Los mercados se encuentran inmersos en un proceso de transición: de un mundo en el que la liquidez inyectada por los bancos centrales impulsó a todos los activos, a otro marcado por un apoyo más limitado, en lo que a política monetaria respecta. Es probable que el camino de vuelta hacia la «normalidad» sea tortuoso a medida que los inversores se vayan adaptando a este nuevo panorama. He aquí tres aspectos que actualmente vigilamos ante la posibilidad de que aparezcan riesgos que puedan alterar a los mercados mundiales.
Sorpresas positivas y negativas de la evolución del crecimiento en Estados Unidos
Los efectos de la ola de frío pronto se verán reflejados en los datos estadounidenses y será entonces cuando se empezará a aclarar la panorámica del crecimiento económico subyacente del país norteamericano y lo que ello puede implicar —o no— para la política monetaria. No cabe duda de que el fortalecimiento del crecimiento estadounidense en 2014 sería un impulso a largo plazo para los activos de riesgo. No obstante, una sorpresa excesivamente positiva en la evolución de los datos podría traducirse en una volatilidad más aguda en el mercado a corto plazo, puesto que obligaría a reconcebir el perfil adecuado para el tipo de los fondos federales e, inevitablemente, para otros tipos de interés en todo el mundo. Por otro lado, si se constatara que los fenómenos meteorológicos no fueron los causantes de la debilidad económica, es posible que volvamos a asistir a repuntes de los activos refugio y que las regiones y activos cíclicos experimenten cierta vulnerabilidad. Aunque nuestra hipótesis principal es que el crecimiento estadounidense volverá a experimentar una modesta alza este año, seguimos alerta ante la posibilidad de que se produzcan resultados diferentes.
El reequilibrio de China
China se encuentra inmersa en un complicado proceso de reequilibrio, mediante el cual pretende alejarse de una economía liderada por las exportaciones, y acercarse a una economía más centrada en el mercado interno. El gran crecimiento que ha experimentado este país asiático durante las dos últimas décadas se ha visto impulsado principalmente por la gran movilización del capital y la mano de obra, en lugar de por el aumento del consumo. Los riesgos de cometer un error político aumentan a medida que el Gobierno emprende reformas estructurales sin precedentes, así como el necesario apalancamiento financiero. Existe una posibilidad remota de que se desencadene una crisis financiera en China. Por ejemplo, un error de juicio a la hora de regular la concesión de crédito provocaría un dramático efecto dominó no sólo en Asia, sino que, en el peor de los casos, podría desencadenar un impacto sistémico a escala internacional.
Los acontecimientos en Ucrania
La crisis que está teniendo lugar en el este de Ucrania tras la anexión de Crimea por parte de Rusia ha acaparado los titulares de la prensa. Por el momento, el impacto inmediato de esta crisis en la economía internacional parece reducido, puesto que Ucrania únicamente representa un 0,2% del PIB mundial. No obstante, las posibles interrupciones en el suministro energético a Europa, así como cualquier represalia contra Rusia en forma de embargo comercial, pueden plantear una amenaza más seria. La situación actual del conflicto no nos condiciona a la hora de establecer nuestro posicionamiento, pero sí que repercute en nuestra prudencia general con respecto a los activos de riesgo y en nuestra preferencia por los mercados desarrollados frente a los emergentes.
Columna de Bill McQuaker y Paul O’Connor, codirectores de Multiactivos de Henderson Global Investors