU. y Japón provocó una rápida liquidación de las operaciones de carry trade en yenes (en las que los inversores piden prestado en yenes e invierten en activos extranjeros de mayor rentabilidad) y una fuerte apreciación de la divisa. Más tarde, la incertidumbre en torno a la política interna fue el motor de la volatilidad de los mercados de renta variable, que culminó con la convocatoria de elecciones generales anticipadas el pasado domingo, 27 de octubre”, señalan los expertos de Schroders.
Empezando por esto último, el resultado de las elecciones del domingo, Kaspar Köchli y David A. Meier, economistas de Julius Baer, explican que la reprimenda al Partido Liberal Democrático (PLD) ha introducido un elemento poco común de incertidumbre en la política japonesa. “Con expectativas de políticas más agresivas en declive, el yen japonés se debilitó aún más frente al dólar estadounidense, en línea con nuestra visión fuera de consenso, mientras que es probable que el Banco de Japón (BoJ) mantenga su posición un poco más”, señalan.
Para comprender por qué el resultado de las urnas es sinónimo de volatilidad para los mercados, los economista de Julius Baer explican que con el primer ministro Ishiba comprometido a permanecer en el cargo, es probable que se forme un gobierno minoritario liderado por la actual coalición y algunos partidos de oposición (como el Partido de Innovación y el Partido Democrático para el Pueblo) cooperando de manera puntual.
“Aunque el resultado de las elecciones difícilmente provocará cambios significativos en la política fiscal y monetaria, la disminución del poder administrativo de la coalición podría presionar a favor de un mayor gasto fiscal, como lo proponen algunos partidos de la oposición. Estas propuestas incluyen pagos en efectivo para hogares de bajos ingresos, que Ishiba ya ha anunciado, y subsidios extendidos para la electricidad y el gas, según el manifiesto del Komeito. También podría considerarse una reducción del impuesto al consumo hasta que el crecimiento de los salarios reales sea más estable”, añaden.
Sin embargo, para RBC BlueBay aunquees esperable que los mercados financieros pueden estar algo inestables debido a la incertidumbre política en Japón. Desde su perspectiva, esto tendrá poca repercusión en la economía ni en el Banco de Japón (BoJ). “Los primeros indicios sugieren que la próxima ronda de aumentos salariales de primavera, conocida como Shunto, podría superar nuevamente el 5%, en un contexto de alta rentabilidad corporativa y escasez continua de mano de obra”, señalan desde la firma. Desde este punto de vista, RBC BlueBay sigue viendo al BoJ en camino de aumentar las tasas de interés en enero o diciembre. De hecho, considera que esta última opción podría estar ganando fuerza con el yen bajo cierta presión en los últimos días.
Japón en una encrucijada política
Según recuerdan desde Janus Henderson, los mercados de capitales reaccionaron desfavorablemente a las políticas aplicadas por el PDJ entre 2009 y 2012. “Por ello, la perspectiva de que los partidos de la oposición, como el CDPJ, lleguen al poder ha suscitado preocupación por la posible aversión del mercado al riesgo. Por el contrario, si el PLD sigue al frente, el mercado de capitales podría centrarse gradualmente en la identificación de activos infravalorados y en el reconocimiento de los sólidos resultados empresariales”, explica Junichi Inoue, responsable de renta variable japonesa de Janus Henderson.
En opinión de Inoue, a medida que Japón se enfrenta a la inestabilidad política, se hace cada vez más evidente la necesidad de una respuesta estratégica, en particular una que aborde las preocupaciones de los grupos con rentas más bajas. “El país se encuentra ahora en una encrucijada, contemplando tres posibles caminos a seguir: formar un gobierno de coalición con un partido de la oposición, navegar por las complejidades de un gobierno en minoría, o ver al Partido Democrático Constitucional de Japón (PDCJ) encabezar una coalición con otras entidades de la oposición. Dadas las importantes discrepancias políticas entre estos partidos de la oposición, la probabilidad de una oposición unificada parece escasa”, destaca,
Según su análisis, la decisión sobre el nuevo marco de gobierno se espera para dentro de un mes, en medio de la inestabilidad de los mercados. “Desde agosto, las tendencias del mercado han sido impredecibles, y se espera que esta tendencia persista hasta que se establezca un gobierno estable”, advierte la experta.
El BoJ y su política monetaria
A la hora de analizar la política monetaria del Banco de Japón (BoJ), las firmas de inversión coinciden en que el aumento gradual de las tasas de interés en un contexto de inflación creciente se mantendrá en gran medida sin cambios. “Aunque la incertidumbre política puede influir en el momento de los aumentos de las tasas, el BoJ puede permitirse esperar, dado el bajo riesgo de que la inflación se dispare. Esperamos que el BoJ mantenga las tasas esta semana y que el gobernador evite dar señales fuertes sobre un aumento en diciembre, ya que esperamos el próximo aumento solo en marzo”, reconocen los economistas de Julius Baer.
En opinión de Lazard Frères Gestion, las condiciones son favorables para que el Banco de Japón siga normalizando su política monetaria, reforzando su confianza en que la deflación ha terminado: “En Japón, el PIB crece a un ritmo moderado, pero lo hace frente a una población que disminuye un 0,5% al año. Esto significa que el PIB per cápita sigue creciendo a buen ritmo. La confianza empresarial entre las empresas más expuestas a la economía nacional también es boyante. Los salarios suben al ritmo más rápido de los últimos treinta años, lo que no ha impedido que los beneficios empresariales aumenten considerablemente. La inflación ha vuelto a terreno positivo”, sostienen acerca de su visión sobre el país.
Ahora bien, Köchli y Meier, de Julius Baer, ponen el foco en que la disminución adicional en las expectativas de políticas agresivas debilitó aún más al yen, después de que ya había experimentado una caída hace solo unas semanas con el retroceso del primer ministro Ishiba en sus comentarios sobre la preferencia por un ajuste del BoJ. “Esto ocurre en un contexto de fortalecimiento del yen debido al reciente desmantelamiento de operaciones de carry trade. Hemos sido escépticos ante esta fortaleza debido a la divergencia duradera en la política monetaria y consideramos que nuestra previsión fuera de consenso se ha confirmado, siendo la política solo uno de los componentes, aunque el menos importante. Mantenemos nuestro objetivo a 12 meses para el USD/JPY en 160”, sostienen.
