En el audio intervienen expertos que han colaborado en la elaboración de los temas de esta revista, como Felipe Lería, responsable de Iberia para UBP, que nos cuenta los retos del teletrabajo y cómo ve el futuro en este sentido; Natalia López Condado, responsable del área de Asset Management y Private Banking de Clifford Chance, que hace un resumen de su tribuna «Mifid II: impacto en España e ideas para su revisión», al igual que Fernando Ibáñez, presidente de Aseafi, con su artículo de opinión «Kill the black swan: el valor del asesoramiento financiero en tiempos del COVID».
En el podcast también participan Borja Fernández Canseco, director de cuentas de Schroders España y Portugal, que nos habla de oportunidades en mercados alternativos, Jorge Bernaldo de Quirós, responsable de Inversiones en Mercer, hablando de la oportunidad de inversión que suponen para las carteras de los planes de pensiones, o Salomé Bouzas, analista del departamento de Inversiones de Tressis, que habla de inversión sostenible.
Rafael Valera, director de Buy & Hold, y Julieta Henke, Senior Sales Manager de Robeco US offshore & Latam, participan también en el podcast.
Pixabay CC0 Public Domain. First Management, gestora especializada en oficinas flexibles, aterriza en España
Healthcare Activos Yield Socimi, gestionada por Healthcare Activos y Altamar Capital Partners, debuta en el mercado paneuropeo Euronext Access Paris. La firma está especializada en la adquisición de activos del sector salud (tercera edad, clínicas y hospitales), en pleno funcionamiento y con alquileres garantizados a largo plazo a operadores líderes europeos.
Renta 4 ha actuado como asesor registrado en el proceso de admisión, y Banco Sabadell será el banco agente. Por otro lado, Garrigues ha asesorado en materia legal.
La socimi dispone de una cartera de activos valorada en 310 millones de euros, con 27 inmuebles en operación (2 hospitales, 18 residencias de tercera edad, 2 centros sociosanitarios y 5 policlínicos), alquilados a diferentes operadores entre los que se encuentra Quirón Salud, Colisée, Maisons de Famille/Amavir, Ballesol, Emera, Viamed o Clece. Así, tiene entre sus inversores a algunos de los principales inversores institucionales, fondos de pensiones y patrimonios familiares de España y Latinoamérica.
Gracias a una política de inversión conservadora, y al análisis de los fundamentales del negocio, Healthcare Activos Yield no ha tenido ningún impacto financiero relevante hasta la fecha en el contexto actual, según los datos de la firma.
El vehículo espera mantener su crecimiento con nuevas adquisiciones que cumplan sus criterios de inversión. Entre ellos, se encuentran unas previsiones conservadoras en términos de ocupación y tarifas y un porcentaje máximo del EBITDAR del negocio destinado a pagar el alquiler, lo que, según explican desde Healthcare Activos Yield garantiza la rentabilidad de los activos a largo plazo para el operador.
El sector de activos inmobiliarios especializados en salud tiene un volumen total en España de más de 20.000 millones de euros y se espera que crezca en torno al 3% anual en los próximos 15 años. Alberga unas características atractivas únicas debido al envejecimiento de la población y las dinámicas competitivas crecientes del sector salud.
Asimismo, la crisis actual del COVID-19 ha acentuado la importancia de este mercado como un sector estratégico para proteger las economías de los países. En este sentido, desde la socimi advierten que “el sector está experimentando crecimientos importantes de inversión en los últimos años, debido a la importante necesidad de impulsar y modernizar la infraestructura sanitaria de los principales países europeos”.
Pixabay CC0 Public Domain. La DGSFP asume las directrices de la EIOPA sobre la complejidad de los productos basados en seguros
La Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP) asumirá las directrices de la Autoridad Europea de Seguros y Pensiones de Jubilación (EIOPA, por sus siglas inglesas) para evaluar la complejidad de productos y servicios de inversión basados en seguros. En este sentido, la autoridad da pautas para determinar cuándo es necesaria la evaluación y cómo debe hacerse. Las directrices desarrollan un mandato de la directiva de distribución de seguros.
La EIOPA emitió estas directrices en el desarrollo de la directiva sobre la distribución de seguros, conocida como IDD, para identificar los productos que incorporen una estructura que dificulte al cliente la comprensión del riesgo implicado.
El objetivo de esas directrices, según la autoridad europea, es “cubrir la evaluación de todos los tipos de productos de inversión basados en seguros y facilitar a los intermediarios y a las empresas de seguros la identificación de estructuras o características contractuales que pueden dificultar que el cliente entienda los riesgos implicados en estos productos”. Además, también se refieren a asuntos relevantes para evaluar el nivel de complejidad.
Así, en el apartado 3 del artículo 30 de la IDD, se establecen los productos de inversión basados en seguros para los que no se requiere una prueba de conveniencia o adecuación durante la distribución del producto.
En primer lugar, la DGSFP excluye a los contratos que solo ofrecen una exposición de inversión a instrumentos financieros considerados no complejos, en virtud de la Directiva 2014/65/UE (MiFID II) y que no incorporan una estructura que dificulte al cliente la comprensión del riesgo implicado. Asimismo, quedarán fuera de esta prueba de conveniencia o adecuación otras inversiones no complejas basadas en seguros.
