Muchos inversionistas han mostrado su preocupación acerca de la calidad, y en general de la integridad de los informes financieros publicados por las compañías asiáticas. La razón más citada para explicar esta falta de confianza es una legislación más laxa que ha fomentado una cultura histórica en la que se aceptan las transgresiones del gobierno corporativo de las empresas. El tamaño y la madurez de estos mercados financieros, sobre todo cuando se comparan con los más avanzados, complican aún más la situación. Además, los accionistas minoritarios se enfrentan al reto de depender de ejecutivos que no están acostumbrados a atender al interés de elementos externos a la hora de manejar su compañía. Todas estas preocupaciones son totalmente legítimas para los inversores en Asia, y en muchos casos, solo pueden resolverse a base de experiencia en cada uno de los países, industrias, culturas – e incluso grupos familiares- que gestionan cada compañía.
Como inversores fundamentales para una firma como la nuestra es crítico, ser capaces de entender el sinnúmero de distintas prácticas contables que se utilizan en Asia, y en definitiva sentirnos suficientemente cómodos con ellas como para tomar una decisión de inversión. En una serie de comentarios vamos a tratar de diseccionar con más detalle los enfoques –a menudo esotéricos- que utilizan muchas compañías asiáticas al publicar sus resultados y comunicar sus objetivos financieros. Este primer artículo se enfoca en “las cifras” empezando por analizar cómo evaluamos la calidad de la información financiera publicada. También explica el papel que tiene en nuestra gestora lo que llamamos “contabilidad forense” –el proceso de investigar con detalle las prácticas contables de una firma.
Para Matthews, la consistencia con la que un equipo ejecutivo aplica reglas contables sensatas y responsable tanto durante los buenos tiempos como durante los malos, es algo que evaluamos constantemente y suele ser un punto de partida muy útil en nuestra investigación. Prestamos especial atención a ver si las prácticas contables de la empresa incrementan la influencia del equipo gestor para determinar la remuneración de los altos ejecutivos. Por ejemplo, una empresa que incentiva al equipo gestor si se consigue un crecimiento del 10% en el beneficio por acción (BpA), a veces muestra un crecimiento consistente del 10% en su BpA año tras año. En un caso como este, crecimientos poco volátiles del BpA levantan nuestra sospecha y nos hacen mirar en más detalle esta rúbrica de sus libros contables.
También nos fijamos en la generación del flujo de caja libre de una compañía. Si bien el cash flow libre es un concepto bastante sencillo (cash flow operativo menos Capex), nos enfocamos en los casos en los que una empresa infla su flujo de caja operativo. Por ejemplo, la titulización de derechos de cobro da una visión exagerada de la sostenibilidad del cash flow generado.
Las transacciones con empresas o individuos relacionadas son otro foco de atención. Solemos vigilar con cuidado las comunicaciones relacionadas con este tipo de operaciones y entender las razones económicas que las respaldan. Otro factor a considerar es el balance de la empresa. En muchas ocasiones los inversores se enfocan demasiado en la cuenta de resultados mientras el equipo directivo traslada pérdidas al balance sin una razón económica de peso.
Columna de opinión de Sudarshan Murthy, CFA; Analista financiero de Matthews Asia
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