Hay dos preguntas sobre invertir en emergentes que se están volviendo cada vez más comunes: ¿tiene sentido medir los tiempos a la hora de asignar capital a renta variable emergente? Y, dado el histórico del índice MSCI EM, que está cerca de duplicar su rentabilidad desde los mínimos de marzo de 2020, ¿es ahora el momento de vender?
Cronometrar los tiempos es difícil en cualquier mercado, todavía más en los emergentes. Dejando a un lado las cuestiones sobre market timing, hay una serie de razones convincentes para mantener una asignación que sea material y consistente a acciones emergentes, o incluso para incrementarla.
Por qué los mercados emergentes deberían tener una asignación permanente en cartera
Los países en vías de desarrollo representan alrededor de un 85% de la población global y generan cerca de la mitad del PIB global, gracias en gran parte a la rápida expansión de las clases medias. No solo contribuyen estas compañías en una porción significativa de la producción económica del mundo, su PIB de forma colectiva ha demostrado ser más resiliente a lo largo de la pandemia y se espera que se recupere con más fuerza este año y el que viene. Según el World Economic Outlook que publicó el FMI en enero, se estima que las economías avanzadas cayeron un 4,9% en 2020, y que se expandirán un 4,3% este año y un 3,1% en 2022. En cambio, las economías emergentes y en desarrollo en conjunto solo cayeron un 2,4% en 2020 y se prevé que crezcan un 6,3% en 2021 y un 5% el año que viene.
El crecimiento económico más rápido debería ser de apoyo para los beneficios emergentes, si tomamos el pasado como referencia. A pesar de la importancia rápidamente creciente de los mercados emergentes en un contexto global, las compañías de países emergentes representan menos de una cuarta parte de la capitalización global bursátil. Esto probablemente crezca con el paso del tiempo.
Aunque la oportunidad de inversión en emergentes de cara al largo plazo es convincente por sí misma, también tiene beneficios para las carteras. Desde su creación en 1988 hasta el 31 de diciembre de 2020, el índice MSCI EM ha generado un retorno total anualizado del 10,2%, que es similar al 11% anualizado del S&P 500 y considerablemente más atractivo que el 5,4% del MSCI EAFE. Es importante recordar que los emergentes tienden a portarse de forma diferente a sus contrapartes desarrolladas, ya que a lo largo del tiempo han alternado ciclos en los que han subido más y menos, respectivamente, proporcionando una diversificación de activos significativa a lo largo de diversos ciclos de mercado.
Como las economías y mercados de capitales emergentes son menos maduros, los mercados emergentes todavía experimentan ciclos exagerados. Este atributo por sí mismo podría proporcionar una rentabilidad ventajosa a lo largo del tiempo, particularmente en las carteras que se equilibran entre el growth y el value de forma activa a lo largo del ciclo. Este equilibrio puede mejorar la diversificación, al tiempo que se posiciona la cartera para que se beneficie de las rotaciones por sectores y estilos.
Aunque el S&P 500 ha presentado un rendimiento superior en el último lustro de la pasada década, el retorno de 18,7% del MSCI EM en 2020 batió ligeramente al 18,4% del S&P 500. Durante los dos primeros meses de 2021, el índice de emergentes ha más que duplicado el retorno del S&P 500, señalizando quizá un punto de inflexión en el ciclo. De ser así, esto reforzaría la rentabilidad de la renta variable emergente en el largo plazo y los beneficios para la diversificación de carteras que aporta una exposición consistente a mercados emergentes.
Poniendo en contexto los últimos años
Con frecuencia, las acciones emergentes oscilan entre rentabilidades muy positivas o muy negativas. Al poner en contexto los movimientos de los últimos años vemos la naturaleza dinámica de la inversión en emergentes, respaldando nuestra postura de que siempre es buen momento para estar invertido en acciones emergentes
Tras la Crisis Global Financiera de 2008, los emergentes se recuperaron con fuerza gracias al fuerte consumo interno y la aprobación de programas de estímulo, particularmente en China. Valoraciones y expectativas crecieron rápidamente, para después decepcionar al empezar a retirarse los programas de estímulo, basados en la generación de deuda. Muchos de los mercados emergentes sufrieron una resaca de deuda. En 2015, la Reserva Federal realizó el tapering (retirada de su programa de adquisición de activos) y empezó a incrementar los tipos de interés desde finales de 2016 hasta mediados de 2019, espoleando la fortaleza del dólar. El encarecimiento del dólar fue demasiado para muchos de los beneficios emergentes, al ser convertidos en billetes verdes, a pesar de las fuertes tendencias de crecimiento subyacentes en el mundo emergente. Aunque las valoraciones relativas fueron más favorables para las acciones de países en desarrollo en los últimos años, la disputa comercial entre EE. UU. y China y las dudas sobre la tasa de crecimiento de China en el futuro también lastraron las acciones emergentes.