En este sentido, Gilles Moëc, economista jefe, y Chris Iggo, CIO Core Investment Managers, en AXA IM, destacan que los mercados prevén que el BoJ suba otros 25 puntos básicos más o menos durante el próximo año. “Los tipos de interés en EE.UU. seguirán siendo bastante más de 300 puntos básicos más altos que en Japón el próximo verano, sobre la base de los actuales precios a plazo del mercado. En términos reales, los tipos estadounidenses a corto plazo seguirán en torno al 1%, mientras que los tipos japoneses a corto plazo seguirán siendo negativos aproximadamente en la misma proporción”, concluyen sobre la divergencia de ambas instituciones monetarias.
Nace DSM Capital, una firma de soluciones de capital privado a nivel global, de la mano de Mona Hautala y Jorge Lepra. Con más de 300 inversores activos en negocios de capital privado en su red, DSM, junto a sus partners distribuidos globalmente, ofrece el acceso a inversiones en fases de growth y en estados pre-IPO. Al acceder a empresas de tecnología en estados de madurez avanzados, se reduce el riesgo de venture para los inversores, y se mantienen los altos retornos del capital privado.
Mona Hautala cuenta con una larga experiencia en inversiones en el sector tecnológico: ha trabajado en GP Bullhound y Taisu, y cubierto las áreas de inversores y deal flow en Europa y Asia. Jorge Lepra cuenta con más de 20 años de actividad en EE.UU., Europa y Latam, en los mercados privados, asesorando a family offices, HNWI, e inversores institucionales, en diversas temáticas, incluyendo tecnología.
“A sus inversores, DSM les permite acceder a empresas que antes estaban reservadas para los grandes fondos. Esta ‘democratización’ del capital privado marca un punto de inflexión en los mercados. Ahora un inversor individual puede acceder mucho más fácilmente a un unicornio en USA, por ejemplo, comenta Lepra, cofundador.
“Nos focalizamos mucho en tecnología, inteligencia artificial y todos sus derivados. Existe entre los inversores mucha demanda por información y por deals de calidad, y con nuestros Partners en distintas regiones, podemos ofrecer esto ya muy activamente», comenta Mona Hautala, cofundadora y Managing Partner de la firma.
Más protagonismo del capital privado
En los últimos años, el mercado de capital privado ha experimentado un crecimiento significativo: ha alcanzado un tamaño de mercado global de más de 3 billones de dólares. La extensión de los plazos que las empresas necesitan para hacer un IPO o un exit, ha hecho crecer el porfolio de empresas en propiedad de inversores privados, que muchas veces necesitan efectuar operaciones para obtener liquidez.
En 2023, el número de IPOs globales cayó un 30% en comparación con el año anterior, según datos de EY. Esta tendencia ha generado una creciente necesidad de liquidez en las empresas privadas, que buscan alternativas para obtener capital sin recurrir al mercado público.
La demanda inversora para emisiones primarias y para deal secundarios ha crecido considerablemente, ya que existen instrumentos para acceder a estas transacciones que antes estaban disponibles solo para grandes inversores institucionales. Por otro lado, el atractivo de hacer inversiones a menores plazos y con altos retornos surge como una gran competencia a los fondos de activos alternativos que se posicionan a ocho o 10 años.
DSM juega un rol estratégico en la aportación de liquidez a los capitables de las empresas en un momento en que los IPOs aún están tardando en retornar al mercado, tanto en negocios secundarios como en situaciones de transacciones lideradas por los GP o LP.
En el ámbito del capital privado, existen diversas estrategias de inversión que, aunque comparten el mismo enfoque de financiar empresas no cotizadas, presentan diferencias significativas entre ellas. Por ejemplo, es sencillo diferenciar entre inversión en deuda privada e inversión en infraestructuras. Sin embargo, en otros casos, estas variaciones no son tan evidentes.
En este artículo de Aprende y Crece, la academia formativa de Crescenta, explicamos las diferencias clave entre el private equity growth y el venture capital. Estas estrategias se distinguen principalmente por la fase de desarrollo de las empresas en las que invierten, el nivel de riesgo que conllevan, las posibles rentabilidades, y los plazos y montos de inversión requeridos.
Fase de desarrollo de la empresa
Un fondo de private equity growth invierte en empresas que ya han tenido mucho éxito en su mercado local y están financiando la apertura de nuevos negocios, expansión territorial, adquisición de compañías… Generalmente, los fondos apoyan planes de crecimiento, adquiriendo posiciones minoritarias en las empresas (no control).
Por su lado, los fondos de venture capital invierten empresas menos maduras que están en proceso de validar su modelo de negocio. Este tipo de inversión suele ser una fuente importante de financiación para startups.
Fuente: Kaplan Schweser
Riesgo y retorno de inversión
Las empresas que captan fondos de private equity growth presentan riesgos más bajos debido a que ya han demostrado éxito en un mercado específico, siendo los riesgos más comunes aquellos asociados con la gestión. Sin embargo, al entrar en una fase un poco más tardía que en venture capital, el potencial de crecimiento es menor. En esta fase, existen pocas empresas y fondos con acceso a ellas, por lo que seleccionar los mejores fondos es esencial para maximizar la rentabilidad.
Por otro lado, los fondos de venture capital invierten en empresas que aún están en fase de validación de su negocio, lo que conlleva un riesgo mayor. No obstante, al ingresar en etapas tempranas, el potencial de retorno tiende a ser mayor que en growth. Los riesgos en este tipo de inversión están más vinculados al producto o servicio, el mercado y la gestión de la empresa. Además, hay una mayor cantidad de oportunidades en este segmento, lo cual hace que la selección cuidadosa sea también un factor crucial.
Horizonte de inversión
Las empresas respaldadas por fondos de private equity growth suelen requerir inversiones a corto o mediano plazo para fines específicos, como abrir nuevos mercados, con un horizonte de inversión promedio de 5 a 6 años.
Las inversiones en venture capital suelen extenderse por más tiempo debido a que estas empresas necesitan tiempo para madurar, consolidar el modelo de negocio y alcanzar su potencial de crecimiento, lo que eleva los plazos de inversión a entre 8 y 10 años.
El paso a un mundo descarbonizado ofrece uno de los momentos más emocionantes para los inversores que he encontrado en todos los años que llevo gestionando dinero. Sin embargo, la magnitud de la transformación es tal, que es fácil sentirse abrumado por las opciones disponibles para participar en esta megatendencia.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que invertir en la transición energética tiene que ver tanto con el crecimiento como con la preservación del capital a largo plazo. He aquí cuatro ideas para asegurarse de que está captando ambas cosas cuando construya una cartera de activos múltiples en torno a este tema.
1.- Recuerde: la diversificación genera resiliencia
La transición es una miríada de subtemas superpuestos. Por ejemplo, la próxima década requerirá una amplia modernización de la red para apoyar nuestra creciente dependencia de la electricidad.
