La renta fija ha vivido un cambio estructural, este mercado ya no volverá a ser como antes de la crisis. ¿Qué ha sucedido? Uno de los hechos más relevantes que explican la situación es que las principales autoridades monetarias del mundo se han aplicado contra la crisis de una manera realmente extraordinaria.
No en vano, la Reserva Federal mantiene en su balance 4,23 billones de dólares (3,6 billones de euros) entre bonos del Tesoro de EE.UU. (los famosos Treasuries) y MBS (activos respaldados por hipotecas). Por su parte el BCE tiene anotados 2,35 billones de euros en activos de la eurozona adquiridos “con fines de política monetaria”, según su propia definición, es decir, comprados por el banco central con el propósito explícito de apoyar a la economía de la eurozona. En los últimos 10 años, EE.UU. ha emitido más deuda que en toda su historia. Nos encontramos en suma con unos niveles de liquidez sin precedentes y que probablemente tampoco volveremos a ver. Por eso, la expresión más repetida en el mercado, deseada y a la vez temida, es “vuelta a la normalidad” y ése parece ser el gran tema de cara a 2018.
Los bancos centrales están obligados a regresar a cotas más normales, entre otras cosas, para poder dotarse de un cierto margen de maniobra para poder reaccionar en caso de futuras crisis financieras o económicas. Sin embargo, las autoridades monetarias son plenamente conscientes de que a la normalidad hay que regresar de forma gradual y con pies de plomo, si no se quiere desencadenar un nuevo tsunami financiero. Así que, en nuestra opinión, tenemos por delante un camino que tardará años en recorrerse. En la eurozona no deberíamos empezar a pensar en subidas de tipos de interés, como mínimo, hasta 2019, aunque claramente la senda de retiro de estímulos ya se ha iniciado. Y es que estos estímulos de los bancos centrales han propiciado un escenario de tipos de interés tan bajos que han obligado a los players del mercado a asumir un mayor riesgo para obtener unas rentabilidades aceptables.
Si hace 10 años la mayor parte de la oferta global de activos de renta fija ofrecía rendimientos superiores al 4%, hoy no es nada sencillo encontrar valores que den rentabilidades por encima del 3%. De hecho, se calcula que actualmente hay en circulación en el mundo financiero unos 8 billones de dólares en bonos soberanos con tipos de interés negativos. Y es también la aversión al riesgo la que hace que prácticamente un tercio del mercado europeo de renta fija ofrezca rendimientos negativos, a pesar de que tanto la UE como la eurozona vayan a cerrar su cuarto año consecutivo de crecimiento y que actualmente todos los grandes motores económicos mundiales se están expandiendo de forma sincronizada (el FMI pronostica que el año próximo la economía mundial crecerá un 3,7%, mientras que nuestra estimación de crecimiento para el PIB de España en 2018 es de un 2,5%).
Para añadir más complejidad a las circunstancias actuales, basta señalar que apenas se observan presiones inflacionarias de consideración en prácticamente ninguna economía avanzada (sí, en cambio, hay apreciaciones de activos reales con un protagonismo absoluto del sector inmobiliario), a pesar de que son varios los países que están alcanzando ya niveles de pleno empleo (en España la tasa de paro ha caído prácticamente 10 puntos porcentuales en cuatro años y esperamos que en 2018 se sitúe en el 15,2%, el nivel más bajo de los últimos 10 años). En la era del comercio digital, la regla de la inflación al 2% parece estar dejando de ser útil en términos de política monetaria o de estrategias de renta fija.
En resumidas cuentas, ahora se paga un alto precio por la prima de liquidez y encontrar valor en los activos libres de riesgo va a suponer un verdadero desafío para cualquier gestor de carteras de inversión. Así, aunque el consenso global es de un endurecimiento progresivo y constante de la política monetaria, no parece que se vaya a producir en los próximos meses un cambio muy brusco en el panorama libre de riesgo.
Sin embargo, tampoco se puede olvidar que históricamente las correcciones de la renta fija no se han parecido ni remotamente a las que ha sufrido la Bolsa durante las diversas crisis que han tenido lugar a lo largo de las últimas décadas, por lo que los bonos siguen siendo considerados como un activo imprescindible en cualquier cartera diversificada.
En todo caso, el universo que se extiende más allá del muro del grado de inversión ofrece muchas oportunidades; con activos de gran calidad en el rango de las calificaciones BB y B, con una razonable relación rentabilidad/riesgo. En este sentido, uno de los caladeros que está llamando cada vez más la atención es el Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF). En sus cuatro años de vida, esta plataforma ha movilizado ya 6.700 millones de euros, emitidos por cerca de 40 compañías procedentes de los más diversos sectores de actividad, que han descubierto el mercado de capitales como una herramienta esencial en la necesaria diversificación de sus fuentes de financiación. En Axesor estamos orgullosos de haber participado activamente en este proceso, siendo la agencia de rating mayoritariamente elegida para evaluar la solvencia de las emisiones, tanto de largo como de corto plazo, que se han ido listando en el MARF.
En definitiva, en estos largos años de crisis el mundo ha cambiado radicalmente. Por ejemplo, algo tan cotidiano y extendido hoy como son las redes sociales, que ya no solo predominan en nuestras relaciones personales y en la forma de comunicarnos, sino que juegan un papel cada vez más relevante en la actividad económica, apenas estaban empezando a desarrollarse y eran unas grandes desconocidas en el año 2008. En definitiva, las nuevas tecnologías están derribando los paradigmas y fundamentos económicos que habían funcionado hasta ahora. El mercado de capitales ha construido su propio relato de esta transformación estructural y todos, inversores, emisores y demás participantes, deben aprender a desenvolverse en este nuevo mundo.
Tribuna de Adolfo Estévez, Managing Director de Axesor Rating