La inversión ESG es un proceso selecto que requiere tener un buen ojo para materializarlo y para mostrar la capacidad de examinar los datos, de tal forma que se separe el «ruido» de los conocimientos legítimos.
Existe un consenso cada vez mayor entre los inversores de que las asignaciones deben tener en cuenta los factores ambientales, sociales y de buena gobernanza (ESG). Sin embargo, hay mucho menos consenso sobre qué variables se incluyen exactamente bajo el paraguas ESG y la mejor manera de medirlos.
Por ejemplo, un inversor ESG puede priorizar la gestión de rentabilidad-riesgo, mientras que otro enfatiza los fondos temáticos y otros activos en los que invertir de acuerdo con sus valores o en aras de tener un impacto tangible.
Es una escena complicada, pero hay una solución. Los inversores ESG pueden adoptar enfoques de gestión activa para adaptarse a sus objetivos y desafíos individuales. En este sentido, los fundamentales de la construcción de la cartera, como la valoración, la liquidez, el horizonte temporal y la idoneidad, no se ignoran. En Thornburg, consideramos el ESG como un elemento vital de nuestra experiencia.
Nuestro enfoque único de ESG se basa en lo siguiente:
La mitigación a través del ruido para localizar dónde se puede materializar
En términos de comprender el perfil de riesgo y rentabilidad de una inversión, el análisis académico muestra que es mucho más beneficioso centrarse en menos factores más significativos (es decir, materiales) que intentar dominar todos los ángulos. Como tal, utilizamos los principios de la Junta de Normas de Contabilidad de Sostenibilidad (SASB) para guiar nuestra evaluación inicial de la materialización.
Los datos y divulgaciones de ESG han evolucionado significativamente en los últimos años. Dicho esto, el análisis de dichos datos aún requiere mentes capaces no solo para separar la señal del ruido, sino también para reconocer todas las formas en que sus conclusiones pueden engañar a los inversores.
Asimismo, la falta de correlación entre los proveedores de datos puede ofrecer información sobre diversos enfoques, pero también puede llevar a los gestores de activos sin experiencia a crear carteras que dependen demasiado del punto de vista de un proveedor de datos en particular.
En otras palabras, el ESG puede ser significativo, pero solo si existe una colaboración entre clientes sofisticados y gestores capaces que entiendan las complejidades inherentes, los desafíos y, especialmente, las compensaciones del proceso de due dilligence debido.
Aprovechar las fortalezas de la gestión activa para tomar decisiones difíciles
Históricamente, los enfoques pasivos del ESG se han basado en gran medida en exclusiones basadas en una postura moral (en lugar de centrada en la rentabilidad).
Esta aproximación contundente funciona mejor en algunas operaciones que en otras. Por ejemplo, podría decirse que el declive de la energía del carbón es un fenómeno menos difícil que una apuesta por el declive de un combustible fósil como el gas natural.
Del mismo modo, tampoco es aconsejable invertir en un tema más amplio simplemente porque cumple con los ideales generales del ESG. Si bien es justo decir que la energía solar representa un componente clave de una combinación de energía futura, no todo lo relacionado con la energía solar pasa las pruebas de valores ambientales y sociales y no todas las partes de la economía solar han funcionado bien. Esto refuerza el valor de la gestión activa. Como gestor activo, podemos identificar inversiones dentro de una oportunidad, así como una parte adecuada del sector y con la valoración adecuada.
Muchos problemas ESG son intrínsecamente complejos, lo que los convierte en un buen caso de uso para la gestión activa, ya que se pueden descubrir y equilibrar las consideraciones contrapuestas. Por ejemplo, la sociedad está cada vez más preocupada por la contaminación por plásticos en cuanto a sus efectos sobre el medio ambiente y la biodiversidad (particularmente en los océanos), así como por la acumulación de microplásticos en los tejidos humanos y sus consecuencias para la salud.
Sin embargo, eliminar a los productores de plástico de una cartera es una solución insuficiente porque esos productores crean tanto los artículos desechables que causan los problemas como los que son altamente reciclables y reducen el uso general de recursos naturales en los envases. Un gestor activo capacitado puede rectificar la situación estudiando cómo los productores de plástico actualmente manejan (y planean resolver) esta situación. En consecuencia, la gestión activa permite a los inversores satisfacer con confianza las consideraciones E y S del ESG.
Por el contrairo, la energía limpia no es el único ejemplo en este campo. Los temas de Diversidad, Igualdad e Inclusión (DE&I) también se han convertido en puntos destacables para muchos inversores. Eso sí, hacer que las empresas rindan cuentas sobre estos asuntos es otro tema delicado. Uno debe tener en cuenta catalizadores como la privacidad, las regulaciones de divulgación y la disposición geográfica de la fuerza laboral, que, en sí misma, presenta consideraciones únicas.
Recientemente, dirigimos un debate sobre este tema como parte de una mesa redonda y descubrimos que la gestión a favor de una mejor divulgación está universalmente acordada. Dicho esto, la evaluación del programa DE&I de una empresa requiere una apreciación de matices y el respeto para hacerlo bien.
Sentando las bases para un compromiso significativo
Como accionistas constructivos, los gestores activos ahora pueden tener un compromiso más significativo con las empresas en las que invertimos. En Thornburg, hemos colocado intencionalmente a expertos en ESG en todo nuestro equipo de inversión y hemos dotado a nuestro Comité de ESG únicamente con profesionales de la inversión. Esto nos permite evitar la trampa de la industria de hacer promesas nebulosas en torno a estos conceptos, a medida que evoluciona de una prohibición a un factor estratégico real dentro de nuestro proceso de selección de inversiones. A su vez, podemos tomar decisiones procesables que contribuyan al éxito de las carteras de nuestros clientes.
Esperamos que, así como un emisor respeta a los accionistas que entienden los desafíos de la sostenibilidad, también los clientes respetarán y gravitarán hacia los gestores que sitúan al proceso por encima de los trucos.
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