La teoría que hay tras el estilo de inversión value es muy simple: se compran acciones que están infravaloradas y se mantienen hasta que el mercado reconoce su valor inherente y ofrece un precio más alto por ellas. Muchos de los inversores más famosos de todos los tiempos son conocidos por invertir siguiendo este estilo. Este grupo incluye a personas como Benjamin Graham, John Templeton, Bill Miller y, por supuesto, Warren Buffett. Una variante de este método, que es la que practica el famoso inversor de valor Mario Gabelli, es comprar acciones de valor que tengan un catalizador. Gabelli y su equipo de analistas buscan compañías infravaloradas que adquirirán reconocimiento en el mercado gracias a un próximo evento potencial.
Históricamente, el valor ha superado al crecimiento, lo que justifica el estilo de inversión elegido por los mencionados titanes de las finanzas. Sin embargo, en estos últimos once años las cosas han ido de una manera bastante diferente, ya que el crecimiento ha superado con creces al valor.
¿Cuáles son los motivos de la larga racha de bajo rendimiento del value?
Si nos fijamos en la última década, veremos que empieza con la Gran Recesión y las medidas adoptadas por la Reserva Federal durante la recuperación. En primer lugar, la Reserva Federal bajó los tipos hasta prácticamente cero, lo que neutralizó uno de los principios de la inversión de valor: elegir empresas con un sólido balance financiero. Puesto que las empresas podían endeudarse a unos tipos históricamente bajos, las que optaron por no apalancar sus balances financieros fueron penalizadas por los inversores, mientras que las que sí lo hicieron con una deuda barata pudieron invertir en oportunidades de crecimiento, tanto a través de la expansión orgánica como de adquisiciones. Lo mismo puede decirse de la inversión en empresas con un sólido perfil de flujos de efectivo. Históricamente, los inversores de valor acudían en masa a las empresas con un flujo constante de efectivo, pero nuevamente este atributo perdió importancia a los ojos del mercado.
El segundo problema fue la flexibilización cuantitativa de la Fed (es decir, la inundación del mercado con dinero en efectivo), que hizo que los inversores fueran mucho menos exigentes con su dinero. Durante la última década, una gran cantidad de dinero ha estado persiguiendo un número finito de inversiones, lo que ha hecho que los inversores dejen de preocuparse por su valoración. Si no lo cree, solo tiene que echar un vistazo a la valoración de empresas tan importantes como Tesla o Netflix. Así pues, ¿tal vez el problema es que hemos tenido un ciclo de tipos de interés realmente largo?
Posiblemente, y los dos problemas mencionados están perdiendo fuerza a medida que la Fed va subiendo los tipos y su balance deja de crecer. No hay que olvidar que desde 1928 el valor ha superado al crecimiento siempre que han subido los tipos.
La consecuencia del prolongado ciclo de tipos de interés es que el sector financiero ha sido el peor a lo largo de la última década, y por desgracia para los inversores de valor éste es el sector con mayor ponderación en los índices de valor. Solo hay que fijarse en las principales posiciones de cualquier fondo de estilo value de gran capitalización para ver una combinación de JP Morgan, Wells Fargo, Citibank y Bank of America. El tercer sector más grande en la mayoría de los índices de valor es la energía, que hasta hace poco había presentado un mal rendimiento durante años. Las finanzas y la energía se combinan para obtener un asombroso 43% del índice de valor Russell 1000. La tecnología, por otro lado, solo representa el 9% del índice de valor, pero representa un tercio del índice de crecimiento.
¿La inversión value ha abandonado su trono o quizás debamos reconsiderar su definición?
En 1992, el premio Nobel Eugene Fama, conocido como el «padre de las finanzas modernas», y el profesor Kenneth French crearon el modelo de tres factores, que predice que las acciones de valor superan a las acciones de crecimiento.
Una de las proporciones clave usadas por Fama y French para discriminar entre acciones de valor y de crecimiento es la relación precio-valor contable (P/B). En esta relación, «precio» es simplemente el valor de mercado de la empresa, mientras que «valor contable» es los activos menos los pasivos. Una relación P/B baja se ha considerado históricamente como un indicador de una empresa infravalorada, pero ¿sigue siendo cierto? La metodología utilizada para seleccionar los componentes del índice de valor Russell 1000 está muy ponderada hacia unas relaciones P/B bajas. Esta es la razón por la que el índice está repleto de compañías financieras y por la que también sobrevalora a las empresas industriales de la vieja economía que poseen muchos activos físicos. En cambio, ignora a la mayoría de las empresas tecnológicas, ya que normalmente no tienen muchos activos. Un gran ejemplo de este problema es Apple. El fabricante del iPhone parece ser una acción de valor por su rentabilidad, flujo de caja y balance financiero, entre otros, pero debido a su P/B relativamente alto queda situada dentro del índice de crecimiento. Warren Buffett parece estar de acuerdo en que Apple es una acción de valor, ya que recientemente la convirtió en la mayor posición de Berkshire Hathaway.
Tal vez el valor no ha tenido un rendimiento tan malo como habíamos creído. Quizás debamos cambiar nuestra manera de entender la inversión de valor, igual que ya lo hecho Warren Buffett.
Tribuna de Charles Castillo, Senior Portfolio Manager en Beta Capital Wealth Management, Crèdit Andorrà Financial Group Research.