Es difícil imaginar que la Unión Europea y las economías de la zona euro alcancen la situación denominada como el escenario “Goldilocks”. La última década ha estado acompañada de multitud de predicciones de que la UE está condenada al fracaso, de que la moneda única tiene los días contados, de que los movimientos políticos nacionalistas y de derechas van a partir Europa. A menudo, ha sido descrita como un Viejo Continente devastado por los refugiados con reminiscencias de estructura de estados-nación orientados hacia el interior y abrumados por presiones desde varios frentes. Raras fueron las voces que afirmaron que la crisis financiera de hace ocho años aceleraría el movimiento hacia una unión monetaria cada vez más cercana como su inevitable pero inesperado resultado. Las políticas de austeridad y de imposición de la disciplina financiera fueron fuertemente criticadas. Para algunos eran insuficientes. Para muchos otros, estaban mal concebidas y mal adaptadas para resolver los problemas. Los pesimistas esperaban que la UE se hundiera, los optimistas, aunque pocos, que capearía el temporal. ¿Dónde estamos hoy?
La evolución económica de los últimos meses, aunque acompañada por las pataletas y gritos de incredulidad de los habituales sospechosos, ha sido gratificante para los inversores optimistas y ha ratificado sus esperanzas y expectativas. La inversión ha aumentado y se han creado puestos de trabajo en un contexto inflacionista razonable. Las empresas europeas están en forma, con la demanda de sus bienes y servicios creciendo y sus márgenes y rentabilidades en aumento. A su vez, los estándares para la concesión de préstamos bancarios también se están relajando a medida que aumenta la demanda de crédito. Los últimos números del PMI también fueron buenos, lo que demuestra una fuerte confianza que se está viendo reflejada en la rentabilidad del mercado bursátil, que ya alcanza dobles dígitos solo en los últimos seis meses, todo ello sin que las valoraciones se hayan ido a niveles disparatados, ya que los inversores reconocen el potencial de las acciones sobre los bonos. El euro también ha visto crecer su demanda, ciertamente en un momento en el que la fortaleza obstinada del dólar está aparentemente disminuyendo.
Mientras tanto, el Banco Central Europeo ha seguido garantizando liquidez al sector bancario a través de su complejo programa de expansión cuantitativa. Cuánto más puede durar es objeto de debate una vez más. El índice europeo de precios al productor ha aumentado y puede provocar la subida de los salarios en el sector servicios, intensivo en mano de obra, mientras que los precios de la energía y las materias primas se han estabilizado. Por el momento, no hay ninguna necesidad urgente de que los tipos de interés suban, eso sí, de ahora en adelante, el mercado mirara con lupa cada comparecencia de Súper Mario.
A pesar de esta evolución, en el plano político también hemos visto algunas profecías incumplidas. Por ejemplo, en las recientes elecciones francesas se habló de una marea de nacionalismo antieuropeo, de extremismo de derechas y de un deseo de salir de la decrépita UE y de la moneda única. Aquí también se han propagado muchas sandeces a través de los medios de comunicación, en particular con respecto a las aparentes hordas de ciudadanos franceses que desean salir de la moneda única. La realidad ha sido diferente en el éxito electoral de Emmanuel Macron, el centrista que no es ni carne ni pescado, sino un relativamente recién llegado a la escena política de una de las economías más grandes de Europa.
Internamente, ha anunciado reformas fiscales, mientras que su política exterior aboga por reforzar la integración de la UE. Macron tiene en su historial el haber implementado reformas laborales mientras ostentaba el cargo de Ministro de Economía en el Gobierno de Hollande. Como suele ser el caso en Francia, estas reformas eran insuficientes, demasiado tarde y producían a su vez que multitud de manifestantes quemaran ruedas en las calles maldiciendo al capitalismo. Aunque no es ideal, era necesario que ganara para evitar que la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, llevara a Francia por el camino británico, hacia el olvido.
Al mismo tiempo, el Reino Unido parece estar acelerando su aislamiento. El gobierno ha convocado elecciones en un periodo muy corto de tiempo con la esperanza de que los euroescépticos más fanáticos que contaminan la atmosfera parlamentaria relajen sus posturas de tal forma que se pueda llegar a un acuerdo razonable en relación al “Brexit”.Los medios de comunicación populares continúan desinformando y produciendo noticias falsas incluso ante la evidencia de que muchos votantes a favor de abandonar la Unión Europea empiezan a darse cuenta de la locura de su decisión. Sigue habiendo numerosos obstáculos para que el Reino Unido salga de la UE con un acuerdo razonable. Aún así, hay indicios de que la residencia de los ciudadanos de la UE que viven y trabajan en Reino Unido será garantizada por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas.
Esto significa que a medida que la niebla se despeja lentamente en la Unión Europea para revelar una imagen mejorada y de que hay razones para el optimismo con respecto a su futuro tanto político, como económico, la misma niebla se está moviendo hacia el otro lado del Canal. Se está asentando sobre un Reino Unido que busca reinventarse en un mundo nuevo, en el que la influencia británica en la escena mundial está disminuyendo. Todo apunta a que los negociadores de la UE no tendrán mucha paciencia a la hora de negociar con un Reino unido cuyas cartas son todo, menos buenas tras la activación del artículo 50.
Durante el último año, la política ha jugado un papel muy destacado en los mercados financieros. Esto se ha debido principalmente a la frustración sufrida por los ciudadanos Europeos tras la afluencia masiva de refugiados, que dejo al descubierto la marcada falta de coordinación en Europa. Las elecciones parlamentarias más importantes todavía tienen que celebrarse en otoño, las de Alemania. Pero en este caso el enfrentamiento será entre los movimientos políticos tradicionales tras la creciente irrelevancia del partido antieuropeo local. Por tanto, a finales de 2017, existe una buena posibilidad de que estos partidos marginales de la Unión Europea sean relegados a su lugar de origen, las minorías. En ese momento, los mercados financieros podrán por fin concentrarse en su principal factor de influencia: el precio del dinero.
En un entorno en el que es poco probable que el precio del dinero suba bruscamente, el inversor, ingenioso, seguirá presenciando como el “Big Long” (*) le seguirá generando retornos superiores a la media en su cartera de negocios globales de elevada calidad y alto crecimiento.
(*) En Seilern Investment Management llegamos ya hace ya algún tiempo a la siguiente conclusión: En un escenario en el que debido a la escasez de crecimiento en la economía, los tipos de interés permanecieran anormalmente bajos por un periodo prolongado de tiempo, aquellos negocios que fueran capaces de crecer en dicho entorno, merecerían una prima muy significativa respecto al mercado. A dicho escenario, lo denominamos el “Big Long”.
Peter Seilern-Aspang es el presidente de Seilern Investment Management.
Capital Strategies Partnerscomercializa los fondos de Seilern Investment Management en España, Italia, Suiza y Latinoamérica.