La gestión activa es una criatura compleja y las ventajas que reporta un enfoque activo no representan un fenómeno universal. En algunos mercados, sobre todo en renta variable estadounidense, la historia muestra que los gestores activos han pasado apuros para añadir valor a largo plazo.
Los argumentos esgrimidos al respecto están bien asentados, a saber, que el mercado de gran capitalización estadounidense es el más analizado del mundo y los mercados son tan eficientes que cualquier nueva información se ve inmediatamente reflejada en los precios. Esta falta de ineficiencias puede limitar el ámbito donde un gestor activo puede generar alfa de manera sistemática.
Se ha aducido que esta «sequía de alfa» se ha visto amplificada por el efecto de la QE y la política monetaria extraordinaria, que ha llevado a los mercados a registrar máximos históricos y desviar la atención de los inversores muy lejos de los fundamentales.
Como consecuencia de este entorno, los gestores activos han tratado de justificar las valoraciones infladas de las empresas que, en algunos casos, se han quedado desvinculadas de su realidad corporativa. Este maremoto de dinero barato deparó a los gestores activos de EE.UU. algunos resultados relativos provocadoramente negativos al repuntar las correlaciones entre las empresas y desplomarse la volatilidad del mercado.
Los datos de Morningstar revelan que aproximadamente el 75% de los gestores activos de gran capitalización estadounidenses han obtenido rendimientos inferiores al S&P 500 en los últimos tres años, una situación que lleva vigente desde el inicio de la QE.
Llegados a este punto, se podría pensar que nuestra elección es apostar plenamente por la gestión pasiva en relación con la renta variable estadounidense, aduciendo que el coste de oportunidad de la gestión activa parece demasiado alto en esta región (al ser los mercados tan eficientes) y que el ámbito del análisis “bottom-up” para añadir valor es negativo.
Nada de eso. En realidad, nos estamos moviendo en dirección opuesta al atenuar nuestra exposición pasiva a renta variable a favor de los gestores activos. Esto se debe a que el momento también es un aspecto crucial a tener en cuenta en la inversión activa y pasiva. Los gestores activos tienen cabida en un tiempo y lugar determinados, y creemos que ese momento ha llegado ya.
Gestión activa: ¿Por qué ahora?
La historia muestra que los gestores activos de EE.UU. se han quedado a la zaga de los ciclos bursátiles rabiosamente alcistas. Al afianzarse las ganancias de la bolsa, esta dinámica de peor comportamiento de la gestión activa se vuelve más difícil de aceptar para los seleccionadores de fondos. En periodos en que el S&P 500 arrojó una rentabilidad anualizada del 25% durante un trienio, el promedio de rendimientos logrados por los gestores activos fue un 4% anual más bajo.
Por el contrario, en un entorno de ganancias más modestas, donde el S&P 500 renta menos del 10% anual en tres años sucesivos, los gestores activos estadounidenses han generado un alta neta de comisiones en el mercado más eficiente del mundo. Esto nos lleva a plantearnos la incómoda pregunta a la que se enfrenta cualquier inversor: ¿qué rendimientos sería razonable que esperasen obtener los clientes en un horizonte a medio plazo?
Terreno de caza fértil
Todos los inversores se han beneficiado del fantástico entorno de inversión que hemos experimentado en los últimos ocho años, caracterizado por expectativas de revalorización bajas pero en vías de mejora, una inflación discreta, un posicionamiento prudente, una QE que cercena la volatilidad, unidas a rendimientos de inversión sobrecargados en todas las clases de activos. Sin embargo, el tono de este recorrido alcista está cambiando.
Los tipos de interés están subiendo, la inflación asoma en la retaguardia, los inversores continúan eufóricos y la era de la política monetaria extraordinaria está llegando a su fin. Cuando se evalúan las variaciones de estos factores macro en un contexto de valoraciones infladas y niveles de rentabilidad corporativa históricamente altos en Estados Unidos, es fácil perfilar un panorama de rendimientos más modestos de ahora en adelante.
Nosotros creemos que este entorno debería adaptarse bien a los gestores activos en todas las clases de inversiones, dado que los fundamentales vuelven a cobrar protagonismo y el beta pierde peso como determinante de las ganancias. Son estos tipos de entornos los que brindan a los gestores activos un terreno de caza más fértil para que añadan alfa, un alfa que además va a volverse cada vez más valioso.
Nick Watson es gestor de fondos en el equipo multiactivos de Reino Unido de Janus Henderson Investors.