Bitcoin y más en general, los activos digitales, han ganado cada vez más momentum en los últimos años, captando la atención de los inversores. Hoy, dondequiera que usted mire, verá firmas de inversión tradicionales que comienzan a incursionar en las criptodivisas, sea desde pequeñas family offices hasta los bancos más grandes del mundo. Esto adopta varias formas y algunos recién comienzan a educarse sobre el tema, mientras que otros ya están muy comprometidos e involucrados en él.
La lógica de la inversión varía mucho de un activo digital a otro, ya que sus características y componentes los hacen muy diferentes entre sí. Pero una cosa que casi todos comparten (dejando de lado a las stablecoins) es su volatilidad generadora de grandes rentabilidades. Como nueva clase de activo, los acontecimientos macro e idiosincrásicos pueden generar grandes oscilaciones en los precios de los activos digitales.
Para evaluar el riesgo específico de la moneda, los inversores deben considerar una amplia gama de elementos al invertir en un activo digital en particular, incluida la evaluación del equipo de desarrollo, los casos de uso y los riesgos regulatorios. ¿Es el equipo fuerte y comprometido? ¿O es probable que simplemente quemen sin sentido las plusvalías de la venta de sus tokens? ¿Existe un caso de uso real que le dé valor a una moneda o es puramente un instrumento de especulación? Los reguladores: ¿lo considerarían una materia prima o un valor? Todas estas son preguntas importantes que pueden echar luz sobre los riesgos de invertir en una moneda en particular.
Una forma obvia de gestionar el riesgo idiosincrásico es la diversificación. Invertir en una variedad de activos digitales reduce el riesgo de que su cartera se vea significativamente afectada por un evento que repercute sobre el valor de una moneda o un token en particular. Ripple, por ejemplo, padeció en diciembre de 2020 una caída de precios dramática cuando la SEC inició una investigación sobre la venta de sus tokens. No obstante, este evento apenas afectó al resto del mercado, por lo que los inversores que tenían varios tokens además del de Ripple no sintieron el golpe con demasiada fuerza.
Cuando se trata del riesgo sistemático y la volatilidad de la clase de activo en general, los inversores deberían considerar a los activos digitales en el contexto de la globalidad de su cartera. Si las criptodivisas son muy volátiles, entonces también tienen una baja correlación con otras clases de activo. Con el tamaño apropiado, el impacto de la incorporación de activos digitales a una cartera de activos múltiples más amplia puede quedar contenido increíblemente. Nuestro análisis indica que en una asignación del 2% a Bitcoin en nuestro ejemplo de una cartera global de 60/40 de acciones y bonos[1], la volatilidad de ésta se hubiese incrementado desde un 9.0% al 9.5%, generando una rentabilidad del 9.5% en la cartera del Bitcoin incorporado frente a un 7.2% en la cartera 60/40. Asimismo, la incorporación del Bitcoin a la cartera de 60/40 de acciones y bonos de ejemplo, incrementó la relación Sharpe[2] desde el 0.72 al 0.92. Para ponerlo un poco en perspectiva, el MSCI ACWI[3] obtuvo una rentabilidad del 9.9% con una volatilidad de 13.7% durante el mismo período[4] y con una relación Sharpe del 0.97.
Uno de los modos en el cual los inversores pueden gestionar la exposición a los activos digitales sin descuidar el riesgo, es utilizando los marcos basados en riesgo, tales como la contribución al riesgo objetivo. Al establecer un presupuesto de riesgo para los activos digitales, los inversores pueden optimizar sus carteras en un esfuerzo por mantener bajo control la contribución de los activos digitales al riesgo de la cartera en su globalidad.
No caben dudas de que los activos digitales son una clase de activo nueva y riesgosa y el desafío es evaluar su riesgo.
Pero esto no debería desanimar necesariamente a los inversores. Consideradas dentro del contexto de una cartera amplia, las asignaciones de tamaño apropiado tienen el potencial de mejorar el perfil ajustado por riesgo de la cartera. Esta razón, junto con el potencial de la tecnología blockchain detrás de los activos digitales, significa que la incorporación de los activos digitales merece ser considerada en las carteras de activos múltiples del mismo modo que otras clases de activo.
Notas
[1] 2% en Bitcoin, 58% en el MSCI ACWI y 40% en el Bloomberg Barclays Multiverse. Desde el 31 de diciembre de 2013 al 31 de julio de 2021.
[2] La relación Sharpe se refiere a una métrica financiera que los inversores suelen utilizar al evaluar la rentabilidad de los productos de gestión de inversiones.
[3] El MSCI ACWI hace referencia al MSCI All Companies World Index
[4] Desde el 31 de diciembre de 2013 al 31 de julio de 2021.
Tribuna de Florian Ginez, Associate Director, Quantitative Research, WisdomTree.