En Portocolom AV tenemos una bola de cristal en la sala de reuniones principal. Además del juego que da para romper el hielo, nos ayuda a recordarnos, a nosotros mismos y a nuestros clientes, que nuestra labor no consiste en adivinar qué nos deparará el futuro, sino en tomar decisiones informadas en base a los objetivos de rentabilidad–riesgo– impacto de nuestros clientes. Así que no vamos a aventurarnos a predecir cuáles serán las tendencias que dominen el sector en términos de sostenibilidad. Sin embargo, sí que, en base a la información con la que contamos, nos gustaría compartir las tendencias que vislumbramos a corto plazo.
Hay cinco grandes temas en torno a los cuales se generará un mayor debate y hará que surjan dudas ante las bondades de la sostenibilidad. Dudas que desde nuestro punto de vista no harán sino que el mercado salga más fortalecido a largo plazo:
En materia de regulación, durante el ejercicio en curso continuarán desarrollándose e implementándose los reglamentos de la UE relacionados con la taxonomía europea y con la divulgación de información relativa a la sostenibilidad (SFDR). Interesante será ver las diferencias entre las SFDR europea, británica y americana, ya que estos últimos han tenido la oportunidad de aprender de los errores de la UE y puede que incluso la regulación de esta última región se modifique y converjan.
Además, entra en vigor la Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD), de aplicación para empresas sujetas a la Non Financial Reporting Directive. Contrariamente a lo deseado, no esperamos que el reporte por parte de las empresas contribuya, al menos a corto plazo, a una simplificación del análisis de datos reportados ya que todavía no hay un consenso acerca de la homogeneización de los datos. Además, aquellas empresas con menor tamaño se verán en inferioridad de condiciones al no contar con los equipos adecuados para hacer frente al esfuerzo que supone este reporte. Es necesario que se establezcan mecanismos adecuados de auditoria de datos y no hay suficiente personal cualificado para esta tarea. Esperamos que la confusión continúe.
A finales de 2023 los bancos europeos deberán incluir los riesgos climáticos y medioambientales en su gobernanza, estrategia y gestión de riesgos. Interesante también el posicionamiento UE vs EE.UU., habiendo visto recientemente cómo las políticas de sus bancos centrales son muy diferentes: mientras que Jay Powell, presidente de la Fed afirma que los bancos centrales deben “ajustarse a su mandato y no desviarse persiguiendo beneficios sociales percibidos que no están estrechamente vinculados a nuestros objetivos legales.
No somos, ni seremos, guardianes del clima. Por su parte el BCE mantiene su compromiso de garantizar que todas las políticas del BCE estén alineadas con los objetivos del Acuerdo de París de limitar la temperatura global por debajo de 2ºC.
En cuanto a rentabilidades, creemos que continuará rompiéndose la tendencia que ayudaba a justificar que la sostenibilidad es rentable. Veremos un repunte en rentabilidades de determinados sectores más relacionados con la sostenibilidad, los cuales sufrieron mucho en 2022, combustibles fósiles, armamento o materias primas agrícolas podrían seguir con su comportamiento positivo. Invertir en empresas que hacen las cosas bien es rentable, pero como en cualquier inversión hay momentos que se ven menos favorecidas por el apetito inversor. Y no olvidemos que parte de los componentes relacionados con la sostenibilidad son intangibles o difícilmente cuantificables, pero no significa que no tengan valor económico. De hecho, más del 75% de la valoración de las empresas cotizadas es por los intangibles.
A nivel industria financiera, creemos que continuará la reclasificación de los fondos así como una suavización de los mensajes pro ESG tan extremos que hemos visto durante los últimos años. Esto será debido a una combinación de cumplimiento con la normativa, que sigue en evolución, una mayor presión social a verificar que hay coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y por el surgir de movimientos anti ESG. El debate surgido en EE.UU. entre los partidarios y los detractores de la inversión en base a criterios ESG se intensificará (ya son 18 estados los que han propuesto o aprobado legislación restringiendo la inversión de fondos públicos en activos ESG y comienzan a poner el foco en los proxy advisers) y se podría extender a Europa. Será el momento de posicionarse claramente en un lado de la balanza: si hay un compromiso real con la sostenibilidad tendrá que ser con todas las consecuencias. Esto también hará que veamos cómo algunas entidades deciden no seguir comprometidas con determinadas alianzas relacionadas con clima, derechos humanos, políticas de voto, etc.
Las acusaciones por Greenwashing continuarán y es muy probable que se extiendan a todos los ámbitos relacionados con la sostenibilidad. Esto hará que aumenten los riesgos de litigación y la proliferación de demandas por malas prácticas de comercialización de productos por parte de empresas y entidades financieras, y comencemos a escuchar cada vez más el término “greenhussing”, esto es, el temor a publicar compromisos de sostenibilidad por temor al cuestionamiento y a una “caza de brujas”.
Continuaremos viendo una proliferación de políticas de voto en las Juntas Generales de Accionistas en torno a aspectos ambientales, pero poco a poco se irá volviendo a poner el foco en aspectos clave como la gobernanza, los aspectos sociales y, por supuesto, por los financieros. Veremos qué nos depara el futuro, seguiremos trabajando en tomar decisiones informadas en lugar de frotando la bola de cristal!
Tribuna de Ana Guzmán, directora de Inversiones y de Impacto de Portocolom AV