China es la segunda economía más grande en el mundo, con un crecimiento superior al doble de la mayoría del resto de países, y en parte se debe a su disposición para endeudarse en un momento en que otros han entrado en un proceso de desapalancamiento. El año pasado, la tasa de crecimiento de China –alimentada por el crédito- retrocedió bruscamente y, como consecuencia, su economía se desaceleró mucho más de lo deseado. Las consecuencias debilitaron inexplicablemente al resto de economías del mundo. Desde el otoño 2015 hasta marzo de 2016, China ha dado marcha atrás y ha reactivado el crecimiento de sus préstamos para volver a su zona de confort. La pregunta que surge es: ¿se puede mantener esto?
El ratio de deuda/PIB ha aumentado enormemente hasta el 250%, igualando la de EE.UU. Sin embargo, no se han levantado señales de advertencia, pese a que sus tipos de interés son mucho más elevados y esto hace que su servicio de la deuda sea también más alto y vaya en aumento. Muchos otros países tienen ratios de servicio de la deuda más bajos y cayendo. China se encuentra ahora en un nivel en el que algunos países, pero no todos, se han encontrado con problemas de sostenibilidad.
Aquellos que los tuvieron, tenían gran parte de su deuda en manos de inversores extranjeros y los inversores extranjeros pueden ser volubles. La propiedad extranjera de China es muy pequeña. Fuera de China, los participantes del mercado están preocupados por la calidad del nivel de deuda del gigante asiático, que ha adoptado de forma masiva una forma de préstamos bancarios en lugar de bonos. Los préstamos en mora y el número de ‘defaults’ de los bonos van también en aumento. Aunque es probable que el ratio de préstamos de China no haya ido demasiado lejos, creemos que de cara al futuro será necesaria una reestructuración para que siga siendo así.
En nuestra opinión, las autoridades acabarán por hacer que los préstamos fuera de plazo se conviertan en bonos. La extensión de la duración bajará el coste del servicio de la deuda, lo que dará lugar a un mercado de deuda mucho más grande y un mercado de préstamos más pequeño. Cuando los tipos de interés son más altos que en el resto del mundo y las medidas políticas conectan el mercado de bonos con el exterior, los tipos tienden a bajar.
El reconocimiento mutuo de los fondos registrados en Hong Kong y Shanghái permitirán dicha conectividad. Para aquellos que pueden sentirse cómodos con la estabilidad del yuan frente a una canasta de monedas, en el mundo hambriento de rentabilidades de hoy día, las entradas de capital en el mercado de bonos de China deberían conducir a una bajada de sus tipos de interés, así como de su servicio de la deuda. Si los índices de bonos de China pasan a ser reconocidos en los índices globales (actualmente, un asunto de lobby), esto también ayudará a conectar su mercado de bonos. También se animará a las empresas estatales a emitir acciones en Hong Kong y traer de vuelta esos fondos para pagar la deuda. El país no puede mantener para siempre un crecimiento rápido de la deuda, pero puede hacerlo durante algunos años más.
Hay que considerar también si la deuda se está usando para consumir o para permitir las inversiones: si un inversor genera un retorno en esas inversiones por encima del coste de la deuda, su deuda es inherentemente más sostenible que la de quienes usan la deuda para impulsar el consumo. En la actualidad, China está tratando de tender un puente entre su vieja economía y la nueva de tal forma que el crecimiento sea lo suficientemente grande como para que la nueve recoja el testigo. Creemos que el nuevo consumidor, los servicios e industrias de mayor tecnología serán lo suficientemente fuertes en de tres a cinco años y allanarán precisamente ese camino. En PineBridge creemos que China está construyendo un puente hacia un muelle, no hacia un acantilado.
Michael J. Kelly es managing director y responsable global de estrategias multiactivo de PineBridge.
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