La realidad social en Iberoamérica presenta rasgos muy definidos. En primer lugar, una elevada concentración de población en los centros urbanos. También un déficit de infraestructuras y de cobertura de los servicios básicos, y, por último, una situación económica diversa desde países conectados con la economía global con un gran crecimiento (México, Chile, Brasil, o Paraguay), naciones con un menor crecimiento (Argentina y Colombia), y otros Estados con una preocupante situación económica, como es el caso de Venezuela o Cuba.
Planteado este escenario, ¿es posible hacer RSC seria y creíble? Sí, pero con riesgos. Se trata de una sociedad mucho más articulada que la europea. Esto que parece bueno, a veces la hace mucho más compleja. Aunque aparentemente existe responsabilidad social en el discurso, en la realidad las empresas se centran en acciones filantrópicas para cubrir las necesidades básicas. Además, muchos ven en la RSC un peligro. Los gobiernos pierden control. Se ofrece el mensaje de que las empresas se aprovecharon de los procesos de privatización y ahora quieren legitimarse a través de la RSC. Y, además, no falta la permanente idea de estigmatización del lucro, es decir, las empresas privadas esquilman los recursos y se llevan la riqueza, y ahora hacen maquillaje social a través de la RSC.
La llamada Responsabilidad Social de las empresas se enfrenta en Iberoamérica a varios dilemas, como son los siguientes:
- Ineficiencia. Las empresas tienen problemas para ofrecer servicios que aporten rentabilidad suficiente para que los mercados de capital inviertan en ellos.
- Muchos Estados no tienen recursos suficientes debido a la debilidad de la economía local. Las empresas son utilizadas para cubrir carencias en zonas remotas.
- Inestabilidad. Existe inseguridad para ofrecer un marco a largo plazo que permita invertir con seguridad en la construcción/desarrollo de infraestructuras.
- La principal solución se encuentra en el partenariado público/privado con garantías a largo plazo. En lugar de financiar las organizaciones multilaterales deberían dar seguridad, hacer que el mercado funcione. Las prioridades empresariales en materia de RSC se deben centrar en asuntos clave como el acceso a los derechos (Objetivos del Milenio) o la lucha contra la corrupción.
Son varios los retos de la Responsabilidad Corporativa en Iberoamérica. Aunque está cerca de alcanzar los Objetivos del Milenio previstos para el año 2015, esta parte del continente americano experimenta dos importantes fenómenos a abordar. Primero, una aguda concentración en los centros urbanos y, segundo, un déficit de infraestructura y de cobertura de los servicios básicos. Las necesidades son apremiantes. Resolver la ecuación implica desarrollar infraestructuras y dar adecuado mantenimiento a las existentes, velando por preservar los recursos naturales disponibles.
Las soluciones deben considerar tres problemáticas comunes a los países de la región:
Primero, un desigual acceso al recurso agua. Iberoamérica cuenta con un 26% de los recursos hídricos del planeta para tan sólo el 6% de la población mundial, sin embargo, no puede decirse que exista disponibilidad homogénea del agua para todos los centros urbanos, ni que ésta sea apta para el consumo humano. Las dificultades provienen de la desigualdad en la repartición geográfica del recurso, el déficit en la gestión, la falta de infraestructura y de inversión.
Segundo, una degradación de la calidad de la vida urbana. El aumento en la producción de los residuos sólidos urbanos y el déficit de tratamiento adecuado es otra realidad palpable en muchas calles de las principales ciudades. La producción de residuos por habitante es actualmente de un promedio de 1 kg al día por habitante (un 70% más elevado que hace 25 años).
Y, por último, una necesidad de nuevas inversiones para mantenimiento y desarrollo de nuevas infraestructuras. Iberoamérica deberá consagrar en los próximos años recursos adicionales para el desarrollo de infraestructuras. La región destina actualmente aproximadamente un 2% de su PIB al desarrollo de las infraestructuras y se estima que para hacer frente a sus necesidades de crecimiento debe aumentar este porcentaje hasta entre un 4% y un 6% de su PIB.
FCC participa al cincuenta por ciento con la francesa Veolia en Proactiva Medio Ambiente, empresa especializada en servicios ciudadanos medioambientales: gestión integral del agua y de los residuos. Está presente en ocho de los principales países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela), presta servicio a 42 millones de personas.
Artículo de opinión de Javier López-Galiacho, director de Responsabilidad Corporativa de FCC, publicado en la revista especializada “ethic. La vanguardia de la sostenibilidad”.