Cuando el distribuidor lleva a cabo este tipo de venta, se denomina venta en ejecución y se realiza sin ninguna recomendación o evaluación de la situación personal del cliente, y, por ello, proporciona una menor protección, aun cuando de esa transacción se pueden derivar riesgos para el cliente.
Por otro lado, las características de los productos de inversión basados en seguros que pueden resultar de difícil comprensión para los clientes y que requieren evaluar su complejidad son, según la entidad la exposición de la inversión y las características contractuales relativas a: los cambios en la naturaleza del contrato en los derechos de rescate del producto, la determinación del valor de vencimiento o rescate o el pago en el momento de la muerte, los costes y gastos y el beneficiario del contrato de seguro.
La DGSFP, con la publicación de la citada resolución, pretende dar publicidad a las directrices de la EIOPA, que publica en su página web.
Arcano Asset Management, el área de gestión de activos de Arcano, ha anunciado el lanzamiento de un nuevo fondo de private equity: Arcano Secondary Fund XIV. El nuevo fondo, dirigido a inversores institucionales y de banca privada, tanto nacionales como internacionales, invertirá al menos un 80% en operaciones en el mercado secundario, pudiendo dedicar hasta un 20% a coinversiones directas en compañías.
La vocación del fondo es invertir a nivel global, con un foco especial en Europa y Estados Unidos, en gestores enfocados en el middle market y especializados en sectores o geografías concretas. Con esta estrategia la gestora pretendeconseguir el mejor binomio riesgo-rentabilidad al aprovechar el flujo de oportunidades, a precios atractivos, derivadas de la actual situación de incertidumbre provocada por el COVID-19.
Arcano Secondary Fund XIV es la cuarta generación de su plataforma de secundarios, tras el éxito de Arcano Secondary Fund (2011), Arcano Secondary Fund II (2014) y Arcano Capital X (2016). El fondo tiene un tamaño objetivo de 300 millones de euros, en línea con el tamaño de programas anteriores, lo que permite a la gestora acortar plazos de inversión y de devolución del capital, así como continuar invirtiendo en operaciones del mercado de un tamaño en el que no entran los grandes fondos globales. Arcano adapta así sus fondos a la oportunidad de mercado y a las necesidades de los inversores sin verse condicionado por los amplios ciclos y volúmenes de inversión de fondos de mayor tamaño.
Con el lanzamiento de este nuevo fondo, Arcano refuerza su posición como gestora de referencia en Europa en activos alternativos, donde cuenta con más de 6.700 millones de euros gestionados y asesorados en private equity, crédito, infraestructuras, venture capital y real estate. Asimismo, se posiciona como uno de los líderes en el creciente y cambiante mercado secundario de private equity, ofreciendo soluciones flexibles y de valor añadido tanto a inversores que buscan liquidez como a los propios gestores que buscan soluciones para recapitalizar sus fondos o participadas.
“Estamos muy orgullosos de poder anunciar el lanzamiento de un nuevo fondo de private equity, el decimocuarto de Arcano Capital, y más en un contexto como el actual. Estamos convencidos que, con el equipo y track record que tenemos en Private Equity, Arcano Secondary Fund XIV aprovechará las oportunidades de mercado que se están generando para conseguir rentabilidades muy atractivas”, ha señalado José Luis Del Río, socio y consejero Delegado de Arcano Capital.
“En el entorno actual, se está produciendo a nivel global y por diversos motivos una venta de posiciones o carteras de private equity en condiciones muy atractivas para inversores como Arcano. Nuestro objetivo, como en los últimos fondos, es aprovechar la oportunidad de invertir en empresas privadas líderes en sus sectores a precios atractivos de la mano de los mejores gestores”, ha afirmado Ricardo Miró-Quesada, Managing Director y CIO de Private Equity & Impact de Arcano Capital.
Pixabay CC0 Public Domain. ¿Se volverá su cartera artificialmente inteligente?
Ya hemos entrado en la cuarta revolución industrial que, dependiendo de cómo se mire, también se puede describir como la “Segunda Era de las Máquinas”. La «digitalización», la «disrupción» y la «inteligencia artificial» están moldeando cada vez más nuestra vida cotidiana, a veces de forma consciente y a veces sin buscarlo.
Las cuatro fases de estas revoluciones han generado niveles de riqueza hasta ahora sin precedentes para la humanidad. Comenzando en el siglo XVIII con la invención de la máquina de vapor por James Watt, siguiendo con la línea de montaje industrial (personificada por Henry Ford) y culminando a principios de la década de 1960 con la introducción de robots en las fábricas, que cada vez están siendo más «inteligentes» y aprenden de forma automática.
Hemos visto un crecimiento económico global a una escala que no se había dado en los dos siglos anteriores a la primera revolución industrial, y ha sido gracias a la combinación de la división del trabajo en los procesos de producción, creatividad, competencia y globalización.
Al mismo tiempo que la población mundial experimentó un crecimiento enorme, la proporción de personas que viven en extrema pobreza se redujo. Se hicieron progresos significativos en casi todos los aspectos de la vida, y como consecuencia, la desigualdad (mundial) disminuyó y la esperanza de vida aumentó.