Para los inversores, esto podría implicar dirigirse a las empresas de servicios públicos, a los mineros que producen el cobre para el cableado, o incluso a las empresas que fabrican los cables o que participan en el diseño y desarrollo de subestaciones.
La disponibilidad de estos subtemas debería ser positiva para cualquier estrategia, ya que ayudan a lograr la diversificación a través de un amplio conjunto de características temáticas y a crear resiliencia en una cartera.
La asignación a grandes temas de transición energética como las soluciones climáticas, los materiales de transición y el agua y los residuos es un buen comienzo. Pero ampliar su alcance para incluir subtemas más específicos de la transición puede proteger una cartera de una concentración excesiva en valores que puedan estar cobrando una prima verde, que podría ser sensible a los movimientos de los tipos de interés.
Explorar nuevas industrias que encajen en una estrategia de transición es importante, pero no siempre es sencillo. Tomemos el posible subtema de las empresas tecnológicas que apoyan las iniciativas de descarbonización. Podría tratarse de compañías que desarrollan sistemas basados en la inteligencia artificial para optimizar el mantenimiento de las infraestructuras de red, los emplazamientos de generación de energía o simular el clima y las condiciones meteorológicas. Sin embargo, la IA es especialmente complicada para la transición: ¿cómo pueden estas empresas seguir siendo sostenibles cuando su demanda de energía es tan alta, y va en aumento?
2.- Mantener la mente abierta en cuanto a productos y lugares
Sea agnóstico respecto a la diversificación geográfica. En su lugar, busque las mejores empresas que ofrezcan rendimiento en torno a un tema. Puede que haya determinadas empresas que se beneficien de la evolución de la transición o de la regulación en un país o región concretos, pero tenga cuidado de sobreponderar sólo un puñado.
Sea flexible también en lo que respecta a las clases de activos: construir una cartera de transición con una mezcla de renta fija, renta variable y crédito alternativo, como la deuda de infraestructuras, añade resistencia y una diversificación natural del rendimiento. La maduración de los mercados de bonos verdes y azules significa que hay opciones cada vez más atractivas en renta fija directamente vinculadas a la transición energética, mientras que las participaciones en renta variable pueden permitir un mayor nivel de compromiso con los emisores.
Sin embargo, el objetivo principal debe ser encontrar los emisores adecuados que apoyen el tema y, a continuación, seleccionar las opciones que mejor se adapten a la estrategia. La transición energética no es un proyecto a corto plazo y muchas de las opciones tienen horizontes de inversión de décadas. Diversos textos legislativos mundiales -incluida la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) en Estados Unidos y otros regímenes de desgravación fiscal- apoyan un planteamiento a muy largo plazo, fomentando ahora las inversiones en empresas que tendrán un impacto a lo largo de toda la trayectoria hacia el cero neto.
Para los que buscan rendimientos más inmediatos, ya estamos viendo beneficios en determinados sectores. El mundo está llevando a cabo una construcción masiva de infraestructuras de energías renovables y un apuntalamiento de las redes eléctricas. Más adelante, esperamos que las tecnologías ecológicas incipientes hoy en día -las centradas en el hidrógeno, los materiales catódicos y el almacenamiento de baterías en general, por ejemplo- sigan apoyando esta tendencia.
3.- Sea riguroso al explorar los ETFs
Junto a las opciones de inversión tradicionales, los fondos cotizados (ETFs) pueden ofrecer a los inversores una forma rentable de centrarse en un tema específico, manteniendo al mismo tiempo la liquidez de sus participaciones al poder negociarse intradía. Estos índices de seguimiento siguen una serie de reglas, por lo que los inversores deben sentirse cómodos con la propiedad intelectual que conlleva la creación de un índice y los principios que sigue. Aunque la mayoría de los ETFs tradicionales devuelven la beta de la estrategia subyacente que siguen, las carteras centradas en temas específicos querrán reglas que maximicen el alfa que persiguen.
Hay muchas opciones. Sea minucioso en la selección. Un ETF puede ser muy diferente de otro, incluso contradictorio. Los construidos en torno a un tema de hidrógeno pueden tener participaciones que contrastan significativamente con los construidos para el clima o la energía limpia. Hay muchos más ETFs que se centran en sectores específicos como la energía solar, la energía eólica y otros subsectores. Combinarlos puede ser eficaz, pero la diligencia debida garantiza la exposición correcta. Aun así, en un ETF pasivo es probable que aparezca una cola de nombres que le interesen menos. Los ETFs activos pueden ser preferibles y ofrecen otra opción que da a los inversores más control y permite a los gestores aprovechar su propio análisis sectorial y regional, pero una vez más, la investigación exhaustiva es vital.
4.- No perder nunca de vista los riesgos
Con la transición llegan los riesgos físicos y financieros que plantea el cambio climático. Sea cual sea la estrategia, es importante que las empresas a las que los inversores decidan exponerse gestionen esos riesgos. Las empresas que están haciendo la transición ahora están, en teoría, reduciendo sus costes futuros. Las que no, están acumulando problemas para los años venideros.
Los riesgos normativos también son importantes. Aunque muchas políticas -como la IRA en Estados Unidos y las iniciativas de financiación verde en Europa- están consagradas en la ley, siempre puede haber cambios en la forma de aplicarlas. También podría producirse un cambio en la frecuencia con la que se introducen nuevas iniciativas, aunque dado que la transición energética es cada vez más esencial tanto para el crecimiento económico como para la seguridad energética, esto parece poco probable, especialmente en Europa desde la invasión rusa de Ucrania.
De hecho, la transición se ha convertido en uno de los temas centrales del panorama inversor y, aun reconociendo los riesgos, su fuerte crecimiento estructural a largo plazo resulta especialmente atractivo. El impulso en torno a la descarbonización es sólido; el número de estrategias de inversión disponibles para explorar el tema es enorme. Es hora de aprovecharlas.
Análisis elaborado por Julie-Ann Ashcroft, gestora de carteras y Sustainability de Fielity International.
En el marco del Día Mundial del Ahorro, el Observatorio Caser pone el foco sobre el perfil del ahorrador español y la relación que tiene la satisfacción del ahorro con el nivel de estudios y el tipo de hogar. En este sentido, el estudio “Situación del ahorro y la inversión en España” llevado a cabo por la entidad, revela que el nivel de estudios juega un papel clave en las decisiones financieras de los ciudadanos.
Entre las principales conclusiones destacan que los encuestados con estudios superiores no solo ahorran más, sino que también tienden a optar por herramientas más avanzadas, como fondos de inversión, mientras que aquellos con estudios básicos se inclinan hacia métodos más tradicionales, como el dinero en efectivo.
