En lo que va de año, los titulares de prensa han sido un tanto angustiosos: China colapsa. Problemas con los bancos europeos. Devastación en el mercado del petróleo. Para ser claros, hay motivos de preocupación. El comercio mundial está disminuyendo de forma interanual y aunque no estamos todavía en niveles de recesión, hay una desaceleración. Lo que aún no está claro es si la desaceleración será temporal o prolongada.
Conforme continúa la transformación de su modelo económico, China sigue siendo una preocupación importante. Tanto las importaciones como las exportaciones han ido disminuyendo, y los temores sobre el sector bancario de China van en aumento. Afortunadamente, la deuda china no está en manos de muchos inversores fuera del país, por lo que una crisis bancaria o de deuda en el gigante asiático, aunque dolorosa, probablemente no tenga el mismo tipo de efectos en cadena a nivel mundial que la crisis hipotecaria iniciada en Estados Unidos en 2007-2009.
El consumo sube
Mientras tanto, el consumidor chino está empezando a tener más peso. El consumo está creciendo año tras año, y el mercado de la vivienda ha repuntado en el país en los últimos meses.
Europa es un cajón de sastre por ahora. Aunque las exportaciones alemanas se están desacelerando, el consumo en la zona euro está cogiendo velocidad y la política monetaria flexible sigue estando presente. En lo que respecta a Japón, la diversificación de su economía se encuentra en medio de un esfuerzo de reingeniería que va a necesitar varios años, por lo que ahora mismo no podemos ver muchos resultados.
El gasto del consumidor estadounidense representa una proporción mayor de la economía mundial que todo los resultados económicos de China. Y los consumidores estadounidenses ha pulverizado los datos en enero. Al parecer no recibieron el memo sobre todas las malas noticias que hay en el resto del mundo. Los ingresos reales en los Estados Unidos están aumentando, los salarios están creciendo y tanto el número de trabajadores y sus horas de trabajo están subiendo.
En general, elcontexto mundial no sugiere una recesión inminente.
¿Recesión?
La historia nos dice que el mercado bajista, como el que hemos visto en lo que va de año, no señala necesariamente a una recesión. Desde 1959, ha habido 11 caídas en el S&P 500 de la misma magnitud que las vistas en los últimos meses –caídas de entre el 10% y 19%–. Tres de esos episodios terminaron en recesión, mientras que los otros ocho no lo hicieron. La disminución media durante esos ocho episodios fue de aproximadamente el 16%. Y tan sólo seis meses después de que el retroceso llegara a su fin, la rentabilidad media en el S&P fue del 18-19%. También vale la pena señalar que la relación media del PER en esos períodos fue de 19 a 20 veces. Hoy en día está en un más que razonable 15 veces y media.
Mucho trabajo por hacer
Así que ¿nos dirigimos a una recesión? En mi opinión, no hay un «sí» o «no» como respuesta, sino más bien un proceso de dos etapas en el trabajo. El continuo descenso de los precios del petróleo -en gran parte debido a la caída de la demanda de China- es un coste de producción, y la caída de los costes siempre causa inicialmente cierto grado de destrucción de capital. No hay duda de que habrá ‘defaults’ entre las compañías del sector energético que necesitan un precio del barril de petróleo de 70, 80 o 100 dólares. Sin embargo, una vez que se atraviesa la fase de pérdida de capital, hay un impulso a la industria en forma de mayores beneficios por los menores costes de producción.
Otro de los efectos de las preocupaciones sobre China es que la caída de los precios de las materias primas ha rebajado las expectativas de una nueva subida de los tipos de interés, el costo de capital. Ahora tenemos dos costes de producción que probablemente seguirán siendo relativamente bajos durante el resto de 2016. Y, finalmente, los que deberían beneficiarse son las economías grandes como Estados Unidos, la eurozona, Japón y, curiosamente, la misma China.
La ansiedad es comprensible, y es aconsejable que los inversores sean prudentes. Es probablemente que lo mejor para los inversores sea mantenerse un poco y esperar a los datos macroeconómicos de las principales economías del mundo en los próximos meses. Eso debería ayudar a averiguar si lo peor de la crisis ya ha pasado.
James Swanson es estratega jefe de MFS Investment Management.