A pesar de estas mejoras, siguen existiendo desafíos urgentes, entre los cuales los más importante son proteger el medioambiente y abordar el cambio climático. El concepto de «huella ecológica» lo explica de forma sencilla: ecológicamente hablando, hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades desde principios de la década de 1970 (a nivel mundial). Es decir, cada año consumimos más y más recursos de los que la naturaleza proporciona y es capaz de generar. Y esta tendencia va en aumento.
El objetivo es garantizar que la economía mundial crezca a un ritmo sostenible. Para lograrlo, las Naciones Unidas han definido 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que los países deben cumplir para el año 2030. No se trata solo de proteger el clima, crear ciudades y pueblos sostenibles o generar energía renovable y agua limpia. Se busca, además, alcanzar objetivos más ambiciosos, como erradicar la pobreza y el hambre, reducir la desigualdad, promover la innovación, invertir en infraestructuras, garantizar que las personas tengan acceso a un trabajo decente y fomentar el crecimiento económico. En otras palabras: los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU no pueden lograrse sin crecimiento, pero debe ser un crecimiento sostenible.
La inteligencia artificial tiene un papel fundamental para fomentar un crecimiento sostenible. Concretamente, por la capacidad que tienen las máquinas para reconocer patrones en los datos y poder tomar decisiones basadas en esos criterios. Enormes cantidades de datos combinados con un alto nivel de complejidad – un trabajo gratificante para los algoritmos “inteligentes”.
La inteligencia artificial se está implementando en los sectores de educación y salud, y también en logística y suministro de energía, lo que la convierte en un elemento muy importante para conseguir una gestión sostenible, es decir, cuando se trata de lograr una mayor eficiencia con menos recursos o consumo de energía y menores emisiones de CO2.
Desde 2017, por ejemplo, la población urbana ha superado en número a la población no urbana, y gestionar el tráfico de manera más inteligente se ha convertido en todo un reto. Principalmente, estaríamos hablando del suministro de energía y de bienes de todo tipo. El término «ciudades inteligentes» abarca no solo ciudades altamente interconectadas sino que también incluye ciudades que producen, distribuyen y consumen energía por sí mismas, en otras palabras, donde los edificios se convierten en mini centrales eléctricas para generar energía renovable. Además, incluye el concepto de ciudades que se convierten en espacios verdes con tejados donde poder cultivar alimentos. ¿Por qué deberíamos cultivar todo en campos fuera de la ciudad? Crear y producir recursos más cerca de la demanda reduce la necesidad de transportarlos y, por lo tanto, disminuye el consumo de energía.
La inteligencia artificial también está haciendo que la agricultura sea cada vez «más inteligente», más productiva y utilice menos recursos. Los agricultores ya están empleando drones para identificar sobre los campos qué plagas han infestado qué cultivos. De esta manera, pueden combatirlas con precisión milimétrica y conseguir una reducción del 90% del uso de insecticidas y pesticidas.
Los objetivos mundiales de desarrollo sostenible solo se pueden alcanzar a través del crecimiento. Y para conseguir un crecimiento sostenible, necesitamos inteligencia (artificial).
Tribuna de Hans-Jörg Naumer, Global Head of Capital Markets & Thematic Research de Allianz GI.
Pixabay CC0 Public Domain. Credit Suisse capta 212 millones de dólares para el primer fondo de impacto dedicado a la salud de los océanos
Credit Suisse, en asociación con Rockefeller Asset Management (RAM), ha lanzado el Credit Suisse Rockefeller Ocean Engagement Fund, la primera estrategia de impacto de renta variable para abordar la salud de los océanos en línea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 de las Naciones Unidas: la vida bajo el agua.
Según señala la entidad, el fondo ya ha recaudado 212 millones de dólares. Esta estrategia ofrece a los inversores minoristas e institucionales la oportunidad de obtener alfa y participar en una economía azul sostenible. Como asesores de inversión del fondo, RAM emplea una estrategia fundamental de renta variable global que invierte en 30-50 valores dentro del universo personalizado relacionado con la actividad de los océanos.
La capacidad de participar mediante una representación activa de los derechos de los accionistas se tiene en cuenta a lo largo de todo el proceso de inversión, recurriendo a los conocimientos especializados sectoriales sobre los océanos de la Fundación Océano (The Ocean Foundation). Según explican desde la entidad, una de las características innovadoras del fondo es el compromiso y la inversión junto con tres temas oceánicos clave: la prevención de la contaminación, transición del carbono y conservación del Océano.
«El océano es una de las temáticas donde menos se invierte en relación a los objetivos de sostenibilidad de las Naciones Unidas, aunque más de un tercio de los inversores institucionales han expresado su interés en invertir en la Blue Economy. Nos sentimos muy contentos de liderar el camino que permita a los inversores generar un impacto en relación a esta temática», ha señalado Marisa Drew, directora de sostenibilidad y responsable global de asesoramiento en estrategia de sostenibilidad y finanzas (SSAF) de Credit Suisse.
Por su parte, Casey Clark, responsable global de ESG de Rockefeller y co-gestor fondo, apunta que lograr un compromiso constructivo por parte de los accionistas es una parte fundamental y con un objetivo de larga duración del proceso de inversión de Rockefeller Asset Management en su empeño por crear valor para los accionistas y catalizar el cambio positivo. “Estamos entusiasmados por el interés en el fondo y la oportunidad de asociarnos con Credit Suisse en esta innovadora solución que esperamos anime a otros a aumentar su interés por la llamada Blue Economy», ha afirmado Clark.