Los resultados del estudio muestran que, del 69% de la población española que ahorra cada mes, solamente el 15% está satisfecho con las cantidades que consigue ahorrar. Sin embargo, este porcentaje de personas satisfechas con sus ahorros varía de un 11% de los encuestados con estudios básicos, al 21% con estudios superiores.
Además, entre los ahorradores, el 38% de las personas con estudios superiores elige cuentas de ahorro o depósitos como su principal herramienta para gestionar sus finanzas, seguido de un 26% que utiliza cuentas corrientes y un 14% que invierte en fondos de inversión. En contraste, entre quienes tienen estudios básicos, solo un 18% opta por cuentas de ahorro, mientras que el 38% se inclina por cuentas corrientes y el 33% sigue utilizando métodos más tradicionales, como una hucha con dinero en efectivo, una alternativa que solo utiliza el 9% de los encuestados con estudios superiores. Esta diferencia sugiere que, a mayor nivel educativo, mayor es el acceso y confianza en productos financieros más complejos.
En este sentido, los datos muestran cómo la tendencia a adoptar herramientas digitales de ahorro automatizadas, como pueden ser las aplicaciones móviles, servicios de redondeo de compras o robo-advisors, ha aumentado y es utilizada por un 32% de los ahorradores, aunque varía considerablemente según el nivel de estudios, habiendo un 37% de ahorradores con estudios superiores que las han utilizado, en comparación al 16% de españoles con estudios básicos.
La importancia de la cultura del ahorro
El estudio también manifiesta que ahorrar por cultura es el principal motivo entre los españoles, con un 22% que así lo considera, un aspecto que destaca en todos los perfiles de nuestra sociedad, aunque las personas con estudios superiores tienden a ahorrar más por este motivo (24%) que aquellas con estudios básicos (18%). Respecto al tipo de hogar, destaca que los españoles que viven con sus padres presentan una mayor tendencia a ahorrar para la compra de una vivienda (21%) en comparación con los hogares con hijos (7%) o que viven en pareja (14%).
Por su parte, a nivel de obstáculos que encuentran para ahorrar, el mayor problema para las personas que viven con sus padres es la falta de ingresos suficientes, con un 68% de ellas mencionándolo como su principal barrera. Esto contrasta con quienes viven con hijos (53%), con sus parejas (53%), o en hogares unipersonales (57%), que enfrentan este obstáculo en menor medida.
Sin embargo, el nivel de estudios también está relacionado con la falta de ingresos suficientes, ya que un 66% de las personas con estudios básicos indican que es un problema, en contraposición al 50% de personas con estudios superiores. Igualmente, los gastos imprevistos son señalados por un 33% de los españoles como la principal barrera para ahorrar, siendo un obstáculo más importante entre personas con estudios superiores (35%) que entre personas con estudios básicos (26%), así como entre los hogares con hijos (35%), que se posiciona como el único segmento según el tipo de hogar que supera la media.
Entre el 90% de los ahorradores que confía sus ahorros a instituciones financieras, los bancos tradicionales son la opción más popular (78%), independientemente del nivel de estudios y la situación laboral. No obstante, las aseguradoras ganan popularidad, con un 11% de los encuestados que optan por ellas, una cifra que aumenta al 13% tanto entre quienes tienen estudios superiores como los que viven con hijos. Además, las firmas de inversión independientes son las preferidas para el 10% de los encuestados, con una mayor proporción entre los que cuentan con estudios superiores (13%) que los que cuentan con estudios básicos (4%).
Estos resultados ponen de relieve la necesidad de mejorar la educación financiera en España. Quienes tienen un nivel educativo superior muestran una mayor confianza en productos financieros avanzados y tecnologías que facilitan el ahorro, mientras que los menos formados se ven limitados a métodos más tradicionales y carecen de acceso a opciones más rentables.
Sin embargo, destaca que tan solo el 5% de los encuestados considera que su principal obstáculo para ahorrar es la falta de conocimiento sobre opciones de ahorro, una cifra sin cambios destacados según cada perfil, que demuestra el desconocimiento general de la población en todas las soluciones de ahorro que tienen a su disposición.
Eva Valero, directora del Observatorio Caser, ha destacado que “los resultados del estudio reflejan la importancia de insistir en la necesidad de profundizar en nuestros conocimientos financieros, de cara a tomar decisiones más informadas y seguras respecto al futuro económico. Vemos a través de estos datos cómo la situación académica y el entorno familiar influyen directamente en la capacidad de ahorro de los españoles”.
El UBS International Pension Gap Index analiza la parte obligatoria de 25 sistemas de jubilación, centrándose en las prestaciones que puede esperar un trabajador y el ahorro adicional necesario para mantener un nivel de vida acostumbrado durante la jubilación. El estudio compara los sistemas de jubilación en función del compromiso personal exigido a una mujer ficticia, con una edad de 50 años, ingresos medios y que vive en una gran ciudad para cerrar su brecha de pensiones, es decir, la diferencia entre los ingresos previstos y los gastos en la jubilación. El estudio utiliza la edad de 50 años porque es un momento de la vida en el que la mayoría de los trabajadores empiezan a pensar, «a veces demasiado tarde», según recoge el informe, en su situación financiera en la jubilación.
En la mayoría de los 25 regímenes que analiza el estudio, la jubilada ficticia -Jane- necesita un ahorro privado, ya que las pensiones básicas o complementarias de los regímenes obligatorios no cubren su estilo de vida habitual. Su tasa de ahorro obligatorio oscila entre el 0% de cuatro ciudades -Ámsterdam, México, Milán y Barcelona- y el 93% de Tokio.
«Nuestros resultados muestran que el ahorro privado es una necesidad para mantener el estilo de vida habitual en la mayoría de los sistemas de jubilación. Además, incluso en los sistemas que no requieren ahorro, la incertidumbre relacionada con los resultados de las prestaciones o la sostenibilidad de los regímenes sugiere que es prudente ahorrar más», recoge el informe, que resalta la importancia de invertir los ahorros acumulados para la jubilación.
Aunque los autores del estudio calculan el esfuerzo de ahorro necesario a partir de los 50 años, resaltan que cuanto antes se empiecen a ahorrar los trabajadores, menos gravoso resultará. Empezar antes reduce las tasas de ahorro exigidas debido al mayor periodo de ahorro y a la mayor contribución de los intereses compuestos. Además, el análisis no tiene en cuenta los planes de jubilación voluntaria incentivados fiscalmente. «Cuando existen, su utilización puede reducir la tasa de ahorro obligatorio de los trabajadores2, aseguran.
