Dado todo el ruido en Reino Unido y ahora en otros barrios, incluyendo los pasillos del FMI, Joe Salmond, gestor asociado de Thornburg IM, realiza un resumen comprensivo sobre el presupuesto que ha anunciado el ministro de Hacienda Kwasi Kwarteng que ha molestado tanto a los mercados:
- Adelanto en el recorte al impuesto a la renta básica. Estaba previsto que se rebajase en un 1% (del 20% al 19%) en 2024. El nuevo plan adelanta esta fecha a abril de 2023.
- El mayor titular era el cambio en el 45% del impuesto a rentas superiores a 150.000 libras al año, después anulado como una «distracción» que bajaba el tipo máximo al 40% para las personas que ganen más de 50.000 libras al año. En combinación, son las mayores rebajas de impuestos en 50 años. Como era de esperar, estas rebajas de impuestos no han sido populares entre el público general.
- La cotización a la Seguridad Social iba a subir un 1,25% en noviembre. Ahora se va a eliminar. El objetivo del incremento planificado era financiar la salud y los cuidados sociales. El plan ahora es financiarlos a través de la imposición general, un programa de financiación que es cuestionable dadas las rebajas de impuestos que lo acompañan. Como con muchas de las medidas, la rebaja en la cotización está muy sesgada para beneficiar a las rentas altas al tiempo que retira beneficios sociales.
- Impuesto de transmisión patrimonial (‘stamp duty’): Se ha doblado la exención fiscal sobre el valor de la propiedad, de 125.000 libras a 250.000 libras, y la exención a compradores de Vivienda nueva se ha incrementado de 300.000 a 425.000 libras. Esta medida está diseñada para beneficiar a los compradores pudientes en áreas como Londres.
- El tope al cobro de bonus de los banqueros se ha eliminado. Aunque esta medida tiene la intención de hacer a Reino Unido más atractivo para atraer talento a las finanzas, parece casi provocativa aprobarla en este momento. Los bancos no habían presionado para conseguirla.
- Estaba previsto que el impuesto de sociedades (‘Corporate Tax Rate’) subiera del 19% al 25%. Ahora permanecerá en el 19%.
Hay varios puntos de preocupación con la nueva propuesta para el Presupuesto General del Estado. Primero de todo, dada la presión masiva de la inflación sobre las familias, es improbable que las rebajas de impuestos a las rentas altas vayan a ser populares. El Gobierno es muy reticente a las prestaciones sociales. Ha habido mucha presión para actualizarlas con la inflación. En cambio, el Gobierno está desarrollando un plan para rebajar las prestaciones para quienes no estén buscando trabajo más activamente o trabajos mejor pagados.
Las ayudas a la energía que estaba dando el nuevo gobierno de Truss incentivaban el uso continuado de energía y no hacían nada para solucionar el problema subyacente, la dependencia de energía de origen fósil. Además de parecer cortoplacistas, pueden que haya brotado del deseo de ganar el favor de los votantes al tiempo que se traslada el coste a otros en el futuro.
Si se pretendía con esa medida ganar popularidad entre los votantes, esta nueva ronda de planes en torno a la fiscalidad parece hecha casi a posta para conseguir lo contrario. Algunos comentaristas han sugerido que el gobierno de Truss está canalizando las ‘Thatchernomics’. El gobierno de Boris Johnson era técnicamente “conservador”, pero era una versión muy populista que en realidad no casaba mucho con las posturas conservadoras tradicionales. Mientras que la política energética inicial al menos estaba en línea con la base de votantes, el nuevo plan de Kwarteng parece más en línea con las políticas económicas neoliberales de la era de Thatcher y Reagan y falta de sintonía con los votantes populistas.
Liz Truss no llegó al cargo con propuestas de cambio. Reemplazó al altamente impopular Johnson, del cada vez más impopular partido Tory. De haber un compromiso con el cambio, sería el retorno a un gobierno responsable, y estas medidas no lo son. Es más, el plan presupuestario ofrece medidas de austeridad en gran medida para las clases bajas y, de hecho, es probable que sea masivamente inflacionario.
La propuesta presupuestaria incrementa las probabilidades de un gobierno laborista para la próxima legislatura. Ya parecía probable, pero si nada cambia desde ahora, el posicionamiento a favor de un gobierno laborista sería un movimiento inteligente. Las próximas elecciones generales no están previstas hasta enero de 2025 y entre medias podrían cambiar muchas cosas, pero podría adelantarse si se dan circunstancias inusuales. Aunque esto sería técnicamente decisión de la primera ministra, este presupuesto podría llevar a una presión extrema procedente de su propio partido, por lo que una convocatoria adelantada de elecciones no se puede descartar del todo del reino de la posibilidad.
Un ángulo para la inversión
Obviamente, se busca que el resultado de estas medidas presupuestarias sea positivo, incluso aunque no lo suscriban los mercados. El ángulo de inversión sería si estas medidas resultan ser más inteligentes que el aspecto thatcheriano que tienen y que el Gobierno sea capaz de usar las rebajas de impuestos para hacer crecer la economía más rápido de lo que crece la deuda.
Un área de interés es el cambio del impuesto de transmisiones patrimoniales para el mercado inmobiliario. El cambio busca alentar la adquisición de viviendas, al hacerlas más asequibles la rebaja de los impuestos. Sin embargo, en el corto plazo, el incremento esperado de los tipos de interés para contrarrestar estas medidas y proteger a la libra presumiblemente vayan a más que cancelar esta exención. Comprensiblemente, las constructoras están cayendo ante estas noticias y las expectativas, pero quizá allá aquí un caso para sostener una tesis de inversión en el largo plazo. Si las acciones de las constructoras caen lo suficiente, podría haber el razonamiento de que, en el largo plazo, los tipos se recuperarán mientras que el impuesto se mantendrá bajo, hacienda que sea más asequible ser propietario de una casa.
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