Este año podría ser el año del tigre para la renta variable china. Después de 12 meses de inestabilidad, los inversores extranjeros están empezando a volver a China. Enfrentados a un muro de incertidumbre geopolítica y macroeconómica -una política de cero COVID, un aumento de las tensiones con EE.UU., un escrutinio regulatorio más estricto y la debilidad del sector inmobiliario-, los inversores de la segunda economía del mundo han pasado gran parte del año pasado buscando un mejor hogar para su capital.
La renta variable se vio especialmente afectada. El selectivo Hang Seng China Entreprise -el índice de referencia de la Bolsa de Hong Kong-, por ejemplo, cayó un 22% en 2021. Los llamados valores BAT, los favoritos de los inversores en crecimiento, sufrieron descensos similares.
Pero hay indicios de que la marea puede estar empezando a cambiar. En abril, el banco central de China introdujo una ola de medidas destinadas a apoyar la economía. Entre ellas, una reducción de los niveles de reservas obligatorias para los bancos, junto con un recorte récord de su tipo de interés hipotecario. También hay indicios de que las anteriores medidas reguladoras contra los valores tecnológicos chinos han llegado a su fin.
Ahora, los inversores han empezado a responder en consecuencia. Las entradas extranjeras en el mercado bursátil chino han sido de unos 40.000 millones de renminbi (6.000 millones de dólares) este año, lo que sitúa las participaciones por encima de los niveles de principios de marzo, cuando comenzó la venta masiva, según datos del diario Financial Times. Asimismo, el índice de referencia CSI 300 de empresas que cotizan en la China continental ha subido un 13% desde su mínimo del año a principios de mayo.
Para los inversores que mantuvieron su rumbo durante la venta masiva de acciones en China, esto marca un punto de inflexión. A pesar de los anteriores vientos en contra, no todos los gestores y analistas consideraron que era el momento de dejar de invertir. Hubo quienes creyeron que era precisamente el momento de apostar por el gigante asiático. Este fue el caso de nuestra estrategia, en la que vimos esas caídas de precios como una oportunidad más que como un riesgo.
Este tipo de comportamiento se conoce en el mundo de la inversión como ser contrarian. Es decir, aquellos ahorradores que invierten en sentido contrario al sentimiento general del mercado. Cuando la mayoría de los agentes del mercado compran, el inversor contrario vende. Mientras que si se produce un mercado bajista, el inversor contrario se dedica a buscar oportunidades de compra.
Durante más de una década, ser un contrarian ha sido sinónimo de invertir en valor. Hoy, las cosas están menos claras. La venta de acciones chinas nos ofreció una excelente oportunidad para comprar acciones de mayor calidad a precios de ganga.
El objetivo de nuestra estrategia Asia ex-Japan Equity es lograr la revalorización del capital a largo plazo invirtiendo principalmente en una cartera de valores de renta variable emitidos por empresas de la región de Asia, excluido Japón. El equipo de gestión invierte en valores infravalorados por el mercado y con potencial de beneficios futuros. El proceso de inversión tiene en cuenta criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Además, el gestor se implica en la promoción de buenas prácticas en las empresas en las que invierte, una seña de identidad de Federated Hermes.
Tribuna elaborada por Jonathan Pines, gestor de fondos de Federated Hermes.