Aún faltan 4 meses para las elecciones presidenciales de Estados Unidos y como vimos la semana pasada, cualquier cosa es posible. Las diferencias entre Trump 1.0 en 2016 y Trump 2.0 en 2024 son enormes. La mayor diferencia es que en 2016, el consenso era que perdería abrumadoramente y Hillary Clinton ganaría fácilmente. Hoy, en 2024, Trump 2.0 no es tan diferente en su retórica, pero el consenso era que vencería a un Joe Biden que envejece rápidamente. El domingo 21 de julio se dio de baja y todo apunta a Kamala Harris como candidata demócrata.
El dato de IPC correspondiente a junio menor al esperado junto con el consenso de una victoria de Trump 2.0, llevaron a que varias áreas del «Trump trade» comiencen a destacarse: bancos, industriales, constructores de viviendas y empresas de pequeña y mediana capitalización.
Consideramos que estos movimientos son prematuros, en especial porque siempre puede haber una sorpresa en noviembre (sino miren lo que ocurrió este domingo). También hay un contexto de ganancias que probablemente no coincidan con los aumentos en los precios que hemos visto mientras las tasas sigan altas, lo cual seguirá siendo un obstáculo para varios sectores. Por eso creemos que la rotación es prematura.
Principales características de Trump 2.0
Cuando Trump fue elegido en 2016, varias políticas eran de fácil implementación y movieron a los mercados y la economía. Las más destacadas fueron las reducciones de impuestos, que hoy solo se extenderán en 2025, ya que estaban destinadas a expirar. Eliminar varias de las leyes de Biden, incluida la ley de infraestructura (curiosamente llamada Ley de Reducción de la Inflación), resulta improbable, aunque Trump ha dicho que revertiría los subsidios para vehículos eléctricos. Ambos partidos seguirán gastando como si la economía estuviera en depresión, aumentando el déficit y la deuda nacional.
La combinación de las elecciones presidenciales junto con la composición del Congreso determinará cómo se resolverá esta situación. Una victoria del Partido Demócrata aumenta las probabilidades de que los recortes de impuestos expiren, mientras que una victoria del Partido Republicano aumenta las probabilidades de que los recortes de impuestos se extiendan o se hagan permanentes. Afectan principalmente a los tramos más altos del impuesto sobre la renta y, por lo tanto, tienen consecuencias para los precios de los activos. En igualdad de condiciones, un recorte de impuestos sin el correspondiente recorte del gasto, impacta positivamente en la demanda agregada y es inflacionario. Esto resulta particularmente positivo para las materias primas, en especial para el oro.
Luego está el tema de los aranceles, que Trump 2.0 ha dicho que aumentará sobre China. Los aranceles son inflacionarios, y no olvidemos que México también será un objetivo nuevamente. China, esta vez, estará preparada y podría responder con más fuerza que durante Trump 1.0. Todo es una gran incógnita en este punto.
Uno de los grandes puntos de probable conflicto para Trump 2.0 es la Reserva Federal. La Fed ha estado combatiendo la inflación subiendo tasas y reduciendo su balance. Cuando Trump 1.0 comenzó, la Fed estaba subiendo las tasas de manera cautelosa desde su política de tasa cero mientras los mercados subían a un ritmo más moderado. La inflación no era un problema como lo es hoy. El riesgo de que las políticas de Trump tiendan a ser inflacionarias podría hacer que la Fed se mantenga paciente y posiblemente restrictiva con menos recortes de tasas, ya que Trump preferiría tasas mucho más bajas. Bajar la parte larga de la curva será un desafío con un déficit alto y un gasto que sigue en aumento, con la necesidad de emitir más deuda a tasas más altas en comparación con las tasas durante Trump 1.0.
No nos sorprendería que Trump 2.0 sea más duro con las grandes tecnológicas, con su candidato a vicepresidente J.D. Vance llamando a las grandes tecnológicas una oligarquía. Esto probablemente no debería generar grandes diferencias con los demócratas.
Las perspectivas sobre el dólar
Tanto Trump como su candidato a la vicepresidencia han manifestado públicamente su preocupación sobre la fortaleza del dólar. En esencia, un enfoque hacia un dólar más débil respaldaría la política industrial y la relocalización de la manufactura (reshoring), elementos fundamentales de la plataforma actual del Partido Republicano.
No obstante, la plataforma de Trump presenta contradicciones internas. Sus objetivos económicos actuales incluyen:
- Aranceles
- Tasas de interés más bajas
- Un dólar más débil
- Expansión fiscal
- Menor inflación
Las primeras cuatro metas son incompatibles con la quinta. En igualdad de condiciones, la plataforma republicana propone medidas que tienden a aumentar la inflación.
Además, es probable que, en algún momento de 2025, la Reserva Federal finalice su programa de endurecimiento cuantitativo para preservar la liquidez bancaria y el funcionamiento del mercado del Tesoro. Los mercados también anticipan algunos recortes de las tasas de interés este año y durante ese período. Esto debería llevar a un debilitamiento gradual del dólar e impulsar la liquidez global.
Si se implementa una política de dólar más débil a partir de 2025, deberíamos esperar una rotación más sostenida hacia la renta variable internacional (Europa y mercados emergentes), así como acciones de valor y de pequeña capitalización.
Como mencionamos inicialmente, es posible que la rotación sea prematura, pero refuerza la importancia de mantener una cartera diversificada en términos de capitalización y estilos.
¿Cómo lo implementamos?
Podríamos profundizar en más aspectos, pero las diferencias entre las administraciones de Trump 1.0 y 2.0 sugieren que un segundo mandato podría ser más complicado. Además, el contexto macroeconómico de Estados Unidos es muy diferente al de entonces, con mayores desafíos, especialmente después de un año y medio de subas en los mercados.
En Buda Partners, hemos seleccionado cuidadosamente una gama de fondos y ETFs que, en nuestra opinión, podrían sobresalir en un contexto de una presidencia de Trump 2.0. Como hemos señalado anteriormente, los mercados emergentes parecen ser un segmento prometedor para los próximos años. Sin embargo, es crucial considerar diversos factores, como la fase del ciclo económico en China y la composición sectorial. En Buda Partners, tenemos una perspectiva clara sobre las principales acciones emergentes para los próximos años y nos esforzamos por seleccionar aquellos fondos e ETFs que estén alineados con nuestras convicciones más sólidas.
Además, hemos identificado ocho acciones clave de diferentes sectores y capitalización que podrían tener un desempeño excepcional bajo una nueva presidencia de Trump. No obstante, no todas presentan actualmente puntos de compra atractivos, especialmente en el contexto de la desaceleración económica que estamos observando. Por ello, hemos diseñado un plan estratégico para cada una de ellas, con el objetivo de implementarlo en los próximos meses. Algunas de estas acciones son de implementación inmediata, mientras que para otras podríamos necesitar esperar a que surjan mejores oportunidades de compra.
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