La elecciones británicas ha arrojado unos resultados sorprendentes, a cada cual más impredecible por las encuestas. Cualquiera que sea la explicación de estos errores, la recuperación de la economía y la falta de confianza en el programa de los laboristas deben haber jugado un papel importante en la permanencia de David Cameron y su partido en Downing Street. La creación de más de dos millones de empleos en los últimos cinco años, junto con la baja inflación y el aumento real de los salarios por primera vez desde la recesión de 2008-09 han jugado un papel clave en las preferencias de los votantes, que se han decantado por un partido que ha puesto la credibilidad económica y el saneamiento de las finanzas públicas en la parte superior de sus prioridades. Además, estudios económicos demuestran que la confianza del consumidor está en un máximo de tres años, mientras que la previsión del consenso de los economistas para el crecimiento real del PIB del Reino Unido es del 2,6% en 2015, una cifra muy por encima de la de la mayor parte de la zona euro. Todos estos factores han contribuido a la victoria inesperada de Cameron.
El hecho de quelos conservadores hayan obtenido mayoría absoluta en el Parlamento (330 de un total de 650 escaños) automáticamente significa la desaparición de las incertidumbres a corto plazo que amenazaban con dominar los mercados financieros tras las elecciones. Ahora no veremos un desplome de la libra mientras el gobierno busca pactos para gobernar, y no veremos nerviosismo en la renta variable por un posible rechazo del discurso de Queens (que resume el programa legislativo de los gobiernos) por la Cámara de los Comunes. La libra esterlina ya se apreciaba un 1,6% frente al dólar estadounidense el viernes a mediodía y el FTSE100 subía un 1,87%, recuperado las pérdidas recientes, al tiempo que la deuda pública se disparaba.
La continuidad del programa de disciplina fiscal en el sector público elaborado los tories permitirá que el sector privado promueva el crecimiento económico y la prosperidad en lugar intervenir de forma generalizada, será un alivio para el mundo de los negocios y los mercados financieros. Aunque el gobierno de coalición de los conservadores y liberales fracasó en su objetivo de reducir el déficit presupuestario estructural a cero, no hay duda de que el partido de Cameron tratará de retomar este programa, restringiendo el gasto público tanto en la cuenta corriente como en la de capital hasta que los ingresos fiscales se hayan restaurado gracias a un crecimiento más fuerte del país.
En lo que se refiera a la política monetaria, no hay razones para esperar cambios en el mandato otorgado al Banco de Inglaterra de mantener el objetivo de inflación en el 2%. El Comité de Política Monetaria del Banco tiene previsto emitir un informe la próxima semana (el 11 de mayo) de lo sucedido en la reunión celebrada el 7 y 8 de mayo. Con el IPC de marzo por debajo del objetivo del 0% interanual (subyacente ) y del 1% (core) es probable que el organismo haya votado por mantener sin cambios los tipos de interés en el 0,5% y dejar de comprar activos por valor de 375.000 millones de libras. A medida que la economía del Reino Unido se recupera, es probable que los inversores comiencen a descontar una serie gradual de subidas de tipos a finales de año, que comenzarán, en mi opinión, después de que la Reserva Federal de Estados Unidos empiece a endurecer su política monetaria.
Al margen de estas incertidumbresa corto plazo, la victoria conservadora en las elecciones trae una gran incertidumbre a largo plazo: el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE, que David Cameron ha prometido llevar a cabo en 2017. Este será un compromiso imposible de evitar. Las opiniones en el país están muy divididas.
Un lado de los votantes ve Europa como una fuente de largos reglamentos en todos los ámbitos, desde el mercado laboral a los nombres de los quesos. Ven el lento crecimiento de la economía, y la petición de una abultada cuota de Gran Bretaña al presupuesto común, además de un poder judicial que cada vez expande más sus áreas de su competencia. Es un sumidero económico del que el país necesita escapar con urgencia antes de sufrir una economía como la de Japón o perder varias décadas de crecimiento.
El otro lado ve a Europa como parte integral de la posición de Reino Unido en el mundo y la clave de su capacidad para desempeñar un papel significativo en cualquier diálogo estratégico, diplomático o económico a nivel internacional con otras grandes potencias, como EE.UU., China o Rusia. Este lado también afirma que ser el mayor socio comercial de Gran Bretaña así como hasta tres millones de empleos domésticos dependen esencialmente de la pertenencia británica a la UE, y si Gran Bretaña la deja no tardaría en sufrir la debilidad de su comercio o una discriminación financiera que dañaría la inversión extranjera en el Reino Unido y las perspectivas de crecimiento a largo plazo del país.
Pero lo que es realmente importante para Reino Unidoal considerar su adhesión a la UE es la posición de la City como centro financiero de Europa. La industria de los servicios financieros representó alrededor del 8% del PIB del Reino Unido y el 12% de los ingresos tributarios en el año 2012. Además, Londres es la sede central europea de muchas de las principales instituciones financieras del mundo. La mayor incertidumbre que podría plantearse en el caso de que Reino Unido decida salir de la UE se refiere específicamente a si Reino Unido estaría excluido del mercado común de servicios financieros y cual sería la regulación para los pasaportes. Es la legislación de Bruselas la que permite a la City llevar a cabo estas actividades y garantiza un acceso sin restricciones de cada Estado miembro. Por todas estas razones, creo que las incertidumbres a largo plazo van a permanecer, al menos hasta 2017.
Mientras que tradicionalmente el Partido Conservador ha estado dividido sobre Europa (y en algunas ocasiones en los últimos 30 años, las diferencias sobre este tema han amenazado con romper el partido), los nacionalistas escoceses y los laboristas son ardientes pro-europeos. El mundo de los negocios no está unido a favor de la adhesión a la UE. Estas divisiones y el referéndum supondrán un gran desafío para el nuevo gobierno.
En resumen, aunque la elección ha resuelto algunas incógnitas a corto plazo, a largo plazo incógnitas todavía van a permanecer.