Las rápidas medidas adoptadas por los bancos centrales y los políticos contuvieron las consecuencias de la quiebra de Credit Suisse1 y de los bancos regionales estadounidenses a principios de este año. Estaba claro que se había aprendido de la crisis financiera mundial. Las reformas normativas a escala europea, en particular Basilea III, desempeñaron un papel crucial en el fortalecimiento del sector bancario europeo.
Los mercados bancarios muy concentrados con estructuras de mercado sólidas tienden a mostrar una mayor estabilidad y a tener entidades más rentables. España es ahora uno de los principales ejemplos mundiales de consolidación exitosa del mercado.
Tras la crisis financiera mundial, el sector bancario español experimentó una importante reestructuración, pasando de ser un mercado muy fragmentado a otro en el que cinco bancos controlan hoy el 67% del mercado de préstamos minoristas y más del 80% del mercado de depósitos.
Desde 2008, el número de entidades de crédito en España se ha reducido a la mitad, lo que indica una consolidación sustancial del mercado, sólo superada por los Países Bajos y Chipre, que son los dos países con mayor grado de consolidación de Europa.
En el periodo previo a la crisis financiera mundial, el apalancamiento en España alcanzó el 170% del PIB. Esta cifra era significativamente superior a la media de la zona euro, de poco más del 100%. Desde entonces, España ha reducido su deuda. El nivel de deuda en España es actualmente del 93% del PIB, lo que está en línea con la media de otros países europeos. Sin embargo, en comparación con Suecia, el Reino Unido y Francia, podemos ver que el nivel de apalancamiento actual de España es significativamente inferior. En Suecia, el apalancamiento es del 203% del PIB, mientras que el Reino Unido tiene un apalancamiento del 148% del PIB y Francia se sitúa en el 124% del PIB.
La flexibilidad financiera no sólo viene determinada por los riesgos que asume un banco. También viene determinada por si recibe una compensación justa por esos riesgos y si tiene la capacidad de ingresos para soportar pérdidas a lo largo de los ciclos crediticios.
Los bancos españoles están muy orientados al alza de los tipos de interés, con un 70% de las viviendas a tipo variable. Esto ha mejorado los ingresos de los bancos españoles, ya que los tipos de interés han subido y seguirán subiendo. Otro aspecto positivo es la relación entre préstamos y depósitos, que ha bajado del 120% en 2010 al 94% actual, lo que permite una mayor flexibilidad en la repercusión de los costes de financiación.
En comparación con los principales países europeos, las estructuras de costes de los bancos españoles se han mantenido estables, con una ratio de eficiencia media del 51%, frente al 69% de los bancos franceses, el 74% de los alemanes y el 48% de los suecos.
La fuerte eficiencia de costes y la solidez de los ingresos aumentan la capacidad de absorber mayores riesgos. Los bancos españoles también obtienen buenos resultados en comparación con otros países europeos centrales en cuanto a la generación de capital antes de provisiones, que actualmente es del 3,38%, frente al 2,4% de Francia y se acerca mucho al 3,5% de Suecia.
La evolución positiva de España está impulsada por la consolidación y los esfuerzos por reducir los niveles de deuda y mejorar la flexibilidad financiera. Esto ha situado a los bancos españoles en una posición más favorable que la de sus homólogos europeos. Los retos a los que se enfrentaron los bancos regionales estadounidenses y Credit Suisse a principios de año nos recuerdan la importancia de un sector financiero estable.
1 Los valores específicos identificados y descritos son solo para fines informativos y no representan recomendaciones.
Tribuna de opinión de Rob Thomas, analista de crédito en T. Rowe Price.
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