Credit Suisse y Rockefeller Asset Management, la división de gestión de activos de Rockefeller Capital Management, con la participación de The Ocean Foundation, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la conservación de los entornos oceánicos en todo el mundo, tratarán – de manera conjunta -de asesorar y mantener a las compañías en las que invierte lejos de prácticas perjudiciales para los océanos, mediante el diálogo con sus equipos de gestión.
El fondo ofrece a los inversores, con una inversión mínima de 100 dólares, una oportunidad diferente para orientar a las empresas en cartera a mejorar aquellas prácticas que puedan resultar perjudiciales para los océanos. El objetivo es buscar mayores rendimientos financieros a la vez que se ayuda a las compañías a, por ejemplo, realizar la transición para eliminar la contaminación por plásticos, mitigar el aumento del nivel del mar, mitigar la acidificación de los océanos y ayudar a mejorar las prácticas de pesca sostenible. El fondo está disponible para negociación diaria después de su suscripción.
Según explica la entidad, las decisiones de inversión del fondo estarán impulsadas por la creencia de que la industria está diferenciando cada vez más entre las “mejores empresas de cada categoría» y aquellas que muestran las mayores mejoras en su huella global de ESG. En este fondo, la mejora se da en el contexto de la salud de los océanos. Los «mejoradores» tienden a ser los más infravalorados y proporcionan a los inversores un mayor potencial para generar alfa. La identificación de empresas en este espacio junto con la participación de los accionistas puede catalizar aún más el cambio.
En 1970 la compañía Atari revolucionó una incipiente industria de los videojuegos, asociada aún al mundo Arcade y los salones recreativos. Atari se convertiría en una empresa “maldita”, vendida, revendida, quebrada y rebautizada en varias ocasiones hasta la fecha. La industria del gaming, por su parte, no pararía de crecer, en una simbiosis muy lucrativa con los avances en tecnología; un crecimiento que ha ido de la mano de las primeras generaciones de gamers, nacidos en los 70 y 80, penetrando en los hogares de todo el mundo y atrayendo a inversores ávidos de nuevas tendencias.
En España, la industria de los videojuegos supone en torno a un 0,11% del PIB, según el primer informe de impacto económico elaborado por la Asociación Española de Videojuegos (AEVI). Sin duda el sector del entretenimiento y audiovisual ha cambiado y sigue haciéndolo a un ritmo increíble.
El peso de la industria gaming en diferentes sectores es cada vez más alto. Representa el 14,3% del sector de la edición, el 9,6% del de la producción audiovisual, el 3,8% de programación y tratamiento de datos y el 3,2% del sector de las telecomunicaciones. No cabe duda de que las cifras señalan el potencial de crecimiento de esta industria y de las actividades que la componen.
Una de estas actividades, que supone una gran oportunidad inversora, como tendencia que, en nuestra opinión permanecerá, son los eSports, competiciones (amateurs y profesionales) de determinados videojuegos como, por ejemplo, “Minecraft”, “League of Legends (LoL)”, “Fornite” o “Dota 2”. Los eSports no dejan de crecer en número de espectadores. De acuerdo con el último informe de la consultora Newzoo, alcanzan los 500 millones alrededor del mundo, con una generación de ingresos estimada a nivel global de 1.100 millones de dólares para 2020.
Aunque las competiciones de videojuegos se han desarrollado de manera más o menos formal desde su nacimiento en los 70, ha habido ciertos hitos en su historia que los han llevado a lo que son hoy. Entre estos hitos se encuentra la convención en tres fases por 29 ciudades de EE.UU. organizado por Nintendo en 1990. Quizás, la mayor antesala las encontramos en las “LAN parties”, eventos que comenzaron como punto de encuentro, antes de la llegada del WIFI, en el que los participantes llevaban su propio PC. Las “LAN parties” han ido evolucionando, de la mano de la tecnología (Internet, WIFI, fibra, posibilidad de jugar en streaming en modo multijugador…), hasta ir moldeando las competiciones de videojuegos tal y como las conocemos hoy.
Los eSports han venido para quedarse, del mismo modo que ocurrió con la industria de los videojuegos offline, forman parte del ocio en el hogar; las competiciones amateurs y profesionales, tanto en streaming como en eventos, seguirán creciendo de la mano de la tecnología, donde el 5G tiene un papel clave en nuestro futuro más inmediato.
No cabe duda de que, además, se trata de un sector con gran tracción económica sobre otros sectores. AEVI estima que la industria del videojuego generó en España 1.479 millones de euros, empleando de forma directa a 9.000 personas. De ello se benefician empresas que van desde la publicidad, marketing y comunicación, así como empresas del sector y otras que buscan entre los espectadores su público objetivo; hasta abogados y asesores financieros, que permitan a los jóvenes talentos gestionar su dinero y contratos, dado que, para estas competiciones, como para los deportes de élite tradicionales, los profesionales de alto rendimiento suelen ser bastante jóvenes y necesitar de este asesoramiento.
