Los ciclos económicos normalmente no mueren de viejos. La mayor parte de las veces, una fuerza externa, como los tipos de interés más altos, apagan la expansión. Seguramente la intención de la Reserva Federal de Estados Unidos no es poner fin al ciclo económico, pero a menudo este es el resultado final de tratar de eliminar del sistema riesgos como el excesivo apalancamiento financiero o la inflación desbocada. A veces la Fed tiene un cómplice o dos, como un shock de petróleo o de alguna divisa. Cualquiera que sea la causa, las recesiones no son bienvenidas. Traen consigo crecientes pérdidas de puestos de trabajo, caída de los mercados financieros e incluso quiebras.
El final de un ciclo económico puede ser difícil para los inversores. Por lo general, las carteras de renta variable y deuda high yield se desploman. El descenso medio del índice S&P 500 durante una recesión es del 26%, y durante la crisis financiera mundial, el índice retrocedió casi un 50%. Las recesiones pueden ser particularmente perjudiciales para el común de los inversores, ya que suelen salir de los mercados cuando ya se ha hecho la mayor parte del daño y, a menudo, no vuelven a entrar hasta bien entrada la expansión, cuando abunda la confianza. Los puntos de salida y entrada mal programados significan que el inversor medio no alcanza nada similar a la rentabilidad de los principales índices. Por ejemplo, sólo ahora que los mercados suben un 230% desde sus mínimos de marzo de 2009, es cuando los inversores comunes están de nuevo en el mercado. Esto plantea la pregunta, ¿han llegado demasiado tarde otra vez?
Sanos y a salvo por ahora
Estamos en medio del tercer ciclo económico más largo de la era posterior a la Segunda Guerra Mundial. Por el momento, a pesar de que el ciclo está mostrando signos de desgaste, no hay amenazas evidentes para que continúe su buena forma. Sin embargo, hay que tener cuidado de entrar en el mercado en esta fase tardía, ya que el ratio riesgo/rentabilidad tienden a volverse desfavorable a finales de un ciclo.
Teniendo esto en cuenta, echemos un vistazo a nuestra lista de los elementos característico de un ciclo tardío.
Los inversores deberían tener en cuenta las cada vez más preocupantes señales indicadas en el gráfico. Sin embargo, estas deberían ser vistas como señales de advertencia, no una llamada a retirarse del mercado. También hay algunas señales positivas en marcha. Por ejemplo, la inflación ha llegado tarde a este ciclo, lo que debería permitir a la Fed endurecer su política monetaria mucho más gradualmente de lo que normalmente lo haría. Además, el mercado de trabajo de Estados Unidos sigue mejorando lentamente, lo que sugiere que este ciclo económico se prolongará. Sin embargo, existe el riesgo de que el ciclo sufra un lento desvanecimiento.
Mientras que los ingresos individuales de los estadounidenses están aumentando, los costes de atención de la salud están subiendo más rápido, eliminado parte del poder adquisitivo, lo que está afectando al sector de consumo como restaurantes y minoristas. El gasto empresarial de Estados Unidos sigue siendo muy débil, y las condiciones crediticias ya se están endureciendo para ciertos prestatarios. Varios sectores del mercado están experimentando una erosión de los beneficios, lo que contrasta con los primeros seis años de este ciclo económico, cuando los márgenes y los beneficios aumentaron al mismo tiempo. La productividad de los trabajadores estadounidenses está disminuyendo, al igual que los costes unitarios de mano de obra.
Un ciclo que dura 8 años
Aunque todavía no estamos en el territorio de burbuja, advertiría a los inversores que los mercados estadounidenses y europeos están históricamente caros, tanto en términos de precio-beneficio como de precio-venta. Por ejemplo, el índice Russell 2000® tiene ahora un PER de 27. Sin embargo, no preveo un final rápido o violento a este ciclo, como vimos en el 2008. Pero me preocupa que los recién llegados al ciclo tardío de las acciones o la deuda high yield están haciendo un acto de fe en un momento en que hay menos espacio para una subida de los mercados y de que los crecientes riesgos retrocedan. Yo preveo que este ciclo llegará a su fin, pero no tan repentina o brutalmente como en episodios anteriores.
Esta larga expansión, en su octavo año ahora, debilitada por los vacilantes beneficios, se está volviendo más vulnerable debido al lento aumento de los tipos de interés, al lento gasto de los consumidores, a la reducción de los márgenes de beneficios y al rebote de los costes energéticos. Atrás han quedado sus días juveniles de fortaleza de medio ciclo.
A raíz de las elecciones de Estados Unidos, el inversor minorista ha vuelto a la vida. Pero la historia nos dice que los cambios en los regímenes políticos tienen impactos relativamente modestos sobre la economía real, que sólo obedece a las leyes de la oferta y la demanda. Las señales enviadas por la economía real son mucho más serias que las señales enviadas por un mercado eufórico. En mi opinión, las probabilidades de una reaceleración del crecimiento económico son mínimas en esta última etapa del ciclo. Eliminar lentamente del riesgo es una manera de manejar el ambiente de éxtasis de hoy, tal vez aligerando los activos históricamente caros y cambiando con el tiempo a bonos corporativos de alta calidad o a vehículos de renta fija a más corto plazo.
James Swanson es estratega jefe de MFS.