Entre 2008 y 2022, los mercados financieros estuvieron marcados por un periodo prolongado de tipos de interés bajos y políticas monetarias acomodaticias, impulsadas por los bancos centrales para estimular el crecimiento económico. Este entorno redujo el atractivo de la renta fija e impulsó a la renta variable, consolidándola como la principal opción en muchas carteras[1].
Sin embargo, 2022 marcó un punto de inflexión, la inflación se disparó, y los bancos centrales adoptaron políticas monetarias restrictivas, poniendo fin a la era de tipos bajos. Este cambio revalorizó la renta fija, con bonos ofreciendo rentabilidades atractivas, lo que llevó a los inversores a reconsiderar sus estrategias y asignaciones de capital[2].
Además, el panorama económico actual está moldeado por la desglobalización, tensiones geopolíticas crecientes y la necesidad de políticas fiscales agresivas para fortalecer la resiliencia gubernamental. En este entorno de inflación estructural, la incertidumbre sobre las políticas monetarias persiste generando volatilidad en los tipos de interés. Ante estas condiciones, se han expuesto las limitaciones de estrategias mixtas estáticas, como la tradicional cartera 60/40, que asumía una correlación negativa entre la renta fija y la renta variable, pero desde 2022, esta correlación se ha vuelto positiva, reduciendo su capacidad para mitigar riesgos[3].
En contraste, las estrategias flexibles han mostrado mayor capacidad para ajustarse a las condiciones del mercado, permitiendo a los gestores modificar posiciones y optimizar la exposición según las tendencias predominantes. Su adaptabilidad a contextos tanto alcistas como bajistas resulta especialmente relevante en un entorno financiero marcado por incertidumbre y volatilidad. Además, en un escenario donde la brecha entre “ganadores y perdedores” se amplía, la selectividad que ofrecen estas estrategias se convierte en un factor importante para gestionar inversiones en mercados complejos e interconectados.
En renta variable, aunque somos cautos en cuanto a las valoraciones, vemos oportunidades en mercados dislocados, por ejemplo, en valores de crecimiento ligados a megatendencias y los sectores defensivos que destacan por su resiliencia en estos tiempos de incertidumbre.
El sector tecnológico sigue liderando gracias a la transformación digital y el auge de la inteligencia artificial (IA). Desde Tikehau IM[4], preferimos una exposición indirecta a la IA a través de inversiones en áreas como la nube y la publicidad digital, especialmente en empresas estadounidenses con fuertes flujos de caja y capacidad de reinversión.
Otra tendencia que consideramos interesante es la soberanía europea, impulsada por iniciativas de la Comisión Europea para fortalecer sectores estratégicos como defensa, transición energética y semiconductores, estas políticas ofrecen oportunidades para invertir en empresas europeas beneficiadas por este respaldo. Además, la renta variable europea presenta un punto de entrada que consideramos atractivo debido a su infraponderación y descuento histórico frente a Estados Unidos.
El mercado de crédito también creemos que presenta oportunidades con los tipos de interés actuales que permiten centrarse en emisores de calidad mientras te ofrecen unas valoraciones que vemos atractivas. Creemos que se puede establecer una estrategia base que incluya bonos con rendimientos del 4% al 7% con emisores de calidad y apalancamientos razonables[5] pudiendo cumplimentarse con otras estrategias satélites como:
- Bonos de menor calificación (CCC): Aunque percibidos como de mayor riesgo, ofrecen rendimientos atractivos (hasta 18%[6]) con tasas de impago relativamente bajas (~3%[7]). Un ejemplo es el bono CCC+ de Biogroup[8], que rinde un 9,1%, superando en 3 puntos porcentuales a su equivalente garantizado[9].
- Bonos financieros subordinados: Los bonos AT1 del sector bancario destacan por sus diferenciales en torno a 140 puntos básicos sobre bonos corporativos con un rating similar[10]. La fortaleza de los bancos europeos con buenos niveles de capitalización respalda esta opción. Actualmente, estos bonos representan el 32,2% de la cartera de crédito de Tikehau International Cross Assets, con un 25,1% en bonos subordinados.
Tikehau International Cross Assets ejemplifica un enfoque flexible y dinámico, adaptando su cartera a las condiciones del mercado. Desde 2022, ha incrementado significativamente su exposición al crédito, que ahora constituye el 65% de la cartera, aprovechando los rendimientos atractivos en renta fija, y tiene una exposición a renta variable, de en torno al 30%. El fondo lleva una rentabilidad acumulada en el año hasta la fecha (19/11) del 5.72% (clase I-Acc) en 2023 y del +9,13% (clase I-Acc) en los últimos 12 meses con una volatilidad en el mismo periodo del 3,02%[11].
Columna de Christian Rouquerol, co-Country Head Tikehau Capital Iberia / Head of Sales Iberia & LatAm
NOTAS
[1] Fuente: Morningstar, datos a 30/08/2024
[2] Fuente: Morningstar, datos a 30/08/2024
[3] Fuente: Bloomberg, índice MSCI World frente al índice ICE Global Govies, datos del 31/12/2013 al 24/09/2024.
[4] Tikehau Investment Management, main platform of Tikehau Capital dedicated to Asset Management.
[5] Fuente: Bloomberg, datos a 10/10/2024.
[6] Fuente: Bloomberg, datos a 10/10/2024
[7] Fuente: Moody’s, Goldman Sachs Global Investment Research, datos a 31/06/2024
[8] Las empresas mencionadas se utilizan únicamente con fines ilustrativos y no constituyen una recomendación o asesoramiento de inversión
[9] Fuente: Tikehau Investment Management, datos a 19/11/2024
[10] Fuente: Bloomberg, datos a 10/10/2024.
[11] Fuente: Tikehau Investment Management, datos a 19/11/2024
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