La situación en la que se encuentra el sector gaming y, en especial, los eSports, lo convierten en una oportunidad muy interesante de inversión, que crece anualmente en ventas a doble dígito, tendencia que se ha visto acelerada en este contexto post COVID-19. Una forma de analizar las distintas áreas de inversión que ofrece es a través del estudio de los diferentes agentes intervinientes en el sector. De esta manera podemos destacar:
Los equipos: los eSport a nivel profesional cuentan con equipos. Estos consiguen altos ingresos a través de merchandising, esponsorización, por un lado, con empresas como Nike invirtiendo y, premios, por otro, que alcanzan cifras millonarias. Con un buen patrimonio de entrada, invertir en la creación o participación de uno puede llegar a ser muy lucrativo. Algunos de ellos, además, cotizan también en bolsa. Por ejemplo, el equipo y compañía Guild eSport planea su salida próximamente. Empresa que, por cierto, ha sido portada, por la alta participación del exfutbolista David Beckham en ella a través de DB Ventures, su vehículo de inversión personal.
Los “publishers”, es decir los editores y poseedores de los derechos de propiedad intelectual de los videojuegos, tales como Tencent (LoL, Clash of Clans) o Activision Blizzard (Call of Duty, Candy Crash).
Organizadores: otra de las grandes oportunidades de los eSports, algo más afectada por el mundo post COVID-19, es los eventos. En octubre del año pasado los titulares anunciaban el lleno total de Vistalegre para ver la final del campeonato mundial del LoL. Riot Games, compañía propietaria (“publisher”) y organizadora de la competición conseguía así un nuevo éxito. Es común que, para las competiciones oficiales, el organizador y el “publisher” sea la misma compañía, lo que las convierte en una opción aún más interesante, dada la diversificación de sus ingresos.
Los “broadcasters”: en el sector, son los encargados de distribuir los contenidos audiovisuales de las competiciones, ya sea en directo o bajo demanda, generalmente a través de plataformas en streaming. Hablamos de las ya muy populares Twitch, Mixer y Youtube gaming, cuyas compañías matrices son respectivamente, Amazon, Microsoft y Google.
Como se detrae de lo anterior, las opciones de inversión en el sector son, en cualquier caso, muy amplias, si bien las compañías productoras de videojuegos exitosos se llevan la palma: Capcom, Take-two Interactive, Tencent Holdings, Activision Blizzard, Electronic Arts son empresas de largo recorrido, esto es, capaces de adaptar sus productos a la demanda cambiante del público, si bien cotizan actualmente en niveles exigentes. Otra fórmula sería invertir de en los fabricantes de dispositivos, tales como Microsoft (Xbox) o Sony (Playstation), pero también en las compañías que ponen los juegos a disposición del público en sus plataformas de Apps, como Apple (Apple Store) o Google (Play Store), fabricantes de PC’s, portátiles, etc.
Prevemos un crecimiento progresivo de esta fórmula de ocio doméstico y de ocupación profesional para muchos, máxime en un contexto de economía “low-touch”, por lo que debe ser de máximo interés bajo una óptica inversora.
Tribuna de Munesh Melwani, socio fundador y director general de la EAF Cross Capital.
Pixabay CC0 Public Domain. Banca March y J.Safra Sarasin se alían para lanzar una estrategia de renta variable sostenible
La entidad española Banca March y el banco familiar suizo J. Safra Sarasin han anunciado el lanzamiento conjunto de una nueva estrategia de renta variable sostenible, el fondo JSS Sustainable Equity – SDG Opportunities. Este vehículo de inversión será distribuido por Banca March en España y por J. Safra Sarasin en el resto de los países donde la entidad española no esté presente.
Según explican desde Banca March, el fondo estará compuesta por una cartera concentrada de entre 40 y 50 compañías, el 70% de ellas serán de gran capitalización y un 30% small caps, elegidas siguiendo el análisis bottom-up, un enfoque fundamental y usando una metodología propia de análisis de factores ESG.
Además, el fondo centrará su inversión en cuatro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas asignándoles diferentes pesos en la composición de la cartera: un 41% en necesidades básicas, un 17% en capital natural, un 25% en empoderamiento y un 17% en transición energética. El Sustainable Equity – SDG Opportunities invertirá de forma global, aunque tendrá una mayor exposición a Estados Unidos, Europa y Asia. En cuanto al tipo de sector, sus objetivos de inversión le hacen estar más expuestos a compañías de salud y bienestar, industrias, tecnología de la información, utilities y consumo básico, entre otros.
En este sentido, la filosofía del vehículo de inversión es apostar por un futuro sostenible, frente al que hay que adaptarse o desaparecer, seleccionando aquellos “ganadores de mañana” y logrando así cambiar el mundo. Por parte de Banca March, este tipo de producto complementa su apuesta por la inversión socialmente responsable (ISR) y su visión de la ESG de forma integral.
Foto cedida. Japón: hacia la continuidad bajo la figura de Yoshihide Suga
Se cumple un mes desde que el primer ministro japonés, Shinzo Abe, anunciara su retirada del cargo por enfermedad. Ahora su sustituto, el recién elegido Yoshihide Suga, tiene por delante unos retos muy claros: hacer frente al choque del COVID-19, la contención del virus y la reapertura segura de la actividad social y económica. En este sentido, la mayoría de las gestoras apuntan por una visión y política de continuidad basada en las tres líneas de las “Abenomics” (estímulo monetario, fiscal y reformas estructurales).
