Algunas voces distinguidas están pronosticando la llegada de una volatilidad significativa en los tipos de interés norteamericanos y en los erráticos mercados de bonos dentro de los próximos 12 meses.
Sus observaciones señalan dos posibles resultados. En el primer caso, la economía estadounidense se ralentiza, lo que forzaría a los articuladores de políticas monetarias en EE.UU. a recortar los tipos de interés a corto plazo. Además, la reducción de la actividad implicaría menos beneficios fiscales y déficits abultados, impulsando a cambio los tipos a largo plazo.
En el segundo escenario, la economía estadounidense continúa desempeñándose bien, lo que podría empujar a los integrantes de los bancos centrales de EE.UU. a considerar un posible incremento en los tipos a corto plazo. Esta elección llevaría, como consecuencia, a un aumento de los tipos de interés a largo plazo.
En ambos casos, los cambios en los tipos de interés estadounidenses se traducirían en un aumento de la volatilidad en los mercados de bonos de EE.UU. Pero esta observación pasa por alto un elemento fundamental: los tipos de interés actuales en el resto del mundo.
Estados Unidos se ha hecho con el estatus de ser una locomotora económica para el mundo. La famosa cita “when America sneezes, the world catches a cold” (cuando América estornuda, el mundo se resfría) continúa siendo pertinente hoy en día. Cualquier ralentización económica podría llevar a una actividad todavía más débil en otras partes del mundo, como Europa o Japón.
En un esfuerzo por sostener un atisbo del crecimiento económico, las políticas de los bancos centrales para estas regiones extranjeras podrían llegar a ser incluso más acomodaticias. Los retornos de sus bonos locales serían entonces tan poco atractivos que llevaría a los flujos de capital a migrar hacia las costas americanas en busca de rendimientos positivos.
Si tuviera lugar el segundo escenario, el aumento de los tipos estadounidenses haría que los retornos de la renta fija en dólares fuesen más atractivos de lo que lo son actualmente. No es muy probable que las problemáticas estructurales, políticas y demográficas locales obliguen a los bancos centrales europeos y japoneses a cambiar el rumbo de su estrategia actual.
Asimismo, uno podría prever el movimiento de más flujos de capital hacia Estados Unidos, mitigando así el impacto de los cambios en los tipos en el mercado de bonos.
La llegada de una volatilidad irregular al mercado estadounidense de renta fija no es del todo segura. Los flujos de dinero extranjeros que llegan a Estados Unidos desde varios puntos del mundo podrían contrarrestar el impacto negativo de los giros en la política monetaria, actuando, al mismo tiempo, como una fuerza de inversión estabilizadora para su mercado de bonos.
¿Qué pueden perder los inversores europeos y japoneses? ¿Tipos de interés negativos o cero? ¿Una actividad económica local débil? ¿Una liquidez excesiva e improductiva generada mayoritariamente desde sus propios bancos centrales? Con rendimientos positivos, el mercado de renta fija de Estados Unidos sigue siendo “the cleanest dirty shirt in town” (la camiseta sucia más limpia del lugar) para los inversores en bonos.
Tribuna de Steven Groslin, socio e integrante del comité ejecutivo de ASG Capital