La estrategia de inversión
El estudio también desvela que la estrategia de inversión también influye en la tasa de ahorro exigida. «Cuanto mayor sea el rendimiento esperado y, por tanto, el riesgo asociado, menor será la tasa de ahorro exigida, ya que el capital crece a un ritmo más rápido, aunque de forma más volátil», y, además, en igualdad de condiciones, «los trabajadores que estructuralmente acumulan riqueza -es decir, tienen una tasa de ahorro positiva- tienen una mayor capacidad de riesgo que los jubilados que estructuralmente agotan la riqueza -es decir, financian sus gastos con su riqueza-«, concluye.
El informe pone como ejemplo que su jubilada ficticia invierte sus ahorros con una estrategia «equilibrada» en su fase de acumulación de riqueza y con una estrategia de «rendimiento» en la fase de desacumulación. La primera se refiere a una cartera diversificada con aproximadamente un 50% de renta variable, mientras que la segunda tiene una menor proporción de renta variable y, por tanto, menor riesgo y rendimiento esperados.
Invertir los ahorros durante la fase de acumulación de la vida laboral y la fase de desacumulación de la jubilación puede conducir a resultados mejores o peores que mantener los ahorros en efectivo. La probabilidad ex-ante de que las inversiones superen al efectivo depende de múltiples factores, siendo los más importantes la duración de la fase de acumulación y desacumulación, y el riesgo y rendimiento esperados de las distintas estrategias de inversión en comparación con el efectivo.
Si Jane viviera en suiza y mantuviera sus ahorros en efectivo en lugar de invertirlos, «necesitaría ahorrar 10 puntos porcentuales más de sus ingresos para alcanzar sus objetivos financieros». Las estimaciones del informe muestran que, en la situación de la suiza Jane, las inversiones superan al efectivo nueve de cada 10 veces.
Es decir, las inversiones proporcionan mayores beneficios la mayoría de las veces en comparación con lo que produciría un hipotético tipo de efectivo sin riesgo y único durante todo el periodo. En el resto de los casos, se enfrenta a peores resultados financieros, lo que puede conducir a una reducción de su estilo de vida. En resumen, los futuros jubilados deberían considerar seriamente las ventajas de invertir sus ahorros.
Cada 31 de octubre se conmemora el Día Mundial del Ahorro, que tiene como finalidad concienciar a la población sobre la importancia de tener una cultura del ahorro, en tanto que la acumulación de capital es fundamental para tener seguridad financiera. Según el Banco de España, cuando un ciudadano ahorra, está guardando parte de sus ingresos para necesidades que pueden surgir en el futuro, «y eso permite hacer frente a gastos imprevistos, planificar la compra de bienes que se desean o necesitan en el futuro y, pensando más a largo plazo, disponer de una cantidad de dinero para la jubilación».
La industria pone en el foco de la promoción del ahorro a los jóvenes. Según una encuesta de ING, la propensión a ahorrar varía significativamente según la edad. Los jóvenes de entre 25 y 35 años lideran esta tendencia, con un 85% que ahorra de manera constante. Este segmento acumula, de media, 15.311 euros en ahorros. Sin embargo, los adultos de entre 36 y 55 años son quienes menos lo hacen, con tres de cada diez viviendo al día y sin un ahorro regular.
La encuesta también muestra que más del 76% de la población ahorra de manera regular, mientras que solo uno de cada diez asegura no poder hacerlo nunca y que las mujeres son más ahorradoras que los hombres: el 68% de ellas asegura ahorrar habitualmente, frente al 58% de los hombres. Sin embargo, ellos reportan tener un ahorro acumulado casi tres veces mayor que el de las mujeres.
Fomentar el ahorro entre los jóvenes supone poner unos sólidos cimientos de cara al futuro. De hecho, Jordi Martínez, director de Educación Financiera en IEF, cree que uno de los principales errores que comenten los jóvenes a la hora de ahorrar es «esperar a ahorrar lo que queda a fin de mes, que suele ser poco o incluso nada», por lo que considera necesario «establecer el hábito de ahorrar automáticamente cuando llegan los ingresos, haciendo un traspaso a otra cuenta y de forma sistemática».
Otro hábito esencial que cita Martínez para ahorrar es llevar un control detallado de los ingresos y gastos, «lo que permite identificar en qué se está gastando el dinero y dónde se puede reducir para generar ahorro».
Martínez también pone cifras al ahorro de los jóvenes y recomienda que suponga, al menos, entre el 10% y el 15% de sus ingresos, «pero si no se puede, hay que empezar aunque sea con cantidades menores, ya que es importante establecer el hábito. Poco a poco ya se irá aumentando. La ventaja de los jóvenes es que el tiempo juega a su favor y el interés compuesto les puede ayudar», asegura.
Y, cuanto antes se empiece, mejor, puesto que Martínez es partidario de establecer una paga semanal desde el momento que los niños ya saben hacer pequeños cálculos aritméticos, sobre los 7 años. «Esta paga conlleva también traspasar la responsabilidad de una serie de gastos, por ejemplo los cromos, las chuches, etcétera».
Pero adoptar hábitos de ahorro que garanticen el bienestar económico futuro de los jóvenes, pero hoy ya no basta con ahorrar, hace falta invertir para batir a la inflación para mantener el poder adquisitivo. Según aseguran desde Scalable Capital, antes de dar cualquier paso, hay que preguntarse por qué o para qué se invierte; qué cantidad se quiere alcanzar y para cuándo. Las respuestas ayudarán a decidir qué asignación de capital aportar y cuál es la solución que mejor encaja con nuestras necesidades, realidades y expectativas.
Productos
Entre los productos orientados al ahorro de los más pequeños, en la firma recuerdan la tradicional cuenta de ahorro infantil, tal vez la más conocida en nuestro país, pero que, con una remuneración muy baja y en un contexto de subida de precios como el actual, hace que la hucha vaya perdiendo valor.
Los planes de inversión infantiles son otra herramienta que pone la mirada en el largo plazo, según Scalable Capital: a través del mercado de valores generan rendimientos que pueden compensar la inflación y permiten iniciarse en la educación financiera.
Otra opción muy popular en España son las Letras del Tesoropara menores, que, debido a la escasa probabilidad de que el Estado no devuelva la deuda, presentan un riesgo bajo, «pero también lo es su rendimiento».
En los últimos años ha empezado a popularizarse otro producto de inversión que también resulta interesante para el ahorro de los hijos: se trata de los planes de ahorro en fondos cotizados, o ETFs, por sus siglas en inglés. El concepto es sencillo: se invierte regularmente una cantidad fija, sin necesidad de disponer de un gran capital inicial, y permite reducir el riesgo inherente a los mercados financieros mediante la promediación de costes. Es decir, comprando más acciones cuando los precios son bajos y menos cuando son altos.
