La economía británica ha replicado estrechamente la evolución de Estados Unidos durante el último año, gracias a la similitud de sus ciclos monetarios y crediticios y a unos patrones comparables de gasto y ahorro de los consumidores. A diferencia de EE.UU., en 2015 los salarios reales británicos repuntaron tras años de crecimiento nominal por debajo de la inflación. La combinación de inflación baja y crecimiento salarial ligeramente por debajo del 3% que se ha vivido este año ha dado un fuerte impulso a la renta disponible. De hecho, la confianza de los consumidores está cerca de su nivel más alto en los últimos 13 años y las ventas minoristas reales (menos automóviles) crecían a un saludable 5,9% interanual a finales de septiembre.
A pesar del sólido entorno de demanda interna, las perspectivas de conjunto del Reino Unido no están exentas de dificultades. Esa fue una de las ideas principales contenidas en los recientes anuncios del Banco de Inglaterra. Al igual que EE.UU., el sector manufacturero británico lleva tiempo luchando con las presiones deflacionistas que han golpeado a las industrias expuestas al comercio internacional. A ello se suma la elevada sensibilidad de la economía a la fortaleza de la divisa. La revalorización de la libra ponderada por comercio ha lastrado la competitividad de las exportaciones, sobre todo después de las fuertes caídas provocadas por el BCE en el euro, que representa el 45% de la cesta del índice ponderado por comercio de la libra Además, el amplio déficit por cuenta corriente (-4,7% del PIB), sumado al déficit presupuestario estructural (-3,7% del PIB), siguen presionado al Reino Unido para atraer capital, lo que se perfila como una tarea ardua si la libra esterlina sigue revalorizándose.
Aunque la fortaleza de los indicadores de demanda interna debería bastar para justificar una subida de tipos por parte del Banco de Inglaterra a medios del próximo año, la elevada sensibilidad de la economía británica a la apreciación de la libra provocará que el Banco de Inglaterra vigile de cerca las decisiones de política monetaria fuera de sus fronteras, en especial las del FOMC, antes de decidir el siguiente paso.
Como vimos en el caso del referéndum escocés, la opinión pública puede sorprender a las autoridades y a los actores del mercado por igual. Ante la cercanía del referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea (a finales de 2017, pero podría adelantarse a mediados de 2016), la incertidumbre política no da mucha tregua al comité de política monetaria del Banco de Inglaterra, y eso debería mantener en niveles elevados la incertidumbre y la volatilidad de los activos en libras.
La deuda pública del Reino Unido ha dejado atrás en 2015 su mejor comportamiento relativo de los últimos años y, con unos rendimientos nominales en el 2,0%, está cara desde una perspectiva histórica. La amenaza del referéndum sobre la salida de la UE, todavía pendiente de fecha, puede elevar las primas de riesgo asociadas con los activos en libras, aunque casi con toda probabilidad adoptará la forma de debilidad de la divisa. Desde un punto de vista relativo, los rendimientos de la deuda pública del Reino Unido siguen siendo más altos que los de otros estados europeos y seguirán atrayendo capitales extranjeros, lo que dará apoyo al mercado e impedirá que los rendimientos suban de forma acusada. Otro factor técnico de apoyo podría provenir de la reinversión de los fondos procedentes de los bonos que vencen en el marco del programa de compra de activos del Banco de Inglaterra (APF). De hecho, el 31% de toda la deuda pública británica en circulación está en manos del Banco de Inglaterra, por lo que esta reinversión ayudará a amortiguar las necesidades continuas de financiación del gobierno británico.
En general, dado que los mercados únicamente descuentan una subida de 25 pb durante los próximos doce meses y a la vista del buen tono de la demanda interna y los salarios, hay margen para que se ajusten las expectativas del mercado en 2016 y se adelante la fecha de la primera subida de tipos por parte del Banco de Inglaterra. Estas circunstancias deberían presionar los rendimientos de la deuda pública del Reino Unido, lo que nos lleva a infraponderarla. Sin embargo, y pesar de nuestra cautela a medio plazo, vemos poco margen para que se dé un ciclo de subidas firme a largo plazo debido a las dificultades externas, los elevados niveles de deuda interna y la sensibilidad de los hogares (confianza y vivienda) a los cambios en los tipos de interés.
Andrew Wells es director mundial de inversiones Renta fija, Fidelity Solutions e Inmuebles de Fidelity.