En el mundo de la inversión, cada vez cobra más importancia el papel de una buena administración responsable (o stewardship, en inglés). La robustez de los consejos de administración y equipos de gestión de una empresa está directamente relacionada con la calidad en las decisiones de asignación de capital a largo plazo y permite actuar en defensa de los intereses de todas las partes implicadas. Asimismo, la fortaleza de estos equipos se traduce en mayores ventajas competitivas y mejores rentabilidades a futuro.
Las estrategias que aúnan la inversión responsable con la obtención de rentabilidades atractivas a largo plazo cada vez suscitan más interés entre los inversores, y cabe señalar que la administración responsable es más importante cuanto más se extiende el horizonte temporal. Por tanto, si combinamos un horizonte de inversión a largo plazo con estrictos criterios de inclusión obtendremos una estrategia de baja rotación que no solo mejorará las rentabilidades derivadas de la inversión en empresas que incorporan factores ESG en sus modelos de negocio, sino que consolidará la obteción de beneficios a largo plazo.
¿Cuáles son las características de un buen administrador?
En nuestra opinión, una buena administración responsable conlleva sopesar con juicio las necesidades de todas las partes interesadas a fin de obtener beneficios: invertir en capital humano, proteger el planeta y destinar fondos a la innovación para asegurar la conservación de los beneficios futuros. Un buen administrador responsable es capaz de detectar y mitigar los principales riesgos ambientales, sociales y de gobernanza, e invierte en oportunidades igualmente significativas para atenuar la volatilidad de los beneficios empresariales, reducir sus costes de capital y afianzar las rentabilidades potenciales a largo plazo. Las compañías que son conscientes de su impacto en el planeta priorizan la transición hacia fuentes de energía más verdes y reducen su huella ambiental (la “E” de ESG). Asimismo, adoptan métodos más sostenibles para extraer materias primas y reducen los riesgos regulatorios.
Las compañías que se preocupan por sus empleados, sus clientes, su cadena de suministro y las comunidades (la “S” de ESG), y, como resultado, mejoran la diversidad, la igualdad y la inclusión en sus respectivas culturas corporativas. Con ello, reducen las tasas de abandono entre la plantilla, consolidan la fidelidad de su clientela, mejoran la sostenibilidad de las cadenas de suministro y promueven una mayor amplitud de miras y que se analicen detenidamente las decisiones. A su vez, una sólida estructura de gobernanza (la “G” de ESG) refuerza la capacidad de una compañía para asignar juiciosamente el capital y desarrollar su actividad con un objetivo a largo plazo, a fin de lograr rentabilidades más sostenibles. Las empresas responsables (a las que denominamos global stewards) invierten en innovación para adaptar sus negocios y expandirlos paulatinamente, al tiempo que consolidan su ventaja competitiva y su poder de fijación de precios. Así, crean una barrera que frena a la competencia o dificulta la llegada de nuevos participantes al mercado.
Inversión en administración responsable: con el foco en el largo plazo
Para que sea efectiva, esta inversión debe tener en cuenta la tendencia del mercado a centrarse en el crecimiento a corto plazo. Como podemos ver en la figura 1, de media, los inversores rotan las compañías en sus carteras cada 10 meses. Por el contrario, la estrategia de global stewards de Wellington persigue mantenerlas durante 10 años.
Un enfoque de administración responsable debe optar por la gestión activa para obtener buenos resultados a largo plazo. Esto implica analizar exhaustivamente las compañías en las que se invierte o aquellas que se contempla incluir. Es necesario entablar un diálogo informativo con los consejos de administración y los equipos directivos para asegurarse de que el modelo de negocio se basa en una perspectiva a largo plazo que apueste por la innovación y la sostenibilidad, y priorice la rentabilidad duradera sobre los beneficios empresariales del siguiente trimestre. También es fundamental que se trate de un diálogo activo para identificar, mantener y reforzar el círculo virtuoso de la compañía a largo plazo.
Cómo construir una cartera de administración responsable
Muchos fondos sostenibles tienen una clara preferencia de estilo: suelen inclinarse hacia la inversión tecnológica o de crecimiento. Sin embargo, el foco a largo plazo de la inversión en administración responsable se complementa bien con la construcción de una cartera diversificada que equilibre las exposiciones sectoriales y esté sometida únicamente a los riesgos de rentabilidad y de compañías concretas. Esta diversificación de la que hablamos y la relevancia de la selección de valores reducen los sesgos nacionales, sectoriales y factoriales, e incrementan el potencial de una buena administración responsable para generar rentabilidades superiores a las del mercado (alfa) en acciones concretas.
A nuestro modo de ver, en cualquier sector poco cíclico con altas rentabilidades se pueden encontrar opciones destacables para invertir con una estrategia de administración responsable y siguiendo un enfoque que priorice al negocio, a las partes interesadas y las rentabilidades para los partícipes. Las empresas responsables suelen ser de alta calidad y pueden reducir en gran medida la volatilidad de la cartera en la que se encuentren con respecto al mercado general. Además, facilitan la generación de un alfa más consistente y estable gradualmente.
Tribuna de Yolanda Courtines, gestora de Renta Variable en Wellington Management.