En opinión de Sree Kochugovindan, analista económico senior de Aberdeen Standard Investments, Suga es una figura de continuidad. «Suga ha estado muy involucrado en la aplicación de las Abenomics, y se ha comprometido a centrarse en las reformas estructurales y la desregulación y existen pocos indicios de que se vaya a poner en marcha un nuevo enfoque en la inflación. Sin embargo, se espera que los cambios de política sean graduales y limitados, especialmente en un contexto en el que se corre el riesgo de que se celebren elecciones anticipadas durante el año que viene. La relación con el Banco de Japón puede evolucionar, ya que Suga se ha pronunciado más que el Primer Ministro Abe en cuestiones como la estabilidad de la moneda. Sin embargo, sus recientes comentarios refuerzan nuestra opinión de que el objetivo de inflación del 2% es más un símbolo de decepción política que una guía realista para los inversores», explica Kochugovindan.
En opinión de Piya Sachdeva, economista de Schroders, Suga podría reactivar las reformas estructurales, aunque su máxima prioridad es contener el Covid-19. Según el experto, Suga ya ha expresado su visión de continuar y mejorar las «Abenomics»: agresiva flexibilización monetaria, fuerte gasto público y reformas para hacer la economía japonesa más competitiva y elevar el crecimiento a largo plazo. “Suga podría incluso reavivar la reforma estructural, ya ha expresado su objetivo de reducir las tarifas de telefonía móvil, promover la digitalización y consolidar los bancos regionales”, añade Sachdeva.
En este sentido, a pesar de los años de flexibilización monetaria cuantitativa y cualitativa, el control de la curva de tipos y los tipos de interés negativos que se extendían más allá de la zona de la curva a 10 años, el Banco de Japón había luchado por elevar la inflación incluso antes de esta crisis. “Suga ha subrayado la importancia de una estrecha relación con el banco central bajo su dirección, que podría profundizarse aún más con el tiempo. Aunque el Primer Ministro Abe rara vez presionó al Banco de Japón para que adoptara medidas políticas específicas, algunas noticias antiguas sugieren que Suga había presionado al Banco de Japón para que ayudara a frenar la apreciación del yen, un cambio potencial que merece la atención de los inversores”, añade el analista de Aberdeen Standard Investments.
TomoyaMasanao, jefe de PIMCO en Japón apunta que el Banco de Japón puede cambiar de rumbo hacia la normalización de las políticas monetarias. “En el horizonte de medio a largo plazo creemos que estos desafíos darán lugar a un mayor riesgo de inestabilidad política e incertidumbres, lo que podría crear una mayor volatilidad en los mercados financieros y probablemente pesará sobre el rendimiento de los activos de riesgo nipones. Los mercados de bonos japoneses también podrían experimentar una mayor volatilidad. Los rendimientos podrían disminuir aún más en caso de restricción fiscal, aunque podrían aumentar si alguna forma extrema de monetización de la deuda causa finalmente la pérdida de confianza de los inversores o desencadena rebajas de calificaciones soberanas o la normalización de la política del BOJ”, señala Masanao.
Otras gestoras opinan que la política monetaria no cambiará de rumbo. Según explica Sam Perry, gestor de acciones japonesas de Pictet AM, el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, reelegido para segundo mandato de cinco años, que termina en 2023, conservará el marco monetario ultra-laxo que puso en marcha poco después de que Abe lo reclutara. “En su intento por derrotar a la deflación ha llevado los tipos de interés a corto plazo a mínimo histórico de menos 0,1 % y mantenido la rentabilidad a vencimiento de los bonos a diez años en torno a cero por ciento. Esto no quiere decir que sea completamente inflexible. Kuroda es consciente de los efectos secundarios negativos de algunas de sus políticas, sobre todo para los bancos de Japón, que tienen dificultades para aumentar beneficios a medida que la curva de rentabilidades a vencimiento se aplana. Pero la política monetaria permanecerá facilitadora bajo su mandato y posiblemente más allá”, afirma Perry.
Próximos desafíos
Para Masanao, el próximo o los próximos líderes de Japón tendrán que afrontar, paradójicamente, las consecuencias de la estabilidad política y la longevidad que disfrutó Abe. “Se han hecho pocas de las necesarias reformas económicas. Realmente, la Administración Abe no hizo el mejor uso de su capital político para enfrentar los desafíos estructurales de una población que envejece, ni tampoco realizó las reformas necesarias para un bienestar económico sostenido. El Gobierno solo se dedicó a echar balones fuera en una discusión políticamente controvertida sobre los ya insostenibles sistemas públicos de pensiones y de salud. La movilidad de la mano de obra sigue siendo extremadamente baja en Japón debido a un sistema laboral y una regulación inflexibles. Y, lo que es más, la COVID-19 ha revelado la notablemente pobre implementación de la tecnología de la información y las soluciones digitales en Japón, tanto en el sector privado como en el público. Es probable que Japón tenga más dificultades que otros países para reasignar la mano de obra y el capital para adaptarse al mundo posterior al coronavirus”, argumenta Masanao.