«Se trata de un producto muy flexible que se adapta a la capacidad de ahorro de cada persona y que, además, permite reinvertir las ganancias acumuladas, generando así más beneficios en el futuro», aseguran desde la firma.
Adrián Amorín, country manager para España de la plataforma europea de inversión Scalable Capital, propone algunos ejemplos de cómo puede beneficiar al futuro económico de nuestro hijo la decisión de empezar a invertir desde su nacimiento. “Supongamos que se destinan 150 euros al mes durante sus primeros 20 años de vida: el total ahorrado será de 36.000 euros. Si ese dinero lo invertimos, por ejemplo, en un ETF mundial ampliamente diversificado, como puede ser el índice MSCI World -que tiene unos costes que apenas suponen el 0,2% anuales y ha rendido una media del 7% anual en los últimos 20 años- al final del periodo obtendremos un total de 76.700 euros, es decir, habremos tenido un beneficio de 40.700 euros netos de gastos”, explica.
Sin embargo, añade el experto, “si la misma cantidad la invertimos en un fondo con un coste anual en comisiones del 2%, la cantidad que conseguiremos será de 61.912 euros, es decir, casi un 24% menos. Y si decidimos dejar los 36.000 euros en una cuenta corriente sin intereses, teniendo en cuenta el 2% de inflación media de los últimos 20 años en España, nuestro poder adquisitivo se reduciría en más de un 30%”.
La economía española cerrará 2024 con una previsión de crecimiento del 2,7%, según datos oficiales del Gobierno. Es casi el triple del crecimiento esperado para el conjunto de la Unión Europea. Pero las cifras microeconómicas no parecen tan favorables: casi 1 de cada 4 españoles asegura no tener capacidad para ahorrar dinero a final de mes, según un estudio de la Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI), y el 26 % considera que su situación económica personal es mala o muy mala, según datos del barómetro de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
«El estrés financiero es el sentimiento de preocupación que experimenta una persona debido a problemas económicos, que pueden ser tanto presentes como futuros», destaca Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experta en educación financiera. Este sentimiento de preocupación puede surgir ante situaciones de dificultades económicas, ya sean reales o percibidas.
«El estrés financiero en sí no es ninguna variante de estrés», subraya Enric Soler, psicólogo relacional y profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. «En todo caso, podemos decir que una situación de preocupación por la situación económica personal que sea grave y persistente en el tiempo en un contexto como el nuestro, en el que el dinero es imprescindible, es un factor de riesgo de peso para sufrir un trastorno de ansiedad», añade.
No es una enfermedad, sino más bien una consecuencia de una mala situación económica personal o familiar que impacta en la salud mental del individuo y le genera síntomas relacionados con la ansiedad o la depresión. «Hay que ser cuidadosos y no considerarlo una enfermedad. Las enfermedades se describen por criterios científicos y estamos muy lejos de eso», matiza el profesor Soler.
Las consecuencias de una mala economía
Lo que sí está claro es que una mala situación económica puede tener un impacto real y directo en la vida de las personas. Y aunque hay un consenso más o menos generalizado sobre que el dinero no da la felicidad, la realidad es que la sociedad está orientada al consumo y eso genera unas exigencias que estresan a las personas en grados distintos. «El contexto en el que nos desarrollamos es exageradamente productivo, todo tiene un precio. Tanto tienes, tanto vales. Hemos depositado todo nuestro valor personal en la economía. Y ahí tenemos el resultado», subraya Soler.
El esquema consumista aguantó más o menos bien hasta aproximadamente la crisis de 2008, momento en el que perjudicó seriamente a la clase media. Pero esta tendencia viene de lejos: según datos del Pew Research Center, la clase media ha menguado 11 puntos en Estados Unidos en los últimos 50 años. Así, pasó de ser un clúster que aglutinaba al 61% de los adultos en 1971 a aglutinar al 50% en 2021. En paralelo, las clases con mayor porcentaje de ingresos crecieron un 7%, hasta situarse en el 21% de la población.
En España, el 55 % de la población pertenece a las clases medias, frente al 61 % de los países de la OCDE. Un porcentaje que, en comparación con otros países de Europa, como Finlandia, República Checa o Eslovenia, supone cerca de 15 puntos menos. España ha perdido alrededor de un 4% de población en este segmento desde los años 80, en línea con una tendencia decreciente mundial de en torno al 1% por década, según datos de la OCDE.
«La clase media va desapareciendo. En la economía sí que hay dinero y se ha creado mucho dinero durante los años en los que hemos tenido tipos de interés muy bajos, pero está mal repartido. Cada año hay nuevos ricos, pero también hay muchos más nuevos pobres», destaca Elisabet Ruiz-Dotras. «Pocos son los que suben a una clase más elevada», añade, «porque tal y como está montado el sistema, se excluye a los más pobres. Si lo más básico está cada vez más caro y los salarios no suben al mismo nivel, lo único que se consigue es expulsar a estas personas. La mayoría no puede alcanzar este ritmo de vida».
El resultado es una tensión que se crea sobre las personas en forma de presión para que alcancen unas expectativas presentadas como normales, pero que requieren un esfuerzo que cada vez es más difícil hacer. «Hemos descuidado por completo la relación con uno mismo y las relaciones con los demás. Preferimos tener que ser. Hemos comprado —nunca mejor dicho— la creencia irracional de que se nos va a querer por lo que tenemos en vez de por lo que somos», advierte Enric Soler.
Volver a lo esencial
Aunque no parece que el panorama vaya a solucionarse a corto plazo, la sociedad sí que puede evitar el estrés financiero haciendo equilibrios entre la obvia necesidad de ganar dinero para subsistir y la participación en un modelo de consumo llevado al extremo. «Hoy en día, todas las personas quieren tener de todo y hacer de todo: restaurantes, viajes, etc. Estamos ante un cambio hacia una sociedad mucho más consumista», recuerda la profesora Ruiz-Dotras, también investigadora del grupo DigiBiz de la UOC.
Aunque esto no necesariamente quiere decir vivir en la austeridad, sí que implica utilizar el dinero con una visión a largo plazo. «Cuando hay planificación financiera, se ve la necesidad de ahorrar. Si no hay una planificación, se genera estrés, porque hay imprevistos, pasan cosas. Pero cuando tenemos una planificación financiera correcta, podemos prever la mayoría de los pagos y eso da una sensación de control que reduce mucho el estrés financiero», asegura.
