Las microfinanzas, o la práctica de otorgar créditos a micro-emprendedores y pequeñas empresas que carecen de acceso a la banca tradicional y a sus servicios financieros relacionados, puede tomar diversas formas. El objetivo principal de este tipo de préstamos es ofrecer crédito a individuos que por lo general tienen bajos recursos o están “desbancarizados”, en países en vías de desarrollo. Con acceso a crédito, los prestatarios tienen más probabilidades de poner en marcha o desarrollar ese negocio que, en su opinión, cubre una necesidad local. En muchos casos, son la única opción para que los receptores de estos créditos puedan ayudar a sus familias a salir de la pobreza, acceder a bienes reales y en última instancia, ascender peldaños en la escala socioeconómica. Algunas instituciones globales, como el Banco Mundial, tienen programas que facilitan el crédito a granjeros, mujeres en medios rurales y propietarios de pequeños negocios. También hay organizaciones con ánimo de lucro y bancos comerciales que operan varios modelos de microfinanzas. Los créditos otorgados van desde unos pocos cientos de dólares hasta varios miles de dólares, con tasas anuales que superan el 20%.
También hay organizaciones con ánimo de lucro y bancos comerciales que operan varios modelos de microfinanzas.
Dados estos altos tipos de interés, la industria de las microfinanzas inevitablemente suscita controversia puesto que algunos piensan que se aprovecha de los trabajadores más pobres. En el contexto asiático, el grado de desarrollo y de éxito de los microcréditos varía según qué sensibilidades políticas y sociales.
El modelo de Bangladesh por el que se presta a pequeños grupos de mujeres en los que sus miembros actúan como co-garantes de la devolución del crédito ha servido de inspiración a muchos otros países. Aproximadamente un 40% de los 240 millones de habitantes de Indonesia carecen de acceso a servicios financieros. El modelo de prestar a los “pobres productivos” para expandir sus negocios ha sido efectivo. Se otorgan microcréditos a granjeros a trabajadores por cuenta propia dueños de sus negocios que no podrían, de otra manera, presentar pruebas de ingresos suficientes que se requieren en banca tradicional para conseguir un crédito. En general, los prestatarios son receptivos a los méritos de los microcréditos y por el momento, estos modelos han prosperado.
El modelo de prestar a los “pobres productivos” para expandir sus negocios ha sido efectivo
En India, sin embargo, las microfinanzas tienen connotaciones negativas. Esto se debe en parte a la concesión de créditos demasiado agresivas y a las prácticas de cobro. En India, las microfinanzas se han tenido que enfrentar al escrutinio y las críticas de reguladores y políticos.
Tanto si se alaban o no, los pros y contras de las microfinanzas están sujetas a la interpretación del accionista. En todo caso, es importante tener en cuenta que aunque el proceso de urbanización de la población arrasa en toda Asia, existen todavía muchas bolsas de población rural en los países menos desarrollados. Bien por problemas estructurales o sociales, el acceso a servicios financieros sigue siendo uno de los muchos retos para estos residentes rurales. Obviamente no existe una “solución única” para todos en una región tan diversa como Asia. Sin embargo resulta esperanzador ver mejoras, y como este asunto se está afrontando tanto desde organizaciones gubernamentales como desde el sector privado.
Lydia So, CFA, Portfolio Manager
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