Desde hace meses hemos venido observado un incremento de las tasas de interés de los bonos del tesoro estadounidense, y si miramos esos de largo plazo, así es. Cosa diferente ocurre en los de corto plazo, que prácticamente no han visto variación y, de hecho cada vez están más cercanos al cero absoluto que a algunos puntos básicos positivos. La razón fundamental de esto, es que la Reserva Feral ha venido interviniendo el mercado de estos últimos de manera constante y sostenida, a diferencia de los bonos del tesoro de largo plazo (vencimientos 2040 y posteriores), donde interviene de manera puntual, sin grandes sumas, y muy esporádicamente. Basta ver las cifras públicas de la NY FED, para ver la manera en que la Fed es capaz de meter en algún día, más de 12.000 millones de dólares a bonos del tesoro de vencimiento entre 2021 y 2027, pero menos de 2.000 millones de dólares en días puntuales, a los de largo plazo.
Un tema importante es que la Reserva sigue interviniendo, a pesar de que muchos piensen que no. Un punto que resalto en mis conversaciones con inversionistas, es el hecho de que los anuncios de la Fed han sido no subir la tasa de interés, no retirar dinero de la economía y seguir comprando, al menos 80.000 millones de dólares mensuales en bonos del tesoro. Si uno mira los de largo plazo, pensará que la Fed no está interviniendo, pero si mira uno los de corto plazo, la historia es diferente: la Reserva interviene, lo hace a manos llenas, y sigue inundando el mercado de dólares.
La pregunta es, ¿por qué lo hace de esta manera? La respuesta es que tiene mucho que ver con algunas dinámicas de corto plazo, y que explican esta situación. Los bonos del tesoro son subyacentes de muchas operaciones y, por su calidad, se utilizan como garantía de cumplimiento de muchas de ellas. Entre esas operaciones se encuentran las cuentas de margen, las cuales constituyen un peligro potencial por la magnitud que han alcanzado. Cifras que ponen frío a cualquiera: hoy en día los activos apalancados suman cerca de 500 trillones de dólares (sí, como se lee, trillones…para ver si yo mismo estaba entendiendo mal la cifra, comparé el dato con el PIB estadounidense y la magnitud se observa en la gráfica que se anexa):
El apalancamiento nunca antes había estado tan alto en términos absolutos y nunca antes había crecido de manera tan desproporcionada en un año, como en los 12 meses recientes (con aumentos de más del 40%). Esto, sin duda alguna, es una bomba que donde explote, solo dejará caos a su paso. Por ello es que la Fed, entre otras cosas, está manteniendo bajas las tasas de los bonos del tesoro de corto plazo: no puede dejar subir los intereses de operaciones como estas cuentas de margen, pues sería catastrófico.
Una corrección de mercado, unida a un aumento de los intereses de los préstamos que respaldan estas operaciones apalancadas, podría ser un problema serio, pues lo más lógico es que ante el descuadre financiero que eso implica, muchos operadores salgan a cerrar posiciones, vendan activos y lo único que hace toda esa lógica es magnificar el desastre. Claro, como de esto se salva el que primero se salva, son estos momentos en los cuales todo el mundo quiere salir al tiempo, no encontrando los mercados un piso rápido y así, generando una bolsa de nieve más y más grande cada vez. Total, si sumamos estos factores a otros muy en boga hoy en día, como los Robotraders, cuyo mandato es que al tocar ciertos niveles ejecuten la operación para la cual fueron programados, el coctel perfecto para que una corrección se pueda convertir en un crash de mercado.
Así las cosas, las correcciones de los mercados financieros no serán un gran problema mientras las tasas de interés estén bajas y las operaciones de margen sigan generando unas ganancias potenciales. Si suben los intereses, y la ecuación financiera se descuadra, los problemas pueden ser muy, muy grandes. Esta espada de Damocles va a pender sobre los mercados financieros siempre, pues mantener las tasas bajas de interés va a ser una tarea muy complicada (o más bien, imposible) de manera constante en el largo plazo…es más, tarde o temprano, va a tener que caer la espada sobre la cabeza de los inversionistas. Así la pregunta no parece ser si esto explotará, sino cuándo lo hará.
Manuel Felipe García Ospina es vicepresidente Wealth Management de Skandia Colombia