En este sentido, se hace imprescindible reorganizar los gastos para alinearlos con los ingresos que se tienen e intentar ajustar el estilo de vida a las expectativas reales. «Mientras sigamos instalados en la creencia irracional de que valemos por lo que tenemos, estaremos ante un problema de autoestima que, si no se aborda, acabará en una dependencia de la posesión de lo material. Y si esta dependencia no logra ser satisfecha, derivará en ansiedad por conseguir un objetivo inalcanzable e incluso en una depresión por el desmoronamiento de las expectativas imposibles de lograr. Todo ello por no haber cultivado mínimamente el valor personal», relata Enric Soler.
«Los estudios científicos demuestran que el materialismo tiende a tener una relación negativa con la felicidad. Las personas enfocadas en el materialismo suelen experimentar menor complacencia con la vida, más ansiedad y relaciones menos satisfactorias, aparte de que, evidentemente, muchas veces gastan mucho más de lo que se deberían permitir», añade la profesora Ruiz-Dotras.
La planificación financiera puede ayudar a reducir e incluso evitar el estrés financiero. Será necesario hacer un análisis de los gastos del último año, buscar dónde se puede recortar y, después, intentar guardar ese excedente que hayamos conseguido retirar de los gastos habituales. «El ideal de ahorro sería del 20 % de los ingresos, pero es importante que, sea lo que sea, se intente ahorrar lo que se pueda cada mes y justo cuando se recibe la nómina», matiza la profesora.
La voracidad de los gastos fijos —como el de la vivienda, que destruye la capacidad de ahorro de las familias— y la falta de cultura financiera son riesgos reales. «El ahorro es visto como el excedente de dinero que nos queda después de haberlo pagado todo. Si lo que pretendemos es ahorrar lo que nos sobra, nunca nos va a quedar suficiente dinero», concluye Dotras
En los últimos años, el panorama de las inversiones ha visto el auge de los fondos cotizados en bolsa (ETFs), particularmente los ETFs activos, como un vehículo popular para los inversores. Si bien estos vehículos se asociaban inicialmente con la inversión pasiva, ofreciendo a los inversores exposición a índices de mercado con bajos costes, la aparición de los ETFs activos representa una combinación de estrategias de gestión activa dentro de la estructura del ETF.
Los ETFs activos están creciendo rápidamente en términos de activos bajo gestión (AUM), creando competencia con los fondos mutuos activos, que llevan muchos años establecidos en el mundo de las inversiones. Este articulo explora el concepto de los ETFs activos, resalta sus ventajas y desventajas, y las diferencias con los fondos mutuos activos, con el objetivo de proveer una perspectiva integral de su papel en las carteras de inversión.
ETFs activos: definición y crecimiento
Los ETFs activos son una innovación relativamente reciente dentro del mercado de los fondos cotizados en bolsa. A diferencia de los ETFs pasivos, que siguen un índice de referencia como el S&P 500, los ETFs activos permiten que los gestores de cartera seleccionen y gestionen activamente una cesta de valores en tiempo real.
El objetivo es superar un índice de referencia o lograr un objetivo de inversión específico en lugar de simplemente replicar los rendimientos de un índice de mercado. La flexibilidad de los ETFs activos permite a los gestores hacer ajustes basados en las condiciones del mercado o en información específica sobre valores, de manera similar a los fondos mutuos activos.
El crecimiento del mercado de ETFs activos ha sido notable. Según datos de TrackInsight y PwC, los ETFs activos han crecido a una tasa compuesta anual del 51% en la última década, superando significativamente a los ETFs pasivos en términos de entradas de capital.
Ventajas de los ETFs Activos
1. Menores Costes en comparación con los Fondos Mutuos Activos: una de las principales ventajas de los ETFs activos sobre los fondos mutuos activos es su menor relación de costos. Mientras que los fondos mutuos suelen tener comisiones de gestión, tarifas 12b-1 y otros costos operativos, los ETFs activos ofrecen menores costes totales a los inversores. Según la investigación de JPMorgan, esta ventaja de costos es un motor clave de la popularidad de los ETFs activos.
2. Flexibilidad de operación: otra ventaja significativa de los ETFs activos es la flexibilidad que ofrecen en la negociación. A diferencia de los fondos mutuos, que se valoran al final del día de negociación, los ETFs se negocian en una bolsa durante todo el día, como las acciones. Esto permite a los inversores reaccionar a los eventos del mercado en tiempo real, ingresando o saliendo de posiciones en función de los movimientos de precios intradía.
3. Eficiencia fiscal: los ETFs activos suelen ser más eficientes fiscalmente que los fondos mutuos, debido a su estructura única y al proceso de creación y redención en especie. Este proceso permite a los ETFs evitar la necesidad de vender valores para cumplir con las solicitudes de reembolso, lo que a menudo genera impuestos sobre las ganancias de capital en los fondos mutuos.
4. Transparencia: la mayoría de los ETFs activos están obligados a publicar sus tenencias diariamente, lo que proporciona a los inversores una transparencia total en la cartera del fondo. Este nivel de transparencia es superior a la de los fondos mutuos activos tradicionales, que generalmente divulgan sus tenencias de forma trimestral.
Desventajas de los ETFs Activos 1. Posibilidad de bajo rendimiento: a pesar de la flexibilidad y el potencial de la gestión activa para superar al mercado, los ETFs activos, al igual que cualquier producto gestionado activamente, conllevan el riesgo de bajo rendimiento. Los gestores de fondos pueden no generar alfa, particularmente en mercados volátiles o altamente eficientes.
2. Costos más altos que los ETFs pasivos: si bien los ETFs activos suelen ser más rentables que los fondos mutuos activos, tienden a tener costes más altos que los ETFs pasivos. Esto se debe a que la gestión activa requiere más investigación, operaciones y supervisión.
3. Historia limitada y opciones reducidas: en comparación con los fondos mutuos y los ETFs pasivos, el mercado de ETFs activos aún es relativamente joven. Aunque hoy en día existen cientos de ETFs activos, representan una pequeña fracción del universo más amplio de ETFs, y su historial de rentabilidad es sensiblemente más corto que el de los fondos mutuos.
4. Due dilligence: seleccionar un ETF pasivo requiere un cierto nivel de análisis para comprender qué técnica de replicación se utiliza para rastrear la exposición a su respectivo índice; sin embargo, el objetivo es relativamente simple: una buena técnica de replicación busca minimizar el error de seguimiento y reproducir el comportamiento del índice.
