Después del fuerte rally junto con la renta variable desarrollada visto en 2020, 2021 fue un periodo difícil para los inversores en mercados emergentes. El año pasado, el índice MSCI Emerging Markets se rezagó con respecto a su equivalente desarrollado, el MSCI World, cerca de un 25%; es el mayor diferencial entre ambos índices en cerca de una década. Lastradas por la falta de vacunas a disposición de la población, muchas economías emergentes reabrieron con vacilación, yendo con frecuencia con retraso frente al ritmo de reapertura en los mercados desarrollados. Las implicaciones de la inflación, y las expectativas excesivas de normalización monetaria fueron puntos de preocupación. En China y Brasil, respectivamente la primera y la tercera economía emergente de mayor tamaño, la incertidumbre regulatoria y las tensiones geopolíticas agitaron sus mercados bursátiles.
A pesar de estos desafíos, creemos que hay mucha energía positiva almacenada actualmente en los mercados emergentes, y que los inversores podrían estar pasando por alto una potencial oportunidad de inversión en 2022.
Las valoraciones son alentadoras
Desde un punto de vista de proyección de beneficios a futuro, el MSCI EM está cotizando con un descuento del 42% frente al S&P 500. Esto supone un incremento significativo del diferencial pre-covid entre ambos mercados, ya que las valoraciones estadounidenses se expandieron un 17% en los últimos dos años, mientras que las emergentes se contrajeron un 3%.
La diferencia entre valoraciones es todavía más extrema en términos históricos. Durante la última década, las valoraciones a futuro del S&P 500 se comprimieron cerca de un 75%, mientras que las de mercados emergentes se expandieron cerca de un 25%. A medida que anticipamos un entorno de mercado post pandemia más normalizados, en el que los elevados niveles de incertidumbre económica se disiparán, la perspectiva de una revalorización supone una oportunidad en términos relativos para la rentabilidad de los emergentes.
El potencial de crecimiento relative de los emergentes tiene un precio atractivo
Aunque las expectativas de crecimiento en 2022 están por encima de la tendencia en el largo plazo tanto para mercados desarrollados como para los emergentes, el FMI pronostica que las economías emergentes continuarán por ver un fuerte crecimiento post covid en los próximos cinco años. Por otro lado, espera que las economías desarrolladas vuelvan a un crecimiento real inferior al 2% después de 2022. Aunque la ampliación de diferenciales entre las estimaciones de valoración podría inclinarse más por un estrechamiento en la parte emergente frente a los desarrollados, los mercados están anticipando una aceleración en la brecha de crecimiento relativo entre economías desarrolladas y emergentes.
Al emparejar las estimaciones de valoración relativa con las previsiones de crecimiento, parece que la renta variable emergente ha puesto en precio un saludable nivel de precaución, y reflejan una apuesta de valor relativo atractiva en el largo plazo.
Los emergentes van por delante de la curva
Las presiones inflacionarias se acumularon a nivel global, debido a los desequilibrios entre oferta y demanda que produjo la disrupción del covid y que se vieron exacerbadas por la aplicación de estímulos gubernamentales récord para evitar una recesión global. Aunque se espera que empiece un ciclo de endurecimiento monetario en muchos países desarrollados, con la Reserva Federal señalizando una primera subida de tipos en marzo, cerca de la mitad de los bancos centrales representados en el MSCI EM, incluyendo Corea del Sur, México y Brasil, ya han empezado a subir los tipos en un intento de contener la escalada de precios.
Con ventaja para combatir la inflación y, por lo general, menos endeudados por la aplicación de paquetes agresivos de estímulos respecto a países desarrollados como Estados Unidos o Europa, los bancos centrales emergentes pueden ser capaces de volverse dovish antes que muchas economías avanzadas.
Los emergentes rezagados pueden estar posicionados para recuperase en 2022
Brasil vio un deterioro significativo de su entorno macro durante la segunda mitad de 2021, al acelerarse tanto las tensiones políticas relacionadas con las próximas elecciones como la incertidumbre económica por el covid. Para gestionar el repunte de la inflación (un 11% en términos interanuales), el banco central de Brasil tuvo que subir los tipos hasta el 10,75% (desde tan solo el 2,75% de marzo de 2021). La probabilidad creciente de que salga elegido un presidente más centrista, junto con las subidas agresivas de tipos para estabilizar a la divisa y la inflación, podrían actuar como catalizadores positivos en 2022.
Como resultado de estos problemas, el índice MSCI Brasil está cotizando con un PER adelantado a 12 meses de 7 veces. Para dar contexto, Brasil estaba cotizando a 14 veces según este parámetro al principio de 2020. Aunque no exenta de problemas, esta rebaja sustancial de la valoración parece estar compensando el incremento de la incertidumbre y puede presentar una fuerte oportunidad de compra de 2022 en adelante.
De manera similar a Brasil, China fue un gran lastre a la rentabilidad emergente en la segunda mitad de 2021. Las medidas regulatorias más restrictivas, especialmente en los sectores inmobiliario y tecnológico, causaron mucho malestar. Desde la perspectiva económica, los últimos 20 años de crecimiento sin precedentes en China debería conseguir el beneficio de la duda por parte de los inversores. Además, hemos visto algunos signos políticos positivos recientemente, que deberían proporcionar más confianza al inversor. Durante la Conferencia Central de Trabajo Económico de diciembre – una reunión anual en la que el Partido Comunista Chino fijó su agenda económica para 2022-, los políticos enfatizaron la importancia de estabilizar el crecimiento y la posibilidad de relajar la regulación para sujetar el sector inmobiliario. A pesar de los obstáculos de 2021, China todavía está buscando un crecimiento del PIB del 5% en 2022, y los esfuerzos reflacionarios mejores de lo esperado procedentes de Pekín podrían llevar a superar ese objetivo.
Antes de 2021, el último periodo anual en el que China se portó peor que la media emergente, con un margen de doble dígito, fue en 2016. Hay algunas similitudes entre 2016 y lo que vimos en 2021. La más notable, la falta de claridad en torno a la política regulatoria, que empujó la salida de inversores. Cuando se disipó la incertidumbre para invertir, China lideró la fuerte recuperación de los mercados emergentes de 2017, generando retornos del 54% y superando al MSCI World en más de un 30% de rentabilidad. De hecho, el índice MSCI EM batió en cerca de un 15% la rentabilidad del MSCI World.
Aunque no estamos prediciendo necesariamente que en 2022 se produzca una repetición de 2016, es importante recordar que los periodos que han seguido a una caída del sentimiento hacia los emergentes suelen ser con frecuencia un gran punto de entrada para invertir en renta variable emergente.
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