El presidente Erdogan no ha hecho sino tomar malas decisiones. Su banco central, “independiente” solo de nombre, no va a elevar las tasas para contener la depreciación de la lira y tampoco solicitará un rescate del FMI.
Es seguro que sus declaraciones “Estados Unidos podrá tener dólares, pero nosotros tenemos a Dios” no van a inspirar ninguna confianza en las divisas globales, a menos que ese dios al que se refiere sea Christine Lagarde.
Sin un muro de contención, estimo que la lira continuará su caída (probablemente no al mismo ritmo), lo que parece ser también el consenso ya que los futuros ilustran que la divisa podría tener otra baja del 20%.
El riesgo de contagio hacia los mercados emergentes es de sentir, no en cuanto a los fundamentales. Turquía tiene un intercambio comercial y lazos económicos limitados con otros emergentes. Sin embargo, la reacción de los mercados puede revertirse como lo hemos visto con otras economías emergentes frágiles como Argentina y Hungría, cuyas divisas sufrieron drásticas perdidas imitando a la lira.
Bancos europeos
No vemos riesgo sistémico en los bancos europeos (España y Francia tienen la mayor exposición), pero esta es una amenaza que el sistema bancario de Europa no necesita en un momento en que el crecimiento ha marcado una pausa.
Algunos analistas sugieren que la crisis turca puede posponer la restricción en la política monetaria de la Fed y/o el BCE. Yo tengo mis dudas.
A menos que la crisis se extienda a hacia el sistema bancario global, Jay Powell no se moverá y Mario Draghi tiene múltiples problemas aparte (¿un crecimiento estancado?) por los cuales preocuparse antes de implementar restricciones en su política a mediados de 2019.