Muchos mercados emergentes empezaron 2020 con fortaleza económica, pero la pandemia de Covid-19 y, en menor medida, la guerra entre Rusia y Arabia Saudí por el precio del petróleo acabaron por hacer del primer trimestre del año el peor para la renta variable global desde la Crisis Global Financiera. El vuelo hacia la calidad provocó una sensación general de que los mercados habían sido dominados por el pánico, resultando en elevados flujos de salida de capital desde los emergentes hacia el dólar estadounidense, percibido como un activo refugio. El impacto fue especialmente doloroso para las economías emergentes con una elevada sensibilidad macro hacia el petróleo y a aquellas vistas como dependientes de financiación extranjera.
Recientemente, al animar los avances en la vacunación la reapertura del comercio, y al aliviar el resultado de las elecciones estadounidenses las tensiones geopolíticas, las acciones emergentes terminaron un 2020 sin precedentes con nota. El MSCI EM generó retornos cercanos al 20% en el cuarto trimestre del año, su mayor rentabilidad trimestral en más de una década.
Los años posteriores a la Crisis Global Financiera han demostrado una y otra vez que los mercados emergentes son volátiles. Sin embargo, los inversores que mantuvieron una exposición consistente a emergentes durante este periodo podrían haber obtenido un retorno atractivo de sus asignaciones a emergentes, con un rendimiento anualizado del 10% de MSCI EM desde diciembre de 2008 hasta diciembre de 2020. Destaquemos que, durante este periodo, el MSCI EM batió al S&P 500 el 50% del tiempo en términos inter trimestrales, demostrando que los mercados emergentes se portan diferente a sus contrapartes desarrolladas y reforzando el argumento de que mantener una asignación consistente a emergentes puede mejorar la diversificación de la cartera.
¿Qué hay por delante?
Muchos de los drivers estructurales que estaban empezando a emerger antes de la COVID volverán a estar bajo el foco, ayudando a posicionar a los mercados emergentes para generar rendimientos superiores en 2021. Entre estos, los mercados de capital han seguido ampliándose y ganando profundidad, han mejorado las tendencias de consumo gracias a la renta disponible al alza y la expansión de la clase media, y muchos tipos nuevos de productos y servicios siguen penetrando muchas economías emergentes. En combinación con las inyecciones masivas de liquidez global, los tipos de interés altamente acomodaticios, un dólar más débil, la aceleración del crecimiento global y el desarrollo de vacunas contra el covid, las acciones emergentes deberían tener un impulso en 2021. De hecho, recientemente una de las encuestas globales a gestores de Merrill Lynch mostró una proporción récord del 62% de gestores que sobreponderaban emergentes, y dos tercios que predecían que los emergentes serán la clase más rentable este año.
Sí, los mercados emergentes son volátiles. Pero tenemos la fuerte convicción de que, debido a los convincentes retornos en el largo plazo y los beneficios de la diversificación de carteras, las acciones emergentes deberían tener una asignación propia y consistente en las carteras.
Charles Wilson, PhD es un gestor de Thornburg Investment Management.
Thornburg Investment Management es una gestora independiente de inversión global fundada en 1982 que ofrece una gama de soluciones multiestratégicas para instituciones y asesores financieros de todo el mundo. Es una empresa reconocida como líder en inversion en renta fija, acciones y activos alternativos que supervisa 45 000 millones de dólares (43 500 millones de dólares en activos bajo gestión y otros 1800 millones en activos asesorados)a través de fondos de inversión, cuentas institucionales, cuentas separadas para inversores individuales de alto patrimonio y fondos UCITS para inversores no estadounidenses (datos a 31 de diciembre de 2020). Thornburg fue fundada en 1982 y su sede central se encuentra en Santa Fe, Nuevo México, EE. UU, con oficinas adicionales en Londres, Hong Kong, y Shanghái.
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