Al principio de este otoño, asistía al International Manufacturing Technology Show en Chicago, donde compañías de todo el mundo vinieron a presentar los nuevos productos que utilizan las tecnologías de fabricación más punteras como herramientas, robótica y diversos componentes de automatización. Esta feria bianual es el evento más grande del mundo de este tipo, un parque temático virtual para los ‘frikis’ de fabricación. A pesar de la habitual charla de la deslocalización, la industria manufacturera de Estados Unidos sigue creciendo a un ritmo saludable, impulsada por el sector de la automoción, el aeroespacial y los relacionados con la energía. Gracias a la expansión de estas industrias de mayor valor añadido, la productividad de la industria estadounidense ha registrado una sorprendente mejora en los últimos años. El gasto de capital también ha sido robusto, gracias a que las empresas tratan de aprovechar las oportunidades de negocio. Sin embargo, estos fabricantes también están dispuestos a adoptar una mayor automatización y procesos robóticos para ayudar a mantener los costes fijos bajo control.
Los “robots” colaborativos están entre los nuevos productos que pude ver en la feria. La mayor parte de los robots industriales de hoy en día no están preparados para trabajar codo con codo con los humanos, debido simplemente a que son demasiado potentes y no están equipados con sistemas de seguridad. En una cadena de producción, los robots se colocan normalmente en el interior de jaulas de metal para mantener a salvo a los trabajadores que operan a su alrededor. Esto no supone un gran problema si se tiene una fábrica grande, pero los fabricantes que buscan sustituir los procesos humanos por robots, a menudo descubren que el espacio libre no es suficiente para albergar estas jaulas de metal. Es ahí donde entran en juego estos robots colaborativos, pues están equipados con sensores y otros sistemas de seguridad que les permite operar en espacios reducidos junto a los empleados. Además, están cubiertos en un material de espuma suave y un código de color para diferenciarlos de otros robots no colaborativos. Será interesante ver la aceptación en el mercado de este nuevo tipo de robot.
Otra cosa que me llamó la atención durante el show fue un proyecto para construir un coche con una impresora 3D. Hasta la fecha me había mantenido bastante escéptico en lo que se refiere a estos productos de impresión en 3D, también conocidos como de fabricación aditiva. Pude observar el proceso de fabricación de componentes, pero en última instancia, no me impresionó demasiado. Había imaginado un producto listo para salir de la impresora, pero la tecnología no parece haber llegado a ese punto de momento. No me malinterpreten. Creo que la impresión 3D es una tecnología prometedora, pero está claro que hay áreas en las que este tipo de impresión tendrá sentido y otros en los que no. Productos como los implantes médicos parecen tener buenas opciones, dada la posibilidad de personalizar fácilmente las dimensiones. Sin embargo, los ciclos de producción son lentos y los requisitos de calidad más exigentes limitarán la adopción de la impresión 3D en áreas como los automóviles y la industria aeroespacial. Estaremos atentos a cualquier avance tecnológico que pueden acelerar la adopción de este tipo de impresión en los procesos de fabricación.
Asistir a estas ferias rara vez conduce a la toma inmediata de decisiones de inversión. Sin embargo, sí nos ayudan a entender mejor la industria y los factores que pueden afectar al crecimiento futuro de un sector. Y oye, ¿dónde más puedo jugar al blackjack con un robot crupier de dos brazos?
Kenichi Amaki, es Portfolio Manager de Matthews Asia.
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