Para los ETFs activos, el objetivo es diferente: al igual que los fondos mutuos activos, su meta es generalmente superar al índice de referencia, lo que implica un cierto grado de TE y participación activa, lo que requiere que el inversor alcance un alto nivel de comprensión de lo que hace el algoritmo detrás de él, cuáles son sus fortalezas y, lo más importante, sus debilidades.
En el siguiente gráfico, se muestra el TE para una muestra de 195 ETFs activos domiciliados en EE. UU., organizados por estrategia (capitalización, factores, temática y sector), con una clara diferenciación en términos de participación activa y TE: la mayoría de los ETFs activos con referencia a la capitalización de mercado estaban en el extremo inferior del TE (algunos menos del 2%).
La mayoría de los ETFs con referencia a factores tenían un TE en el rango del 2% al 8%. Los ETFs activos con referencia a temáticas mostraron los TE más altos. El nivel general alto de TE de estos ETFs activos sugiere que proporcionaron riesgo activo fuera de su estilo de inversión clave.
Una consideración adicional a tener en cuenta es la distribución de ambos tipos de producto (fondos y ETFs activos). A diferencia de los fondos mutuos, los ETFs activos no requieren un acuerdo de distribución, lo que reduce el tiempo y el costo desde el descubrimiento hasta la implementación en las carteras, y generalmente no proporcionan retrocesiones a los asesores que los utilizan. Esto puede tener implicaciones indirectas en su uso dependiendo del tipo de licencia que el distribuidor elija.
Para los asesores en los EE. UU. con una licencia de RIA (Asesor de Inversiones Registrado), suponiendo que no haya ventajas en los rendimientos ajustados por riesgo entre ETFs activos comparables y fondos mutuos, los ETFs activos pueden ser preferidos sobre los fondos mutuos si efectivamente presentan menores comisiones de gestión. Esto se debe al hecho de que la compensación por gestionar las carteras de los clientes bajo una licencia de RIA se basa típicamente en un porcentaje de los activos bajo gestión (AUM, por sus siglas en inglés), y no se pueden cobrar tarifas adicionales o comisiones, incluidas las retrocesiones. En contraste, bajo un modelo de corretaje en los EE.UU., el formato de fondos mutuos puede ser preferido, ya que esta licencia permite comisiones basadas en operaciones y retrocesiones.
Una consideración final para los clientes no residentes (NRC) en los EE.UU. es el hecho de que, a diferencia de los ETFs pasivos, que pueden tener doble registro y cotización en diferentes bolsas (por ejemplo, el Nasdaq y el SIC), los ETFs activos no tienen actualmente permitido un registro dual, lo que elimina una importante ventaja fiscal frente a los vehículos pasivos.
Smart beta vs. gestión activa: diferencias clave
Mientras que los ETFs activos representan la intersección entre la gestión activa tradicional y los beneficios de los ETFs, las estrategias de smart beta ofrecen un enfoque híbrido que es distinto tanto del seguimiento pasivo de índices como de la gestión activa completa. Los ETFs de Smart Beta buscan capturar los beneficios de la inversión basada en factores, apuntando a factores de inversión específicos como el valor, momentum, el tamaño o la calidad.
Estas estrategias tienen como objetivo mejorar los rendimientos o reducir el riesgo ajustando los pesos de la cartera en función de ciertas reglas o criterios, en lugar de basarse en la ponderación por capitalización de mercado típica de los ETFs pasivos.
Enfoque basado en reglas vs. discreción del gestor
Una de las principales distinciones entre smart beta y la gestión activa es el grado de discreción humana involucrada. Las estrategias de Smart Beta son típicamente basadas en reglas y siguen una metodología predeterminada que selecciona y pondera valores en función de factores como la volatilidad o el rendimiento de dividendos. Si bien estas estrategias ofrecen el potencial de mayores rendimientos que los índices pasivos tradicionales, no se gestionan activamente de la misma manera que los ETFs activos, donde los gestores toman decisiones discrecionales sobre qué valores comprar o vender según las condiciones del mercado.
Estructura de costes
Los ETFs de smart beta tienden a ser más eficientes que los ETFs completamente activos, ya que no requieren el mismo nivel de investigación activa, operaciones y rotación de la cartera. Sin embargo, a menudo son más caros que los ETFs puramente pasivos, ya que implican una construcción de cartera más sofisticada y un análisis de factores. En contraste, los ETFs activos suelen tener tarifas más altas debido a la necesidad de una gestión y supervisión continuas.
Transparencia
Los ETFs de smart beta son altamente transparentes, ya que siguen un conjunto consistente de reglas para la construcción de la cartera, lo que hace que sus posiciones y estrategia sean predecibles. Los inversores pueden comprender fácilmente los factores que impulsan el rendimiento. Por otro lado, los ETFs activos son menos predecibles, ya que el gestor de la cartera tiene la discreción de cambiar las posiciones con frecuencia, dependiendo de las condiciones del mercado.
Potencial de superación del benchmark
Tanto los ETFs de smart beta como los ETFs activos tienen como objetivo superar un índice de referencia, pero el enfoque es diferente. Las estrategias de smart beta se basan en sesgos hacia ciertos factores para lograr una mayor rentabilidad, mientras que los ETFs activos dependen de la habilidad y el juicio del gestor.
El potencial de superación del benchmark en los ETFs activos es mayor si el gestor puede identificar consistentemente activos mal valorados o anticipar tendencias del mercado. Sin embargo, las estrategias de Smart Beta ofrecen un enfoque más sistemático y disciplinado para capturar rendimientos excedentes.
Conclusión
Los ETFs activos y las estrategias de Smart Beta ofrecen alternativas innovadoras tanto a los ETFs pasivos como a los fondos mutuos activos tradicionales. Los ETFs activos proporcionan los beneficios de la gestión activa, la liquidez y la eficiencia fiscal, lo que los convierte en una opción atractiva para los inversores que buscan flexibilidad y potencial de superación. Sin embargo, también implican mayores costos y el riesgo de bajo rendimiento. Por otro lado, el Smart Beta representa un punto intermedio entre la inversión activa y pasiva, ofreciendo un enfoque basado en reglas que apunta a factores de inversión específicos, manteniéndose más rentable que la gestión completamente activa.
Al decidir entre ETFs activos, Smart Beta y fondos mutuos activos, los inversores deben considerar cuidadosamente sus objetivos de inversión, tolerancia al riesgo y preferencias en cuanto a costos, transparencia y flexibilidad. Cada vehículo tiene sus ventajas y limitaciones únicas, pero el auge de los ETFs activos y las estrategias de Smart Beta refleja la creciente demanda de soluciones de inversión personalizadas y rentables en el dinámico entorno de mercado actual.