Además, señala que Suga tiene un gran reto respecto a la política fiscal. En este sentido explica: “A largo plazo, sin embargo, es posible que los futuros líderes políticos recurran a una flexibilización fiscal más agresiva, lo que podría provocar una pérdida de confianza de los inversores en la trayectoria de la deuda pública del Japón o, al menos, desencadenar una reducción de la calificación de la deuda soberana del Japón. Pero, al mismo tiempo, el país del Sol Naciente podría elegir prematuramente a halcones fiscales como líderes políticos o, como mínimo, políticos con un sesgo menos dovish, una posibilidad que no debe descartarse dada la preocupación del público en general por la deuda de la nación que supera el 250% de su PIB este año”.
“The Big Picture Series”, Jupiter Asset Management. “The Big Picture Series”, Jupiter Asset Management
En los meses de septiembre, octubre y noviembre, Jupiter Asset Management organiza su primer evento virtual, “The Big Picture Series”. Se trata de un conjunto de conferencias en las que la gestora reúne a expertos de varias disciplinas de inversión para discutir sobre temas de actualidad financiera.
Inaugurando la serie, la primera conferencia contó con la presencia de Andrew Formica, CEO de la gestora, quien reflexionó sobre los efectos de la disrupción creada por la pandemia a una escala que no había sido experimentada con anterioridad a nivel global y habló sobre su creencia en “el poder de las mentes activas” para enfrentar los desafíos de unos mercados que se encuentran en un momento irracional.
A continuación, Richard Buxton, director de la estrategia UK Alpha y ex-CEO de Merian Global Investors, y Edward Bonham Carter, vicepresidente de Jupiter Asset Management, charlaron sobre el proceso de unificación de ambas firmas y de los posibles vientos en contra en los mercados: las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la falta de acuerdo en el Brexit y las implicaciones de la crisis del coronavirus.
Después, en el panel de discusión, KatharineDryer, directora adjunta de inversiones, ejerció como moderadora en un debate que trató sobre la inflación en un mundo que todavía está emergiendo de la pandemia. El debate contó con la presencia de Ariel Bezalel, gestor de fondos y director de estrategia del equipo de renta fija de Jupiter AM,Mark Richards, estratega del equipo de Multiactivos,Chi Kit Chai, responsable de mercados de capitales y CIO de Ping An Asset Management, con sede en Hong Kong, yNed Naylor-Leyland, gestor de fondos y responsable del equipo Gold & Silver.
En respuesta a la crisis provocada por la pandemia, los bancos centrales y los gobiernos han dado un fuerte giro en sus políticas con una nueva ola de medidas acomodaticias. Mientras los mercados se adaptan a estas nuevas condiciones, el debate se centra en si se dará un entorno inflacionario o deflacionario. Comenzando la ronda de respuestas, Ariel Bezalel, repasó la evolución de la inflación en las últimas décadas, y argumentó que, en su opinión, existe una deflación estructural.
“En los años 80, los bancos centrales, liderados por las acciones de Paul Volcker como presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, centraron sus esfuerzos en la lucha contra la inflación. Después, la década de los años 90 se caracterizó por ser un periodo de inflación moderada. Mientras que, en la actualidad, la deflación o la desinflación parecen estar gradualmente envolviendo al mundo. En realidad, se trata realmente de una preocupación creciente para los principales bancos centrales. Durante la última década, hemos estado un entorno deflacionario que se ha visto expresado en nuestras carteras con una ponderación alta en los títulos de media y larga duración emitidos por algunos de los emisores soberanos con calificación AAA”, explicó el gestor.
“En la zona Euro, un 60% de las economías está experimentando deflación. De media, si se examina la situación de las economías desarrolladas, la inflación se sitúa en niveles cercanos al 0%. Mientras que, en los mercados emergentes, donde tradicionalmente se han experimentado unos niveles de inflación más elevados, se ha visto como los niveles de inflación disminuían, hasta alcanzar en promedio una inflación del 2%, medida año a año”, añadió.
Según apunta Ariel Bezalel, gran parte de las tesis sobre la deflación se fundamentan sobre el precio de la mano de obra a nivel global. En un mundo con un aumento masivo de la deuda, un envejecimiento de la población, una enorme disrupción por parte de la tecnología y de la globalización, la incorporación de la mano de obra más barata de las economías emergentes a la economía global ha sido clave en el aumento de las presiones deflacionarias.
Otro factor que también se ha visto durante las últimas décadas, es como el capital ha ganado una parte cada vez más grande del pastel frente a la capacidad de negociación de la fuerza laboral. Desde que comenzó la pandemia, algunas de estas tendencias se han acelerado- en concreto la creación de más deuda para tratar de rescatar la economía global-. Pero, para Bezalel, la preocupación no es tanto el aumento de la deuda como la utilidad de ésta. El gestor recalcó que, durante este año, una gran parte del incremento de los déficit fiscales se ha dedicado a rescatar al sector corporativo y a mantener a las personas que perdieron sus empleos. Una deuda improductiva que no ha supuesto un avance en inversión en infraestructura.
Por su parte, Mark Richards, mantuvo una visión ligeramente distinta, con un escenario algo más inflacionario. El estratega del equipo de Multiactivos de Jupiter AM mantiene que algunas de las fuerzas estructurales de las últimas décadas han marcado una tendencia, pero que, por primera vez, en los últimos 30 o 40 años se puede ver una narrativa coherente sobre la inflación basada en una mayor tendencia de las economías hacia la desglobalización.
