Es común escuchar que el mundo está cambiando aunque, para muchos el mundo ya cambió. La evolución de la tecnología, la telefonía, internet, apps, son parte de la vida de las personas y organizaciones. Todos los días aparecen nuevos participantes que están tomando el rol de intermediación en los negocios, ofreciendo servicios en una forma distinta y generando valor al usuario. El mundo está en constante transformación y los profesionales de las finanzas, no pueden estar ajenos a ellos. Deben evolucionar e incorporar las habilidades requeridas en el nuevo entorno de los negocios.
Los planteos más frecuentes involucran cambios demográficos, en el poder económico, con escasez de recursos y un avance tecnológico feroz. Y, en virtud de ello, los datos son el elemento crítico en el éxito de los negocios.
Por un lado, los cambios demográficos que transforman a países desarrollados en los más longevos, desafían a los planes de pensiones y a sus inversiones. Por otro, desafía a las compañías en la capacitación y desarrollo de nuevas habilidades, así como a la deslocalización geográfica de recursos humanos para cubrir las nuevas necesidades en distintas posiciones.
Se plantea una pérdida de influencia de los mercados maduros por ser menos atractivos para el talento y los negocios. La competencia generada por nuevas geografías crea distintos perfiles de competidores, que los profesionales de las finanzas deben entender.
En esta línea, se identifica como punto crítico para los negocios y las economías, la necesidad de contar con recursos domésticos e internacionales a través de relaciones estratégicas. A su vez, asistimos al incremento en el nivel de regulación vinculada con cambios ambientales, transparencia de la información y prevención del lavado de dinero. Este impacto, nos toca en impuestos y en costos extra por cumplimiento con la regulación y/o el reporte que los reguladores imponen. Hay absoluto consenso en que el ritmo de estos cambios se acelerará con las nuevas tecnologías.
El GRI (2016) plantea que el 90% de los datos existentes se han generado en los últimos dos años y que solo el 0.5% de los datos generados son analizados. La revolución que ha generado en los negocios, y en las finanzas en particular, tienen a los datos como uno de los factores críticos del éxito en los nuevos modelos empresariales. La clave no está en el dato en sí, sino en cómo se analiza, cómo se integra en la generación de experiencias de las personas, en el uso del teléfono celular y de internet para identificar rutinas y necesidades de clientes y en función a eso, ofrecer un producto –generador de experiencias- que atienda los nuevos comportamientos de las personas.
El acceso a sistemas e información permite modelos de gestión que cambian las estructuras organizacionales, hacia modelos más horizontales. La capacidad de recolectar y analizar datos en tiempo real se ha vuelto un requerimiento para hacer negocios, más que una ventaja competitiva.
Las organizaciones se enfrentan a los nuevos desafíos económicos mundiales y el CFO es un elemento importante en dicho cambio organizacional. Las Finanzas hoy no sólo tienen la misión de contener los costos y llevar las cuentas. Buscan cambiar el juego al darle al negocio una visión basada en los datos sobre las mejores formas de promover la innovación y el crecimiento.
Lo relevante está en entender de qué manera los CFOs están usando la tecnología para satisfacer estas nuevas demandas. Los CFOs se han convertido en una pieza estratégica para las organizaciones. Entonces, ¿Por qué son una pieza estratégica?
El primer atributo necesario es la capacidad de mitigar y gestionar riegos. Esto se traduce en poder identificar futuros riesgos, mapeándolos y generando los cómo para –en entornos complejos- liderar áreas funcionales capaces de mitigarlos. Involucra desde los centros de servicios compartidos corporativos, hasta el concepto de gobierno corporativo.
No es novedoso que las empresas compiten y se obligan a diferenciarse en segmentos y geografías para crecer. Sin embargo, es costoso y, en ocasiones, se encuentran con restricciones de capital y decisiones relacionadas a la priorización de proyectos que generen valor para las organizaciones. El CFO curioso e innovador en la diversificación de portafolios, en la innovación y diferenciación de productos, entiende y prioriza los proyectos de inversión de capital, inversión en nuevas adquisiciones, y en la identificación de necesidades de transformación.
Para la toma de decisiones con alto nivel de incertidumbre se requiere el uso de modelos predictivos o estocásticos aprovechando información en tiempo real que demanda capacidad analítica y manejo de la tecnología para reaccionar en consecuencia.
No hay duda que las Finanzas modernas buscan cambiar el juego al darle al negocio una visión basada en los datos sobre las mejores formas de promover la innovación y el crecimiento. La tecnología permite disminuir los principales costos de los procesos realizados en las operaciones financieras, facilitando oportunidades y nuevas visiones.
Los líderes financieros se posicionan como los más aptos para ser CEOs, dada su capacidad de gestión en crisis y experiencia analítica.
En este contexto, la ética en los negocios, no es retórica. Cada profesional de las finanzas debe posicionarse y ser reconocido como un profesional íntegro. Finalmente, el CFO con visión de largo plazo es muy valorado, pues sus decisiones involucran la sostenibilidad del negocio y esta trasciende el horizonte temporal inmediato. Cada vez menos, asistimos a negocios de una sola vez, y el largo plazo predomina en operaciones constantes que requieren de una reputación ética, crítica para la toma de decisiones del mercado.
Los profesionales de las finanzas tienen grandes desafíos para el 2018 y por qué no, para los próximos 10 años en un contexto complejo y cambiante, que exige constante actualización, capacidad analítica, gestión y mitigación de riesgos, innovación y ética profesional.
Columna de Norma Pontet Ubal