A finales de la década de los 90 y principios de los 2000, el impacto de la entrada de la fuerza laboral de China en la escena económica global incrementó la oferta mundial laboral. Sin embargo, en la actualidad, se estaría viviendo un proceso a la inversa, que se concreta en las tensión en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China. El modo en el que la era post COVID se está dirigiendo hacia una desglobalización de la economía explicaría un posible incremento en la inflación. Una mayor cantidad de dinero debe ser empleada en redirigir las cadenas de suministros, representando un mayor coste para el sistema.
Además, se debe tener en cuenta que, a nivel global, las políticas monetarias están dando paso a las políticas fiscales. Durante la última década, la política monetaria de los principales bancos centrales ha sido expansiva. Ahora, por primera vez en mucho tiempo, tanto la política fiscal como la monetaria se están moviendo en la misma dirección. Según Richards, la principal diferencia en la respuesta de las autoridades a esta crisis frente a las anteriores es que la liquidez que está fluyendo en el sistema está yendo a aquellas partes que tienen una menor propensión al consumo, por lo que el argumento de la velocidad del dinero comienza a ser más convincente.
Los bancos centrales están abandonando los objetivos de inflación fijados hace 30 o 40 años, admitiendo que no son capaces de modelar la inflación. En vez de proyectar una inflación a futuro, los bancos centrales deciden esperar y mantener los tipos de interés en niveles cercanos a cero por más tiempo. Este ángulo en política monetaria, junto con las expectativas, son los elementos por los que Richards defiende un escenario económico inflacionario.
Sin embargo, en la opinión de Chi Kit Chai, existen dos fuerzas opuestas en juego. Por un lado, están las políticas monetarias y fiscales de relajamiento que han sido implementadas para contrarrestar el efecto de la pandemia. Por el otro, también está el proceso de desglobalización que está experimentando la economía.
En las últimas décadas, la globalización ha mantenido los precios de los productos comercializables bajos y también ha representado una fuente de fuerza laboral barata. En este momento, con las tensiones creadas por Estados Unidos y China, también podría darse una disrupción en las cadenas de suministro, y una potencial reubicación de éstas, contribuyendo a la presión inflacionaria. Además, recientemente, la Reserva Federal ha señalado su intención de tolerar unos mayores niveles de precios al modificar su objetivo de inflación.
A juicio de Chi Kit Chai, probablemente nos encontremos ante el final de un ciclo desinflacionario de varias décadas, pero también existen presiones deflacionarias ejercidas por la pandemia y la recesión económica. Por el momento, se desconoce si la pandemia está controlada, si se sufrirán nuevas oleadas o si la vacuna llegará pronto. Por ello, la incertidumbre en los mercados es elevada. Las fuerzas deflacionarias siguen siendo fuertes porque, aunque los gobiernos hayan actuado contra la pérdida de ingresos de los sectores más afectados, el gasto del consumidor no se ha recuperado.
El entorno de tipos de interés cercanos a cero también tiene sus implicaciones en los mercados financieros. Según Chi Kit Chai, nos encontramos en un entorno de alta volatilidad y bajo rendimiento en el que la deuda ha perdido su papel tradicional de generación de rentas y de diversificación en las carteras.
La correlación negativa entre la renta variable y la renta fija se rompe cuando los tipos de interés se aproximan a cero. En consecuencia, el perfil riesgo recompensa se vuelve asimétrico: mientras que la parte alcista se ve limitada, la caída puede ser significativa si los tipos de interés suben. Esto crea muchos desafíos para los inversores, por ello, no solo deberían tener en cuenta la inflación, sino todo este entorno de tipos de interés cercanos a cero.
En una línea de pensamiento similar, Ned Naylor-Leyland, señaló que, desde su perspectiva, el mercado está expuesto tanto a presiones inflacionarias como deflacionarias y que ambas van a persistir en el tiempo.
Según el responsable del equipo Gold & Silver, la deflación existe en la esfera monetaria. Es el resultado de unos 40 años de políticas monetarias acomodaticias que, a su vez, han creado problemas estructurales en los mercados financieros, y más concretamente en el mercado de deuda corporativa, donde existe un exceso de oferta que no va a desaparecer pronto.
Pero, Naylor-Leyland también desafía la percepción de que el coste de la vida no ha subido. La evidencia de que existe una corriente inflacionaria se puede ver en los precios de los productos alimenticios, en especial, desde que la pandemia comenzó.
“La inflación solía ser una medida del coste de la vida y de la capacidad de poder mantener un estándar constante en el nivel de vida. Pero los ajustes en las medidas oficiales de inflación significan que, a nivel del consumidor, la inflación ha estado aumentando de manera descontrolada, no reconocida por los responsables políticos, y eso ha contribuido al aumento del populismo”, comentó.
Desde un punto convencional del mercado, dijo Ned Naylor-Leyland, existen clases de activos individuales a partir de las cuales se pueden conseguir rendimientos, con independencia del tipo de entorno de inflación. Para el gestor, se puede generar rendimientos en una clase de activo individual tomando posiciones prácticamente contrarias dependiendo del área en la que el inversor se esté enfocando.